Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sentimientos por contrato por AcidRain9

[Reviews - 188]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo 27: Mordidas radiactivas, cerezas podridas y nudillos sangrientos.

¿Esto es amor verdadero?

Es como sonreír cuando el pelotón de fusilamiento esta contra ti,

Y tú solo te quedas firme,

Cariño, me caigo a pedazos cuando estoy contigo,

Me caigo a pedazos.

Mis cerezas y mi vino, romero y tomillo

Y todos mis duraznos están arruinados,

Mis sueños de un jardín de rosas se queman por demonios.

Y todas mis playas oscuras están arruinadas,

Mis escenas de cine, están rotas de las costuras,

Y caigo a pedazos.

Lana Del Rey; Cherry

Algunos hombres son granadas. Y sabes que cuando exploten, su onda explosiva va a matarte. No hay nada más peligroso que uno de estos seres en control, estos hombres se motivan por la violencia, pero entran en conflicto cuando colisionan con una fuerza más suave; y caen ante la alquimia de un sentimiento que no entienden.

Cuando uno de estos complejos, pero al mismo tiempo dicotómicamente sencillos seres, esta jodido, se ve en sus manos.

Las manos de un hombre que ama no por elección, no metódicamente, sino por la mala suerte de solo querer, son toscas y curtidas, tienen formaciones dolorosas en los huesos y cardenales en los alrededores. Porque un hombre enamorado vuelve a un estado primitivo en donde lo más importante será proteger a la fuente de sus peores desdichas y sus más vergonzosas miserias sin importarle las fracturas y las roturas, razones que negaran, porque los hombres son seres de negación por excelencia.

.

.

.

Al abrir la puerta lo que lo recibió fue un semblante molesto. Ichiji miro sorprendido a Lucci cuando este dejo las llaves del precioso Jaguar sobre la palma de su mano.

— ¿Qué significa esto? —Le pregunto con la voz cansada, sosteniéndose del marco de madera.

Lucci reconoció que se veía exhausto, tenía una postura desganada, y como todo ente de sombras, estaba quejándose cuando la poca luz del cielo alcanzo a tocar su retina, así que se cubrió más con la capucha de su sudadera, parecía que ni siquiera había pegado el ojo en toda la noche, lejos de llevar sus ropas presentables y clásicas, tenía jeans llenos de agujeros que necesitaban una costura con urgencia, o ir a la basura preferiblemente, ¿o es qué eran así?, Lucci lo dudaba, pero hacer el comentario sería inapropiado.

Él se veía tan joven y Lucci se sentía tan viejo.

—Significa que me estas utilizando para conseguirlo a él. —afirmo mirando fijamente el azul de sus ojos. —No puedo aceptar esto, ¿te das cuenta que estás poniendo en riesgo mi integridad laboral?

—Me arrepentí cuando ya era demasiado tarde. —El pelirrojo bromeo sin ningún rastro de humor real, se hizo a un lado y el hombre entro. —Lo siento, en serio.

Caminaron hasta el hall, Lucci abotono con indiferencia el botón más alto de su saco gris, y se tomó el atrevimiento de prender las luces solo para quedar absorto en ese nido de hielo, vidrio y madera que era esa casa; por las puertas de cristal asomaba un jardín desaliñada y profundamente verde.

—Es un lindo lugar. —reconoció.

—Lo sé. —El anfitrión respondió con un hilo de voz, se sentó en uno de los sillones y el adulto lo imito colocándose a su costado. — ¿No deberías de estar en Whole Cake?

—Resolví lo que tenía que resolver por hoy. —Levanto levemente las comisuras y después exhalo. —Fue demasiado inadecuado y desmedido, Ichiji, no quiero parecer la larva que solo se alimenta de ti. No puedo aceptarlo.

—Tú Insinuaste cuán lejos podía ir. —trato de defender su juicio pobremente. —Todo el tiempo me has alentado para enfrentar a mi esposo, eres la única persona que siempre se ha mantenido a mi lado.

—Si tus ojos son capaces de mirar a alguien más, entonces lo harías, te harías libre de él. —Lucci puso la mano sobre la suya, su tacto siempre era frio. —Luces cansado, ¿por qué no has dormido? —pregunto con un tono demasiado paternal mientras le retiraba el cabello de la cara y lo acomodaba hacia atrás. — ¿Además que son estas pintas? Pareces un recolector de hollín, es un poco vulgar.

—No conoces mi suéter favorito entonces.

—Si es como esto. —jalo con desprecio uno de los hilos que se habían deshilachado en la zona de los huecos de sus rodillas. —Entonces prefiero no verlo.

Ichiji no sabía si el tono hostil de Lucci era serio o no. Estaba comportándose en demasía anticuado, nunca se había detenido a reparar en lo conservador que Lucci era.    

Sonrió forzadamente hundiéndose en el forro del sillón de cuero por su cercanía, no estaba acostumbrado a esa clase de contacto con otro hombre que no fuera Katakuri.

—Vamos a hablar sobre eso, estoy molesto contigo, pero parece que necesitas descansar. Ve a tu cama, puedo prepárate un té. —acomodo un mechón sangriento en su oreja, Ichiji aplasto sus labios, él estaba tratándolo de esa forma en que Judge jamás trato a ninguno de sus hijos, y a estas alturas de su vida, aquello ya no era gratificante.

Asintió levantándose. — ¿Te llevo a la cocina?

—Puedo encontrarla por cuenta propia.

Comenzó a caminar sintiendo los pasos firmes de Lucci detrás de él, se detuvo en las escaleras para empezar a subirlas. —Solo tienes que caminar al fondo y dar un paso a la izquierda. —agarro el barandal, pero el largo dedo de Lucci recorriendo su brazo lo hizo detenerse. — ¿Sí?

Me gustas. — No había sido una sorpresa impactante si tuviera que ser sincero, era algo que el mismo Katakuri intuía.

—Tú también me gustas a mí, tu presencia es gratificante. —fue natural.

Lucci levanto el mentón y volvió a hablar con su voz serena: —No estas entendiéndolo, me gustas más allá de una amistad, de una hermandad o de ser solo tu cómplice y tú consejero, te miro de la forma en que se ve a un amante.

—No podría darte nada de mí ni aunque lo intentara. —le susurro de forma suave. —No quiero dañar nuestra amistad ni hacerte ideas que no son con cosas que no pasaran jamás. No puedo manipularte, engañarte o prometerte, porque no eres él.

Destrúyeme como a él. Llévame a los extremos que quieras, pruébame, hazme responder.

—No puedo destruirte si no te amo.

— ¿A ti te parece que esto es una amistad? —Lucci pregunto duramente, golpeándolo con la realidad.

Lucci subió un solo escalón para alcanzarlo y su mano se atrevió a sostener su cadera y el final de su espalda, justo por los hoyuelos de Apolo en el toque menos prudente que le había ofrecido hasta ahora. Se sintió helado, puso las manos en su pecho para apartarlo al sentir como frotaba cómodamente el hueso puntiagudo de su cadera, exhalo hiel.

—Lucci, en verdad, no. —corrió la cara, estaba demasiado cerca.

— ¿Por qué no? —susurro con su fuerte tono británico y lo cubrió con su sombra.

Ichiji lo miro decaído. —Esto no es ninguna clase de negación-erótica, no me siento cómodo, no me gusta.

—No pido ocupar tu mente Ichiji, ni llenar un vacío, no quiero ser el reemplazo, pero puedo empezar por darle a tu cuerpo el calor que necesita, resguardar tus sentimientos, escuchar, él no te escucha, yo si lo hago.

Su silencio fue la negativa más dura que Lucci recibió, así que suspiro profusamente y se balanceo con las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones trajeados, bajando de nuevo y dándole su espacio.

—De acuerdo, subiré tú te y entonces me iré. —murmuró con tono ecuánime.

Al entrar a su casa en un horario inusualmente temprano, la última cosa que Katakuri hubiera esperado era encontrarse con Rob Lucci —y su feo auto mal estacionado en la entrada—, caminando con naturalidad y sin dejo de pena por la propiedad, suspiro fastidiado recargando la espalda en la pared del comedor.

— ¿Qué haces aquí? —pregunto con desconfianza y hastió excesivo.

—Preparo un té para tu esposo. —Lucci respondió en claro afán de molestar. —Voy a llevarle la comida a la cama.

Katakuri bufo. —Abre el refrigerador, le gustan las moras. —dijo casualmente.

Lucci levanto una ceja haciendo lo que le había indicado, saco un frasco de vidrio y miro divertido la etiqueta de la marca. —Lo tendré en cuenta.

Katakuri resoplo con cinismo. —Por cierto, ese fue un regalo bastante inusual, me parece increíble la forma en que pudiste orillar a Ichiji para conseguirlo. No te emociones, no se va a volver a repetir.

— ¿Dónde está el azúcar? —Lucci pregunto atipladamente.

—Él no lo toma con azúcar.

—Entonces el endulzante, o la crema. —fijo los ojos en una caja de edulcorante artificial.

—Nada de azúcar. —recalco.

—Lo conoces bien, esto podría hacer un punto para ti, solo uno a favor después de tantos en contra.

—Así que estas al día, ¿no es cierto? —Katakuri agarro una manzana del frutero y le dio una mordida.

—Por supuesto, él si confía en mí.

Katakuri sonrió soberbio. —Ponle un poco de menta a su té, le gusta.

—Deberías acabar esto. Lo único que consigues es que él se sienta como un idiota cada que está cerca de ti.

—No te interesa Lucci. Este matrimonio no debería de interesarte.

—La forma en que están llevando este matrimonio no es precisamente lo que me interesa. —Rob sonrió mientras Katakuri masticaba su manzana y trataba de controlarse ante la rivalidad de sus comentarios.

—Si ya sabemos cómo va a acabar esto Charlotte, ¿en qué te afecta que este en tú casa tirándomelo mientras tú no estás?

No término de hablar cuando subrepticiamente recibió un puñetazo, Lucci se dobló escupiendo un poco de sangre, pero sonrió.

—Hijo de puta, ese ha sido un golpe limpio, ¿te criaste en una cárcel? —se limpió con la manga de su opulento traje. —No ha pasado nada entre tu esposo y yo, nada que separe nuestro lazo de una trivial camarería. —tosió enderezándose. — ¿Sabes la razón? Porque es un cobarde, pero nadie es ciego durante tanto tiempo.

—Incluso aunque lo hubieras coaccionado a hacerlo, en todo momento él habría estado pensando en mí y esa es suficiente razón para reírme de ti. —Katakuri susurro en su oído.

—¿Qué te da esa seguridad? —sonrió altanero.

—Por qué incluso tocando a alguien más, sé que yo habría estado pensando en él. —Katakuri susurro distante. —Y si no sales de aquí te juro que voy a desaparecerte. —lo empujo contra el lavadero, el hombre lo reto con la mirada. —Tal vez tu presencia es lo que necesito para mostrarle a que punto voy a permitir sus...—lo miro con simpleza y asco. —Errores.

—¡No hay nada más romántico que un neandertal dispuesto a matar por ti, por supuesto que va a amarte!, escucha Charlotte, si él fuera más fuerte, entonces habría cedido a mí, pero no lo es, es demasiado débil.

—No lo conoces así que cállate. —Gruño apretando los dientes. —Escúchame bien idiota, si en verdad eres su amigo entonces simplemente le deberías de haberle dado algún tipo de felicidad desmedida o esa mierda. No me interesa si hablas mal de mí, pero lo que él ve en ti es la idealización de alguien que no le va a hacer daño, ya tiene suficiente viendo demonios en mí, así que si hiciste algo...

Lucci se sacudió las mangas. —No soy un hombre de motivos nobles, y lo quiero a él, feliz o no.

— ¿Crees que esto es un triángulo amoroso?, se necesitan tres para eso, pero tú solo eres un medio que él utilizo, no más.

Lucci se carcajeo con voz grave. —Igual que tú, por eso empezaron con esto, lo sé, por eso le hiciste pensar que lo odiabas y ahora él no puede discernir qué es lo que de verdad sientes. —su sonrisa creció lentamente. —Es demasiado tarde para ti, pero no para mí.

—Tal vez debería arrollarte con el mismo auto que mi esposo te compro. — murmuro con frivolidad, sin titubeos.

—A él no le gustaría que lo hicieras, seria de muy mal gusto ya que Ichiji se esforzó mucho buscándolo para satisfacerme.

Katakuri sonrió de manera torcida. —Entonces le haría ver las consecuencias de jugar con fuego.

Ichiji bajo las escaleras al escuchar el ruido, Katakuri tenía la mano en el cuello de Lucci, apretando su arteria carótida, sintió escalofríos recorriendo su espina dorsal. — ¿Qué rayos crees que estás haciendo?

—Oh, ¡hola cereza! converso con tu juguete. —apretó más fuerte. — ¿No es cierto, Rob?

Ichiji trato de apartarlo, preocupado— ¡Katakuri ya basta! ¡Para! ¡Para de una vez por todas!

Lucci tenía los ojos rojos y las venas del cuello marcadas, lo vio con coraje cuando se separaron, Ichiji lo sostuvo del brazo para ayudarlo a apoyarse, pero no dejo de observar a Katakuri.

—Míralo por tus propios ojos Charlotte. —lo agarro de la cadera posesivamente para balancear su peso.

Katakuri no le prestó atención, en cambio compartía un intenso duelo de miradas con su esposo, era la fricción de algo tan insignificante como su piel rozándose con el miembro de otro hombre suficiente para hacerlo sentir repugnancia.

—Ichi, ¿por qué no me haces el favor y lo sueltas ahora mismo? Contigo en medio no puedo hacer mucho.

Ichiji movió el mentón en negación y Katakuri recogió cada onza de energía para solo no dejarse estallar por su desafío.

—No eres ni la mitad de lo que tú padre era, es lamentable que podrías serlo, ¡podrías! —Lucci siguió provocando. —En lugar de eso tu vida está llena de cosas inocuas.

—Lucci, ¿estás bien? —Ichiji pregunto, interrumpiendo, Lucci levanto el mentón orgulloso en dirección de Katakuri.

—Sí, lo estoy.

—Entonces solo cierra la boca y vete de aquí ahora mismo. —Dijo con dureza, sorprendiendo a los dos hombres. —Esto ha sido culpa mía, yo te metí en esto, pero tu lugar no está aquí.

El inglés se limpió la boca lanzándole una mirada sarcástica. — ¿Hiciste tu elección?

—Sabes que nunca tuve que elegir... —la mirada de Katakuri lo penetro, de pronto solo quería encerrarse en el armario y ser patético sin ningún espectador, vio suplicante a su amigo pidiéndole no lo obligara a seguir hablando y revelando como cada poro de su cuerpo buscaba por quien no debía.

—Dios, eres realmente ¡tan idiota! —Lucci se froto el entrecejo tratando de calmar su furia hacia Ichiji, levanto su mano y beso el dorso con elegancia, Ichiji miro a Katakuri por su periferia, lo intimidaba, sus ojos rojos realmente lo afectaban. —Ustedes son lo mismo, te lo mereces tanto como él te merece a ti, pero no te voy a mentir. —sonrió dolido. —Amarte es complicado y afortunadamente yo no lo hago. El interés que tengo por ti no es complejo, es solo curiosidad. Y si se sacia. —se froto las manos, era sugerente. —Entonces se va.

Esa plática la habían tenido antes, y a Katakuri no le gustaba que Lucci estuviera escupiendo las inseguridades que Ichiji reaciamente le había admitido un día acerca de su teoría de lo que la gente veía en él: Algo llamativo, pero nunca suficiente para motivar a alguien a quedarse.

Avanzo dispuesto a todo, pero Ichiji negó.

—Y si tuviera que apostar a favor del futuro de esto, entonces perdería. No eras el único jugando este juego, más que a ti, prefería que Charlotte entendiera el peso de no seguir la jerarquía de las cosas y su orden natural. Te lo dije, eres una distracción a sus ojos, el tiempo va a darme la razón y lo único que voy a lamentar será no estar aquí para verte sufrir lo que se te advirtió. —sostuvo un mechón de cabello rojo y lo olio. —Mi putrefacta cereza.

El mayor error de Lucci fue enterrarle el dedo en el pecho a Ichiji, Katakuri lo golpeo y lo arrastro hacia la salida.

Katakuri regreso, sus pasos eran molestos y acentuados, pero parecía satisfecho de al fin haber hecho lo que tanto quería con Lucci, e Ichiji honestamente dudaba de querer saber el resultado. El de cabellera granate lo miro de arriba hacia abajo.

—Por favor, no finjas que te sorprende este desenlace, era absurdamente obvio que pasaría. —se quitó la cazadora y la arrojo en la silla. —¿Todo este tiempo alimentaste tu cabeza con las estupideces de ese hombre?

Ichiji lo miro con estupor.

— ¿Al fin te dijo que le interesabas?, ¿te dijo todo lo que le provocabas? —pronuncio con asco. —Espero que hayas abierto los ojos, mientras él trataba de abrirte las piernas.

Ichiji agarro el vaso de agua que estaba encima de la barra y le vacío el contenido a la cara. —No necesito a Lucci, pero tampoco te necesito a ti, Katakuri. Compórtate todo lo mezquino que quieras conmigo, no me afectas.

Katakuri se limpió con la manga de su camisa, camino con tranquilidad hacia el fregadero, se dio su tiempo para abrir el gabinete de los trastes, agarro un vaso y lo lleno con agua del grifo solo para lanzársela al rostro.

Ichiji dio una honda respiración.

—Cereza, estoy un poco agotado de que me lances cosas, lo lamentó, pero creo que tenía que devolverte la acción por lo menos esta vez. —le ofreció un pañuelo para que se secara, el pelirrojo lo mando lejos de un manotazo.

—No tenías que intervenir, se supone que no lo harías. ¡No debías hacerlo!

Katakuri lo atrapo contra la pared de forma drástica y brusca, hizo que una oleada de vértigo lo sacudiera, la sangre se le helara y abriera los ojos en estado de shock. — ¿Qué mierda fue lo que hice mal?,¿Quieres que te pida perdón? Escúchame bien, no voy a hacerlo, lo único de lo que me arrepiento es de que ese hombre haya salido de aquí intacto. Casi intacto. Puedo contarte los detalles, pero Ichi, dudo que vayan a gustarte. —sostuvo su mandíbula obligándolo a no eludir el contacto visual. — ¿Alguna vez pensaste en acostarte con él? —su voz era peligrosa y baja.

Ichiji estaba estupefacto. — ¿Él te dijo que...

—Él bromeo conmigo.

Ichiji apretó la quijada, se separó un poco, pero Katakuri lo regreso de vuelta, respondió con la dificultad que estar debajo de su enorme cuerpo le provocaba. —Una vez me dijiste que todo lo que yo hiciera no te importaba.

— ¿¡Te habrías acostado con él sí o no¡? —grito sin rodeos, su voz reverbero incluso en el fondo de los huesos de Ichiji, quien se exalto retrocediendo sin oportunidad.

Ichiji no respondió y Katakuri se deslizo a su oreja. — ¿Sí o no? —respiro sobre su piel y acaricio sus pómulos, no con un toque agresivo, sino uno lleno de triste ternura y resignación.

—No importa cereza, ¿te digo la razón?, porque al final estas destinado a solo hacerle daño, e incluso si él estuviera cogiéndote tú me buscarías a mí entre sus brazos y dirías mi nombre sobre sus pútridos labios, herirías su orgullo, porque no hay nada más humillante para un hombre que ser el reemplazo de otro, pero solo así él entendería la intransigencia de su papel en esta masacre que solo nos concierne a ti y a mí. —Susurro suavemente en su hombro —Con mucha insistencia de por medio tal vez él podría llegar a estar dentro de ti, y yo minuciosamente, me encargaría de borrarlo. Pero lo divertido, lo verdaderamente divertido es que él jamás llegaría a tu corazón.

—No puedes afirmar esas cosas.

—¡Si puedo!

Ichiji movió la cabeza. —Te empeñaste en perderme.

—Déjame recuperarte.

—No habría aceptado nada con Lucci, por más que lo hayas dudado, si tengo límites... —respondió de forma dura. —Él era mi primer amigo y a ti simplemente te dio lo mismo. —lo miro consternado, apretando la mandíbula. —Corriste de mi vida a la única persona que no me ha mentido.

— ¿Seguro? que tu incapacidad para aceptarme no te ciegue. Tienes que entender qué la gente va a esperar algo de ti, y no precisamente lo que tú quieres.

—¡Lo único que puedo entender es que estas aquí actuando como un celópata!

—Un celópata Ichiji, no habría tolerado que un repulsivo incauto con barba horrorosa estuviera metafóricamente todo el tiempo tratando de marcar territorio sobre su pareja.

—Tienes razón, ya me habías dicho que era lo que Lucci buscaba, gracias por demostrarme que todas mis primeras veces me traicionan. —susurro demasiado bajo, dolía.

Katakuri lo apretó contra la madera de una forma mucho más suave, las dos manos de Ichiji estaban extendidas hacia arriba y eran presas de las suyas, ambos hombres jadeaban.

— ¿Realmente te duele por...él?

—No—Ichiji negó vehementemente. —Y eso es lo que más odio, no es ni una milésima parte de lo que me hiciste sentir tú.

—Ya que lo que sientes por mí es más fuerte. —Katakuri afirmo.

—Eso ya no importa. —Ichiji negó.

—Importa, si importa. —Katakuri aspiro su olor. — No me interesa cuántos haya, o si los hombres que pasen por tu vida solo lo hagan para probarte siempre cuan vil soy yo. ¿Sabes por qué? Porque puede ser una enorme broma o una encrucijada cósmica, pero...estamos aquí, ¿no?

Ichiji le lanzo una mirada recelosa y angustiada. —No digas esas cosas ahora, ¿Qué esperas que haga con eso?, ¿Qué solo olvide todo y ya?

—No quiero que olvides nada— susurro despacio, soltando una de sus manos solo para pasarla por toda la extensión de la cintura de su esposo.

—Simplemente quiero obtener lo que merezco. —Ichiji siseo entre alientos. —Y tú quieres quitármelo.

Katakuri había presionado la rodilla en medio de sus piernas, mientras sus dedos jalaban el dobladillo de su sudadera negra. —Me gustas más cuando estás en tu verdadera zona de confort, de esta forma, eres simplemente tú. —se refería a sus mierdas de indigente, presiono sus labios en su cuello succionando y se alejó un poco, algunos mechones de diminuto cabello violáceo caían en su morena frente. —Sí importa Ichiji. Solo date cuenta de cómo reaccionas cuando estoy a centímetros de ti.

Katakuri gruño dejando caer la cara en el pecho del pelirrojo, se rio quedamente, pero era un sonido amargo. —Los dos estamos malditamente locos.

— ¡Katakuri la puerta está abierta!

Se separaron con rapidez, Katakuri se sentó en la silla e Ichiji huyo hacia la estufa, Flampe entro a la casa lanzando al aire sus pompones, su amiga sonreía y las dos usaban sus pequeños trajes de animadoras, Anana corría, el matrimonio parecía petrificado ante la idea de que si ellas hubieran llegado minutos antes habrían presenciado una función digna de Los locos Adams.

—Te dije Valentine que la casa de mi hermano era demasiado guay — la adolescente rodeo con los brazos el cuello de Katakuri y beso su mejilla marcándola con labial rosa, empezó a mover sus manos por sus fuertes hombros, masajeándolos sin prisa. —Uh, pareces alterado y tenso, muy tenso, ¿no era momento oportuno? —recargo el mentón en su hombro izquierdo y batió las pestañas, pero Katakuri se separó de ella.

—Cierto Val. —Flampe levantó su dedo señalando perezosamente a Ichiji. —El pelirrojo es su...amm...mmm.

—Es mi esposo. —Katakuri hablo mirando directamente a Ichiji, pidiéndole que no se fuera, que hiciera el esfuerzo antes de tirar todo por la borda.

— ¡Ichiji! —Anana lo abrazo enterrando la cara en su estómago. —Estas mojado, Katakuri también esta mojado, ¿Por qué están mojados?

Él sonrió con los ojos cerrados, encogiéndose con los codos en sus rodillas.

—Anana, la gente curiosa es horrible. —le dio dos palmadas en la cabeza. —Como sea, nunca me escuchas y continúas preguntando, así que te diré: Nos hacía falta un baño, realmente apestábamos. —se cubrió la nariz y saco la lengua. — Sobre todo tu hermano que se encierra horas en el gimnasio.

— ¿Qué hacen aquí? —Katakuri miro a las niñas. — ¿Van a quedarse? —se asomó a la ventana. — ¿El chófer las trajo?

—Sé qué no pedimos permiso. —Flampe enredo un mechón de su largo cabello negro en su dedo y comenzó a girarlo, la rubia de ojos verdes masticaba goma de mascar y miraba sin parpadear a Katakuri, ellas ponían a Ichiji realmente incómodo. —Pero mamá está en una de esas crisis de la edad y nos da miedo, ella estaba peleando con la cosmetóloga.

Valentine reventó su chicle.

Flampe se acercó a Ichiji, tomando su mano y haciéndolo avanzar a dos turbados pasos. —¿Cómo has estado?, ¡Esas ojeras son algo muy chic, eres como un comatoso en su estado terminal! Si logras acentuarlas un poquito más, estarás a la vanguardia, Cosmopolitan dice que así se están usando en el infierno.

—Fample.—. Katakuri la miro duramente y ella cerró la boca dedicándole una disculpa hipócrita.

Ichiji busco zafarse de manera discreta, prefirió ir al otro extremo, justo en donde estaba Anana, se sentó en el suelo y la miro, solo para hablar en voz baja: —Te ha crecido el cabello.

— ¿Le avisaste a alguien Flampe? —Katakuri pregunto distraído, su esposo estaba de pie otra vez, se acercó a él rozando levemente su vientre con la mano. —Tenemos que hablar más tarde Ichiji, no puedes huir de mí. Sabes que no puedes huir de mí. —Katakuri susurro en su oído. —Estaré en mi oficina y les dejare la recamara de huéspedes.

Ichiji sostuvo su brazo. —Puedes quedarte conmigo solo hoy. —Katakuri levanto una ceja y después asintió.

Las horas pasaron de la peor forma posible y el corazón de Ichiji parecía funcionar a conta pasos, Fample y Valentine estaban en el sillón mirando una película y carcajeándose con estruendo, Anana se había bañado y cuando regreso, prácticamente había arrastrado a Ichiji hasta la sala para obligarlo a secarle el cabello, así que el muchacho con su semblante taciturno y visiblemente afligido pasaba una delgada toalla por todos esos bucles ondulados.

—Es temprano y estas aquí. —la niña miro con sus enormes ojos rojos a su hermano, haciéndolo ir hacia ellos. —Eso no es normal.

—Pásame el cepillo, por favor. —Ichiji susurro con voz fría mirando a Katakuri.

—Tenía que hablar algunas cosas importantes con Ichiji. —le respondió mientras ponía el cepillo en la mano del pelirrojo. —De hecho, todavía tengo que hacerlo.

Ichiji se quedó callado, mirando con fijeza los cabellos rosas que pasaban por las hebras del peine, en cambio Katakuri estaba distraído por la forma en que se veía tan...relajado poniéndole broches a la infante, su chico, igual que en todo, hacía que incluso una escena hogareña fuera distorsionada, Katakuri era un hombre frito, porque le fascinaba.

—Má dice que cuando van a fiestas todas sus amigas quedan celosas. ¿Por qué están celosas?

—Que responda el causante —Ichiji miro con gesto severo Katakuri.

El mayor se acercó a la niña y susurro en su oído. —Porque están locas.

Ichiji puso los ojos en blanco, abriendo los labios para susurrarle secretamente a Katakuri; Eres un imbécil.

Él sonrió de lado y con la misma discreción respondió: Por lo menos yo no regalo cosas. —Aunque no era su intención torearlo, así que frunció el ceño. Ni siquiera sabía que Ichiji existía por aquel tiempo. —No sabía ni quien eras para ese entonces.

— ¿Y cuándo piensan casarse?

Ichiji y Katakuri se quedaron quietos. —Ya estamos casados. —respondió Katakuri levantando una ceja.

—Flampe dice que su matrimonio es tan real como un león vegetariano.

Ichiji desvió la mirada.

—Así que yo le pregunte si entonces son buenos amigos, pero dijo que nop, que solo son una cuestión de tiempo y de mala suerte. —se movió para que el pelirrojo siguiera peinándola. —Y yo no entiendo nada.

Flampe rezongo a lo lejos y subió el volumen del televisor.

Ichiji a veces la escuchaba comentar burlona con Valentine que él cubría el perfil del inadaptado que salía en el noticiero por causar una masacre en la escuela, entonces instintivamente, mientras se mordía el pulgar, prefirió imaginar cómo habría sido Katakuri cubriendo la imagen estudiantil, lo cual no fue bueno, porque solo tenía imágenes de él en cazadora, fumando y pasando más tiempo metido en el cuarto del conserje con alguna rubia perfecta de bronceado californiano, que en un aula, y casi quiso comenzar a vomitar hasta que un fuerte lloriqueo lo distrajo y lo concentro en el televisor, era la parte en la que el chico le juraba amor eterno a la morena de las operaciones después de haberla engañado con la villana asiática.

La mujer miro directamente a la pantalla, sus manos temblaban mientras se ponía pintalabios carmín, Ichiji jaloneo la manga de su sudadera abrazándose la cintura y bajo los ojos, concentrándose en sus tenis blancos. Oh dios, se sentía tan...pequeño en un mundo inmenso.

—Ahórrate tus mentiras, todos sabemos que eres un cabrón mentiroso. —Ella susurro ocultándose en su abrigo de peluche rosa, subió a su beetle, que también era de un ridículo rosa, y se puso sus gafas. Solo una lagrima negra se le escapo.

.

.

.

Sanji miro la pantalla de la computadora con gesto contemplativo, anotando y borrando cada dos por tres, y después, en el celular acepto enviar el mensaje de texto plenamente consciente de que no habría la opción de dar marcha atrás, picoteo el rotulador en la hoja blanca y rayo algunos gráficos con pros y contras en su cuaderno, sobre todo, financieramente hablando; miro el icono verde de mensaje en su móvil; «cartas de recomendación y ensayos, ya, enviadas, fecha tope», «Deséanos suerte”, y el emoji de un pulgar arriba.

Los mensajes eran de Yonji, no contesto inmediato, sostuvo su cabeza entre sus manos y respiro con estrés hasta que el rechinido de la puerta lo hizo levantar la cabeza.

— ¿Hola?—Shanks lo miro sorprendido mientras se desenredaba su bufanda del cuello y se quitaba los zapatos antes de pisar la alfombra. —Pensé que no habría nadie.

Sanji se levantó avergonzado, él era un desastre colorido, utilizaba una playera color amarillo desesperación con la estampa de una cara de un amarillo aún más chillón y excesivamente feliz en el centro, y unas feas sandalias crocs en....carajo, en rosa, si tuviera dignidad tal vez se habría marchado para ponerse algo más decente, pero por lo visto tenía más pereza que dignidad.

Por otra parte, Shanks ni siquiera parecía haber luchado con su apariencia, era probable que ese hombre se vería bien incluso con una bolsa de tela puesta. Lo envidio por diez segundos.

—No, lo siento, estaba a punto de irme de todos modos, ya sabe, no puedo robarme todo lo que hay aquí si no tengo tiempo ni tampoco un camión.

Shanks se quedó callado por unos momentos.

—Vaya, ahora entiendo porque Mihawk desprecia tanto mi sentido del humor. —Miro la comida que seguía casi intacta. —Parece que seguías comiéndote esas papas fritas, y no has tocado la tocineta, tu vaso de agua sigue lleno, y tampoco usaste las servilletas aún. A mí no me parece que estabas a punto de irte.

—Lo siento.

—Te disculpas mucho, seguro que tu infancia no fue muy divertida. —sonrió y Sanji casi tuvo la idea de apagar las luces para ver si su dentadura reflector los alumbraba.

—Divertida para mí en cierta medida, pero por lo menos hice feliz a otras personas convirtiéndome en el blanco humano para las pelotas.

Shanks levanto ambas cejas y camino hasta el frigorífico, saco una lata de cerveza importada y lo miró fijamente mientras le quitaba la anilla. —Toda tu blusa grita con desesperación: "Por favor, estoy buscando que me dispares"

—Bueno, a veces voy por ahí probando suerte. —bromeo.

— ¿Te estas quedando aquí?

Sanji negó con la cabeza recogiendo sus platos y guardando la comida en el microondas, podría calentarla después. La presencia de Shanks lo hacía torpe y nervioso, internamente hubiera deseado por la compañía de Mihawk, porque no era tan malo como parecía, solo era un hombre reservado, o la de Ace, incluso la de Marco. Pero no a Shanks.

No había convivido con él más que una o dos veces más después de que los conoció a todos, y no era que el pelirrojo no fuera agradable, porque de verdad lo era, y demasiado. Básicamente tenía tatuado en la frente: Si me odias, el problema tienes que ser tú, porque es obvio que no soy yo.

—Tengo una copia de las llaves. —se arrepintió de revelar esa información. —Y a veces me gusta venir mientras Zoro no está, es muy tranquilo aquí, mi casa no lo es, tengo un hermano obsesionado con Star Wars, y otro que tiene suficiente fe para pensar que el ejercicio hará que el musculo de sus brazos crezca más que su cabeza, y mi abuelo que siempre está de un lugar a otro...—suspiro. — Y además también le dejo comida a Zoro o cuido las plantas.

La boca de Shanks se abrió en una diminuta "o", el adulto se sentó en la silla y lo miro según lo que Sanji describiría como la-mirada-del-búho-que-no-parpadea.

— ¿Cómo van las cosas entre ustedes? —la forma en como pronuncio ustedes, casi orillo al rubio a raspar la mesa con las uñas.

—Agradables.

—Agradables. —Shanks repitió sonriendo de forma automática.

—Sí, agradables.

— ¿Agradables usando la palabra mierda por algún lugar de la descripción, o agradables, cambiando el significado de mierda, hacia esta mierda es buena y tengo expectativas en esto?

—Solo van bien, es algo normal siendo una pareja, supongo. —Sanji se rasco la ceja.

— ¿Son una pareja entonces?

—No formal. —cruzo las manos en forma de una equis. —Él nunca me lo ha dicho así, pero hacemos cosas de parejas.

— ¿Tú esperas qué él te pida formalmente ser su pareja para sentirte su pareja y qué él se sienta tu pareja?

—No espero que él me pida formalmente ser su pareja para sentirme su pareja y que él se sienta mí, no sé si... ¿Podemos parar con esto, por favor?

—Claro que sí, de todos modos, los títulos no lo son todo, les dan autoconfianza a las personas, pero pueden ser realmente un agregado, quien sabe. —Sonrió con lentitud. —Creo que soy el único que no ha tenido la oportunidad de convivir contigo. Ace y Marco te adoran, y Mihi dice que eres "tolerable", lo que en ese amargado hombre. —sus mechones rojos se movieron por su divertida risa. —Significa que eres interesante.

—Es natural evitar a la gente que no te agrada. —Casi quiso taparse la boca de inmediato.

— ¿Piensas que no me agradas? —Shanks pregunto en tono clínico, hasta su voz era de seda, Sanji jamás se sintió más intimidado.

—Pienso que me toleras, y me refiero a tolerar de acuerdo al significado que viene en el diccionario, no al idioma de Mihawk.

—"Soportar, admitir o permitir una cosa que no gusta o no se aprueba del todo" —Shanks dijo mientras sonreía con los ojos cerrados, por lo que era imposible que hubiera ido a Google para decir con tal precisión la oración.

Sanji se mordió la carne interna de sus mejillas y se sentó lo más recto posible, como un niño de octavo grado que había sido sorprendido saltándose las clases.

— ¿Y por qué piensas eso? —Shanks peino su brilloso cabello lejos de su frente y después recargo su mejilla de un tono saludable y trigueño en su mano.

—2 más 2, da 4. —Sanji espeto con simpleza.

—Claro que si querido, yo también se eso.

Sintió escalofríos.

— ¿Por qué no me das una razón justificable para odiarte? Tal vez pueda analizarla, no estoy diciendo que la llevare a la práctica, tampoco estoy asegurándote que no lo haré.

—Tienes una mirada un tanto...pesada. —Sanji murmuro.

—Qué raro, toda mi vida me han dicho lo contrario. Supongo que todo depende de la persona, ¿no crees?

— ¿Es por qué no te caigo bien? —susurro despacio.

— ¿Y por qué no me caerías bien?

—Zoro. —Sanji soltó escuetamente.

Shanks lo miro serio, hasta que comenzó a carcajearse. — ¡Que prejuicioso eres! No tengo ningún problema con que salgas con mi hijo, Zoro es un hombre adulto. —sonrió con esa línea curva que en un rostro tan...perfecto como el de ese hombre, lucia como un crimen.

Shanks afilo los ojos, Sanji era transparente, pero al mismo tiempo, no lo era.

—Siento que vas a hacer lo que pide mi playera. Dispararme. —Sanji respiro mirando con derrota a Shanks, hasta que él se apiado de su miseria y suspirando se levantó, calentó los huevos con tocineta que había guardado el rubio y los dividió en dos porciones, una para cada uno.

—No he convivido contigo lo suficiente, eso es todo. —le sonrió suavizando su expresión. —Pero no te estoy juzgando, me preocupa Zoro en base a...

—Tashigi. —Sanji dijo por él y Shanks asintió.

—Es algo natural de los padres desear el bienestar de sus hijos y más guiándose en sus experiencias pasadas, ¿no te parece? —comenzó a picotear con entusiasmo la tocineta.

—Supongo que lo es. —Sanji le regreso la sonrisa encogiéndose de hombros, al fin comenzaba a sentir comodidad con Shanks.

—Y para que lo sepas, no soy una sombra horrible ni intento ser su consciencia, oh no. —masticaba con entusiasmo y rapidez. —Me importa, pero su vida es su vida, y si él algún día pasa por veinte divorcios más, termina calvo y mal humorado, mi garaje será su casa.

Sanji se rio un poco.

—Solo quería conocerte, entre nos, por supuesto que sabía que Zoro no estaba aquí, Ace dice que cocinas maravilloso, y yo tengo hambre. —le guiño un ojo. —Y me gustan tus crocs. —señalo sus penosas chanclas de goma.

...;...

Zoro subió las escaleras acabándose su bebida energética, busco en sus bolsillos las llaves, pero no las encontró, miro el intercomunicador de su departamento y apretó el botón muchas veces hasta que escucho a Sanji gritarle por el intercom que lo golpearía si no dejaba de hacerlo.

—¿Puedo pasar? —pregunto sarcástico, mirando un gigantesco ojo azul asomándose por la orilla de la reja.

—Solo si traes lo que te pedí. —saco su pálida mano y la agito tratando de tocarlo desde lejos.

Zoro levanto los brazos mientras Sanji palpaba los bolsillos de su chamarra como un loco. Cuando dos de sus vecinos lo miraron como un bicho raro al ser toqueteado por la mano dentro de su puerta, casi quiso maldecir.

—He conducido durante cuarenta minutos para conseguirte esto. —frunció el ceño sacando de su bolsillo la bolsa de pasta que le había pedido —exigido— por mensaje de texto, y tal como esperaba, solo así pudo poner un pie dentro de su casa.

—Quiero que le lleves mañana espagueti en salsa a tus padres. —sonrió orgulloso. —Apuesto tu riñón a que Shanks va a amarlo.

— ¿Por qué tengo que llevarles comida? Que vayan a tu restaurante y paguen por ella, esas zarigüeyas solo se están aprovechando de nosotros. ¿No lo puedes ver? Nos utilizan.

—Eres un excelente hijo, Zoro. —se rio en su oreja.

Zoro se quitó el uniforme y se quedó en calzoncillos, camino hasta su habitación y regreso vistiendo vaqueros y una camisa negra que permitía ver sus fuertes brazos y algunas pequeñas cicatrices que solo eran visibles si se paraba mucho debajo de la lámpara de techo.

— ¿Fue un mal día?, ¿Smoker?

Zoro lo miro de reojo mientras engullía un pan tostado, Sanji era intuitivo.

—Fue un día normal, descuida. —sonrió de lado. Tan normal como era sentir la mirada de Hina fija en su espalda todo el tiempo muriéndose de ganas por gritar Córtenle la cabeza. — ¿Y el tuyo?

—He estado enviando mensajes de texto y correos como un esclavo, pero es lo normal. —Zoro enarco la ceja una vez más, Sanji llevaba semanas actuando extraño.

— ¿De?

—Cosas sin importancia. —sonrió y Zoro sabía que, aunque quisiera escuchar sobre que eran esas cosas sin importancia, Sanji no trabajaba bien bajo presión.

— ¿Quieres salir? —pregunto de la nada, Sanji lo miro analíticamente y señalo hacia la cocina.

— ¿Y la cena?

Zoro se acercó a él, rodeando su cintura con el brazo y haciendo una gesticulación con la otra mano. —Sushi, en la calle existen docenas de puestos de hamburguesas, burritos y Taco Bell's. —beso su frente de manera odiosa. —Somos un país dominado por gente obesa, claro que habrá que comer.

Zoro golpeaba la uña en la mesa al ritmo de Pink Floyd, el lugar le gustaba porque el dueño, un hombre de peinado gracioso que dormía con sus gatos en el mismo sofá en que esas chicas se sacaban fotos, ponía música deprimente y tenía precios accesibles.

La conversación empezó ligera, se centró en música y cine principalmente, después en animales y aliens, en algún momento Sanji quiso sacar la polaroid para enseñarle fotografías de lo que describió como muchas cosas que llamaron mi atención y no tuve corazón para ignorar, solo para darse cuenta que había dejado la mochila en el restaurant de Zeff.

—Cuando te conocí estabas bebiendo—dijo Zoro levantando su vaso rojo sobre sus labios, presentación que le recordaba a las fraternidades del instituto. Era vodka, y probablemente no debía de hacer combinaciones alcohólicas, pero su hígado resistía a todo. Por fortuna Sanji seguía cómodo con la cerveza. —Estabas tan absorto en ti que estoy seguro que ni siquiera me notaste.

—Y aun así pase una noche en tu casa. —respondió travieso.

—Es una mierda tan extraña si lo piensas así.

—Es gracioso, Roronoa, muy gracioso. —deslizo su lengua y apoyo su codo en la mesa, Zoro trago en seco, jamás iba a acostumbrarse a los labios carnosos de Sanji curvándose de esa forma para decir su apellido, mucho menos al brillo descarado de sus ojos.

—Lo sé, Vinsmoke. —sonrió con falso aburrimiento. Eso era maldito coqueteo lo viera por donde lo viera. —Hiciste un desastre en mi casa.

Sus ojos azules se ennegrecieron. —Pague todo al hacer el desayuno.

—Engreído. —Zoro sonrió empinando su vaso.

Sanji se levantó, su piel se marcaba con las diferentes entonaciones de luz, dio un paso pequeño, moviéndose con su involuntaria elegancia y estuvo plantado frente a él e inclinándose para quedar a la altura sus ojos, ojos que se ampliaron cuando le quito su vaso rojo y lo empino contra sus labios, bebiéndose casi todo el vodka de un trago.

—Trato de ocultar ese defecto. Mira atrás de ti. —Sanji señalo a dos chicas hermosas. Zoro hizo caso. —¿Qué crees que aquellas señoritas miran?

—Nuestra mesa.

—A ti, la razón es que les atrae el aura de un hombre misterioso y melancólico, es... —jugo con su pelo. —Excitante. Pero yo conozco más que tu fachada, he visto al hombre estúpido que le grita al microondas y camina en feas bermudas o se pierde en una línea recta. Dime engreído, pero no estoy hecho para ser un juego previo. —Sanji sonrió, no sabía de donde había sacado esa confianza o que acaso la pudiera tener.

El policía se movió contra su silla, sintiendo una punzada eléctrica en la ingle, y antes de que Sanji pasara el vodka a su garganta, ahueco su fría mano en el mentón de Zoro y deslizo el alcohol por la propia boca del moreno, el rubio ahogo un gemido cuando la mano de Zoro encontró su cadera y lo atrajo más cerca, sus lenguas se entremezclaron con languidez, su suspiro fue algo que Zoro tomo como un estímulo, sus narices se tocaron y mordió su labio mientras metía la mano dentro de su playera, riéndose con una fuerte carcajada cuando vio el estampado de esta.

— ¿Los Looney Toons? Mierda, eres raro.

—Siempre me gusto Taz. —Sanji lo miro con seriedad capaz de hacerlo estremecerse, regreso a su lugar, tomo un cacahuate y lo puso en su lengua, después lo mordió y cruzo las piernas con petulancia, él se veía...arrogante, y lo peor de todo era que Zoro realmente quería tejer los dedos en su cabello y regresarlo a su lado.

Después de un buen número de latas apiladas de cervezas internacionales el rubio tenía problemas con las palabras y la risa, Zoro le dio una última mirada a Sanji que estaba aplastando manís con el dedo y fue al baño a vaciar la vejiga.

Se tallo la cara, un tipo lo empujo para correr hacia la letrina a vomitar, Zoro se sintió mareado, pero el sonido del fondo con vituperios y maldiciones lo hizo abrir los ojos, y entonces el ciclo en espiral comenzó.

De nuevo.

Esos ojos cafés estaban sobre él, la vio del brazo de un gigantesco hombre calvo que se acercaba a su rostro y metía su asquerosa lengua en su oído mientras ella se reía con una carcajada gutural y profunda que parecía no venir de su delgado cuerpo; no al menos por algo humano.

Estaba rodeada de otras mujeres y hombres, pero nadie se enfocaba en ella, su cualidad jamás había sido resaltar, era un ratón de biblioteca. El hombre jugaba con su pelo y ella asentía a lo que decía riéndose con él y acariciando sus nudillos sinuosamente, pero su boca se abrió en un suave rictus hacia Zoro pidiéndole por su intervención.

Fue como un subidón de metanfetamina en su sistema.

No se trata de hacerse el héroe, No puedes ser tan hijo de puta mientas Sanji está ahí, Ella está pidiendo por ti, no vas a dejarla sola, rogó en su cabeza por un poco de sensatez segundos antes de que sus extremidades lo engañaran y lo movieran como un troll enojado en medio del humo de colores y la muchedumbre, hasta que se encontró metido en un nido de golpes y peste, alguien le pateo el estómago, también lo tomaron del cuello y lo tiraron al suelo, cayo mirando el techo y los reflectores de luces de colores dilataban sus pupilas, parecía que en algún momento tendría un ataque epiléptico, por lo que se río, sentía que era un circuito descompuesto que prendía y apagaba mientras lo llenaban de puñetazos y Supermassive Black Hole de Muse estaba a todo volumen para cubrir su patética diatriba, y el ritmo no le daba adrenalina, solo le daba una canción de fondo a su miseria que iba a volverlo loco.

Escucho a Tashigi gritar su nombre desesperada, sincronizándose con la risa ebria de Sanji algunas mesas atrás.

Se levantó de nuevo y como un soldado en una misión suicida arrojo golpes y hundió sus nudillos en carne como si estuviera programado para hacerlo hasta que termino encima del mismo hombre golpeándolo sin intención de detenerse.

—¿Qué te pasa, viejo? ¡Ella viene conmigo!

—¡No la vuelvas a tocar!

Sintió algo pegajoso en sus puños, estaba convirtiendo su cara en una masa de sangre y coágulos. Y se sentía genial porque un Sanji totalmente azul estaba a su izquierda alentándolo mientras una Tashigi roja chillaba de emoción junto a él. Estaba alucinando y no estaba bien.

Alguien lo separo.

Tash trataba de ir hacia él, pero la gente atiborrada no se lo permitía. — ¡Soy su esposa! —los empujo. —Joder soy su esposa, a un lado, quítense.

Se las arregló para apartar a un grupo de gente y tomarlo de las mejillas.

— ¿Estás bien? —pregunto frenética, él podía ver su imagen distorsionándose, se quedó aturdido porque todo el panorama parecía tener un efecto sepia pero sus gafas seguían siendo morbosamente rojas. —Zoro, ¿¡Estas bien?!

Aparto su mano sin importarle ser rudo y giro la cara buscando su mesa, pero no vio a Sanji. Al menos no al Sanji con él que venía, solo a Sanji azul riéndose en su cara. ¿Cuánto había bebido para imaginarse esas cosas?

—Zoro, estas sangrando, déjame ayudarte. —ella volteo su cara una vez más para que la mirara. — ¡No seas terco maldición!

Sanji azul le dio billetes a Tashigi roja, ellos estaban... ¿apostando?

«—Te dije que era un idiota.

«—Y ahora soy veinte dólares más pobre. —Sanji azul pateo una lata.

— ¡Cállense! —bramo enojado.

—Zoro, gracias. —Tashigi contorneo los huesos de su cara con sus dedos. — ¿Cómo te sientes?, eran muchos, y...—sus labios estaban tan cerca que podía oler su aliento.

— ¡Estoy bien, solo cállate! —le grito crudamente causando que nadie les quitara los ojos de encima. —Vete a casa Tashigi. —gruño alejándose, ella seguía replicando y llamando a su nombre hasta que una de sus amigas pidió un taxi y la metió a la fuerza al carro.

Estuvo minutos sentado en la escalera, alguien le acerco un vaso de Tequila que quemo su garganta y lo hizo toser, sentía que su cuerpo estaba en ebullición y lo calcinaría, se levantó y fue de nuevo al baño tallando sus manos en el lavamanos. Regreso buscando a Sanji por todos lados cuando comprendió que su única opción era recurrir al tipo de la barra.

— ¿Viste a donde fue el chico que estaba conmigo? Es rubio y tiene más o menos tu estatura.

El bartender tenía una desagradable pinta de dandi y apestaba a loción barata, hundió los hombros y siguió agitando su vaso con indiferencia. —Veo mucha gente aquí a diario amigo, no puedo recordar.

Zoro saco un puñado de billetes y lo golpeo en el pecho con ellos, solo entonces le sonrió como tiburón.

— ¿El de los converse rojos y la cara pálida a lo zombi?, si no me equivoco le recomendé algo de vitamina b, no pago las bebidas ni tampoco dejo propina, ya recordé quien es, pero aún no recuerdo a donde fue.

Zoro le arrojo la billetera furioso, al menos había dejado sus tarjetas en casa, el tipo la atrapo con habilidad, dentro estaba toda su paga pero no podía importarle menos.

—No tienes que ser tan agresivo. —lo señalo con el dedo. —Mi trabajo aquí es alcoholizar a pobres diablos para ganar el sueldo mínimo y mantener mi departamento que por cierto huele a pesticida. ¿Y sabes qué recibo al llegar? A mi novia llamándome “inútil bueno para nada”. Ella es taaan perra.

— ¿Dónde mierda está el chico? — el moreno apretó la quijada y se acercó peligrosamente a su cara, sin embargo, el hombre no dejo de sonreír de la misma forma acartonada y fabricada.

—Seguro que tu hermanito menor está en el cofre de una camioneta rumbo a Miami ahora. —exclamo cantando, pero la expresión del tipo de cabello verde lo hizo rezongar. —Está bien amigo, veo que eres de pocas palabras, el rubio se fue hacia el estacionamiento con una de esas lacras del sur que vienen aquí solamente a hacer payasadas con sus motocicletas y dejar nuestras calles llenas de basura.

Zoro le lanzo una última mirada, y solo cuando ya estaba cruzando las divisiones es que se preguntó si debería regresar y romperle el tabique de la nariz, pero negó frenéticamente, caminando apurado hacia el estacionamiento, entonces no fue necesario hacer ninguna búsqueda.

Los tenis rojos de Sanji estaban moliéndose encima de las costillas de un hombre con chaleco de mezclilla y una pañoleta naranja en su frente, el rubio estaba furioso pateándolo y temblando, su mirada estaba perdida, Zoro nunca lo había visto así. Antes de que pudiera llegar a él, dejo al hombre solo para ir hasta su Harley Davidson y volcarla en el suelo arruinado su pintura. Por un instante pensó que era Sanji azul, pero la alucinación se había largado.

— ¡Vuelve a intentarlo estúpido cerdo aprovechado! —vocifero pisando los espejos laterales.

— ¿Qué demonios? ¡Sanji! —Zoro corrió hacia el rubio y lo atrapo entre sus brazos para detenerlo.

— ¡No te metas en esto Zoro! ¡Esto es entre el cerdo y yo! —grito encolerizado dándole más patadas a la moto.

—Maldito lunático y aparte de todo mentiroso. ¡Espero que sepas lo que se le hacía a la gente antes por mentir! —El hombre se levantó con mucha dificultad. — ¡Yo solo le ofrecí prenderle el cigarro y él exploto! ¡Como si quisiera algo con un adolescente con cara de muerto! ¡Por favor, la necrofilia no es lo mío!

— ¡Eres un animal! —Sanji bramo.

Zoro lo empujo contra el cofre de uno de los carros para coaccionarlo colocando el antebrazo debajo de su mandíbula. —No te muevas de aquí.

El motociclista se agarró el estómago y lanzo un improperio.

— ¡Solo mira como dejo mi Harley! —Zoro giro los ojos hacia él, no había soltado a Sanji aún. —Gracias al cielo llegaste para calmarlo, hombre, pensé que ese chiflado iba a matarme.

Zoro no lo dejo quejarse más y estampo su cara en el pavimento y se agacho para seguir haciéndolo, dudaba dejarle una contusión grave, Sanji se sentó en el suelo con la barbilla en las rodillas, estaba respirando con mucha rapidez y Zoro no estaba seguro si estaba teniendo un ataque de pánico o no.

Se acercó a él y le tomo la cara de la misma manera en que Tashigi había hecho con él y aunque no quisiera, no pensar en el paralelismo de la situación era imposible.

— ¿Estás bien? ¿Sanji?, ¿Puedes decirme que paso?

El rubio aparto sus manos. — ¿En dónde demonios estabas metido?  —le pregunto enojado, seguía arrastrando las palabras de la misma forma en que lo hacía cuando estaban bebiendo, sus mejillas estaban rojas de la exaltación y tenía un poco de sudor. Dejo caer la cara en su pecho y solo se dejó de mover.

.

.

.

Su habitación era el lugar más extraño del planeta, ponerse la ropa de dormir dándose la espalda parecía una ridícula broma, Katakuri podía sentir a Ichiji moverse como un fantasma y dejando fría estática cerca de su piel cada que pasaba, su estela estaba dispersa en el aire, y, sin embargo; todo era igual en el cuarto como si Ichiji no se hubiera aventurado a mover nada.

Al estar listos para recostarse sobre la cama se miraron frente a frente como dos extraños tratando de buscar algo conocido, mantenían una distancia lo suficiente prudente.

—Lo siento. —Katakuri lo miro directo a sus orbes ennegrecidos. —Lo digo por la forma en que creo que abro tus ojos, no quiero que pienses que deseo que veas lo mismo que yo, es decir, quiero, pero también sé que tienes tu criterio.

—No importa.

—Sin embargo, no me arrepiento de lo que hice con Lucci.

—Lo sé.

—No tengo remordimientos, lo volvería a hacer.

—Lo sé. —Ichiji bajo la mirada hacia sus nudillos, cubiertos por un tono azul oscuro ahora que las costras de sangre se habían caído. —Eso explica tantas cosas, vas por ahí, golpeando como un cavernícola a todo aquel que te intenta provocar. Tus manos nunca van a mejorar Katakuri.

—Pueden hablar de mí lo que quieran. —murmuro cual niño malhumorado. —Pero si se meten contigo entonces no puedo evitarlo.

Ichiji no sabía cómo responder a eso, se quedó callado unos segundos.

— ¿Cómo imaginaste que sería esto?

—Pensando en ti solo como un negocio, apartándote, tal vez cosificándote; pensé que estaba ayudándote. Solo soportándote y pensando en ti como una obligación que tendría que aguantar un tiempo y después botar. —Katakuri no se molestó en endulzar sus palabras. —Después de pagarte, tu vida no sería más mi problema.

— ¿Qué es lo que haces ahora? ¿Seducir al chico idiota para asegurar su silencio? —Ichiji lo miro con ojos curiosos, arrugando en sus dedos la seda de un profundo morado de sus sabanas, se veía tan...pálido a su contraste.

—No lo sé, escucha; no tienes que irte, no si no lo quieres. A estas alturas creo que ya me he engañado demasiado.

Ichiji frunció el ceño, estaba emprendiendo el camino desde los pies de Katakuri, arrastrándose por su cuerpo y haciéndolo seguir el movimiento balanceado de sus hombros hasta montarse encima de él, primero sostuvo el dosel de la cabecera para equilibrarse, entonces se acomodó a horcajadas solo un poco más abajo de su estómago y puso las palmas a ambos lados de su cabeza.

Katakuri no mostró nada cuando lo hizo, Ichiji se inclinó mirándolo directamente a la cara, tan cerca que la caída de su cabello le rozaba la nariz.

—He dicho cosas horribles de ti.

—No me importa.

—Siempre actuó en contra de ti

—No me importa.

Y lejos a estar satisfecho, paso lo contrario: —¡No tienes el derecho a hacer esto!, a actuar como si...me quisieras. —eran las palabras más extrañas que había pronunciado.

—Es difícil de creer, ¿no es cierto?, pero te aseguro, tampoco me importa si tengo el derecho de decirlo o no, no necesito tu aprobación.

—Me gustaría creerte y ceder, pero no puedo cuando a estas alturas quererme es lo más conveniente para ti ahora que yo reclamo lo que me toca más allá de esa cantidad "benevolente" que ofreciste para mí por hacerme irme más rápido. Cuando no lo hacía, todo estaba bien. He tenido suficientes oportunidades para darme cuenta que el cariño al que aspiro siempre tiene algo para hacerme desconfiar. Mi padre, al principio mis hermanos, aunque eso sí fue mi culpa, Lucci.

—Y yo. —Katakuri finalizo. — ¿Quieres saber a cuánto estoy dispuesto a renunciar por ti? —se rio débilmente. —Ichiji, el precio más alto vendrá cuando al fin tenga el valor de renunciar a ti.

—Lucci lo dijo, soy un puerto de pasada, soy pasajero.

Katakuri lo volteo drásticamente tirándolo al colchón de forma en que su pecho quedara contra la seda, se puso encima de él y fue hasta el lóbulo de su oreja: —Lucci es un idiota, pero ¿cómo voy a esperar que no le creas cuando hasta ahora solo has hecho lo contrario?

Se enderezo recargando la espalda en la cabecera y perdiendo la vista en el techo.

—Mis sentimientos no son puros, son abrasivos, y sé qué lo seguirán siendo hasta que aceptes que lo que hice es algo que no puedo resarcir. Yo quebraré tu corazón, pero nunca lo suficiente para romperlo por completo, solo me asegurare de entumecerlo, y te decepcionaré algunas veces más hasta que reconozcas esto, y tú te comerás el mío como una piraña hasta que sientas que es un pago digno por la forma en que te trate cuando viniste hacia mí.

—Me rechazaste tantas veces. —Ichiji siseo las palabras, reincorporándose.

—Lo sé, lo recuerdo.

— ¿Cómo voy a saber que es suficiente?

—Hasta que la granada explote en tu cara y el daño sea irreversible. —se levantó agarrando una de las cobijas.

— ¿A dónde vas? —Ichiji susurro utilizando la máscara de aburrimiento.

— ¿Realmente quieres que me quede?

Lo vio titubear, era evidente que tenía duda.

—Iré a mi oficina, sabes que en realidad no puedo quedarme aquí, esa es la razón por la que siempre renegamos tener sexo en una cama después de...de que fui un imbécil, ¿sí?, este lugar es solamente para la gente que está dispuesta a despertar junta. Y tú aun no lo estas. Estas alerta de mí, esperas que te dé más razones para odiarme porque no puedes aceptar las que te doy para hacerlo menos.

Ichiji imito su posición anterior, pegando la espalda en la cabecera, solo que recargo el mentón en su rodilla flexionada. —Tus hermanas están aquí, y no hace falta recalcar que una de ellas parece adorar que su arsenal contra mí crezca, si te vas de aquí, así…

—Tranquilo, Flampe no va a preguntar y si lo hace sabremos mentir, eso nos sale bien a ti y a mí. Pero me estoy agotando, no por los motivos que tú crees, jamás seria por eso, para mi tú no eres un puerto.

—Fingir que me amas es un método desesperado, Katakuri.

—Buenas noches, Ichiji.

.

.

—Siento que hay un chimpancé tocando conga en mi cabeza. —Sanji abrió la puerta de la azotea y se recargo unos instantes en ella, su voz estaba rasposa, vio a Zoro sentado en el suelo mirando el anuncio publicitario de luces neón sobre calzado que estaba a unas calles de su edificio. Todo estaba tan oscuro ya. —No estoy ebrio, solo sentí la...adrenalina, ¿de acuerdo?, no hablemos más de eso.

—Si hablaremos más de eso. —volteo a mirarlo duramente. — ¿Qué mierda sucedió?

El rubio se encogió en su chamarra, hacia frio. —Lo escuchaste, cerdo me ofreció prenderme un cigarro y yo me puse histérico ya que estoy loco. —fingió demencia.

—No uses tus bromas en estos momentos. — Zoro estaba molesto.

Sanji encogió los hombros de forma simple y comenzó a hacer círculos con su cigarro infantilmente, desesperando a Zoro quien se lo arranco de los labios y lo lanzo lejos.

—Realmente me asustaste— miro su rostro.

—No exageres. —volteo los ojos.

Zoro lo tomo de la camisa, arrugando sus dedos en ella y cuando jaloneo el cuello redondo de la prenda fue que pudo notar una cosa con la forma de una horrible mordida que estaba amoratando la piel, la presión de los dientes estaba marcada en ese cardenal con fuerza y estaba tan inflamada, que sobresalía como una diminuta montaña en suelo liso, era simplemente enfermo, sus parpados se abrieron de golpe.

Sanji vio una expresión ilegible en Zoro antes de que se levantara a trompicones y se flexionara en el balcón para vomitar sin importarle el piso en que estaban.

Él no se movió ni dijo nada por un largo momento hasta estar seguro de que las náuseas eran controlables, se limpió la boca con el dorso de su mano y avanzo hasta la puerta, Sanji podía sentir su aura destructiva.

— ¿A dónde crees que vas?

—De vuelta al bar, al estacionamiento, a la pista a buscarlo ¡no se!

— ¡No actúes infantil! ¡Ya se ha ido! —él seguía avanzando. —Zoro escúchame. —jalo fuertemente su brazo. — ¡Zoro!

—Es fácil Sanji, él te toco y yo voy a poner mi puño dentro de su boca hasta que se ahogue y le revienten los pulmones, así que por favor hazte a un lado y deja de entrometerte en mis asuntos.

Él era jodidamente aterrador, y como muro humano, Sanji bloqueo la puerta y lo miro con decisión. —¿Cómo vas a apartarme?, ¿Quieres empujarme?, si no me quitó, ¿vas a golpearme?

—¡Claro que no! —Zoro apretó la mandíbula y los puños, se sentía inútil e impotente. — ¿Por qué no me dijiste nada en ese momento?

—Por qué me encargue yo mismo y tú lo hubieras jodido de verdad, estampaste su cabeza, ya está, fue todo.

El moreno respiro profusamente y Sanji supo que no iba a dejar de preguntar, así que comenzó a hablar buscando camuflar su voz con todo el aburrimiento que pudiera usar:

—Él se acercó por atrás mientras yo estaba sentado, y como todo un idiota pensé que eras tú, me envolvió con sus brazos y puso la boca en mi cuello. Después, simple y sencillamente, solo me mordió. — resumió la historia lo más prudente posible y lo menos controversial que pudo. — ¿Crees que sea radiactivo? ¿Y si ahora tengo rabia?

—Tenemos que ir a revisarte eso.

—Podría ser divertido, piénsalo, a Spidey lo mordió una araña y los dos sabemos lo que puede hacer, a mí me mordió una paria social, así que tal vez mañana viva en un remolque fumando hierba y haciendo grafitis sobre penes en las casas de los vecinos, podría empezar en la de Marco y Ace...

—Tienes que estar realmente tan lastimado de aquí. —Zoro señalo sin ganas su pecho. —Para haber crecido tan evitativo, para pasar de esta forma de las cosas, tienes problemas.

Sanji vio a Zoro sentarse en el suelo y tocarse el temple, solo entonces se dio cuenta de que estaba lleno de golpes, pero no recordaba ver a cerdo haciéndole algo, aunque probablemente había estado tan ansioso e intoxicado —por lo menos a medida—, que su testimonio no era confiable.

— ¿Fue cerdo? —Sanji le preguntó mordiéndose el labio con timidez, sin contestar las palabras anteriores.

—Solo me arrepiento de no haberle dejado una contusión irreversible a ese despojo humano, y no, no fue él. — ya que le pisoteaste las costillas.

— ¿Entonces?...

—Lo siento. —Zoro susurro con debilidad, apretaba los puños.

Sanji parpadeo, poniéndose de rodillas a lado de él. —No fue tu culpa, en dado caso de que fuera de alguien, es de cerdo, no tuya.

— ¡Si lo fue!, te dejé allí de forma imprudente incluso sabiendo que habías bebido, te expuse a peores cosas.

—No digas tonterías. —se acercó a mirarlo, tomando sus manos sobre las suyas para ahuecar sus nudillos, estaban hinchados y ennegrecidos, los miro con pena. —Dios, tus manos están horribles.

—Estaba con ella. —Sanji abrió enormemente los ojos y Zoro tomo su brazo, explicándole lo que había sucedido. —No tenía idea de que Tashigi estaría en ese lugar, solo la vi y…Había un tipo y yo no podía dejarla en esa situación. No hubiera podido hacerlo jamás. No sabía que tú, no sabía que no había nadie para ti.

—Está bien. —el rubio respondió en un tartamudeo, tratando de elucubrar todo lo que había pasado. —Hiciste lo que tenías que hacer, es una mujer, claro que tenías que ir, yo lo habría hecho, te odiarías de no hacerlo, se quién eres.

Él no contesto.

Sanji jadeo cuando el moreno agarro la parte de atrás de su cabeza y lo jalo para acomodarlo en la curva de su cuello. —Lo siento. —le susurro rodeando su espalda y abrazándolo, Sanji devolvió el abrazo tan fuerte que aplasto sus costillas.

—Mierda—Zoro gruño sobre su clavícula y Sanji sentía espasmos en su cuerpo al menos hasta que Zoro se pegó a su frente y la beso, eran solo un nudo de miembros tratando de protegerse del frio, pero si se acercaban mucho, los golpes dolían.

Se levantaron al mismo tiempo y los agujeros de todas las púas que se habían encajado cobraron forma.

 

 

 

Notas finales:

Notas de Autor:

Lo único que tengo que decir es: Gracias de verdad a todos ustedes por leer y estar aquí, definitivamente gracias. 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).