II
"No lo entiendo…" fue su primer pensamiento al despertar con esa punzada en su estómago que recorría su pecho y descendía en un quemante ardor. Examinó su alrededor notando que estaba solo en la habitación. Seguro Harry se encontraba en la cocina preparando el desayuno ya listo en fundado en su túnica de profesor y suspiró aliviado; podía vaciar la bilis en la soledad del cuarto de baño sin levantar sospechas.
Frotó sus ojos y notó que lucía fatal. Torció el gesto. "Seguro madre diría que me atropelló una manada de hipogrifos…" su empalidecido semblante negó con la cabeza y lavando su rostro, empleó un par de hechizos glamour para disimular cualquier mancha oscura en sus ojos o cardenales en sus brazos.
Entre más días pasaban, los sangrados recurrentes de su nariz no parecían querer detenerse y entre más lo posponía, mas síntomas se unían a ellos. "Estoy bien" se dijo acomodando su cabello con un poco de gomina para aplacar los cabellos rebeldes.
Harry parecía no haber notado sus medidas de precaución para no sorprenderlo de manera desagradable aunque eso no quería decir que no sospechara algo pues entre vistazo y vistazo lo escudriñaba prácticamente obligándole a confesar cualquier cosa que estuviese surcando su mente. Estaba reacio a decirle, consideraba que no era tan grave como para alertarlo. "Además tiene muchas cosas que hacer… esos futuros aurorcillos de pacotillas sí que son una lata; incluso para alguien tan considerado con Harry… no debería de complicarle las cosas con nimiedades…"
-¡Draco!- la voz fuerte de Harry resonó volviéndolo al aquí y ahora. Estaba ya a la mesa contemplando su plato recién servido y a un moreno cuyos ojos verdes centellaban radiantes de emoción como todos los días -al parecer, últimamente te la pasas en la luna ¿eh?- sonrió.
"Rayos" pensó apretando los labios. Tan concentrado estaba en sus propios pensamientos que apenas y cayó en la cuenta que le preguntó algo.
-Perdón, no escuché lo que dijiste- dijo haciendo de cuenta que estaba pendiente del nuevo ejemplar del profeta.
-¿En serio? Si no me dices no me doy cuenta- contestó mordaz y Draco solo pudo rodar los ojos –pregunté si querías tocino con tus huevos revueltos, o puedo freír unas salchichas si lo deseas- señaló el sartén en la estufa que desprendía su delicioso aroma. Percibiendo una punzada en la boca del estómago, Draco negó con la cabeza.
-No gracias, no tengo apetito…- Harry arqueó una ceja como diciendo "a otro perro con ese hueso, trata nuevamente" pero fingió inocencia y no agregó más.
-¿Es algo del trabajo?- trató de indagar. El rubio notando su sutil forma de hacerle hablar, volvió a negar.
-No es nada- dijo procurando formar una sonrisa para no preocuparle, pero más que nada parecía una mueca mal lograda –te quedó delicioso- le dio un beso en la mejilla acomodando su capa de trabajo con un elegante movimiento; listo para partir –tengo que ir al trabajo o esos duendes comenzaran a echar pestes sobre mí, nos vemos para almorzar, cariño-
Harry regresando a ver el plato del desayuno en él fregadero, notó que estaba prácticamente intacto, pero no pudo decir nada porque Draco ya no estaba.
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Su mente dispersa apenas le permitía concentrarse en su ajetreado trabajo. Una punzada constante subía y baja por su nuca haciéndole perder el hilo de lo que estaba haciendo.
"Concéntrate" se dijo por cuarta vez en una hora cuando los severos ojos de su jefe se posaron en él. En ese momento, no necesitaba que sus odiosos superiores lo tomaran como un trabajador ineficiente o mediocre; mucho menos cuando insistió tanto por ese puesto fijo en lugar del de rompedor de maldiciones que le ofrecieron.
¿Algo había de malo con él? Cada día estaba más convencido de ello. No sabía que era, no lo comprendía. No era como un resfriado, viruela de dragón o algo que hubiese leído en los libros. Era como si tuviese algo dentro de él que descontrolaba su cuerpo de maneras engañosas y dolorosas.
Garabateando una rápida carta a Harry, dándole un nuevo plantón, salió a tomar aire a la hora de su descanso. Probablemente en otras circunstancias podría habérsela ingeniado para evadir perfectamente a su esposo, sin embargo nada en su interior estaba al cien por ciento en su control y eso si era de temer.
Se sentía sofocado y por reflejo se llevó la mano al pecho. Sus manos temblaban y dando profundas inhalaciones trató de relajarse.
-Harry seguro se enfadará por faltar al almuerzo- se dijo en voz baja, pero pensaba que era lo mejor. No tenía ni la fuerza ni la tranquilidad para decirle como se sentía. Ilusamente seguía confiando que era algo pasajero y que no había nada por lo cual preocuparse…
-Por Merlín Draco que tu nariz está sangrando- el rubio al instante llevó su mano a su rostro y percibió el cálido líquido manando libre por su fosa nasal y sacando un pañuelo se limpió. La ex –Ravanclaw lo miraba detenidamente y suspiró apartando su mirada de esos escudriñadores ojos saltones.
-Lovegood...- saludó incinerando al instante el pañuelo con evidencia.
-Eso se ve muy mal- dijo la chica buscando su rostro que le rehuía. No quería mostrar debilidad ante nadie, mucho menos ante esa chica con la cual, pese a no tener una íntima amistad como tal, la tenía en alta estima.
-Lo sé...- contestó finalmente, dándose cuenta de lo crecido que estaba su problema; bien lo aceptaba, había algo mal con él.
-¿Harry lo sabe?- la regresó a ver con ojo crítico. A veces no comprendía como le hacía para ver más allá de lo evidente.
-¿Cómo lo…?- cuestionó, pero fue interrumpido por la rubia.
-La Isla de Lewis es un precioso lugar por visitar… procuro ir al menos una vez al año con mi padre; a mi madre le gustaba ese lugar- "así que ahí fue" se dijo al recordar lo poco discreto que había sido con sus muestras de afecto en público pensando que nadie los reconocería –vuelvo a preguntar ¿Harry sabe de eso?-
Mirando al cielo plumbago que presagiaba una tormenta, volvió a suspirar.
-No... Y no debe saber que tan mal estoy...-
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La zozobra en el pecho de Harry iba en aumento y movía su pierna con nerviosismo. La felicidad comenzaba a opacarse entre esa densa neblina de la incertidumbre y el continuo mutismo de Draco lo alteraba. ¿Por qué le rehuía así como así?
Por momentos pensaba que era culpa suya por algo que dijo o hizo, sin embargo cuando Draco no lo apartaba, seguía igual de cariñoso que siempre acurrucándose buscando su calor, besándolo ardorosamente como de costumbre. "¿Qué está mal?" se preguntó. Lo sentía en su interior como un vacío que se retorcía y le daba la sensación de que algo estaba sucediendo pero no era participe en lo que pasaba.
Ese día llegó antes de tiempo a casa debido a un accidente con bombas fétidas de efecto prolongado en la academia, por tanto dando gracias a Merlín, esperó de una buena vez conversar con su esposo para que le diera una explicación fehaciente de su prolongado silencio; pero lo que encontró no fue lo que esperó.
-¡Por Merlín Draco! ¡¿Qué fue lo que te pasó?!- preguntó pegando el grito en el cielo. No podía creer lo que sus ojos veían y ni siquiera sabía dónde enfocar con exactitud. Sangre en el suelo, manchones mojando la clara camisa de Draco y gruesas gotas manchando su pálido rostro –¡parece como si hubieses apuñalado a alguien!- ante eso no había donde esconderlo y Draco bufó restándole importancia con la mano.
-No es tan malo como parece- explicó secando el exceso que aun fluía con el costado de su manga. Harry tardó unos segundos en comprender por qué lo estaba tomando a la ligera.
-¿No es la primera vez que te pasa?- no hubo respuesta y comenzó a respirar con dificultad. "Esto no puede estar pasando…"
Estaba molesto consigo mismo por no ser consiente con lo que pasaba pese a sus sospechas, furioso con Draco por ocultárselo por saber Merlín cuantas semana y preocupado como jamás se sintió en la vida.
-¿Por qué no me lo habías dicho? Y no me vayas a salir con la tontería de que no querías preocuparme- cuestionó herido.
-Pensé que era algo transitorio… comenzó como algo sin importancia Harry, aunque creo que no es algo grave-
-¿Qué no tiene importancia? ¡TONTERÍAS! ¿Quién eres tú para decir eso? ¿Eres medimago acaso?- el rubio bufó por su ataque sarcástico -¡es tu salud de la que hablamos! ¡Por Salazar Draco que con tanta sangre perdida no entiendo como no te has desmayado!- el rubio intentó refutarle, pero Harry impasible lo silenció al instante con una mirada; quería sacudirlo para que comprendiera la gravedad del asunto. "Como si perder un litro de sangre por la nariz fuera algo normal" -¡Nos vamos a San Mungo de inmediato!-
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En su agónica espera, una esperanzada parte en su interior quería creer las palabras de Draco de que no era algo importante o extraño lo que le sucedía; seguro una broma de muy mal gusto pero con solución rápida de alguno de sus compañeros de trabajo o de un desconocido en una búsqueda de retorcida venganza por su pasado, pero los medimagos no salían a informarle nada y su tranquilidad resquebrajada solo daba camino a oleadas de pánico.
¿Por qué nadie le decía nada? Harry era un manojo de nervios en la sala de espera sin siquiera poder compartir su congoja con alguien más. Un estudio le siguió a otro y solo podía asomarse un poco antes de que una asistente terminaba corriéndolo al quinto piso.
Tomó un café meditando lo que transcurrió, repasándolo cuadro a cuadro. ¿Desde cuándo Draco se comportaba extraño?
"Estuvo bien cuando regresamos de Escocia" se dijo meditabundo "también tres meses después de ello porque no me evitaba como esos últimos días y me ponía atención cuando le hablaba…" suspiró. Si los cálculos no le fallaban había sido un mes. Un mes en la que ocultó algo tan delicado y que decidió callar sus molestias para no preocuparlo.
No era consciente de la hora, pero por el gruñido de su estómago y la pesadez de sus ojos intuía que era muy tarde o tal vez entrada la madrugada. Las luces flotantes no eran de gran ayuda para ubicarse y los pasos de los medimagos a otras personas y familias lo ponían de nervios.
Si eso era una pesadilla, quería despertar de una buena vez.
"Maldición Draco…" dijo mordiendo el costado de su uña mirando a la puerta donde estaba su rubio "¿para que estamos casados si no tienes la confianza de decirme algo tan importante…?"
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Se sentía como debía sentirse un inferí; solo moviéndose como autómata, caminando sin mirar nada, con fumarolas de palabras en su mente que apenas tenían sentido y un sentido de vacuidad en su interior.
No había diagnóstico. Esa fue la respuesta más sensata que pudo darle el medimago como si fuera tan sencillo de asimilar.
"-Puedo inferir que se debe a un hechizo por las dolencias que presenta, pero las incontables pruebas realizadas de todos los hechizos conocidos, no arrojan nada definitivo. Lo mejor será que el paciente tenga mucho reposo y tome pociones regenerativas de sangre y vitamínicas- dijo el medimago en lo que su vuelapluma seguía anotando en su historial clínico.
-¿Es todo?-rebatió Harry sintiendo que una parte de sí mismo se desmoronaba. No era lo que necesitaba oír. Lo que debió decir es que Draco se encontraría bien y que todo regresaría a la normalidad, pero el hombre solo lo regresó a ver con su gélido profesionalismo apenas inmutándose al notar que estaba desangrándose por dentro por ese infame diagnóstico.
-Si señor Potter. No hay nada que pueda hacerse…-"
Apretó los ojos conteniendo las traicioneras lágrimas de frustración que se aglomeraban y moqueó. "Todo está dentro del rango… si claro…" se dijo repitiendo en su mente las frías palabras del sanador que examinó a Draco y que lo dejó ir a falta de un dictamen.
Por el rabillo del ojo vio a Draco tomarse las pociones recetadas poniéndose cómodo frente al televisor. Lucía un poco pálido, pero sonreía quitado de la pena. Traía puesto uno de sus suéteres Weasley sobre su bermuda de denim y señalando el asiento a su lado, le indicó que lo acompañara.
-Estoy bien Harry, no es nada- dijo poniendo su mejor cara y Harry se dejó caer en el asiento tan agotado por la espera sin resultado alguno. No se tragaba su fingida fortaleza, ni por más que hiciera alusión a su general buena salud.
La rubia cabeza cayó sobre su hombro y Harry se aproximó a rodearlo con sus brazos sobrecogido por el futuro y lo que podía pasar. Tal vez era un exagerado, pero ya había perdido a tantas personas queridas en el pasado que no podía evitar temer a lo peor.
Si era un hechizo lo que tenía, con facilidad lo sentía, aunque no estaba seguro de que era con exactitud, pero era algo perverso. ¿Quién querría dañar a su dragón? No tenía sentido.
-Pero estoy preocupado- dijo estrechándolo a un más. Draco besó sus manos, recostándose finalmente sobre su pecho. No era consciente de lo que estaban transcurriendo en la pantalla, ni le importaba, solo quería tener la noción de que nada malo sucedería con si querido Draco.
-Vamos Harry, ni que me fuera a pasar algo- dijo con una risilla.
-¿Cómo puedes estar tan tranquilo? Me angustia pensar que lo que te está pasando se agrave. Esto es serio Draco-
-Le estas dando demasiada importancia a una nimiedad. Mírame- puso sus manos a ambos costados de sus mejillas –aquí estoy, no me he ido. Además no es como si estuviese en fase terminal ¿o sí?- Harry estuvo a punto de reprocharle, pero incorporándose en su asiento Draco lo silenció con un beso -Así que calla tus tonterías y pon el siguiente capítulo- dijo moviendo su mano con elegancia para a su criterio pasar a algo más importante.
Harry torció la boca. No le gustaba ni un poco lo que estaba sucediendo pero solo podía aferrarse más al esbelto cuerpo como si pudiera de un momento a otro escurrirse entre sus dedos.