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Restableciendo una vida por ninnae

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Notas del capitulo:

Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.


Otra vez molestando :P, perdón la demora.

Enfermedad


Era casi verano, el cielo estaba despejado y los animales comenzaban a aumentar su número, se podía ver a madres con sus pequeñas crías y a los machos cuidando a sus familias. Sin embargo, por una maldita desvelada con los pies descalzos Sigmund acabó en cama, con la garganta seca y treinta y ocho grados de fiebre. Una tonta forma de contagiarse una gripe. Siegfried sonreía con ternura y diversión al ver a Sigmund en cama, con las mejillas sonrojadas y con una expresión tan vulnerable. Todo un deleite a sus ojos, donde podía hacer lo que quisiera, sin que su amado hermano pudiese replicar.




—Deja de mirarse así Siegfried, me das escalofríos —murmuró Sigmund.


—Sabes que te amo ¿verdad? —dijo Siegfried con una sonrisa de diversión. No desaprovecharía una oportunidad como aquella. Cuidaría a su hermano, pero también se encargaría de cobrar todo el tiempo que no habían pasado juntos. Siegfried se encaramó sobre la cama donde Sigmund estaba descansando. Habían pasado dos días encerrados en la cabaña de Sigmund, donde Siegfried había estado cuidando del mayor, pero el tercer día, el menor de los rubios ya no pudo soportar, debía aprovechar la oportunidad que se le estaba dando.


—Siegfried...—Sigmund apenas podía hablar, su garganta rasposa no le permitía replicar.


Siegfried cubrió con su cuerpo a Sigmund, besó con parsimonia sus labios, revisando cada recoveco con su lengua, disfrutando del sabor dulce de su hermano, un sabor prohibido y oscuro que amaba, y que a pesar de que todos sabían lo suyo, le seguía gustando andar a hurtadillas para aprovecharse de su hermano Sigmund. El guerrero de Grane gimió con toda la voz que su enfermedad le permitía, si ya tenía fiebre, con las manos ansiosas de Siegfried recorriendo por sobre las mantas, esta no había hecho más que aumentar.


—Una deuda muy grande es la que cargas hermano —dijo Siegfried, rozando su cuerpo con el de Sigmund. Quizás esa día no podrían hacer nada, pero en cuanto el mayor se recuperara. Nada frenaría las intenciones de Siegfried.


~.~.~.~.~.~


Captura


La dulzura del encierro para Siegfried no duró mucho más. Su hermano se sanó con rapidez retomando sus tareas, para decepción del menor. Sin poder concluir del todo sus intenciones. Pero de una manera u otra acabaría capturando a Sigmund.




Aquella tarde sería la última de primavera. Siegfried sabía por boca de sus compañeros que Sigmund tenía el día libre, pero este aún no le había dicho nada, cosa que lo desconcertó un poco, pero decidió buscarlo de sorpresa.


La primera instancia donde lo buscó fue en el castillo, luego en el pueblo, los alrededores del bosque y nada, decidió finalmente ir hacia el hogar de su hermano mayor. Tocó, pero nadie abrió. Siegfried alzó una ceja confundido. Iba a volver a golpear cuando sintió una mano tapándole la boca. El aroma familiar llenó sus fosas nasales. Sonrió al reconocer la presencia de Sigmund.


—Sígueme y no hagas preguntas —mencionó Sigmund en tono misterioso.


Siegfried no rebatió a su hermano en ningún momento, quien lo guió por detrás de la cabaña, para su sorpresa Sigmund había montado una pequeña mesa improvisada donde se hallaban sus postres favoritos, una botella de vino y dos copas.


—Esto es...


Siegfried no alcanzó a decir nada más. Sigmund besó sus labios, de manera suave y cariñosa.


—Te debía algo de tiempos juntos, hoy haré todo lo que tú quieras, solo dímelo, estoy a tus ordenes —Sigmund desvió la mirada sonrojado.


Siegfried no pudo hacer más que sonreír, al final quien lo había capturado aquel día, había sido su amado Sigmund.


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