Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Porque ahora lo sé: Todos los Caminos llevan a Ti por StarlightRain

[Reviews - 56]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

N/T: Generalmente coloco la traducción de las notas de autor en ésta parte, pero, ésta ocasión Anzu Brief me ha dejado un mensaje exclusivamente para ustedes que siguen la historia en español así que, antes que cualquier otra cosa, los dejo con las notas hechas para ustedes:

Mensaje de Anzu:

¡Hola! Quería daros a todas las gracias por leer y seguir esta historia. Estoy super feliz de que os guste. Yo prácticamente crecí con Naruto. Empecé a verlo sobre los doce años, y los personajes crecieron conmigo y me ayudaron muchísimo a madurar, al punto que, cuando empecé a verlo, pues el yaoi no me gustaba nada, probablemente porque mi padre era muy religioso y a mi dos hombres o dos mujeres juntas me parecía raro. Yo era fan de SasuSaku entonces.

Pero poco a poco, pues que los personajes crecieron, y el lazo entre Naruto y Sasuke creció tanto y hasta tal punto, que tenía que verlo, estaba allí, negarlo hubiera sido negarla la esencia misma de estos dos. Fueron Naruto y Sasuke quienes me mostraron que una relación no depende del género, no de la edad, no del físico, sino de algo mucho más importante: el lazo entre dos personas. Y el suyo no podía ser más fuerte.

Así que cuando llegó el final, pues me partió el corazón. Ya no tanto por las parejas, sino porque yo quería verlos a los dos madurar y realizar sus sueños. Quería que lucharan juntos para romper la cadena del odio ninja, para crear una sociedad diferente…

Por eso decidí crear este fanfiction, para darles a ellos (y a mi misma, sobre todo) la posibilidad de crecer y realizar esos sueños, y sobre todo de encontrarse el uno al otro en todos los sentidos, y de crear un futuro del que pueda sentirse orgullosos – sin abandonar a sus familias para lograrlo, y sin convertirse en una copia infeliz de anteriores Hokages.

Por todo esto, significa muchísimo para mí que os guste esta historia, y que me acompañéis en cada capítulo. Quiero darle las gracias a StarlightRain, quien es hasta la fecha uno de mis lectores más fieles y de mis ánimos más grandes, por la maravillosa traducción que ha realizado, y, porque sin él, pues todos vosotros – incluida mi hermana – no podrías leer mi historia ni disfrutarla.

Y un saludo a todos los demás lectores. Yo leo vuestros reviews cada día, y me animaban muchísimo a seguir escribiendo. ¡Así que muchas gracias por el apoyo, y espero que sigáis leyendo!

Mata ne, tomodachis!

N/T: Por si alguien gusta leer un acontecimiento que sucedió acá dejaré esas notas al final de la historia. Por cierto Anzu, gracias por considerarme tan fiel de tu historia XD, gracias como siempre Enigmatek por echarme la mano con esto. Bueno los dejo con el nuevo cap!

Capítulo 3

.

El plan de Naruto era simplemente brillante. Honestamente, Sasuke se sentía un poco avergonzado por no haber tenido la idea él mismo tantos años atrás. Le hubiera ahorrado un montón de problemas.

Después de su conversación, Naruto y él habían preparado dos maletas con todo lo que necesitaban llevar con ellos, que no era mucho de cualquier forma. Esperaron hasta que la luna estuvo alta en el cielo y la villa relativamente silenciosa, saltaron por la ventana y partieron, pasando más allá de las puertas. Habían dejado un par de clones de sombra para cubrir su ausencia.

– ¿Cómo crees que les esté yendo?– preguntó Naruto como si leyera sus pensamientos.

Sasuke se encogió de hombros.

–No han sido descubiertos aún, así que asumo que les va bien.

–Bueno, les indicamos esperar dos semanas, pasado mañana todos sabrán que nos hemos ido y probablemente enviarán a alguien que nos regrese–. Naruto no tuvo otra opción más que sentirse culpable por eso; aunque no lo suficiente para regresar.

Los pocos días que había estado viajando con Sasuke le habían significado un gran respiro. Sin nadie alrededor de ellos, Naruto no tenía más la necesidad de pretender. No había la necesidad de fingir ser un molesto chiquillo. Tampoco había más la necesidad de actuar como alguien que nunca ha visto los horrores de la guerra; lo peor y lo mejor de la humanidad. No tenía la necesidad de mirar a Kakashi a su único ojo y hablarle como si no supiera del dolor de las pérdidas que le atormentaban; no necesitaba ver a esa pequeña Sakura, anhelando a la mujer que había dejado atrás.

–Estoy contando con eso– dijo Sasuke.

– ¿Eh?– Naruto lo miró, frunciendo el ceño–. ¿Por qué tengo la impresión de que me estas ocultando algo?

Sasuke no negó nada. En lugar de eso le sonrió, el muy bastardo. La apariencia presumida en su rostro le hacía verse particularmente atractivo, y sólo por un segundo Naruto deseo borrar esa sonrisa en su cara con su puño. O tal vez con un beso.

Bueno, esa era una idea. Apostaba a que eso le habría puesto los pies en la tierra.

El pensamiento sólo le duró un segundo, para sentirse culpable inmediatamente después. Pero con sólo un segundo era suficiente para despertar una oleada de deseo desde su entrepierna(vientre). Peleó fieramente contra eso, sintiéndose culpable y enojado consigo mismo.

–No es como si yo fuera el único– respondió Sasuke defendiéndose, con el entrecejo fruncido, había malinterpretado la reacción de enojo propia de Naruto dirigida a él–. ¿O me vas a decir que no dejaste ninguna instrucción para tu clon?

–Bien, de acuerdo– admitió, obligándose a sonar normal– puede que le haya dejado hacer una o dos cosas para mi.

–Bueno, entonces no tienes derecho de quejarte.

En otras circunstancias la curiosidad de Naruto le habría hecho presionar a Sasuke hasta que confesara hasta el más pequeño detalle de su plan. Aunque esta vez, sin embargo, dejó el tema por la paz.

Su corazón latía muy fuerte, y su cuerpo aún estaba muy caliente para enfocarse en algo más. La sola imágen de él, besando a Sasuke (un Sasuke adulto, un Sasuke enojado) sólo para borrarle esa expresión, era difícil de olvidar. Le hacía sentirse culpable, aunque también le encendía, lo que le hacía sentir aún peor.

Las reacciones de su cuerpo eran también más intensas de lo normal. Naruto había aceptado hace tiempo que se sentía físicamente atraído por su mejor amigo. Y realmente no era inusual. Generalmente prefería la compañía de mujeres, aunque habían llegado a llamar su atención un par de hombres también. Y Sasuke era demasiado atractivo, cualquiera con ojos lo podía notar.

Incluso, cuando se permitía recordar las cosas que había presenciado en el "Universo Feliz, como él lo llamaba; no era la parte física de la relación entre esas dos versiones de ellos mismos la que más anhelaba. Era la intimidad que había entre ellos. La cercanía que iba más allá de palabras y roces, como si sus puras almas estuvieran atadas la una a la otra.

Desde luego que compartir un sólo cuarto con él no había ayudado nada a su situación, aunque vivir juntos no era nada nuevo para ellos. Después de todo, habían compartido un apartamento por dos años. Naruto había visto salir a sasuke de la ducha más veces de las que le hubiera gustado, y si, obviamente, aquello había sido duro; pero ésta vez era sólo una imagen mental que él se había inventado. No debía ser tan difícil contener su ánimos. Lo que probablemente significaba que la culpa de las reacciones de su cuerpo no eran tanto culpa de Sasuke como sí lo eran de él.

Ya habían pasado al menos cinco meses desde la última vez que tuvo sexo y, para alguien tan físico como él, cinco meses era un largo tiempo. Este descubrimiento le hizo sentirse más tranquilo; como si una pesada carga le hubiera sido retirada de sus hombros. Se había excitado dado a que su amigo era un hombre muy atractivo, y él se encontraba sexualmente restringido. Tenía poco que ver con Sasuke en sí, como persona al menos, así que Naruto no tenía razón para sentirse culpable.

Por supuesto que si tomaba a consideración que su cuerpo se encontraba actualmente bajo la forma de un chiquillo de doce años, se encontraba muy por debajo de la edad en la que cualquier mujer u hombre decente pudieran considerarlo como un compañero aceptable de cama, bueno… eso abría toda una nueva serie de problemas.

Naruto se sintió deprimido. No había tomado en cuenta ese problema antes; no que eso le hubiera hecho cambiar de opinión, pero aún así. Enfrentar los siguientes tres o cuatro años sin siquiera la posibilidad de tener sexo era una perspectiva nada atractiva.

Esa idea fue lo suficientemente desalentadora para enfriar su cuerpo.

–¿...Naruto?– Sasuke le estaba hablando.

–¿Eh?

–Te pregunté si te sentías bien.

–Claro– asintió alegremente–. Sólo estaba pensando. ¿Cuánto falta para llegar a Iwagakure de todos modos?

Habían entrado al País de la Tierra hace dos días. El país era extenso, el más grande de las cinco naciones Ninja, el clima era más agradable comparado al de Suna, y su relación con Konoha no era la mejor; lo que lo hacía el mejor lugar para ocultarse.

–Depende. Dos o tres días, si mantenemos esta velocidad. Pero no me quiero acercar a la Aldea Oculta. Nos mantendremos hacia el norte por hoy; para mañana nos dirigiremos al este, hacia el País de la Roca.

Naruto asintió.

–Es un buen plan. ¿Alguna razón por la que quieras ir al País de la Roca?

Sasuke se estremeció.

–Tal vez. Es muy pronto para decirlo– pausó por un momento, y dudó antes de continuar–. Debería haber una pequeña villa a unos cuantos kilómetros. Ahí tienen un onsen, podríamos ir y pasar la noche ahí.

Su amigo lo miró con sorpresa, y sus labios curvados en una gran sonrisa.

–¿En serio? ¿Cómo lo sabes?

–Estuve ahí con el Equipo Taka una vez– había sido en los tiempos en que aún buscaba a Itachi para matarlo, así que prefería no pensar en ello.

Naruto lo entendió y no le importaba su ausencia de palabras; aún así tenía una pregunta.

–¿Tienen Ramen ahí?

Sasuke gruñó, como Naruto esperaba, y se negó a complacerlo con una respuesta. Aunque discretamente sus labios se curvaron en una tenue sonrisa. Aún habían partes de Naruto que nunca cambiarían, sin importar que y, sorprendentemente, Sasuke agradecía eso.

–Idiota...–

.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

.

Un par de días después, en Konoha, los dos sustitutos habían estado siguiendo cuidadosamente las instrucciones de Sasuke y Naruto, manteniendo el trabajo del día a día como siempre por las últimas dos semanas, lo que incluía principalmente entrenamiento, salir al Ichiraku y hacer unas cuantas misiones de nivel D con Kakashi y Sakura.

Sin embargo hoy era el día que los equipos de las otras villas llegarían para el principio de los exámenes chuunin, y también era el último día del periodo de dos semanas, lo que significaba que ambos tenían cosas que necesitaban hacer antes de desaparecer y reunirse con sus yo's originales.

Desde la puerta de su apartamento, Naruto y Sasuke se dieron un rápido vistazo asintiendo el uno al otro, antes de tomar diferentes rutas. Hoy, sobre todos los días, no había tiempo que perder.

Naruto encontró a Gaara muy rápido. Recordaba muy bien el momento en que había llegado, y el lugar en el que su viejo amigo se había quedado con sus hermanos durante la duración de los exámenes. Entró al edificio y no dudo en tocar la puerta.

Sorprendentemente fue Temari quien abrio la puerta; ella bajó la vista y le dio un vistazo con una expresión pétrea en su cara.

–¿Qué es lo que quieres?– demandó.

–Estoy aquí para ver a tu hermano.

Frunció el ceño ante eso, mirándolo con suspicacia. Honestamente Naruto había olvidado su habilidad para asustar a la gente sólo con una mirada, pero no se dejó intimidar.

–¿Y qué asunto podrías tener tú con Kankuro?

–Con ese hermano no– sacudió la cabeza–. Quiero ver a Gaara.

Con eso último su ya fruncido ceño se profundizó más y, por un momento, falló al intentar esconder el sentimiento de miedo en sus ojos. Se recobró rápidamente.

–Esa no es una buena idea. Lárgate– y sin decir otra palabra intentó cerrarle la puerta en la cara, pero Naruto ya estaba listo.

–Por favor– insistió, manteniendo la puerta abierta con su pie derecho–. Sólo quiero hablar con él–. Temari iba a negarse nuevamente, cuando él continuó–. Sabes que no puedo lastimarlo. Lo peor que podría pasar es que él me lastime a mi. Y yo en verdad necesito hablar con él.

Temari estrecho sus cejas sin confiar aún en él, aunque al menos había parado sus intentos de sacarlo.

–¿Por qué?– la perplejidad en su voz era real, y Naruto recordó que ella siempre había amado a su hermano menor, incluso aún si le temía–. Él es peligroso. Si aprecias tu vida, lo dejarás solo–. Entonces decidió darle una respuesta más honesta.

–Es por qué él no es el único. Soy como él; y aún así, también soy una persona. Gaara merece saber eso; merece saber que es posible para ambos, y que no está solo. Se lo debo.

Por un momento Temari sólo se dedicó a mirarlo, y Naruto no pudo leer sus emociones. Finalmente respondió.

–Él está en el techo. Pasa casi todos los días ahí. Vé y habla con él, niño, pero no digas que no te lo advertí. Si te mata será tu culpa.

Naruto asintió de acuerdo, después se dirigió al tejado.

Una vez ahí, encontró a Gaara fácilmente. Era una figura solitaria sentada al borde del edificio; la arena le rodeaba pero estaba quieta, al menos hasta que sintió a Naruto acercarse. Entonces tomó forma de ondas mortales, amenazando con atacar a la menor provocación. Testarudamente, Naruto se rehusó a dejar que la arena le amedrentara, mucho menos que le asustara; en lugar de eso la ignoró y caminó determinadamente hasta llegar a su lado, tomando asiento junto a él.

–¿Quién eres tú? ¿Por qué estás aquí?– demandó Gaara con incredulidad.

Naruto podía decir por el tono de su voz que Gaara en verdad estaba sorprendido con su presencia, por el hecho de que nadie elegiría venir a su lado voluntariamente, tan sorprendido de hecho que por un momento había olvidado parecer amenazador. El shinobi de la Hoja por supuesto estaba listo a tomar ventaja de ese lapsus.

–Mi nombre es Uzumaki Naruto. Soy amigo de Sasuke, el jinchuuriki de Kurama -el Nueve Colas, como la gente le dice-, y un shinobi de la Aldea de la Hoja– su alegre tono de voz le hizo entrecerrar los ojos.

–No conozco a ningún Sasuke, y no sé lo que es un jinchuuriki, y si no te vas ahora te mataré– prometió–. Eso es lo que hago. Mato a otros para afirmar mi propia existencia.

Había más de una nota de orgullo en su voz, cuando soltó esas palabras pero, esta vez, Naruto era lo suficientemente mayor para reconocer la gran soledad y desesperación que yacía detrás de ellas. Su corazón se encogió dolorosamente ante la evidentemente terrible existencia que su amigo había soportado hasta este punto, y esa era la razón por la que Naruto no podía irse dejando a Gaara de la forma en que había dejado a todos los demás en la villa, no sin hablar con él primero.

–Sasuke es un bastardo– contestó su primera pregunta– él siempre está enojado y con cara de palo; en realidad creo que ustedes dos se llevarían bien sí se conocieran. Él además es mi amigo más cercano y preciado, así como la persona más importante en mi vida. Un jinchuuriky es un contenedor. Es alguién que mantiene a una bestia con cola (bijuu) sellada dentro de sí. Las bestias con cola son los seres de chakra más poderosos del mundo– explicó.

–Al principio, los bijuus eran buenos y amigables. Pero luego, los shinobi los esclavizaron y los forzaron a usar su poder uno contra el otro, pronto ellos quedaron resentidos y llenos de odio. Hay nueve de ellos. Kurama, el que está sellado dentro de mi, es el mayor y tiene nueve colas. Shukaku es el más jóven, y tiene sólo una cola. Él es el que está sellado dentro de ti.

Contra su voluntad, Gaara se vió a sí mismo prestando atención a las palabras de ese hombre.

–… otra existencia… ¿dentro de mi?

–Sí.

El adolescente frunció el ceño. Él no quería escuchar las palabras de ese niño, ese pequeño shinobi de quien la alegría y comportamiento amigable le parecían lo suficientemente raros para molestarlo y confundirlo. Este niño era demasiado alegre e ingenuo para merecer su atención, para significar algo. No debía prestarle más atención a él que a las insignificantes moscas que accidentalmente se aplastaban contra su arena.

Y aun así, no hacía otra cosa que escucharle, su inocencia parecía engañosa. Eran sus ojos los que le atraían. Esos ojos que parecían familiarizados con la pérdida y el dolor; esos ojos eran los de alguién que habían presenciado la muerte, y que la habían hecho llegar de propia mano también. No importaba cuán engañoso fuera el brillo de esos ojos azules, Gaara estaba seguro de algo: ese chiquillo frente a él era un asesino.

Aunque habían otras emociones aguardando detrás de esos ojos también, unas que Gaara no pudo descifrar. Una de ellas la reconocía con el nombre de amabilidad; la amabilidad de una persona que después de haber visto lo peor de la humanidad, seguían esperando creer en la bondad de ella. Y la otra, bueno… la otra era una emoción que gaara no había visto en años. La última vez que la había presenciado, había sido en los amables ojos de su tío.

La similitud le dejó sin habla por un momento.

–¿Por qué?–preguntó segundos después. En verdad ni él mismo sabía lo que preguntaba.

–Por poder, supongo. Tu y yo, nuestros padres lo hicieron para proteger a nuestras villas– explicó Naruto tristemente–. Eso es lo que pasa con los Kages, sabes. No importa lo mucho que les importe alguien, la villa siempre va primero. Eso es lo que los hace grandes shinobis, y terribles padres. Mi padre, el cuarto Hokage, dió su vida para salvar a Konoha el día que nací. Y justo antes de morir, selló al Kyuubi dentro de mi, esperando a que un día fuera lo suficientemente fuerte para proteger la villa también. Él me amaba, lo sé, pero por su culpa tuve que crecer solo y odiado por todos sin siquiera saber por qué, preguntándome qué carajos les había hecho yo para que me odiaran así.

Era difícil hablar de ello, pero Gaara merecía escuchar la verdad. Naruto volteó su rostro para mirarle, sus ojos estaban llenos de tristeza y recuerdos–. Tu padre hizo lo mismo– continuó explicando– necesitaba un arma para proteger a su aldea, así que te usó. Y nunca te explicó por qué lo hizo, o el por qué todos te odiaban, por qué te temían. Él confundió tu amabilidad con debilidad, y quiso hacerte fuerte, así que le ordenó a tu tío matarte y, en el caso de que fallara, le fue ordenando mentirte también– eso se lo había confesado el mismo Gaara no hace más de dos años, con los ojos llenos de lágrimas.

Con esa revelación, la arena que rodeaba a Gaara y que había permanecido quieta durante el discurso de Naruto, volvió a la vida. Se arremolinaba alrededor de él, sin dirección, luego saltó violentamente en contra de Naruto. Estaba furioso.

–¡Es mentira!– le gritó enojado–. ¿Por qué dices eso? ¿Cómo lo sabes? ¡Mentiroso!

Naruto esquivó el ataque fácilmente, desvaneciéndose de su asiento en el tejado y apareciendo segundos después de pie sólo a unos pasos de su lugar original.

–No estoy mintiendo– permaneció calmado–. Y creo que tú ya lo sabías, "la medicina para el dolor del corazón"– citó llamando a los recuerdos que su amigo le había compartido ya alguna vez–. Tu tío te amaba. Tanto como tu madre lo hizo. Ella te amó más que a nada, justo como mi madre me amó a mí también. Y dejó prueba de su amor por ti en la arena que te rodea. No es Shukaku quien te protege, sino ella.

Las lágrimas se derramaban por el rostro de Gaara. Su corazón le dolía. Le dolía como nunca en todos esos años, ni desde el momento que se tatuó la palabra "Amor" en su frente y decidió que sólo viviría para sí mismo, y se amaría a sí mismo.

Odió a ese niño frente a él; le odió como no había odiado nada jamás. Ni si quiera a su propio padre, quien intentó matarlo incontables ocasiones. Deseó matarlo. Gaara no deseaba otra cosa que envolverle en su arena y constreñirle, lentamente, hasta que sintiera como su sangre y huesos reventaban por la presión de su arena y ver como la luz de sus ojos se extinguía para siempre.

Aun así, no hizo nada. No se movió, ni atacó. Estaba paralizado y con miedo. Le asustaba que ese niño no sólo le había dicho la verdad, sino que una parte de él, deseó creer en sus palabras.

–¿Por qué?– lloró con la expresión rota en su cara–. ¿Por qué me dices estas cosas?

–Por qué eres uno de nosotros –explicó calmadamente. Habían otras razones también, pero esta era la que podía compartir con él–. Somos jinchuurikis, somos odiados sin razón. La gente nos odia y aun así nos quieren por nuestro poder. El mundo jamás podrá ser un lugar agradable para la gran mayoría de nosotros. Por eso creo que tenemos que estar juntos, los jinchuuriki y las bestias con cola también. Si todo el mundo nos teme, les mostraremos que no hay razón para hacerlo. Si quieren destruirnos les haremos frente, y verán que no es fácil derrotarnos. Y si nos quieren aislar, les enseñaremos que no pueden, porque somos familia– sonrió, posando sus manos en sus hombros–. No estás sólo Gaara. Eres mi compañero jinchuuriki y algún día, espero, seas mi amigo también. Pero si tú no quieres serlo, tampoco podrás evitar que me preocupe por ti.

Gaara estaba sorprendido, y por un momento pareció como si no fuera a reaccionar, pero cuando finalmente miró a Naruto, había nuevas y extrañas emociones naciendo de sus obscuros ojos.

–¿Quién eres tú?

Era la misma pregunta que había hecho antes, aun así, su significado era muy diferente.

–Soy Uzumaki Naruto de La Hoja– respondió esta vez–. Soy un shinobi leal; pelearé por mi aldea cuando lo necesite y si debo moriré protegiéndola. Pero no dejaré que nadie dicte quien soy o la vida que debo vivir. El destino que elija, es únicamente decisión mía– le dijo con confianza–. No dejes que tus enemigos te controlen, Gaara. No seas un monstruo sólo porque ellos creen que es la única cosa que puedes ser. No seas infeliz sólo porque ellos no creen que un jinchuuriki puede sentir también. Cualquiera que sea el camino que elijas, eligelo tu mismo. Y recuerda que no estás sólo, siempre podrás contar conmigo. Y, si me necesitas… –retiró sus manos de los hombros de Gaara y buscó en su bolsillo por un momento, extendiendo su mano hacia él–. Este sello te traerá hacia mi.

Gaara alcanzó el pequeño objeto, cautelosamente, y sin decir nada. Naruto suspiró apartándose un poco–. ¿Podrías guardarme el secreto?– preguntó–. Hay algo que debo hacer ahora, algo que prometí a una persona muy importante para mi. Pero me temo que mucha gente estará hecha un caos cuando descubran que he dejado la aldea, e intentarán encontrarme. No puedo dejar que me detengan, no hasta que esa persona encuentre lo que está buscando al menos.

Gaara lo miró con incredulidad.

–Tú… ¿tú me confiarías esto?– preguntó sin creerlo aún.

–Desde luego. Podré no ser tu amigo aún, pero ya te considero mi hermano*. Estamos relacionados de alguna manera, a través de Kurama y Shukaku– y después de una breve pausa, añadió–. Intenta darle una oportunidad a Shukaku si puedes. Él es el más joven y la traición de los humanos le ha afectado más. Al final, está tan lastimado y sólo como tú lo estabas. Ustedes dos podrían hacerse amigos.

Y con eso, después de regalarle una amable sonrisa una última vez, Naruto desapareció en una nube de humo. La vida del clon se había terminado y Gaara se detuvo a pensar en lo que había aprendido. Era mucho en lo que su amigo necesitaba pensar. Pero, por el momento, los pendientes de Naruto en Konoha estaban terminados.

.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

.

El clon de sombra de Sasuke esperó pacientemente hasta que sintió como el chakra de Naruto desaparecía de uno de los techos más alejados de la ciudad, antes de caminar directo a la torre del Hokage. No es como si quisiera mantener ese encuentro en secreto de Naruto, sino que quería esperar y asegurarse que Naruto no estuviera cerca hasta que su encuentro hubiera terminado.

Aunque le contaría a Naruto acerca de esto, se recordó a sí mismo. Así que no había nada por qué sentirse culpable.

Habían dos guardias escoltando la entrada a la oficina del Hokage; ambos usaban máscaras ANBU. Obviamente Sasuke no había sido engañado por la presencia de esos dos en la entrada; sabía que eran sólo decoración y que la verdadera seguridad probablemente vigilaba desde las sombras. Sin embargo hasta dónde ellos sabían, él sólo era un genin novato recién salido de la academia; un genin con un poderoso Kekkei Genkai (linea sanguinea), de cuidado, aunque no una amenaza para el Hokage. Eso hacía las cosas más fáciles para él.

–Tengo un asunto importante que discutir con el Hokage– dijo a los guardias, con el rostro impertérrito, y no dando una señal de nada en su voz.

Como esperaba ellos se burlaron de él.

–Él Hokage está ocupado atendiendo asuntos de vital importancia para la Villa, niño. Vuelve otro día.

Él no dudó.

–Es sobre Naruto.

Eso les calló la boca. Ambos guardias intercambiaron un rápido vistazo a través de sus máscaras y parecían vacilar. Sasuke también esperaba eso. Él sabía que el Hokage permitía la entrada a Naruto a su oficina desde una corta edad, y sabía que los guardias estaban advertidos acerca de eso, y lo odiaban. Ellos odiaban a Naruto y sólo necesitaban una excusa para despacharlo.

–¿Qué hay con él?– uno de los guardias se atrevió a preguntar, forzando su voz a sonar apenas interesada.

Sasuke sonrió internamente. Los tenía. Los famosos ANBU, los más habilidosos shinobis, el orgullo de Konoha, y aun así era ridículamente fácil jugar con ellos una vez que te hacías de sus miedos. Idiotas, todos ellos.

Por fuera, sus expresiones no habían cambiado.

–Eso sólo se lo diré al Hokage. Es urgente– ellos se miraron uno al otro; finalmente uno de ellos asintió.

–Espera aquí– dijo el ANBU desapareciendo dentro de la oficina para regresar sólo unos segundos después–. El Hokage te verá ahora.

Sasuke no mostró señas de haberle escuchado; lo que es más, se rehusaba a reconocer la presencia de los guardias de cualquier forma. Camino hacia la puerta, la abrió, caminó dentro de la oficina y cerró la puerta tras de sí. Después volteó para observar al hombre que regía la aldea, sólo para encontrar al Hokage observándole directamente.

El Hokage tenía una sonrisa gentil en los labios, y la observaba.

–Buenos días, Sasuke –saludó amigablemente–. Mi guardia me informa que tienes algo que decirme acerca de tu compañero de equipo.

Había usado el "compañero de equipo" en lugar "Naruto" a propósito.

–Sí– acusó fácilmente–. Hay algo que debería saber acerca de él. A cerca de nosotros dos, en realidad.

–¿Ah?

–Nos vamos de la Aldea

A juzgar por su expresión, esa declaración era lo último que el Hokage hubiera esperado escuchar. Sasuke suprimió una mueca de satisfacción.

En realidad, él no odiaba al anciano. Sasuke había vivido lo suficiente para entender ahora que la venganza no le traería ninguna felicidad ni paz; y después de todo lo que Naruto había sacrificado por él, después de habérsele brindado la oportunidad de ver a Itachi otra vez, pronto, algún día, y hacer las paces con su hermano; no podía desdeñar el regalo de Naruto lastimando a alguien que a él y a su hermano le importaba, o que al menos respetaban.

Él no dudaría en sacrificar a cualquiera que se atreviera a amenazar a aquellos que eran importantes para él, y mataría a aquellos que gozaban de lastimar a otros, porque Sasuke no quería que nadie más tuviera que vivir lo mismo que él había pasado, no, si podía evitarlo.

Aunque el Hokage no entraba en ninguno de esos grupos. Su único crimen era haber sido demasiado blando, demasiado complaciente, había confiado en la gente equivocada, más de una vez, y rehusado en ver la oscuridad en aquellos que eran cercanos a él. Él sólo era un viejo y cansado hombre, forzado a retomar la oficina nuevamente después de su retiro y había carecido de la fuerza suficiente para tomar decisiones duras cuando se necesitaba.

Ese fue lo que le hizo dejar a Naruto crecer de la forma en que lo hizo, y el por qué había permitido que el clan Uchiha fuera discriminado de los asuntos de la Aldea, y también fallado al momento de negociar una solución viable con ellos para prevenir un golpe de estado.

Al menos sus acciones nunca fueron originadas por el odio. Su afecto por Naruto era sincero, y realmente había buscado una solución pacífica para su conflicto. Era sólo por eso que lo consideraba culpable de aquella masacre, en un menor grado. Y era lo suficientemente maduro ahora para admitir que lo mismo aplicaba para sus propios padre y madre, su clan e incluso Itachi.

Todos compartían algo de culpa, pero ninguno de ellos deliberadamente habían planeado que pasara aquello. Ninguno, deliberadamente, había buscado herirlo a él o a su hermano. Sabiendo esto, Sasuke podía racionalizar sus emociones. Era capaz de enfrentar al Hokage sin tener su mente nublada por el odio.

Lo que no significaba que Sasuke no estuviera resentido. Él no buscaba algún modo de matar al anciano, pero tampoco movería un dedo para salvarlo. Y burlarse de él hacía sentir a Sasuke una gran cantidad de satisfacción, no importaba lo infantil que fuera esa emoción.

– ¿Se van?– repitió el Hokage, como si no fuera capaz de descifrar el significado de esa palabra.

–Es lo que dije.

Sasuke vio cómo su rudeza desarmó al Hokage por unos momentos. A pesar de ser un soldado, no había duda de que el hombre se había acostumbrado a ser tratado respetuosamente por sus subordinados; aunque se recuperó rápidamente.

La amable sonrisa regresó a su rostro. No lucía preocupado. ¿Acaso pensaba que Naruto le había pegado sus malos modales?

–Me sorprende oír eso– dijo– pensé que entrenarías duramente ahora que los exámenes chuunin están a la vuelta de la esquina. ¿No querrías volverte un chuunin, Sasuke?

Como si el rango tuviera que ver con las habilidades de un verdadero shinobi. Pero eso no era algo que su versión adolescente diría. Sasuke se recordó a sí mismo que estaba ahí para conseguir una meta, no solamente para burlarse del viejo.

–Por supuesto que quiero. Pero estoy seguro que habrán más oportunidades para nosotros de obtener ese rango. Sólo que ahora mismo hay algo que es más urgente para mi y que debo hacer.

El Hokage ya no sonreía, aunque tampoco se veía enojado.

–¿Y puedo preguntar qué es?

Sasuke negó con la cabeza.

–Es personal. Necesito encontrar a cierta persona. Cuándo lo haga, prometo que regresaré.

–Ya veo– Hiruzen suspiró, sintiéndose agotado. No era muy difícil adivinar la identidad de la persona a la que Sasuke se refería. Siempre supo que ese día vendría, solo no esperaba que fuera tan pronto–. ¿Y Naruto?

El joven ninja se encogió de hombros.

–Le dije que me iba e insistió en ir también. No puedo decirle que no. Él es mi amigo.

El Hokage suspiró otra vez. De verdad ya era muy viejo para esto.

–Lo siento Sasuke– se disculpó con él, en un tono que pretendía ser comprensivo–. Aunque entiendo cómo te sientes, me temo que no puedo permitirlo. Eres demasiado joven y el mundo está lleno de peligros, especialmente para dos genin como tú y Naruto. Éste es mi consejo: espera unos cuantos años; entrena tus habilidades y, una vez te vuelvas jounin personalmente te daré tiempo indefinido de ausencia– la oferta era generosa– se que parecerá mucho tiempo ahora, pero...– Sasuke lo interrumpió.

–No, usted no lo entiende–. No parecía importarle lo rara que era su oferta, demasiado empecinado y convencido de lo honroso de su meta como para considerar un enfoque diferente.

–¡Tengo que irme ahora! Los rumores dicen que él está en la Aldea de la Roca y si espero...– se mordió la lengua, para no revelar más de lo que había hecho, y en su lugar dijo–. Sé cómo cuidarme yo solo, y no dejaré que nada le pase a Naruto. Tiene mi palabra.

–Sasuke...– eso era una advertencia. El Hokage comenzaba a perder su paciencia–. Creo que me malentendiste. Me temo que ya dije todo lo que haré al respecto de esto. No cambiaré de opinión. Así que si gustas...

–Creo que es usted quien me malentiende, Sr. Hokage– Sasuke le interrumpió otra vez; igual que el Hokage, su expresión se había agravado–. No le estoy pidiendo permiso. No puede detenernos. Sólo estoy aquí para para asegurarme que no envíe a alguien por nosotros.

Hiruzen estrechó la mirada, endureciendo su postura. Debía mantener la calma. Después de todo el shinobi frente a él era sólo un niño, aunque podía entender las razones detrás de su comportamiento. Aún así estaba pasando sus límites, y había algunos en la aldea que, sin duda alguna, tomarían su desafío como un acto de rebelión.

–¿Y cómo exactamente piensas hacer eso?– preguntó.

–Si envía a alguien a por nosotros antes de regresar por nuestra propia voluntad, le diré a quien quiera que envíe la verdad que han estado escondiendo. Y si alguien se las arregla para traernos de regreso a la aldea, entonces todos en las cinco grandes naciones Ninja sabrán qué fue lo que realmente le pasó a mi clan, junto con otros secretos que Konoha ha estado guardando. Ya me he asegurado de ello.

Su declaración dejó al Hokage sin palabras por un largo momento. Después, cuando habló, su voz era grave y lenta, y sus palabras llenas de advertencia.

–Te das cuenta que estás hablando de traición en contra de la aldea, y que eso es un crimen castigable con la muerte– eso ya no era una pregunta.

Sasuke se fingió sorprendido, aunque permaneció firme en su decisión.

–No quiero traicionar a mi aldea. Pero debo hacer esto.

Eso era una declaración infantil; algo que solo un niño testarudo diría, un niño que no se daba cuenta de las últimas consecuencias de sus acciones. Este pensamiento permitió a Sarutobi relajar los hombros, solo un poco, y calmar las campanas de peligro en su cabeza.

–Sasuke– intentó otra vez– no sé qué es lo que tú crees que sabes acerca de esa terrible noche, pero te garantizo que hay más de lo que posiblemente puedas entender. Escucha mi consejo. Quédate en la aldea. Entrena para volverte un mejor ninja, disfruta el tiempo con tus amigos. Eso es lo que la gente que te amaba hubiera querido para ti. Habrá tiempo para todo lo demás, una vez que crezcas y te vuelvas un hombre más fuerte y sabio. Por favor.

Era en vano.

–No, no puedo hacer eso. No puede entenderlo. Necesito encontrarlo. Él necesita saber que lo he perdonado y que aún le amo. No es justo para él...– se detuvo por un segundo, luciendo avergonzado de sus sentimientos, después negó, fijando su vista en la distancia–. Debo decírselo. Se lo debo. Y le prometí que volveríamos. Naruto ama ésta aldea. Él es leal a Konoha; incluso si nadie en ella le dio razones para serlo, él haría lo que fuera para protegerla. Y él es importante para mi, lo que significa que la aldea también. Volveremos. Así que no mande a nadie por nosotros. Y si intentan hacernos regresar, hablaré y cada shinobi de esta aldea sabrá la verdad.

–Ya veo– el Hokage se esforzó en hacer ver su decepción–. Estás decidido entonces, y ya tienes todo resuelto. De hecho no puedo arriesgarme a que se descubran las razones que hay detrás de la extinción de tu clan; eso destruiría la imagen pública de Konoha con nuestras aldeas rivales, así como en muchos de nuestros propios ciudadanos. Perderíamos su respeto y nuestro soporte moral– asintió para sí mismo, como si estuvieran estableciendo los términos de lo que se venía–. Era un buen plan, digno de un gran shinobi de La Hoja. Te felicito, Sasuke. Pero cometiste un error.

Sasuke frunció el ceño. Hiruzen sonrió melancólicamente, y procedió a explicar sus palabras.

–Al venir aquí a decirme esto, pensaste que te permitiría irte una vez que fallará al intentar convencerte de quedarte. Pero soy el Kage de la Hoja. Tengo la responsabilidad de velar por cada ciudadano y protegerlo, soy responsable de la aldea así como de mantenerla a salvo de cualquier amenaza que pueda pasar. Como persona que soy, puedo entender tu pena, como Hokage no puedo permitirte abandonar la aldea poniéndote en peligro a ti mismo y a nosotros.

No era una amenaza velada. El Hokage no lo mataría, pero no dudaría en detenerlo y después sellarlo para dejarle incapacitado para poder decir la verdad a nadie. Sasuke pudo notar, por la postura de su cuerpo, que se estaba preparando para hacer justamente eso.

Una confrontación no era la respuesta. Sólo alertaría a otros de que algo raro estaba pasando y eso precisamente era lo que no quería que pasara. Él ya había alcanzado su propósito con ese encuentro, y con lo divertido que había sido perder el tiempo molestando al ese hombre, ya iba siendo tiempo de ponerle fin a la conversación.

–Lo entiendo– dijo Sasuke muy seriamente, sin mostrar miedo. Dio un par de pasos hacia atrás y guardó las manos en sus bolsillos, discretamente–. No puedo enfrentarlo. Esa es una pelea que nunca ganaría– pero, tan pronto como dijo eso su mano derecha reapareció sosteniendo un kunai–. Pero, usted también cometió un error, Lord Hokage.

Afortunadamente no hizo el intento de atacar a Hiruzen con él, o se hubiera visto forzado a tomar medidas extra en su contra.

–¿Sasuke? ¿Es esta tu respuesta?– preguntó gentilmente, esperando para darle una segunda oportunidad.

El chico lo ignoró–. Como dijo, no puede arriesgarse a enviar a nadie por nosotros. Eso era todo lo que quería escuchar de usted– sonrió–. Su error fue pensar que podría disuadirnos de abandonar la aldea– guió el kunai a la parte más vulnerable de su cuello–. Cuando en realidad ya nos hemos ido– y lo presionó dentro de su carne…

Para cuando el Hokage entendió lo que pasaba, y quiso impedirlo, era demasiado tarde. El kunai estaba ya muy profundamente clavado en su cuello. Por un segundo el tiempo se detuvo. Hiruzen espero a ver el conocido chorro de sangre. Otra joven vida desperdiciada en el nombre de la seguridad de la Aldea. Luego oyó el sonido de un 'bang' familiar, y el cuerpo frente a él desapareció en una bola de humo.

Lenta, muy lentamente, se dió cuenta de las cosas. Seguido de incredulidad y después, del horror. Las últimas palabras seguían haciendo eco en sus oídos. Cerró sus ojos, concentrándose, tratando de encontrar el familiar chakra del joven Uchiha. Cuando eso falló, trato de buscar el chakra de Naruto en su lugar.

No encontró nada. Ellos se habían ido. ¿Era posible que aquellos dos genin hubieran engañado a todos aquellos chuunin y jounin experimentados de la aldea? Hiruzen no tuvo más que admitir aquella posibilidad. Pero si era así ¿desde cuándo?

Naruto era un jinchuuriki; él era el arma más poderosa de la aldea, y si su ausencia se hacía pública, no solo sería perseguido por los shinobi de Konoha, sino por todas las otras aldeas también. Como Hokage era su deber el asegurarse de traerlo de regreso, aunque Naruto era también el hijo de Minato y Hiruzen tenía con el Cuarto Hokage una deuda personal. No podía permitir que su hijo fuera lastimado permanentemente, o peor aún, asesinado.

Las únicas vías de acción eran mantener todo el asunto en secreto y traer de inmediato a esos chicos a Konoha. Aun así no podía dejar de lado la amenaza de Sasuke tan fácilmente.

Si el chico había dicho la verdad, entonces enviar a alguien para forzarlos a regresar era un riesgo que no podía permitirse. Si la verdad de lo que había pasado esa noche se hacía pública, Konoha no sólo podía perder su autoridad moral frente a las otras aldeas, sino que perderían potencialmente a muchos de sus aliados también. En el peor de los casos, podría provocar una revuelta en el interior de la Aldea.

Las opciones eran muy pocas; necesitaría priorizar para evitar grandes pérdidas.

En ese punto, sólo habían dos cosas que podía hacer.

Notas finales:

Notas del Traductor: Debo decirles que a mi me tocó leer los capítulos en forma diferente ya que un capítulo desapareció para diluirse entre los otros. Este especialmente quedó un poco mas grande, le comentaba a mi pareja que el traducir la escena de la confrontación de Naruto con Gaara, y la de Sasuke con Sarutobi, me había tocado vivirla por partida doble: como lector y luego como traductor. Pueden darse cuenta que son cosas con trasfondos harto mucho muy duros. Bueno les dejo las notas de Anzu en el original pero, como siempre les recuerdo que si tienen cualquier sugerencia con la adaptación no dejen de hacédmelo saber!

Notas de la Autora: Debo decirles que casi no actualizo esta historia otra vez. Estaba enormemente enojada por algunos reviews homofóbicos que recibí, lo que ni siquiera eran para criticar al fic, sino a la comunidad LGBT+. Incluso borré el capítulo 3 después de leerlos, por lo mucho que me hicieron enojar.

Yo no creo en la heteronormatividad*. A lo largo de la historia cada sociedad ha establecido diferentes reglas para conceptos como sexualidad, género, libertad, hobbies, comida, etc…

Para mi la preferencia sexual es solo una regla social. Dos mil años antes, toda grecia era bisexual, bueno no exactamente bisexual (el concepto es moderno). Pero se esperaba que un hombre pudiera tener relaciones sexuales con mujeres y hombres. Los ciudadanos romanos tenían los bacanales, y que maravillosa celebración era. Yo elegiría seguir a Dionisio sobre el dios cristiano miles de veces.

Pero no critico a quienes lo hacen. Respeto las preferencias y libertad de todos, siempre y cuando ellos no lo usen para lastimar a otros, o burlarse de mi, espero lo mismo de todos los demás. Obviamente es tonto pensar así…

Como decía, incluso borre éste capítulo y había decidido que no continuaría más la historia en este sitio. Pero hoy cambié de opinión, porque resulta que yo también tengo el derecho de postear todo lo que yo quiera aquí, siempre y cuando siga las reglas del sitio, y porque estoy harta de la gente que dice a otros que pensar, qué hacer, a quién amar, a quien follar, que escribir o qué leer. Bueno… que se jodan!

Y, para aquellos que leen esta historia porque les gusta, aquí está el nuevo capítulo.

¡Disfrútenlo!

Quiero agradecer otravez a mi beta Bubbusaja, quien está ayudándome a editar los primeros capítulos de la historia.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).