Prologo: Nadie sabe.
Tan incierta es la vida que cuando se es un niño por un momento estás corriendo y al siguiente gritas el nombre de tu mamá desde el suelo, sobándote la zona donde te has golpeado y sólo quieres que te cure.
Nadie sabe cómo pasó pero está sucediendo y no es algo de lo que alguien se puede deshacer fácilmente.
El hijo mayor de la familia Moon había enfermado de una extraña enfermedad autoinmune, no tenían claro los doctores cual de las numerosas enfermedades eran pero al menos reconocían la mayoría de las reacciones en el cuerpo del chico. La familia no era adinerada pero podía darse alguno que otro lujo, vivían modestamente y sin muchos problemas hasta aquel día en donde en medio del juego de futbol de la liga varonil de la Universidad su hijo que sonreía entre los jugadores de un momento a otro empezaba a correr y al siguiente su majestuosa sonrisa era borrada y sus ojos se volvían blancos, caía al suelo como si la cámara lenta fuera activada en ese mismo instante.
Los días cálidos y tranquilos en casa pasaron a ser fríos y dentro de la sala de emergencias del hospital de la ciudad el chico seguía sin despertar, su cerebro hervía en fiebre cada noche y la operación en su cabeza no fue suficiente y las quimioterapias comenzaron a ser una especie de solución.
Cada sábado por la tarde el menor de los Moon, JongUp acompañaba a su madre a la una sala amplia y blanca donde varias personas; niños, mujeres y hombres estaban sentados en cómodas sillas donde un liquido les entraba por sus brazos, algunos eran blancos otros eran rojos, el de su hermano era rojo pero nunca podía quedarse a acompañarlo siempre se quedaba afuera esperando incluso hasta tres horas para regresar a su habitación.
Habían pasado los meses volando, el tiempo no era el mejor aliado. Su papá se veía cada vez más delgado y su madre más pálida. Jugaba en el patio del hospital, encontrando una hormiga que cargaba un pedacito de hoja, JongUp quería ayudar a la hormiga y le jalo la hoja hacia su nido. Otra más salió y una sonrisa amplia y de medio lado se mostró en su rostro con una rama delgada sujetó una de las patas del insecto, rodando con lentitud el palillo haciendo que se desprendiera del cuerpo del insecto, trataba de escapar pero se lo impedía, apretaba su pequeña cintura microscópica hasta que dividió su cuerpecillo en dos viendo como se retorcía tal vez agonizaba mientras aún intentaba arrastrarse y escapar suavizando un poco su mirada viendo con preocupación a la criatura diminuta, lanzó el palillo hacia lo lejos y pisó lo que quedaba del insecto ahora solo quería acabar con su sufrimiento tal vez de esa manera se sentía su hermano, encerrado y dividido, tal vez…aunque ya llevaba meses sin dejar de dormir.
El tiempo transcurrió hasta que las primeras nevadas empezaron ahora era el último día del año, sus padres estaban en los sillones de la sala de espera durmiendo mientras JongUp estaba junto a su hermano, observando desde la ventana los fuegos artificiales iluminar el oscuro cielo.
—Feliz año nuevo, Hyung…—Murmuró JongUp con una amplia sonrisa, daba un suspiro esperando a que el tiempo mejorara, esperando a que todo estuviera mejor.
Veía el reflejo de su rostro contra la ventana, empezaba a nevar nuevamente y se sintió extraño, no podía escuchar nada, y veía la nieve caer en cámara lenta, cuando reaccionó vio una luz parpadear sobre la cama de su hermano, la habitación pronto se lleno de enfermeras que rodeaban la cama, JongUp se giró y vio como el cuerpo de su hermano daba sacudidas violentas, abría sus ojos ahora blancos y sacaba espuma de su boca, veía sangre caer de su nariz y retorcer sus brazos.