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Promesa de vida, rota en una noche. (YuriOnIce) por Roronoa D Hinata

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Notas del capitulo:

Perdón por la tardanza, tuve complicaciones para subirlo. En fin, ya que lo prometido es deuda, espero subir el siguiente capítulo mañana para compensar mi tardanza. 


Esta vez hice un flash back, cambié la narración para que se entendiera... Solo que cabe aclarar que esta vez es un recuerdo de un personaje; sin embargo, todo lo que se cuenta en este, no es del conocimiento del mismo personaje.    En pocas palabras, lo que se narra puede no ser solo el recuerdo que tiene este personaje.    Nos leemos abajo.

---

...

(Yuuri)

- ¿Cuánto tiempo vas a tener esa cara de idiota?

Miré a Yurio, aún tenía un hilo de saliva en su cara, cuando se percató de ello se sonrojo y se limpió con la manga de la ropa que traía puesta. Me reí y le respondí.

-Perdón.

Se sentó en la cama, me observó de pies a cabeza. Mi corazón latía a mil por hora. Se daría cuenta, estaba seguro.

-Hueles extraño.

Se iba a dar cuenta…

Se me acercó, miro mi cara, estaba temblando como nunca, sentía como sudor frío de mi nuca caía por mi espalda.

-Yuuri… ¿Qué sucedió?

No sabía cómo responderle, ¿debería mentirle?

- ¿Ese calvo te hizo algo?

Miraba a la puerta, esperando que alguien me sacase de este problema. Era imposible escondérselo a él.

-Apestas a él.

Mi mandíbula comenzaba a temblar.

-No quiero que duermas solo con un alfa como el suelto, dormiremos juntos.

Se paró de la cama y se dirigió al baño. Se paró en seco.

-Si te hizo algo no dudes en decírmelo.

Cerró la puerta.

Estaba asustado.

¿No se había dado cuenta?

Si dormía con el seguramente lo haría.

¿Si lo hacía sería una buena forma de decírselo sin problemas?

¿O causaría más problemas?

Escuché que estaba a punto de salir del baño.

Abrió la puerta y observo un momento.

- ¿Yuuri estas bien?

(Yuri)

Yuuri estaba sentado en la cama. Actuaba extraño, me acerqué a él y un mar de lágrimas comenzaron a caer de su rostro.

Ya sabía que algo estaba pasando.

-Yuri… Yo.

Me estaba preocupando, parecía que se estaba quebrando en pedazos, jamás vi a nadie con esa expresión… Pero me recordaba a mi hasta cierto punto.

-Victor y yo…

Lo sabía…

Tomó mi mano y la colocó en su vientre. Después acercó mi mano a su cara y comenzó a frotarse contra ella.

-Perdóname Yuri. Perdóname… Perdóname.

Estaba llorando con fuerza. Se veía fatal… Me tardé un poco, pero comprendí lo que pasaba. Era obvio…

Me separé de Yuuri, solté su mano de manera agresiva y me dirigí a la puerta.

-¡¡¡ÉSE BASTARDO!!!

Estaba enojado, me pesaba el pecho, las piernas y los brazos. Tenía ganas de romperle la cara. Esa estúpida cara que tanto admiraba la gente ¿¡Quién se creía para tomar lo que le diera la gana!?

Esa era la gente que detestaba sobre todas las cosas. Eran los alfas que más odiaba en el mundo. 

Sentí un peso colgar de mi espalda.

-Detente… Por favor…

Pedí las fuerzas por completo, Yuuri estaba sujetando mi cuello en un abrazo, aún podía sentir su llanto. Me desplomé al piso, estaba de rodillas frente a la puerta, aun sin soltar la perilla de la puerta. Me giré de golpe para abrazar a Yuuri. Lo acurruqué en mi pecho, estuvo llorando un rato en mis brazos, yo solo podía mirar la lámpara que colgaba de la habitación; Yuuri se acomodaba y se enterraba cada vez más en mis brazos.

No quería soltarlo.

Me puse a jugar con su pelo. Se recargaba en mi hombro, su llanto no cesaba.

Me repetía todo el rato…

¿Cuándo podría ser feliz?

Primero él y ahora Yuuri. Era mi culpa, le estaba dando a Yuuri la carga de curarme, sin tener la responsabilidad y con poco tiempo de conocerlo.

Era un idiota.

Empezaba a notar un sutil aroma a lavanda y menta, me estaba frustrando, quería oler a Yuuri, no a ese bastardo. Quería que supiera que estaría con él, pero una parte de mí se sentía traicionada. Me sentía mareado y como si me hubiesen pateado el corazón. La luz cada de la habitación se volvía más y más molesta.

¿Por qué no lo hice yo?

Estaba enojado con todo; conmigo, con el bastando ese y aunque no lo quisiera admitir… Estaba ligeramente enojado con Yuuri.

Lentamente se calmó, empezó a tener esos temblorosos suspiros. Esos que siguen después, esos que parten el alma del que este cerca, aquellos suspiros que entrecortan la respiración y suelen ser los que dificultan todo, la debilidad de muchos, incluyéndome.

Cuando se calmó, oculto su rosto entre mi cuello.

-… Perdón Yuri, yo no, no estoy seguro de lo que paso… Yo solo… Creo que… S-siempre sentí algo por Victor… Yo siempre… S-siempre lo quise…

Me partió un poco el corazón lo último.

¿Por qué jamás le había hecho o dicho nada a Yuuri? ¿Qué acaso él no le correspondía? ¿Solo era porque yo lo había hecho? No quería pensarlo, pero quizá solo era una de esas personas que creen que todo les pertenece y que pueden jugar con ellos. Omega o no, Yuuri es una persona.

Cargué a Yuuri en mis brazos, con un poco de trabajo.

-Estas pesado katsudon.

Lo deje en la cama, le limpié las lágrimas y le pase un par de pañuelos. Se limpió y le ayudé a quitarse los zapatos. Apagué la luz. Me recosté junto a él y lo abracé, no podía reprocharle nada, no podía enojarme con él, tenía que protegerlo.

Lo abrace con más fuerza hasta que se quedó dormido. Me la pasé pensando en cómo solucionaría todo esto, hasta que sin darme cuenta me quede dormido.

….

Me desperté, el seguía aun conmigo. Era de día a juzgar por la luz que se colaba de la pequeña ventana. Se veía más indefenso que en otras ocasiones. Comencé a jugar con su cabello. De todas las situaciones posibles, quizá esta sería la última que esperaba. Jamás espere estar en esta situación.

Pareja destinada…

Podía escucharlo balbucear entre sueños. Parecía un niño… Esto se volvía muy doloroso. Me acerqué a su vientre. Algo en mi hizo que acercará mi oído a su cuerpo, ¿de verdad había algo dentro de él?

-… ¿Yuri?

Me descubrieron.

- ¿Estas bien?

Me abracé de su cintura. No quería responderle.

-Yurio ¿Sabes qué hora es?

Seguí sin responder, sentí como se movió levemente a mirar el reloj a un lado de la cama.

-Siete en punto, aún es temprano.

Me acaricio la cabeza. Le eché un vistazo a su rostro, se veía extraño. Me recordaba a mi madre… Solo que un menos frío. Mi madre, Lilia tenía un carácter bastante fuerte; a pesar de ser una beta podía pasar con mucha facilidad por alfa.

- ¿Te parece si tomas un baño en lo que pregunto si está listo el desayuno?

Solté su cuerpo, se puso de pie y se quedó mirando su ropa. Habíamos dormido con las mismas ropas de ayer. No pude pensar en ninguna buena idea durante la noche. Tenía que preguntarle. Lo tomé de su camisa y tiré de ella. Volteó a verme.

-Yuuri… ¿Qué tienes pensado…?

Apartó su vista.

-Creo que no tengo derecho a pedirlo, soy la persona con menos derecho para pedirte algo.

Suspiré.

-Solo dilo.

Fijo su mirada en mí. Se sentó y me tomó e las manos. Parecía bastante avergonzado.

- ¿Podrías aceptarme en tu casa unos días? ¡Solo en lo que soluciono esto!

Supongo que era lo mejor. No podía simplemente abandonarlo.

-Con una condición.

Asintió bastante decidido.

-Tendremos que fingir que fue obra mía.

Era la única idea que había tenido, durante la noche. Cuando fuese seguro el paradero de Yuuri, lo mejor sería hablar con mi madre. Explicarle la situación y tratar de arreglar todo… Sería muy complicado.

Yuuri parecía estar algo sorprendido, pero a juzgar por su cara parecía entenderlo. Me miró y me dijo:

-Supongo que es lo más coherente.

Soltó mis manos.

-Gracias Yuri.

Me sonrió. No quería mirar su rostro, se veía estúpido. Solo sentí un ardor en mi cara.

-Bien entonces lo mejor es que te metas a bañar antes que yo, en lo que reviso tu habitación y me aseguró que no quede nada sin empacar.

Me puse de pie y lo dejé en el cuarto. Quería enfriar mi cabeza y pensar bien como haría las cosas. Antes de eso tenía que hablar con el niño mimando. Sería una difícil tarea.

Me dirigí a buscar a Yuuko. Tal vez ella podría ayudarme a hablar con Victor.

(Yuuri)

Yurio había salido a toda prisa del cuarto. Sentía que no tenía derecho a pedir nada. Ni siquiera la ropa que traía puesta.

… Había roto mi promesa con la señora Nikiforov…

No tenía ni derecho a seguir en esa casa. Me sentía fatal.

Estaba harto de meterme a bañar, pero tenía que hacerlo. Me puse la ropa que tenía preparada desde ayer; una camisa blanca y un pantalón sencillo. Era la mejor ropa que tenía. Hoy entregaría mi uniforme y dejaría varias cosas que no me pertenecían, aun así, había varias cosas que me dudaba si era correcto llevarme.

Quería pedirle perdón, quería pedirle perdón a la señora Nikiforov.

Ahora tenía que tragar mil agujas y cortar mi dedo.

Era una tarde bastante fría, un pequeño niño se encontraba a los pies de la cama, escuchando la lectura de una joven dama. Las delgadas manos de la mujer paseaban por las viejas páginas. Páginas que le encantaba leer con tanto afán, con tanto entusiasmo. Su cara parecía feliz y nostálgica.

- ¿Le gustó?

Aquel pequeño animado y sonriente miraba a la señorita, quien le dio un vistazo y amablemente sonrío.

-Me encanto Yuuri. Gracias.

Ella sabía que era un pequeño detalle del niño, una historia bastante hermosa y bastante trágica. Probablemente el pequeño no comprendía la historia, era un poco compleja para su edad. Una historia de un joven, quien al final le arrebatan a su amada y decide continuar con su vida.

Una historia poco conocida en este lado del mundo.

El pequeño bautizado como Yuuri Katsuki lucía bastante feliz, un brillo se notaba a leguas, en sus ojos. Estaba tan alegre de ver a su; ahora, figura materna.

-Yuuri necesito pedirte algo.

El chico cesó su festejo y enfocó su atención en la joven señorita.

- ¿Recuerdas las historias que siempre les cuento a Pichit, Victor y tú?

El chico asintió tiernamente.

-Quiero que sepas que algún día lo encontraras, encontraras ese lugar al que perteneces, quiero que seas feliz, quiero que aprendas a cuidar a quienes y a quien amas y que sigas tus sueños, quiero que sonrías y quiero que cuando sea el momento vivas tu propia historia y si es posible, que cuides de mi Vitya.

La mujer tenía una estupenda vista para conocer y juzgar a las personas. Más que perspicaz, era una mujer inteligente. Sabía el inicio y el desenlace su historia aún si su esposo se lo ocultaba. Sabía de la carga que el llevaba. Sabía de muchas cosas que la gente no conocía a simple vista. Sabía del lazo no visible, que colgaba del meñique del pequeño a sus pies y donde terminaba. Aun así, siempre rogaba no equivocarse....

- ¿Cuidar a quien amo?

Asentó su vista sobre el enorme ventanal de su cuarto, en esa luna, quien se escondía detrás de las grumosas y grisáceas nubes.

Esa escena quedaría tatuada en la mente de Yuuri.

-No estoy segura si uno debe buscarlo o solo esperar a que llegue; solo sé que cuando eso pase, uno tiene que cuidar de esa pequeña flama. Deberás aprender poco a poco a cuidarla junto con esa persona y cuidar que no se apague, ni que crezca demasiado.

Su voz era cada vez más débil y su cuerpo reflejaba cada día todo dolor, algo que esa bella sonrisa no podía ocultar por siempre.

El niño tomó una de sus manos y con delicadeza sujeto el dedo meñique que estaba unido a las frías y delgadas manos sobre la cama.

- ¡Protegeré a Victor con mi vida!

Ella sabía que Yuuri era un niño extraño, de todo lo que le había pedido solo recordaba eso y lo había interpretado a su manera. Comenzó a mover su mano de arriba abajo, al ritmo de una tonada que cantaba con esmero.

Promesa del dedo cortado,

Si miento…

Tragaré mil agujas

Y me cortaré el dedo. ˜

Una sonrisa se dibujó en el rosto de ambos. Probablemente serían sus últimos días disfrutando de sus, ahora tres pequeños y de la compañía de su familia.

Pasaron pocos días después cuando la señora Dasha, encargada de la casa Nikiforov pereció.

Una figura delgada, de pelo platinado se encontraba en el jardín de su madre. Victor adoraba pasar tiempo en ese jardín, lamentablemente ésta vez era diferente. Tenía la mirada perdida y centrada en un punto indefinido. Era una húmeda mañana y lluviosa. Estaba parado frente a las rosas blancas; de donde, sin importar la época del año y sin importar el frío que existiera, siempre tenía nuevos brotes.

-Siempre las regaba por las mañanas…

Victor fue regresado a la tierra de golpe. Se encontraba justo a su lado un niño, años menor que el, de pelo color azabache, quien tenía los ojos hinchados sujetaba un paraguas, el chico notó que estaba parado de puntas, en ese momento había una gran diferencia de estaturas. Lo despojo del objeto. El pequeño se veía bien abrigado, lo que solo lo hacía lucir más dulce e infantil.

Victor sintió un toqué en su brazo.

-… Victor… Yo… No dejaré que mueran.

En mano, el menor le entregaba una bufanda roja. Bordada por la dama recién fallecida. El chico de mayor edad trato de formular una palabra; sin más, esta no salió de su boca. Estaba asustado por saber que seguiría sin su madre, tenía a su padre, pero con el negocio de la familia… Seguramente no tendría espacio para él.

-… La señorita Nikiforov me enseño como hacerlo, pero no soy tan bueno como ella... Algunas rosas se llenaron de pequeños insectos y otras se secaron rápidamente…

Apenas se daba cuenta, esas flores lucían igual que siempre, pero su madre había estado en cama por varios días sin poder pararse. ¿Acaso el pequeño había cuidado de ellas todo el tiempo? Lo pensó por unos segundos, quizá Yuuri sufría más por la muerte de su madre, el aún era un niño que quizá no comprendía lo que era perder a un familiar.

-… Me sentía muy mal cuando corté los brotes enfermos, pero tenía que hacerlo o infestarían a los demás.

¿Cortarlos? ¿Eso es lo que se debía hacer con las partes dañadas?

Victor sujeto uno de sus largos mechones de pelo, los observó atentamente y cerró los ojos. Recordó a su madre, esos abrazos y esa fragancia. A la par notó otra fragancia.

Jazmín…

Ese olor mezclado con la humedad del lugar le deban una tranquilidad y lo relajaban.

Repentinamente, una presión se apoderó de su delgado cuerpo. Unos pequeños brazos lo tomaban de la cadera, Victor abrió los ojos y vio a la pequeña figura.

Despeino sus cabellos.

-Victor… Estaré contigo siempre…

Siempre eran palabras fuertes, pero era normal que un niño las dijera. Para ellos eran palabras fáciles. Se preguntó ¿Qué era un “siempre”? Su madre lo había dicho varias veces, pero ni el podía responder.

Poco después, se dio cuenta del temblor de ese bultito en su cadera. Lo sabía, Yuuri estaba llorando. No lo quiso mirar, solo cerró sus ojos y lloró junto a él. Sin derramar una lágrima, solo partiendo su alma de tal forma que nadie se diera cuenta de su mayor debilidad, de lo mucho que extrañaba a su madre.

También tendría que cortarme un dedo.

Me vestí y me dirigí al comedor. Vi a Yuuko, Nishigori y a Pichit asomados por la puerta que daba hacía el vestíbulo.

- ¿Qué está ocurriendo?

Al unísono gritaron y me dirigieron la mirada.

-N-no es nada Yuuri.

Yuuko se veía nerviosa y algo asustada.

- ¿N-n-ecesitas algo?

Estaban actuando extraño. Me acerqué un poco a la puerta y Nishigori me detuvo.

-No hay n-nada de lo que debas preocuparte, ¿q-quieres ayuda para empacar algo?

Se veían nerviosos, fingí no notar su actitud para poder seguir con lo mío.

- ¿De casualidad saben si podríamos desayunar aquí?

Todos parecían confundidos. Yuuko me reprochó.

- ¿Por qué no lo harías?

Me daba pena decirlo, no quería sonar estúpido, pero nuevamente no creía que lo mereciera.

-… Yuuri… no tienes que ser tan duro contigo.

Escuché unos golpes viniendo de la sala de estar. Volteamos bruscamente a la puerta. Luego se escuchó un vidrio romperse, en ese instante subí a toda velocidad. Sentí a Nishigori tratando de detenerme, pero lo ignoré por completo.

Abrí la puerta y me encontré a Victor tomando del cuello de la ropa a Yurio, quien tenía la mano ensangrentada. Nishigori entró y los separó, mientras yo corría dentro de la habitación por el botiquín.

Abrí una gaveta y lo saqué. Me acerqué a ver a Yurio, tenía una cortada. A un costado suyo se encontraba un florero de vidrio, roto y con un poco de sangre de igual manera. Limpiaba su herida mientras Yuuko y Pichit veían a Victor, quien parecía estar en buen estado.

Retire el exceso de sangre de mi mano. De pronto el olor de su sangre se intensificó, traté de ignorarlo, pero me fue imposible. No podía controlar el temblor de mi cuerpo.

Nishigori me apartó y empezó a ser el quien limpiaba la herida de Yurio. Miré a Victor, se veía un poco asustado, me acerqué a él. Le tome la mano y le dije que todo estaría bien.

 

Me preguntaba ¿cómo había terminado todo esto así?

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Notas finales:

Probablemente muchos notaron mi referencia a la "Promesa del meñique", me encanta esa historia. 


En caso de no conocerla, les recomiendo visitar este link: https://elgatoviajeroo.wordpress.com/2016/03/18/sabias-que-japon-y-el-significado-del-dedo-menique/    La historia iba enfocada en un inicio a esta leyenda.    Espero y emocionarlos tanto como a mi me emociona ir escribiendo esta parte.   Nuevamente gracias por leer y me encantaría leer sus opiniones.

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