Luego de confesar al mayor sobre que los sentimientos que albergaban en su interior llego a sentirse más libre, y ni hablar de la felicidad cuando la respuesta que obtuvo fue que tendría una oportunidad para conquistarle.
Al menos sabía que su profesor no le era indiferente.
Siempre intentaban verse un rato antes de comenzar las clases, y luego se iban juntos, después de que el más adulto corriera a su actual ex de su vivienda, tenía la obligación de ir caminando a esta. Cuando el menor supo la dirección al instante se ofreció a acompañarle, ya que le quedaba de paso hacía la casa de su familia.
Uno que otro día Hyuk se quedaba en la casa del mayor, poniendo la mentira a sus padres que se quedaba en la casa de Ravi a hacer deberes.
Esas noches podían divertirse viendo alguna película que pasaran en la TV, o besarse sin necesidad de ocultarse, ya que bien sabía que si alguien se enteraba, ambos estarían en problemas.
Fue al fin en unas vacaciones intermedias que pudo invitar a Taeil como se debía a una cita.
Y ahora se arrepentía como nunca.
¿Cómo describir los nervios que recorrían su cuerpo cada que alguien volteaba a verles? Sabía bien que cualquier persona que no fuera conocida, pensaría que ambos tenían una edad cercana. Nadie siquiera imaginaria que se llevaban 8 años.
Caminar por el centro, tomados de la mano, era algo que ponía feliz al mayor, ya que ni con su pareja anterior había tenido la oportunidad de tener citas en lugares públicos, y que el menor le haya dicho que quería que todos supieran que le quería había hecho su corazón palpitar fuertemente.
Cuando pasaron por la vidriera de un local de ropa, ambos se quedaron viendo detenidamente algunos conjuntos de ropa. En el poco tiempo que estaban juntos, Hyuk ya sabía diferenciar cuales eran los gustos del contrario, como que le gustaba usar sombreros porque se sentía algo acomplejado con su altura, aunque no lo dijera, o que usaba siempre mangas más largas ya que también estaba acomplejado con todos los tatuajes que portaba, ya que muchos le habían dicho que eran inadecuados.
A su vista, los tatuajes que surcaban la piel del mayor, eran una obra de arte que adoraba ver, por más que solo hubiera tenido la posibilidad de ver los trazos que surcaban sus brazos, ya que el ajeno estaba algo reacio a mostrar los diseños que tenía en su pecho y espalda.
Siguieron su caminar hasta que la tarde se hizo presente, y con ello, el tener que despedirse, siendo claro que el menor, como siempre, acompaño al docente hasta su vivienda.
A unas cuadras de llegar, noto como el de baja estatura se detuvo, viendo un lugar determinado. Cuando siguió sus ojos, su sangre comenzó a hervir del enojo. Frente a ellos estaba B Bomb, el maldito que había hecho llorar al mayor.
Sin vergüenza alguna fue que el mencionado se acercó, el ceño fruncido era algo que destacaba en su expresión, la cual se endureció al ver que las manos de la pareja estaban juntas.
— ¿Qué demonios significa eso, Taeil? ¿Acaso ya te andas revolcando con este mocoso? Vamos, se bien que te gusta abrir las piernas, pero no pensé que fueras tan fácil.
Todo lo demás llego a pasar rápido ante la vista del pequeño maestro, quien vio asombrado como el chico de 17 se tiro sobre su ex pareja para comenzar a golpearlo.
No se movió para detenerlo, porque muy dentro suyo, adoraba ver como B Bomb recibía aquellos golpes con furia, y una sonrisa se hizo presente en sus labios cuando escucho al hijo único de los Han hablar.
— ¡Ni se te ocurra volver a referirte de esa forma a Taeil! ¡Tú eres el maldito idiota que a la primera se abre la bragueta! Él ahora está conmigo, así que en cuanto sepa que le has molestado, hablado, o siquiera mirado, juro que hare de tu vida un infierno.
Antes de que el menor volviera a impactar su puño contra la cara de aquel infeliz, este se volteo dejándole contra el suelo, dándole un fuerte golpe en su mejilla.
Solo fue un impacto el que recibió, ya que en cuanto iba a recibir otro, el mayor de entre los tres se acercó, tomando a su ex pareja por el cuello de la camiseta, y así, haciendo uso de su fuerza logro apartarle del menor.
— Ahora te lo aclarare yo, Minhyuk, no quiero que te acerques a mí, ni a Hyuk, ¿Entendiste? O juro que te pondré una denuncia, y antes de que me contestes, la denuncia que hare será refutada con todas mis malditas placas médicas, y tengo muchos testigos que dirán todo en contra tuya, ¿Acaso piensas que Zico no sigue diciéndome que te haga un juicio por violencia doméstica? ¿Por las veces que me obligaste a tener sexo contigo? Así que ahora esfúmate de mí vista. Y… Puedo asegurarte que disfruto mucho abriéndole las piernas, al menos con él… No me veo en la necesidad concentrarme para llegar al orgasmo.
Una sonrisa de cinismo llego a hacerse presente en los labios de Taeil, viendo como su ex pareja le miraba con autentica furia, no solo por la amenaza de que pondría una denuncia en su contra, sino que lo último que dijo, había herido su orgullo.
Sin más que hacer, B Bomb termino por retirarse con el rabo entre las patas, ya nada tenía que hacer allí.
Cuando el portador de tatuajes se volteo hacía el menor, vio a este apretando los puños con fuerza, por lo que se acercó a este preocupado.
— ¿Hyukkie? ¿Qué sucede?
Ante todo pronóstico, solo sintió la mano del más joven en su mejilla, acariciando esta.
— ¿Te ha golpeado?...
— Hyuk…
— Responde, por favor…
Un suspiro escapo de parte del mayor, obligando al menor a levantarse, y en silencio, volvieron su andar rumbo a la vivienda a la cual se dirigían en un primer lugar.
Sin decir palabra fue que terminaron el recorrido, y antes de que el menor se despidiera, fue tomado por la muñeca, y de un jalón fue obligado a entrar a aquella pequeña pero acogedora casa.
Como siempre que iba, solo se sentó en el sofá, esperando al adverso quien preparaba un café para si. Siempre que Taeil necesitaba fuerzas para hacer o decir algo, tomaba un café antes.
De a pequeños tragos fue bebiendo el oscuro líquido, sentándose al lado del menor, mirando a este de vez en vez, como si pensara en que palabras utilizar para hablar.
Un pesado suspiro salió de sus labios al momento de terminar su taza, dejándola en una mesa cercana para en ese momento voltearse hacía el joven de cabello castaño, inclinándose para atrapar sus labios en un pequeño beso.
— Escúchame y no me interrumpas, ¿Sí? Bueno…
Los labios del mayor se fruncían ante los nervios que le daba hablar, prácticamente a nadie le había contado sobre su historia con el que era su ex pareja, el único que era consciente de ello, era su mejor amigo.
— Conocí a Minhyuk cuando tenía 15. Había sido transferido a mi escuela, y como yo era el responsable de mi curso, tuve que enseñarle varias cosas para ponerle al día. Desde la primera vez que me hablo, sentí atracción por él, era obvio, Minhyuk siempre fue atractivo, y en ese instante era un adolescente hormonal. Con el tiempo nos hicimos amigos, y formamos nuestro propio grupo junto a otros chicos. Mi mejor amigo, Zico, siempre me dijo que B Bomb, como le habíamos puesto por ser una ‘’bomba’’ en el baile, no era tal y como parecía, pero nunca hice caso.
Sus manos se frotaban entre si, como si con ello pudiera darse cierto ánimo, la situación era por demás vergonzosa para si.
— Cuando cumplí 16, se encargó de darme mi primer beso, y a los 18, fue con quien perdí mi virginidad. Yo estaba hasta el tope de enamorado de él, y todos lo sabían, ya que nunca me había gustado esconder mi sexualidad, si alguien preguntaba, respondía sin problema que me atraían los hombres.
Luego empezamos a tener citas, siempre a escondidas o de noche, para que nadie nos viera, en ese momento, no me importaba más que pasar tiempo a su lado, hoy en día puedo darme cuenta que lo hacía por vergüenza de que le vieran conmigo.
Ante ese recuerdo, Taeil simplemente dio un pequeño gruñido, ya que incluso a él mismo le daba rabia el haberse dejado engañar por aquel tipo.
— Uno de sus amigos cercanos, que también era amigo mío, me dijo que debería olvidarme de él, que me haría mal, y mira que me arrepentí de no haberle hecho caso. Un día simplemente vino, y me pidió ser su pareja, solo me tire a sus brazos diciendo que si.
Al principio fue normal, como si fuera sacado de un cuento, nos mandábamos mensajes a todas horas, hablábamos siempre, hacíamos el amor cada que podíamos. Luego, mis padres fallecieron, y herede esta casa. Como estaba muy triste por ello, le pedí a B Bomb que se viniera a vivir conmigo, y el acepto.
Había momentos como esos, donde se preguntaba si sus padres estarían orgullosos de lo que era, bien sabía que aceptaban que fuera gay, pero nunca se perdonaría el que ellos estuvieran tristes al ver todo lo que había soportado por amor, o lo que creía era amor.
— Con el tiempo, pude ir notando cambios en él, pero no les daba importancia. A veces ni siquiera sabía dónde iba y él porque llegaba tan tarde, pero como digo, estaba ciego de amor por él.
Cuando estábamos a punto de cumplir dos años como pareja, mi amigo Zico me invito a una fiesta, y claro que acepte, era joven y a pesar de estudiar el profesorado, me gustaba ir y beber con las personas que consideraba mi familia. Me fui relativamente temprano, y cuando llegué a casa, lo primero que recibí de él fue una bofetada, gritándome cosas como ‘’¡¿Dónde has estado?! ¡¿Acaso te he dado el permiso para salir?!’’. Al día siguiente me abrazo pidiéndome disculpas. De muy imbécil se lo perdone.
De manera inconsciente, su diestra se elevó para colocarse en su mejilla izquierda, recordando aquellos gritos, y aquel golpe con el cual todo había empezado, aunque en si, había sido lo más leve y tranquilo de la relación enfermiza que había tenido.
— Luego fue empeorando, pero siempre lo perdonaba. En una de esas ocasiones, termine con el hombro dislocado y moratones por todo mi costado, ya que el muy cobarde me pateaba en el suelo. Zico estaba furioso y me exigía que le hiciera una denuncia… Pero yo seguía pasando todo por alto, incluso… Pase por alto la vez que me obligo a tener sexo con él, el muy hijo de puta estaba pasado de drogas y de alcohol, había vuelto de una fiesta y me despertó quitándome los pantalones. Recuerdo bien que intenté alejarlo gritándole que no quería, pero solo recibí un puñetazo, y ante mi mareo aprovecho y simplemente… Lo hizo.
Se repitió hasta que abrí los ojos al verle con otra persona, supongo que ya era momento de dejar de ser tan estúpido.
Cuando pudo terminar su relato, sintió como si algo en su interior pesara menos, volteando en este instante hacía su menor, sorprendiéndose al ver como los ojos de este se encontraban cristalizados ante las lágrimas que retenía. Sin dudarlo abrazo al adolescente contra su cuerpo, acariciando su espalda para calmarle, susurrándole algunas palabras de cariño para que se mantuviera cerca de si.
— Shhh, Hyukkie, cálmate. Ya todo paso, ahora… Ahora estas tú en mi vida.
— Hyung… Juro… Juro que te protegeré de todo, no dejare que nadie te toque, que nadie te lastime, y quien lo haga, juro que lo matare.
Las palabras del más chico sin duda enternecieron al de cabello oscuro, el cual no dudo en dejar pequeños besos en aquellos labios que tanto le habían gustado desde el primer instante que los probo.
Con pequeños movimientos, e intensificando sus besos, fue que pudieron ir recostándose en aquel amplio sofá, siendo Taeil quien quedo sentado sobre las caderas del más pequeño, el cual, no dudo ni un instante en sujetarle por las caderas para evitar que pudiera separarse, creían que ya era un buen momento para borrar las huellas anteriores que habían tenido sus pieles.