CAPITULO 3: Adiós Dragón
I
Era feliz.
Tan pronto como pudieron acomodar sus vacacione en sus respectivos trabajos, celebraron una especie de luna de miel muy merecida a consideración de Draco viajando por Escocia, ya que Harry aseguraba avergonzado que jamás había salido en un viaje como tal; a lo mucho conocía Londres mágico y el Londres muggle. No es que no tuviera deseos de conocer más, pero siempre por una u otra cosa decidía posponer cualquier viaje, por tanto en un afán de condescendencia, Draco accedió a guiarlo por lugares que podrían disfrutar pues al ser un autodenominado hombre de mundo conocía muy bien de atracciones.
En la búsqueda de lugares apacibles donde descansar del agitado mundo, pasaron una semana en Saint Andrews y otra en la isla de Lewis.
Draco con autocomplacencia miraba los emocionados ojos verdes viajar de un lado a otro como no creyendo lo que veía. Desde afuera el hostal en el que se hospedaron no parecía la gran cosa con sus paredes de piedra negra, construcción débil y angosta, sin embargo para sorpresa de Harry todo en su anterior era tan espacioso, cálido y tan luminoso que se dio un golpe en la cabeza "claro, es Draco de quien hablamos, no se quedaría en algo menos que asombroso" se dijo tras examinar todo lo que había por ver.
-Aunque cientos de muggles visitan la Isla de Lewis al año, es más que nada una comunidad mágica perfectamente oculta a simple vista- dijo con asentimientos dejando su grueso abrigo sobre el sofá estilo victoriano.
-Ya…- fue lo único que pudo decir al asomarse por la ventana y ver unos impresionantes tonalidades purpuras y rosadas proviniendo del cielo oscuro -¿es una aurora boreal?- preguntó sin ocultar su sorpresa. Draco asistió con obviedad -¡Vamos afuera!-
-¿Ahora? ¿Justo a la hora de cenar?- preguntó Draco hambriento señalando los deliciosos platillos que seguramente unos elfos prepararon. Harry hizo un puchero; jamás vió algo así como lo que podía apreciar por la reducida ventana, más que en postales –vale, vale- asintió derrotado robando unos panes con mantequilla para el camino.
-¡Gracias!- dijo tirando de él al momento que le pasaba su abrigo de vuelta.
-Pero más te vale que me la pagues después…- rodeó como pudo una bufanda en el cuello de Harry. Afuera hacia frío y su terco esposo ya estaba con un pie afuera sin siquiera cubrirse con algo más que una sudadera raída.
-¡Claro!- asintió dándole un beso en su nariz sonrosada por las bajas temperaturas –seré todo tuyo en cuanto regresemos- le guiñó un ojo.
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Su última semana la hicieron durar, disfrutar a lo grande, amándose a cada instante. Recorriendo las calles de memoria como si llevasen años viviendo ahí y no solo un mágico instante de su luna de miel. Sintiendo que podía acostumbrarse a esa inigualable paz alargó un par de días mas la estancia. Tantas cosas que ver y tanta curiosidad por parte del pelinegro los llevaron a conocer cada centímetro de la isla. Diversas fotos salían de la cámara muggle de Harry quien no desperdiciaba el momento de fotografiar el lugar con sus fríos tonos azules y malvas, sus maravillas arquitectónicas naturales tan llenas de misticismo y mucho Draco para apreciar e diferentes expresiones.
-¡Ya basta Harry!- chilló entre risas el rubio alejando a manotazos el aparatejo de su rostro.
-Pero te ves tan hermoso-
-Eso lo sé- aseguró alzando su respingada nariz con complacencia "creído" le dijo el moreno sonriente ante la mueca que le dedicó –lo que no entiendo es hasta cuando vas a seguir cargando ese cachivache a todos lados. Ya sacaste al menos cien fotos del viaje ¿no es suficiente?-
-No es un cachivache- infló los cachetes sonrojados pues estaba seguro que eran mas de cien fotografías - ademas, es fundamental tomar fotos para guardarlas en un álbum y que con nostalgia recordemos nuestro viaje tiempo después. Además, se dé buena fuente que con la poción adecuada, salen en movimiento- Draco arqueó su rubia ceja incrédulo.
-¿No sería más fácil verme solamente para que me grabe en tu memoria?- Harry negó.
-No importa las veces que te vea, no es suficiente- dijo acariciando su mejilla encandilado con su expresión –además, dicen que una foto dura más que una mirada y quiero comprobar eso-
-¿En serio?- cuestionó juguetón el rubio arrastrando sus palabras de esa manera que encantaba a su ahora esposo –pues es una lástima, porque te perderás de muchas cosas interesantes- echó para atrás su sedoso cabello y Harry tragó con dificultad notando por su tono de voz por donde iba su insinuación.
-Tramposo…- Draco rió con divertimiento antes de que Harry se abalanzara contra sus labios. Se besaron lento y sin prisa, disfrutando tanto su cercanía como su enlace que circulaba a su alrededor por sus cuerpos y se entremezclaba con su magia. Relamiéndose los labios, Draco se colocó a horcajadas del moreno quitándose su camisa gris dejado entre ver su delgado pero tonificado torso marcado por la fina estela del sectusempra, lanzándole una de sus tan atrevidas miradas cargadas de deseo y provocativo movió sus caderas sobre su ahora muy atento miembro.
-Draco…- murmuró el moreno subiendo sus manos por sus piernas flexionadas. Tan apetitoso que se veía que más tardó notar el movimiento y la luz del flash que al instante lo perturbó -¡Oye!-
-Justo así te quería atrapar, leoncito- rio melodiosamente por su travesura –me pregunto cómo habrá salido, seguro un Harry muy cachondo y arrebolado; justo para mis momentos de soledad en mi trabajo…-
-¡Pequeño rufián!- rodó sobre sí mismo para someter al rubio que no podía parar de sonreír.
-¿Y qué piensas hacerme?-
-Hacerte el amor tan fuerte que perderás la conciencia…- Draco tembló de emoción bajo el peso de su cuerpo. Harry se había quitado sus lentes y echado su alborotado cabello para atrás atacó nuevamente sus labios goloso. arrebatandole jadeos e impúdicos gemidos entre cada beso y succión de sus deliciosos labios enrojecidos.
-Quisiera verte intentarlo- retó el rubio rodeando su cintura con sus piernas.
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El aire se sentía diferente para Harry. Aunque hacían prácticamente lo mismo desde su regreso de Escocia, siguiendo su misma rutina de ir al trabajo, encontrarse en los almuerzos, queriéndose en la seguridad de su hogar compartido; la argolla en su anular y la magia circundante cuando sus cuerpos se encontraban, era una experiencia completamente nueva que nunca antes experimentó. Su piel vibraba en sintonía con la de Draco y sus besos lo prendían aún más.
-Quien diría que nuestras magias son tan afines...- murmuró Draco mordisqueando el lóbulo de su oreja. Hambriento repasaba su juguetona lengua estremeciendo a Harry.
-Si...- murmuró entrecerrando sus ojos disfrutando sus caricias haciéndole olvidar prácticamente de todo, excepto Draco y sus ansias por más besos. "Se siente tan bien…" pensó en lo que enterraba sus dedos en los suaves cabellos platinados "aunque creo que debería estar haciendo otra cosa…" se dijo apenas logrando desvanecer las nubes de ensoñación y éxtasis que estaban embriagadas de Draco.
-Por Circe ¿que no pueden comprarse algo de ropa?- preguntó Ron cubriendo sus ojos totalmente abochornado soltando en el acto las dos bolsas con comida que traía.
"Merlín…" rechistó avergonzado recordando súbitamente la cita doble que les tenían preparado sus dos amigos del alma.
-Si no te gusta, no veas Weasley- dijo desganado Draco restregando cual minino su rostro contra el cuello de un avergonzado Harry. Buscó con sus ojos su pantalón e intento desembarazarse de Draco.
-¡Hermione!- chilló el pelirrojo en busca de alguien que se pusiera de su lado.
-Ya basta Ron. Ni que fuera la primera vez que sucede esto, además, no es como si estuviesen completamente desnudos- dijo la chica quitada de la pena sentándose en el sillón más pulcro que encontró y con un florete de su varita acomodó las provisiones de la cena en la mesa como si no hubiesen tenido un accidente con el suelo.
-En eso Granger tiene razón. El cuerpo masculino no debería de parecerte desagradable. Tienes más hermanos con los que convives y estuviste en el equipo de Quidditch por tanto tus ojos no son virginales ante ese aspecto-
Ron enrojeció más.
-Pero en ninguna de las dos opciones tuve de otra y por si fuera poco, con quien te estas franeleando frente a mis ojos es con Harry, mi hermano. Eso es algo que no tengo porque ver- dijo desviando la mirada cuando Draco se puso en pie mostrando sin pudor su delicioso bóxer negro que no dejaba nada a la imaginación -y no es que me desagradan los hombres, pero prefiero el cuerpo de una chica por muucho-
-¿O sea que cualquier cuerpo de chica está bien?- cuestionó peligrosamente la castaña cerrando de golpe su grueso libro.
Draco río con divertimento y el pelirrojo ya no sabía ni cómo defenderse ni donde esconderse. Harry por su parte estaba agradecido por esa unidad que se formó entre ellos.
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La velada trascurrió entre anécdotas y fotos del viaje de la luna de miel, (omitiendo ciertas imágenes bochornosas para ambos en las que estaban tal como dios los trajo al mundo y que estaban seguras guardadas bajo llave), ciertos chascarrillos de Ron que sacaron más de una risa a Harry, reprimendas por parte de Hermione por la manía de comportarse como críos de Ron y Draco siempre buscando echar pleito por los viejos tiempos. Su animadversión ya solo era una sombra de lo que una vez fue y ahora podían charlar entre palabras altisonantes y ofensas pueriles con tono inocente.
-La verdad es que no quisiera correrlos, pero dicen que lo mejor de las visitas es cuando se van- dijo el rubio alzándose de hombros dándole un sorbo a su vino.
-Draco- pidió Harry algo de consideración, pero su esposo solo le dio un beso en la mejilla en lo que veía rabiar a cierto pelirrojo.
-¿Qué? No se lo decía a Hermione, ella es bienvenida cuando quiera, esta es también su casa- dijo estrechando la mano de la castaña que no dudó en aceptarla.
-Muchas gracias Draco, eres muy amable- sonrió con un asentimiento antes de regresar con el ojiazul mirándole con reproche –y tu ¿Qué acaso no puedes estar un segundo sin querer discutir?-
-¡Hum!- bufó Ron cruzándose de brazos –¡solo estábamos charlando Hermi! No es para tanto-
- De hecho creo que nos entendemos mejor a gritos ¿eh Weaseley?-
-Claro que si. ven acá maldito hurón- dijo dándole una palmada con divertimiento –seguro nos estas corriendo para echarle mano a Harry- dijo viendo a través de él.
-No sé de qué estás hablando, tonta comadreja- dijo fingiendo inocencia estrechando a su vez su mano.
-Hombres, jamás los entenderé- prorrumpió la castaña dándose por vencida –hasta luego Draco. Muchas gracias por los recuerdos de su viaje, adoro mi libro nuevo y seguro Ron esta emocionado por la snitch de oro que le trajiste- le dio un beso en la mejilla –Harry- abrazó con cariño a su amigo –Hay que repetir esta reunión, pero con más ropa por favor- el moreno asintió aun abochornado por tremendo espectáculo.
-Por cierto, se me olvidaba- dijo Ron como apenas cayendo en la cuenta que tenía que hacer algo –camarada, Dean y Ginny están en la ciudad y mueren por verte, invitaría al oxigenado, pero seguro se arma la revolución en casa por la sorpresa de su relación- Harry suspiró. Quería ver a sus amigos, pero no quería dejar a Draco solo.
-Eso que ni que- dijo Draco comprensivo –¿enlazado con un ex –mortifago como yo? vaya a llevar por el lado chueco al niño dorado y nadie quiere eso, no señor- Harry le dedicó una mirada afectada por el sarcasmo de su tono –vale, no te pongas así; ya después tendrás tiempo de decirles, son parte de tu familia después de todo- sonrió –ve-
-¿Seguro?-
-Claro- asintió antes de pasar a su modo juguetón –incluso te esperaré en la cama solamente cubierto por crema batida –Hermione ahogó una risilla y Ron se puso de todos los colores.
-Demasiada información- exclamó el pelirrojo antes de desaparecer en las llamas verdes delos polvos Flu.
-No tardo- dijo Harry muy sonrojado siguiendo a sus amigos planeando definitivamente solo pasar a saludar y volver a casa cuanto antes porque de ser cierto lo que decía su amado dragón, no quería perderse por nada del mundo una escena tan erótica como esa.
Viendo el desorden que quedó, Draco apenas y se tomó la molestia en arrojar con su varita los platos y copas sucias al fregadero, ya después lo limpiaría.
Decidió encender el televisor en lo que esperaba a Harry. Aunque la idea de la crema batida sonaba bien, no pensaba estar como idiota recostado por hora y media o más tiempo con un batidillo blanco sobre el cuerpo que lo dejaría pegajoso y oloroso.
No tenía nada interesante por hacer y notando la fina lluvia caer tras la ventana, decidió cerrarla para no mojar los papeles de su escritorio. Tomando las fotos desparramadas las acomodó para guárdalas. No pudo evitar sonreír. "No están tan mal" se dijo con un asentimiento. "Incluso no estaría mal repetir el viaje..."
Sintiendo algo cálido como agua que cayó en su mano, regresó a ver de qué se trataba. Contuvo el aliento y se levantó al instante de su asiento aprovechando el rápido viaje de Harry a La Madriguera.
Encerrándose en el baño inspeccionó más a detalle e liquido rojo. "Sangre…" se dijo sin duda con una nota de pánico en su semblante.
-Pero ¿que...?- murmuró por lo bajo tratando de mantener la compostura. Su nariz sangraba y no tenía explicación alguna. Jamás le había pasado algo similar y un traicionero escalofrío recorrió su cuerpo. No recordaba haberse golpeado o haber hecho algo significativo para ese indicio. Limpiándose tan rápido como pudo cualquier evidencia, se miró en el espejo asustado.
Harry se preocuparía si se enteraba y era algo que no deseaba provocarle. Siempre era muy sensible por pequeñeces; estaba seguro que le daría lata con ir a San Mungo para que lo checaran, pero él no sentía nada, no le dolía ninguna extremidad o algo interno, no tenía algo extraño o diferente y negó con la cabeza.
"No es nada" trató de autoconvencerse mirándose fijamente al espejo, notando que no quedase nada de sangre en su nariz o en cualquier otro lado. Se dio un asentimiento tranquilo "no es nada…"