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Porque ahora lo sé: Todos los Caminos llevan a Ti por StarlightRain

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Notas del capitulo:

N/A: Quiero agradecer a mi beta por este capítulo, PsychopathOnADiet, que ha hecho maravillas con este capítulo. También quiero agradecer a todos los lectores por el apoyo que recibí en el último capítulo. Para mí significa mucho que esta historia haya sido leída por tanta gente, y especialmente por aquellos que me dieron su apoyo en sus comentarios.

¡Espero que disfruten el capítulo!

 

N/T: Ya saben qué todo esto se hace de buena fé y sin ánimos de lucro (siempre había querido decir eso para sonar casi institucional XD) así que disculpen no tener un ritmo constante pero pues esto se realiza de acuerdo a como el tiempo libre nos lo permite. Cómo siempre me toca dar gracias encarecidas a Enigmatek que me ayuda a revisar la traducción.

 

Así que ea, a leer.

Capítulo 16

 

Fue sólo un parpadeo. En un momento los tres estaban en un oscuro callejón de la ciudad de Vesta y, un segundo después, aparecieron cientos de kilómetros lejos. El claro en el que aparecieron fue el mismo claro que utilizaron para el entrenamiento; el bosque eclipsó a la ciudad mercante del país de la Tierra donde Naruto y Sasuke habían estado viviendo durante meses. Semanas atrás, Naruto había grabado su sello de transporte en un árbol cercano, sólo como un seguro en caso de emergencia. En aquel entonces, no había imaginado que se vería obligado a usarlo tan pronto y en circunstancias tan extremas.

 

Tan pronto como aterrizaron, Naruto sintió que las manos sobre sus hombros se soltaban, Tsunade con mucha más violencia de la necesaria. Cuando se dio vuelta, ella estaba extremadamente enojada.

 

—¿Qué demonios has hecho?— exigió ella con sus ojos escaneando el nuevo entorno con sospecha—. ¿Y dónde diablos estamos?

 

—Estamos en el país de la Tierra— explicó Naruto rápidamente—. Gaara está en la aldea más cercana, a unos 8 kilómetros de distancia—. Usé un Jutsu de transportación para traernos aquí. Nos ahorró un viaje de tres días.

 

Tsunade lo miró, incrédula—. Los Jutsus de transportación no funcionan así

 

—El de mi Padre lo hace— replicó Naruto.

 

Ella arqueó una ceja hacia él—. ¿Tú padre?…

 

—Minato.

 

—Oh. Así que ya sabes acerca de eso...— obviamente ella estaba sorprendida con la noticia.

 

—Lo sospechábamos. Jiraiya lo confirmó.

 

—¿Conoces a Jiraiya también?

 

—Es mi padrino— remarcó Naruto. No deseaba recordar ese encuentro, pero sabía que mencionarlo haría maravillas para ganarse su confianza—. Y tú eras su compañera de equipo.

 

Ella se le quedó mirando, y tal como sospechaba, la desconfianza que había sombreado sus facciones se desvaneció notablemente—. Está bien, mocoso— admitió—. Llévame con tu amigo.

 

Tardaron cinco minutos en llegar al hotel. Sasuke y Naruto usaron el Jutsu de transformación antes de acercarse a la aldea, volviendo a sus viejos disfraces por si alguien los notaba. Entraron en el Ryokan por la puerta principal,  Naruto pasó unos segundos saludando a la recepcionista.

 

Teniendo en cuenta la delicada condición de Gaara y el hecho de que todavía no sabían quién lo había encarcelado, era aún más crucial de lo normal que no levantaran ninguna sospecha. Era muy probable que la persona que lo había torturado también enviara varios rastreadores, y aunque Naruto deseaba enfrentarlos y hacerles pagar, la seguridad de su amigo era más importante que sus deseos de venganza.

 

Tsunade les siguió la corriente por el momento, siguiendolos hasta que llegaron a su habitación. Naruto golpeó la puerta primero, y luego usó su propia llave para abrirla antes de entrar. Sasuke y Tsunade lo siguieron adentro.

 

La habitación estaba vacía, excepto por el futón en el que Gaara estaba acostado y las dos figuras que lo rodeaban. El resto de los futones y la mayor parte de su ropa y pertenencias estaban cuidadosamente acomodadas en el armario, tal vez para dar al niño inconsciente más espacio para respirar. Itachi estaba arrodillado junto al pelirrojo, sus manos brillaban con chakra curativo. El clon de Naruto estaba sentado a unos metros de ellos.

 

Ambos giraron sus cabezas para mirar a los recién llegados, y luego el clon desapareció. La mirada de Naruto se fue inmediatamente hacia Gaara. Sasuke también miró al jinchuuriki por unos segundos, y se sintió aliviado de ver su pecho moviéndose arriba y abajo, prueba de que todavía estaba vivo, pero luego sus ojos buscaron los de su hermano.

 

Itachi le regresó la mirada. Su rostro estaba pálido y parecía agotado, casi tan exhausto como se sentía Sasuke. Pero cuando sus ojos se encontraron con los de Sasuke, las fatigadas facciones de su rostro se suavizaron, y sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa solo para él. Sasuke lo devolvió. La tensión de sus músculos, la tensión que había estado sosteniendo sin darse cuenta, se desvaneció. Estaba en casa otra vez.

 

Desafortunadamente, la sensación de paz no duró más que un momento.

 

—Uchiha Itachi— Tsunade lo reconoció, con los ojos y la boca muy abiertos en un horror palpable. Su cuerpo había adoptado una posición defensiva. El cuerpo de Itachi se puso rígido en consecuencia, al igual que el de Sasuke, pero Itachi no se movió. Sasuke se adelantó, bloqueando cuidadosamente a su hermano de su vista—. ¿¡Qué diablos!?— Tsunade continuó, moviendo sus ojos de Naruto a Sasuke con una expresión de alarma en su rostro—. ¿A qué clase de maldito juego están jugando? Él fue quien mató a tu familia, muchacho.

 

Itachi se estremeció. Era un movimiento muy pequeño, que la mayoría de la gente no habría detectado. Sin embargo, Sasuke no era la mayoría de la gente. Él entrecerró los ojos. —Cállate —ordenó—. No tienes ni puta idea de lo que estás diciendo.

 

Viendo una pelea a punto de estallar, Itachi olvidó su propia incomodidad e hizo que sus músculos se relajaran nuevamente—. Sasuke— lo llamó, sacudiendo su cabeza ligeramente. Sasuke desvió su mirada de Tsunade para fulminar a su hermano, enojado porque ni siquiera permitiría que Sasuke lo defendiera.

 

—No importa ahora— dijo tranquilamente Itachi—. Gaara necesita ayuda.

 

Entonces, aún arrodillado en el suelo, miró a Tsunade—. Le pusieron tres sellos para bloquear su chakra. Uno en la frente, uno en el pecho y otro en el estómago. También hay dos sellos menores, uno en cada una de sus muñecas. Todos fallaron. Las sellos más pequeños se quemaron en sus manos, pero no representan un peligro inmediato para su supervivencia. Los tres sellos principales, sin embargo, están impidiendo que su chakra fluya naturalmente a través de su cuerpo. Como consecuencia, la mayoría de sus órganos vitales están fallando— dijo resumiendo tan precisamente como pudo—. He mantenido mi chakra fluyendo a través de su cuerpo durante los últimos tres días, pero su corazón ya se ha detenido dos veces y su riñón izquierdo está muy dañado. No hay nada más que yo pueda hacer. Los sellos deben ser eliminados y las celdas de chakra reconstruidas inmediatamente si es que él tiene alguna posibilidad de sobrevivir.

 

—Puedo hacer eso— admitió Tsunade, aunque todavía sospechaba. Ella había decidido hace mucho tiempo que su deber como médica siempre tendría prioridad sobre sus responsabilidades como ninja de Konoha. No había duda de que el chico en el futón necesitaba su ayuda. Aún así, sus pies no se movían.

 

Uchiha Itachi era un criminal de rango S. Un monstruo. Un psicópata que había matado a todo su clan cuando era adolescente, con la excepción de su hermano pequeño, el mismo hermano que, por alguna razón, parecía tan interesado en protegerlo ahora. Si los rumores eran correctos, también era miembro de una peligrosa organización de asesinos. Era su deber matarlo. Incluso si ella había dejado atrás su vida en Konoha, matarlo ahora significaría salvar a miles de personas que luego mataría.

 

—¡Por favor!— alguien suplicó. Fue el chico rubio. Tsunade giró su rostro para encontrarse con él. Los ojos azules de Naruto encontraron su mirada, suplicando. Eso la molestó. Sus ojos eran muy similares a los que recordaba eran de los de su hermano—. ¡Por favor, tienes que ayudarlo!

 

Ella no respondió. Al otro lado de la habitación, Itachi se puso de pie. La mirada de Tsunade estuvo sobre él en un instante. Como si sintiera las razones detrás de su vacilación, se movió lentamente, su postura estaba lejos de ser amenazante (como en realidad podría ser). Atravesó la habitación, manteniendo la distancia entre ellos, y llegó a la puerta—. Si puedes ayudarlo, tendrás mi gratitud— afirmó con calma, con una leve inclinación de cabeza. Luego salió de la habitación.

 

Inmediatamente, algo de la tensión de sus músculos se desvaneció. Ella suspiró con alivio. Tan confiada como estaba en sus habilidades, no estaba segura de poder vencer al Uchiha más grande. No podía dejarlo ir, pero no quería morir. Ahora, al alejarse, le había quitado la decisión de las manos y podía concentrarse en salvar al niño moribundo.

 

Obviamente, el otro Uchiha no veía las cosas de la misma manera que ella. Su expresión era oscura mientras la miraba. Tenía la impresión de que no deseaba más que seguir a su hermano, y lo único que lo mantenía allí era una preocupación sincera, no por el inconsciente pelirrojo que yacía en el futón, sino por el rubio, cuyos ojos no se habían movido de Gaara y parecía a punto de colapsar de la preocupación por su amigo.

 

—¿Y bueno?— le presionó Sasuke.

 

Ignorando su insistencia, ella caminó hacia el niño pelirrojo y se arrodilló junto a él. Tardó varios minutos en evaluar su estado. Para su sorpresa y leve disgusto, la evaluación previa del mayor Uchiha demostró ser correcta en todos los aspectos, incluida la gravedad de la condición. Le costaría toda su habilidad salvar al niño, y era imposible decir cuáles serían las repercusiones.

 

—Puedo salvarlo— resolvió con determinación, sosteniendo la mirada de Naruto—. Va a ser difícil, y tomará mucho tiempo, pero él lo logrará. Tienes mi palabra.

 

Lágrimas de alivio inundaron los ojos del chico.

 

Tsunade apartó su rostro de él, enfocándose de nuevo en su paciente. Después de unos momentos, Naruto y el joven Uchiha comenzaron a discutir algo, pero sus voces eran demasiado silenciosas y Tsunade no pudo entender sus palabras. Un minuto o dos después, escuchó pasos y la puerta se abrió y se cerró detrás de ella, pero no pudo darse vuelta para ver si la habían dejado sola, ya que su paciente requería toda su atención.

 

Sin embargo, no tuvo que preguntarse por mucho tiempo. Justo cuando la puerta se cerró, Naruto se acercó a ella y se arrodilló junto a ellos, tomando la mano izquierda de Gaara con la suya. Tsunade continuó trabajando en curar al niño inconsciente frente a ella. Ninguno de los dos habló durante mucho tiempo. Cuando su mirada finalmente se encontró con la de ella, sintió que tenía que advertirlo.

 

—Tendrán que darme explicaciones— ante eso, él solo asintió.

 

—Luego— prometió.

 

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Sasuke cerró la puerta detrás de él y comenzó a bajar las escaleras. Estaba físicamente exhausto, una consecuencia del uso del Rinnegan para restaurar el alma de Orochimaru, y la conversación con Tsunade no había hecho más que agriar su estado de ánimo. Al menos ella haría algo bien y salvaría a Gaara. Su muerte hubiera destruido a Naruto.

 

Podía sentir el chakra de Itachi viniendo desde el techo. Sin duda, su hermano se estaba torturando a sí mismo, permitiendo que su culpabilidad lo devorara. Quería ir directamente a él y descartar las acusaciones de Tsunade como producto de la ignorancia, pero tenía que ser práctico. Itachi pasó los últimos tres días manteniendo vivo a Gaara, probablemente descartando sus propias necesidades de comida y sueño a cambio de cuidar al niño. Era hora de que Sasuke cuidara de su hermano.

 

Llegó al salón principal y se acercó a la recepcionista. Él la saludó cortésmente, y luego pidió una nueva habitación doble, pagando por adelantado durante las próximas dos semanas. La niña, de la que aún no recordaba el nombre, no importaba lo que Naruto le había dicho hacía unos días, le sonrió y le preguntó si tenían visitas. Irritado por su sonrisa y su insistencia pero consciente de la necesidad de permanecer discreto, Sasuke explicó cómo su tía y su hijo habían venido a quedarse con ellos por unas semanas. Su hijo (su sobrino) había caído enfermo, y su tía esperaba que las propiedades curativas del onsen lo ayudaran a recuperar su salud.

 

La cara de la chica mostraba una honesta preocupación cuando él se lo contó. Ella le recomendó algunos tratamientos naturales que eran famosos en el pueblo y solicitados con frecuencia por los viajeros, llegando incluso a escribir la dirección de su médico personal para él. Finalmente le dio las llaves de la habitación solicitada, y le deseó suerte para la recuperación de su sobrino.

 

Sasuke le dio las gracias, tomó las llaves, asintió con la cabeza y se fue. Estaba cansado; no le gustaba hablar con la mayoría de las personas, y no le gustaba ella especialmente, aunque no podía recordar la razón exacta del porqué. Aunque era agradable recordar que había personas decentes en todo el mundo, personas que se preocupaban por los extraños y personas que ofrecían su ayuda a quienes la necesitaban sin pedir nada a cambio. Por supuesto, la mayoría de estas personas no eran ninjas.

 

Volvió a subir las escaleras y caminó hacia el techo donde vio fácilmente a Itachi. Su hermano ni siquiera estaba escondido. Estaba sentado con las piernas colgando del borde del techo con una mirada pensativa en su rostro.

 

Itachi sintió que se acercaba y se volvió para mirarlo—. Deberías estar con Naruto— dijo como un saludo.

 

—Naruto está bien—. Sasuke desechó su consejo—. Se quedará con Gaara y Tsunade hasta que ella termine de sanarlo. Estoy hambriento y cansado. Alquilé otra habitación para nosotros. Vamos— parándose junto a su hermano, se acercó a él con la mano para ayudarlo a ponerse en pie. Itachi lo consideró por un momento, antes de aceptar el gesto—. También ordené la cena— continuó Sasuke— debe llegar en breve.

 

Bajaron las escaleras uno al lado del otro. Su nueva habitación estaba ubicada en el mismo piso que la anterior pero en el ala izquierda del Ryokan, en oposición a la derecha. Dos futones yacían en el suelo en un lado de la habitación. El otro lado tenía una pequeña mesa sin sillas, un armario y el baño.

 

Viendo que la comida aún no había llegado, Sasuke abrió el armario y tomó uno de los kimonos que colgaban dentro—. Me daré una ducha rápida— le dijo a su hermano. Estaba sudado después de tres días de correr sin descanso, y su ropa necesitaría ser lavada por la mañana. El kimono bastaría para la noche.

 

Se desnudó y se duchó rápidamente. El agua se sentía muy bien contra su piel, y calmó un poco el dolor de sus músculos. Sin embargo, por mucho que lo disfrutó, cumplió su palabra y terminó rápido. Mientras salía del baño, miró alrededor hasta que vio a Itachi sentado en el suelo junto a la mesa—. Deberías tomar una también— le dijo, moviéndose para dejar de lado su ropa.

 

Su hermano asintió, aceptando de buena gana la sabia declaración. Con gracia, se puso de pie y tomó otro kimono del armario mientras entraba al baño. Cuando llegó la comida, todavía estaba bañándose.

 

Sasuke puso los platos sobre la mesa y sirvió un poco de sake en dos vasos. Itachi salió poco después. Cenaron en silencio, ya que ambos estaban demasiado cansados ​​para entablar una conversación. Sin embargo, a pesar del silencio, el ambiente se sintió cómodo, solo ellos dos, compartiendo una comida después de una misión.

 

Una vez hubieron terminado de comer, movieron los platos vacíos a la bandeja del hotel e Itachi la sacó fuera, donde sería recogida.

 

—Vamos— Sasuke le dio un codazo, una vez que estuvo adentro otra vez—. Es hora de ir a la cama.

 

—Quizás debería permanecer despierto, en caso de que algo salga mal...

 

—Nada saldrá mal, ella es una buena doctora— argulló Sasuke. Aunque a él no le gustaba, especialmente esta versión de ella, al menos podía admitir eso—. Además, te ves hecho mierda.

Los labios de Itachi se curvaron en una sonrisa irónica—. Bueno… gracias, Sasuke.

 

Sasuke no se retractó—. No te ofendas, pero lo pareces. Necesitas dormir.

 

Al ver la expresión decidida en el rostro de su hermano y la terquedad de su mirada, Itachi abandonó esa pelea. En verdad, se sentía cansado, más de lo que debería. Había entrenado su cuerpo para funcionar durante varios días sin dormir sin disminuir su eficiencia. Fue un hecho que sucedió con bastante frecuencia como ninja renegado. En comparación, tres días apenas deberían haberle pasado factura.

 

—Está bien— aceptó al final.

 

No completamente convencido por las palabras de Itachi, Sasuke observó sus movimientos a medida que se acercaba al futón, abriendo su cubierta y, finalmente, acostándose en el. Al tanto del escrutinio de su hermano, Itachi le miró fijamente—. ¿Satisfecho?

 

—Sí— asintió Sasuke. Se aproximó a su propio futón que estaba a unos metros del de Itachi, acostándose también. No dijo nada más.

 

Itachi contempló a su hermano. Las luces estaban apagadas y sólo la luz del atardecer que se filtraba por la ventana iluminaba la habitación. No era suficiente para distinguir las facciones de su hermano, sólo la forma de su cuerpo. Mientras lo observaba, se preguntaba ¿cuándo había sido la última vez que alguién se había esforzado tanto en cuidar de él?

 

¿Habría sido su madre, antes de unirse al ANBU? ¿Antes de que permitieran que la política del clan acabara con su confianza mutua y se interpusiera entre ellos? Hubo un tiempo, antes de empezar la academia, en que ella solía llevarle a la cama y besar su frente cada noche antes de desearle dulces sueños.

 

¿Había sido Shisui, en los días en que aún trabajaban codo a codo, ambos engañados por la creencia de que podría haber una solución pacífica al conflicto dentro de su clan?

 

En verdad, no importaba. El pasado era historia y se lo había llevado el viento. Sasuke estaba aquí ahora, su pequeño hermano, quien lo amaba lo suficiente como para perdonarlo y enviarlo a la cama cuando su terquedad no le dejaba descansar.

 

—Buenas noches, Sasuke— susurró Itachi a la oscuridad de la habitación.

 

La respuesta vino unos segundos después, en otro susurro.

 

—Buenas noches, hermano.

 

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Desafortunadamente la condición de Gaara era tan seria como el Uchiha la había descrito. Remover los sellos que marcaban su cuerpo ya era de por sí un reto, pero hacerlo mientras mantenía artificialmente el flujo de chakra a través de su cuerpo era una de operaciones más complejas que Tsunade había tenido que realizar en toda su carrera como médico.

 

Trabajó por dos días y dos noches y ya había estado cerca de perderlo una vez, justo cuando estaba por remover el último de los sellos principales, había fallado otra vez, enviando al chico a un estado de shock. Una cosa era clara; quien quiera que le hubiera hecho eso había tomado cada precaución necesaria para evitar que sobreviviera si llegaba a escapar.

 

Cualquier ninja médico “menor” habría perdido al paciente.

 

Aliviada de que finalmente hubiera terminado y que el chico sobreviviera, volteo a ver a Naruto. No había abandonado su posición desde que empezó a trabajar. Había tomado algunas siestas en la misma habitación y comido los alimentos que el joven Uchiha traía para ellos tres veces al día, pero fuera de eso nunca se movió de su lugar.

 

—Listo— anunció ella—. No hay rastro de los sellos y todos sus canales de chakra están funcionando otra vez.

 

Naruto pareció tan aliviado y agradecido que casi la hace sentir incómoda; estuvo cerca de negarle su ayuda, después de todo.

 

—¿Y estará bien?— le preguntó.

 

—Si, se recuperará completamente— le aseguró—. Ten en cuenta que su cuerpo está completamente exhausto después de la intervención y necesitará mucho tiempo para recuperarse. Tuve que ponerlo en un coma regenerativo durante la operación y puede que le tome algunas semanas para despertar. Aunque, después que lo haga, debería estar bien con unos cuantos días de rehabilitación.

 

—Gracias— le dijo, de todo corazón.

 

Tsunade asintió, aceptando su gratitud. Ella también estaba agotada, y ya no dudaba de haber hecho lo correcto. Jinchuuriki o no, Gaara era un niño que no se merecía lo que le habían hecho. Estaba contenta de que Naruto la hubiera persuadido de que viniera y lo ayudara, y estaba contenta de haberle salvado la vida.

 

Aunque aún tenía dudas, y no descansaría hasta que le dieran algunas respuestas. Por mucho que quisiera descansar un poco primero y ocuparse de ese detalle después, no era lo más prudente. El Uchiha mayor representaba una peligrosa amenaza para todos dentro y fuera de Konoha, y aunque dejó de lado su preocupación mientras atendía a su paciente, ahora, no había excusa.

 

—Me prometiste respuestas— le recordó a Naruto, sosteniendole la mirada. El asintió.

 

—Los otros deberían estar aquí también para eso.

 

Tsunade aceptó aunque hubiera preferido no compartir el cuarto con el mayor de los Uchiha nunca más. El muchacho se levantó, le dio un último vistazo a Gaara y dejó el cuarto.

 

¿Cómo podía un buen chico como Naruto involucrarse con un psicópata de rango S? La pregunta le molestaba. No podía entender cómo el Uchiha más joven podía estar tan tranquilo en presencia de su hermano, y ser tan raudo para defenderlo. Sí hubiera sido su familia la que el Uchiha había matado... Tsunade removió la cabeza negando. No tenía sentido pensar eso.

 

Quizás el niño estaba loco. El clan Uchiha siempre estaba al borde de la locura. O eso decía su tío abuelo Tobirama. Su abuelo no estaba de acuerdo. Quizás los niños estaban bajo un genjutsu. Ella había escuchado que Uchiha Itachi era un maestro del genjutsu. La forma en que Naruto le había hablado, sin embargo, la forma en que él había atacado y destruido todos sus argumentos... No parecía el tipo de persona que permitiría ser controlado, incluso si era joven.

 

De una forma u otra, ella lo descubriría pronto. Y necesitaría todas sus fuerzas si tenía la intención de sobrevivir a la reunión.

 

Aunque había comido unas cuantas píldoras de chakra durante la operación para mantener su energía, también contaba con el sello Yin en su frente para reponer su chakra en caso de que estallara una pelea. El Uchiha podría haber esperado que sus reservas de chakra se agotaran después de una operación tan larga y compleja, y el elemento de sorpresa podría ser suficiente para dominarlo.

 

Era su mejor oportunidad.

 

Naruto entró primero a la habitación, seguido de los hermanos Uchiha. El más joven tenía una expresión vacía en su rostro, manteniendo sus pensamientos y emociones cuidadosamente ocultos. Su mirada recorrió la habitación por un momento, hasta que se centró sobre ella. Estaba claro que ella no le gustaba. Su mirada estaba llena de advertencia, sin embargo, esperó a que su hermano mayor diera el primer paso.

 

El Uchiha mayor asintió con la cabeza y la saludó—. Lady Tsunade— su tono era educado, y sus rasgos eran, en su mayoría, impasibles también, aunque mostraban una pizca de amabilidad.

 

Se movió con gracia por la habitación y se sentó en el suelo, a unos pocos metros de ella, lo suficientemente cerca para mantener una conversación, y lo suficientemente lejos como para no ser amenazante. Su hermano lo siguió y se sentó junto a él. Su postura era rígida, no con tanta gracia como la de su hermano mayor. Naruto se sentó también, justo al otro lado de ellos, actuando como un puente entre ella y el Uchiha.

 

Por un momento, lo único que hicieron fue mirarse el uno al otro, ninguno de ellos muy tranquilos que digamos.

 

Itachi fue quien rompió el silencio.

 

—Como dije antes, tienes mi gratitud por salvar a Gaara. Si tienes preguntas, intentaré responderlas. Pero primero debo advertirte, habrá respuestas que no te gusten, respuestas que nunca debieron haber sido encontradas. Puede que alguna vez te arrepientas de haber preguntado. Sin embargo, una vez que las escuches ... esas respuestas no podrán ser ignoradas.

 

Eso no era lo que ella esperaba. Sus ojos buscaron a Naruto inconscientemente, quien asintió con la cabeza. Por alguna razón, ella encontró el gesto tranquilizador—. Comienza a hablar— le ordenó al Uchiha.

 

Fue el hermano menor que habló primero—. Itachi no mató a nuestro clan— afirmó sin rodeos—. O sí lo hizo— rectificó—. Pero él no quería. Fue coaccionado y seguía órdenes.

 

Eso fue aún más inesperado—. ¿Las órdenes de quién?— cuestionó de inmediato, a pesar de que no estaba segura de haberle creído.

 

—Las de Danzo— Sasuke escupió aquella palabra—. De Los ancianos, del Hokage. Todos ellos— sus sentimientos al respecto eran claros.

 

Algo se retorció en su pecho como resultado de esa acusación, pero ella lo ignoró—. ¿Quieres que crea que el Hokage ordenó a tu hermano que matara a toda tu familia?— preguntó arqueando una ceja.

 

Ella no se creería eso. Sarutobi había sido su sensei cuando solo era una gennin. La había entrenado, junto con Jiraiya y Orochimaru. Lo conocía de muchos años. Era un buen hombre y un buen líder. En todo caso, era demasiado blando, como lo había demostrado cuando dejó que Orochimaru escapara con vida. No había forma de que él hubiera dado tal orden.

 

—No fue el Hokage— intervino Itachi esta vez—. Era consciente de la situación. Me atrevo a decir que sospechaba y no interfirió, pero la orden vino de Danzo y de los ancianos.

 

—¿La situación?— repitió ella.

 

—La situación era muy delicada. Por años, desde el ataque del Kyuubi en la aldea, el clan Uchiha fue estigmatizado y discriminado por Konoha. Fueron culpados por el ataque aunque no habían pruebas que nos vinculan a él, mantuvieron una estricta vigilancia de los ANBU sobre el clan —explicó Itachi—. Lo sé porque yo también era un ANBU, y era parte del equipo asignado a esta tarea.

 

Tsunade asintió. Estaba al tanto de eso, al menos. No sabía que los Uchiha habían sido discriminados, pero había escuchado más que unas cuantas voces culpándolos por el ataque, más bien estúpidamente en su opinión, ya que no habían ganado nada con eso y habían sufrido muchas más bajas que el resto de la aldea.

 

Una cosa era segura. La conversación se estaba tornando en una muy diferente a la que Tsunade había predicho.

 

—Conforme pasaron los años— continuó relatando Itachi— las tensiones entre la aldea y el clan crecieron. El Hokage estaba al tanto del descontento de mi clan e intentó negociar con mi padre, pero sus intentos diplomáticos fueron constantemente frustrados por Danzo. Si debieramos culpar al Hokage por algo sería esto— dijo después de una pausa—. Fue muy débil al imponer su voluntad sobre la de su viejo amigo. Pero viendo que las negociaciones no les llevaban a ningún lado el descontento de mi clan creció, y empezaron a planear una revuelta en contra del gobierno de la aldea. Mi padre me pidió espiar a Konoha usando mi puesto como ANBU. En realidad, me volví un doble agente.

 

Eso fue lo último que Tsunade esperaba escuchar. Uchiha Itachi, ¿de psicópata a espía? Aún así, no tenía motivos para creerle. Ella estaba frustrada consigo misma porque estaba considerando sus palabras. Pero era difícil no hacerlo, solo con mirarlo.

 

—A pesar de que mi clan tenía razones legítimas para el levantamiento, la estrategia funcionó en contra de ellos— explicó Itachi con un nudo en la voz—. Incluso si lograban hacer una transición pacífica de la forma en que mi padre pretendía, la mayoría de los clanes nunca habrían apoyado a un Uchiha. Los Hyuga nos envidiaban demasiado, y los Nara, Yamanaka y Akimichi eran demasiado leales al clan Sarutobi.

 

Todo era verdad.

 

Un conflicto de tal magnitud habría llevado a Konoha a una Guerra Civil. Y teniendo en cuenta la inestabilidad política de aquel momento, especialmente la ambición de Kumogakure en derrotar a Konoha y robar los secretos de sus clanes; un conflicto interno dentro de la aldea podría fácilmente convertirse en una Guerra Mundial Ninja entre las Cinco Grandes Naciones. No podía, siendo consciente, ser cómplice de eso.

 

Por primera vez, las facciones del Uchiha mostraron cierta emoción. Su cortés fachada se tambaleó, y Tsunade pudo vislumbrar algo del dolor, la duda y la culpa que llevaba dentro de él. No eran mentira, esas emociones eran reales. Ella podía sentirlo. Aunque solo fuera por el gran esfuerzo que estaba haciendo para ocultarlos.

Una cosa era segura: él había logrado capturar su atención. Ella lo estaba escuchando cuidadosamente ahora.

 

—Mi primo Shisui y yo hicimos todo lo posible para resolver el conflicto pacíficamente —recordó—. Pero al igual que el Hokage, fallamos— su voz no se quebró entonces, pero ya no sostuvo su mirada. Sus ojos ahora estaban fijos en la distancia—. Eventualmente, Danzo y los ancianos se cansaron de esperar. Siempre vieron al clan Uchiha como una peligrosa amenaza para Konoha, y ellos estuvieron de acuerdo con él.

 

La incómoda sensación en su pecho se torció un poco más. Por primera vez, desde que él comenzara a hablar, Tsunade se preguntó si realmente quería escuchar el final de su historia. Recordó la advertencia inicial del Uchiha, que había descartado demasiado apresurada. Ahora ella no podía pedirle que se detuviera.

 

Como si leyera sus pensamientos, buscó su mirada, sus ojos se encontraron de nuevo. Ella sabía lo que venía—. La orden era simple: exterminar a todos los Uchiha— tal como ella temía—. Pero en recompensa por mi lealtad, el consejo me ofreció una opción: podría unirme a mi familia y morir con ellos, o permanecer leal a la aldea y hacerme a un lado mientras eran asesinados.

 

Ella sabía que venía. Su pecho aún se retorcía al oírlo. Se sintió mareada. Si hubiera consumido cualquier alimento además de las píldoras de chakra durante las últimas cuarenta y ocho horas, su estómago no habría sido capaz de retenerlo dentro.

 

Sus ojos se clavaron en las dos figuras a la derecha e izquierda del Uchiha. Su hermano, -”Sasuke”, se recordó a sí misma- lo menos que merecían era ser llamados por sus nombres, se mantuvo inexpresivo. Sus rasgos eran inescrutables. Su cara aún más hermética que antes. Ya antes sus ojos negros la habían mirado fijamente; en esas ocasiones, la ira nublaba sus facciones. También había mostrado preocupación y ternura hacia Naruto. Protección frente a su hermano. Pero ahora, su cara era una máscara en blanco. No podía leer nada en ella.

 

Naruto era todo lo contrario. Su expresión era abierta y su mirada llena de tristeza y empatía. Ella podía ver, a juzgar por su postura y la forma en que sostenía sus manos, que anhelaba ofrecer algo de consuelo a ambos hermanos. Pero la forma en que miraba a Sasuke... eso era otra cosa. Era una mirada llena de amor. Amor y feroz protección. Sus fervorosos ojos azules, azules como el cielo de la mañana al amanecer, brillaban bajo el peso de dichas emociones.

 

Tsunade apartó la vista. Esa mirada era demasiado íntima, un gesto privado solo para ellos dos, y se sintió como una intrusa solo por presenciar el momento. Sus ojos se encontraron con los de Itachi. Sabía que compartían el mismo pensamiento.

 

—¿Qué pasó después?— Inquirió después de un momento, aunque, en verdad, prefería permanecer ignorante—. ¿Cómo sobrevivió tu hermano?

 

—Sasuke era...— por primera vez, la voz de Itachi vaciló—. Era inocente— dijo, pero Tsunade sospechó que al principio no era lo que pretendía decir. Él respiró profundamente—. Él era mi razón para pelear. La persona que más me importa en el mundo— y finalmente, dijo la verdad—. Danzo sabía de mi amor por él, por lo que propuso un intercambio. Ofreció perdonarle la vida, a cambio de que yo fuera el que cumpliera la orden, aceptando públicamente la culpa por la muerte de mi clan— después de una pausa, agregó—. Lo acepté.

 

Entonces eso era. La verdad de los hermanos Uchiha. Ella lo había pedido.

Por un momento, sus pensamientos vagaron hacia su propio hermano, siempre joven y siempre sonriendo en su memoria. ¿Qué habría hecho ella?, se preguntó, ¿para mantenerlo a salvo? Si hubiera alguna posibilidad de salvarle la vida, ¿habría sido algún precio tan alto para verlo envejecer, cumplir todos sus sueños?...

Era muy doloroso solo considerarlo.

—¿Cuántos años tenías?— preguntó en cambio.

 

Curiosamente, la pregunta pareció incomodarlo—. Tenía edad suficiente.

—Tenía trece años— interrumpió su hermano, hablando por primera vez desde que Itachi comenzó su historia. Incluso un tonto podría ver que no estaba de acuerdo con la declaración de su hermano—. Tenía trece malditos años.

 

—¡Sasuke!— Itachi lo reprendió. No se ofendió con lo que dijo, pero pareció disgustado por la elección de sus palabras.

 

Sasuke lo fulminó con la mirada. Obviamente, al niño no le gustaba ser regañado. No que Tsunade pudiera culparlo ahora.

 

Trece. El número resonó pesadamente en su mente. Trece. Solo un niño, apenas un año más grande de su hermano cuando ella lo perdió. Un niño de trece, cargando el peso del mundo en sus hombros; forzado a tomar la terrible decisión sobre la vida de su familia o la de miles de extraños. Un niño que quería evitar el despertar de una guerra. Un niño dispuesto a condenarse para salvar la vida de su hermano pequeño. Un niño traicionado por su villa y abandonado a una vida de horror.

 

¿Cómo pudieron permitirlo? Sarutobi, los ancianos, los padres del chico.

 

El hecho de que Danzo hubiera tomado un papel crucial en la masacre no le sorprendía. Siempre había sido cautelosa con él, desde los días en que había comenzado a trabajar como subordinado de su tío abuelo. Aunque ella solía admirar a su maestro, lo consideraba un hombre honesto, valiente y justo. Un digno sucesor de su abuelo, un hombre que encarnaba la Voluntad del Fuego.

 

Pero esas personas, supuestamente tenían que proteger al indefenso, sin importar a qué clan pertenecieran, o que sangre corriera por sus venas. Y un chico de trece forzado a actuar como doble agente, atrapado en el juego de poder entre su familia y el consejo -no importaba cuan fuerte o hábil- estaba indefenso.

 

Todos los adultos que estuvieron cerca y no hicieron nada. ¿Cómo podían vivir con ellos mismos?

 

Las palabras de Naruto, el día que se conocieron, regresaron a su mente.

 

Él le había rogado para que fuera con él a salvar la vida de su amigo, repitiendo que ella era la única que podía salvarlo. Y aún así, ella se había reusado. Ella sabía quién era -sabía lo que era. Y no quería tener nada que ver con Konoha, aunque la conexión fuera mínima. Además, Orochimaru le había hecho una buena oferta y estaba tentada a tomarla.

 

Entonces Naruto le había gritado furioso.

 

“—No me importa lo que digas— él le había dicho—. El mundo puede ser una mierda, y puedes tener razón en que ninguna persona puede cambiar eso. La gente muere todo el tiempo. Los amigos se pierden. Las familias se rompen. Pero eso no significa que cada persona no importa. Gaara es mi amigo. Me importa a mi. Él ha sido odiado toda su vida por algo que le hicieron a él, algo sobre lo que no tenía control. Tu tienes el poder de salvarlo y si tu le das la espalda ahora, eres tan mala como la gente que lo lastimó. Tan mala como la gente que te arrebató a tu hermano.”

 

Tuvo razón en ese momento. Por mucho que dolieran las acusaciones lanzadas en su cara, él tenía razón. Vio que había verdad en sus palabras y  fuego en su mirada. El mismo fuego que había estado en la mirada de su hermano alguna vez.

 

¿Sus palabras se podían aplicar ahora? ¿Si Tsunade nunca se hubiera ido de Konoha, si ella no se hubiera cegado por el dolor de la pérdida a lo que sucedía a su alrededor, podría haber hecho la diferencia?

 

Ella había sido uno de esos adultos que debía haber tomado la responsabilidad en sus hombros en vez de forzar a tomar la decisión a un niño de trece años. Ella tenía tanto la fuerza como las conexiones para hacer la diferencia. ¿Cuantos otros lo habían sido?, ¿cuántos adultos que estaban tan perdidos en su propia pena para ver lo que ocurría enfrente de sus ojos? como para no notar el infierno por el que el chico estaba pasando, la trágica decisión que había sido forzado a tomar al final

 

—Lo siento— dijo ella.

 

Era un poco tarde, pero su disculpa era sincera y venía del corazón.

 

Ninguno de ellos lo esperaba.

 

La boca de Itachi se abrió y, a pesar de todas sus habilidades, sus ojos fallaron al intentar ocultar su sorpresa. Tsunade supo en ese momento, que ella era la primera de los adultos de Konoha que se había disculpado con él. Y aunque no era de gran diferencia ni cambiaba absolutamente nada, bueno, era un principio.

 

Podrían continuar, a partir de ahí.

Notas finales:

Dejo las notas pendientes XD, mientras a disfrutras el cap.

 

Matta ne!


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