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Restableciendo una vida por ninnae

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Notas del capitulo:

Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.

Reconciliación


Sigmund y Siegfried se veían el uno al otro con recelo, mientras el silencio y la incomodidad tensaban el ambiente.


—¿Qué haces aquí?


Siegfried fue el primero en dirigirse a su hermano mayor, le costaba formar alguna frase coherente sin verse expuesto hacia Sigmund. Seguía dolido por lo sucedido, pero verlo parado frente a él, dubitativo y con la cabeza gacha, hacía que la necesidad de abrazarlo fuera más fuerte. Siegfried maldijo a su débil corazón. No existía manera de que pasara mucho tiempo enojado con su hermano, no importaba lo que este le hiciera.


—Debemos hablar Siegfried —Sigmund calló unos segundos meditando sus palabras, mientras se acercaba algunos pasos más hacia donde el menor de los rubios se encontraba sentado—. Te necesito —dejo entrever parte de sus sentimientos con una frase algo escueta. Sin embargo, tenía un doble sentido su declaración. Necesitaba a su pequeño hermano a quien amaba desde niño, pero también necesitaba a esa persona que provocaba la calidez en su corazón, en una nueva forma de amor que estaba sintiendo. Aunque eso no era algo que fuera a revelar.


—¿Solo eso? —cortó Siegfried, el portador de Dubhe se retrajo al escuchar a Sigmund, era lo que quería escuchar, pero de alguna manera no le era suficiente, su mal habido corazón quería que su hermano mayor lo deseara de la misma forma que él lo hacía. Era un pensamiento algo enfermo, pero no podía pensar en otra cosa en ese momento.


—Lo siento —reiteró Sigmund. Respiró con profundidad mientras se agachaba a la altura de su hermano y apoyaba su frente junto con la de Siegfried, en un gesto cándido y colmado de cariño, tratando de mostrar el arrepentimiento y todo el dolor que ha estado guardando. Dejando por un segundo que Siegfried buceara al interior de la tormenta que era—. Eres lo más importante para mí Sieg, y sé que he sido un cobarde.


—Un idiota también —pronunció con caris serio Siegfried. El menor de los rubios apretó los dientes y cerró los ojos. No podía seguir luchando, no más, Si Sigmund se lo pedía, haría lo que fuera por él. Ya era demasiado tarde para frenar los impulsos que lo quemaban por dentro. Mucho más con Sigmund pegado a él. Su corazón era más fuerte que su sentido común—. Te amo —dijo Siegfried en un murmullo Estiró su cuello y un instante después sus labios estaban pegados a los de Sigmund. Era un gesto desesperado, tratando de aferrarse a lo poco que se le ofrecía. Era una forma de reconciliación con lo que creía inmoral y con sus oscuros deseos.


~.~.~.~.~.~.~.~


Interrupción


A Sigmund le parecía demasiado irreal toda la situación. Desde aquel día en el bosque, toda su relación con Siegfried había cambiado. Aquel te amo impulsivo de parte de su hermano menor había cambiado su mundo, y el dulce beso robado, se volvió una maldita droga que no estaba dispuesto a dejar. En un mutuo acuerdo, aun con sentimientos confusos comenzaron una extraña relación que de algún modo parecía funcionar.


—¿Dónde habías estado?


Sigmund sintió un par de brazos enredarse en su cintura, sacándolo de su meditación.


—Siegfried —susurró mientras sonreía, aunque el nerviosismo seguía formando parte de su relación, ambos sabían que lo que estaban haciendo no era normal. Y si alguien llegara a verlos terminarían cargando un enorme problema sobre sus espaldas—. Las guardias me han mantenido ocupado, Surt me ha estado ayudando, pero sigue habiendo mucho trabajo.


Siegfried se tensó en su lugar, ¡Oh, claro que recordaba al pelirrojo amigo de su hermano! Aquel que lograba que el coraje corroyera sus entrañas. Desde que lo había conocido, Siegfried sospechas que Surt tenía intenciones diferentes a las de ser solo amigos con su hermano, antes no podía hacer nada más que escocer de rabia, pero ahora Sigmund era suyo, solo suyo.


—¡Sigmund! —ambos hermanos escucharon a lo lejos una voz conocida. Sigmund se separó de los brazos de su amado hermano, esperando que Surt no hubiera visto nada. Aquel gesto no le agrada nada a Siegfried, quien en su interior vociferaba por la interrupción.


—Debo regresar al trabajo —mencionó Sigmund con una sonrisa tímida. Aún no se acostumbraba al toque gentil y a la mirada atrevida de Siegfried.


Siegfried simplemente asintió, estaba molesto, pero no pensaba evidenciar los celos que sentía de ser dejado de lado. Ya se aseguraría de no volver a ser interrumpido, mucho menos a manos de Surt.


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