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Sentimientos por contrato por AcidRain9

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Capítulo 28:

Feliz día de los miserables: Demonios en bolitas de chocolate, berenjenas hervidas, monstruos protegiéndose en armarios y chicos azules.

No walls can keep me protected
No sleep
Nothing in between me and the rain
And you can't save me now
I'm in the grip of a hurricane
I'm gonna blow myself away

I'm going out
I'm gonna drink myself to death
And in the crowd
I see you with someone else
I brace myself
'Cause I know it's going to hurt
But I like to think at least things can't get any worse

Hurricane Drunk; Florence and the Machine

Todos estaban enfocados en solo sostenerse las miradas, esperando que el silencio del otro despotricara sobre la tensión que habían creado entre esas paredes aislantes. Crocrodile fue el primero en empezar a hablar fluidamente, explayándose y moviendo su mano elegantemente a la par en que se dilucidaba con su tono que sentaba muy en claro que no iba a dejarse interrumpir. Katakuri tenía una expresión plana y casi sulfurante, fijo los ojos en la cadena plateada en el cuello de su hermano. Ellos también tenían un abogado, uno que no despegaba ni un solo segundo la maldita lupa de su ojo.

Y después concentro su mirada en Daifuku, quién había hecho su aparición después de tanto tiempo sin ni siquiera presentarse a Whole Cake por lo menos para decir Hola.

Había ganado peso, su barriga estaba abultándose al grado que el pequeño botón dorado de su saco tweed iría a soltarse pronto. Perdió completamente el cabello y se puso un diente de oro que estaba perfectamente incomodando la visión periférica de Katakuri aun cuando él nunca se metía con los trabajos bucales de la gente. Y al igual que ese diente, muchas cosas estaban incomodando a Katakuri en el transcurso de su día, sobretodo la preocupación de Paulie por la inesperada y sorpresiva renuncia de su amigo de años, Lucci.

Y la niebla contaminante y excesiva de los edificios industriales que se vislumbraba desde el cristal panorámico de su oficina. Alguien podría haber empezado a bromear sobre la forma en que el dióxido de carbono los mataría algún día y no le habría interesado. El pico de un ave negra se estrelló contra el vidrio y el animal se desplomo y probablemente cayó. Y murió. Todo ante sus ojos. Pero claro que a nadie le importo de todos modos.

—Me cuesta creer que sean tan egoístas. —Oven dijo extremadamente serio. Pero no estaba refiriéndose al ave, pues el bienestar animal le importaba básicamente, un rábano. —Y hayan pactado en esta diatriba de ponerlo a él. —le señalo toscamente y empezó a hacer acusaciones tacitas. —Como la cabeza de todo y hacer de nosotros solo sus huestes desechables. Eso no es un trabajo equilibrado ni conjunto. Es ser títeres, mantenerse en completo vilo.

—...Esto no es una decisión precipitada. Fue discutido con premeditación. —Crocodile empezó a señalar un montículo de hojas. —Si quieres analizar esto, adelante, pero el resultado y también respaldado por los demás accionistas es el mismo: Katakuri es oficialmente director general.

—Pensé que no tenían ningún problema con salir, están tomando su dinero, para hacer más dinero, él los remunero de una forma excesivamente regocijante para ustedes — Smoothie respiro frustradamente, apoyo los codos en la superficie de la larga mesa de la sala de juntas y le lanzo una mirada intensa. —No hables de trabajo en conjunto cuando básicamente estas metido entre furcias y vicios todo el tiempo delegándonos la peor parte. —sus ojos giraron a Daifuku. —Y a ti al menos te agradezco tu decencia de no hablar.  

—Déjame explicarte algo mi preciosa hermana, Katakuri prácticamente nos chantajeo, y nos dio algo que no quería: Las cenizas de su padre espolvoreadas en un mastodóntico fideicomiso.

—Que te recuerdo, aceptaron. —Perospero exhalo aros de humo. —Daifuku, escuche que tienes la mirada bien puesta en el alquiler de yates. ¿Tienes pensado armar una flota de barcos de lujo o qué? —levanto una ceja cizañeramente.

Stussy toco la puerta suavemente, y con rigidez entro a la sala, recogiendo la carpeta de cuero en la que estaba registrada la auditoria mensual de W.Cake ; se recargo en el alféizar preguntándole con sus ojos azules a Katakuri y Crocrodile si requerían algo más. Ellos hicieron una negación así que salió dejando atrás el taconeo de sus zapatillas y a la incómoda élite de hermanos dentro.

— ¡Oh Dios mío, Oven! — Smoothie empezó a frotarse la frente compulsivamente. —Tú sabes el significado exacto de un chantaje. Lleven esto por la paz, y ahora que tienen todo lo que no merecen, dedíquense a invertir. Si Katakuri quiere seguirán aquí, pero no influenciaran ninguna decisión más. ¿Te parece poco el haber querido quitar del convenio los transportes de Umit? A nadie aquí le agrada ese hombre, pero no estamos en esto para socializar, y estamos aquí, ahora, para tratar los malos manejos en la junta.

— ¡Justifique mi puta causa! — Oven paso la mano por su sucia barba mientras su pie revotaba su rodilla arriba y abajo. —No es como si estuviera tratando que la empresa se viniera abajo o algo así.

—La democracia no siempre está a favor de uno. —Perospero fumo más rápido.

—Katakuri es el que está lavandole la cabeza a todos. —busco frenéticamente la botella de whisky, seguía quieta en el estante de la esquina. ¿Por qué nadie la había abierto aún? Eran unos pendejos. —Y si nuestra madre estuviera aquí, interesada en esto como antes, ella se daría cuenta.

—Esta vieja, por eso somos sus parapetos ahora. Lo social es lo suyo, moverse de un lado a otro como la reina de Inglaterra. —Daifuku bufo con la voz demasiado ronca.

—No fue capaz de ver como tu cerebro comenzaba a burbujear ansioso por un vaso de whisky. —Katakuri miro la misma botella. Se dio cuenta de que había provocado a Oven por como él empezó a apretar los dientes ruidosamente.

Suspiro, probablemente debería de dejar a Smoothie y su paciencia adelante, esa mujer era lo más sutil que tenían para mantener a ese par en raya.

—No hablemos de sedantes, porque voy a mencionar el tuyo. —Oven escupió.

Katakuri se levantó, puso las palmas sobre la parte de la mesa que le correspondía a su hermano. No iba soportar meter a su caprichoso y desquiciado esposo en esto. Su pose era estoica y altiva. —Agarra el bolígrafo y firma el papel. No hay otra posibilidad. Estas encerrado. Y tienes el dinero de Kaido, tal y como acordamos, y así pudieras regurgitar para traer de vuelta la fracción que quemaste a tiempo récord como si llevaras años residiendo en Dubái, ya no habría nada que hacer. —regreso a su asiento. Nadie quería pinchar la vena de la penalización, y Crocrodile estaba básicamente, siendo petulante y malicioso esperando a que Katakuri lo mandara a por sus cabezas de una vez por todas. —Ustedes pueden ser reacomodados de acuerdo al departamento más adaptable según sus capacidades. Ya escucharon a Smoothie. Nadie aquí confía en dejarlos seguir su juicio, pero si la ofensa es mucha y no quieren. —Sacudió sus manos. —La puerta es demasiado grande y pueden irse cuando quieran.

Siguieron hablando de leyes, estadísticos y marañas. —Entonces..., El magnánimo Katakuri plantara la cara por todos los Charlotte, se encargara de todo flujo y futuro de ahora en adelante. Excelente, él a la cima de nuestra trasnacional. —Oven empezó a aplastar la arruga de su frente y gruño una palabra altisonante.

—No sé por qué te extraña, todos hemos reconocido su trabajo a lo largo de los años. Para nosotros. —Smoothie se señaló a sí misma y a Perospero. —No es ninguna causa de alarma. Tiene poder legal en sus acciones, y lamento la honestidad, pero no podemos dejar de pensar que es lo más prudente. — entrelazo sus manos. —Solo es cuestión de firmar los acuerdos. Y no pueden apelar. Ahora señores, empecemos con los detalles menores.

— ¡Hijo de...!. —se levantó abruptamente lanzando al suelo un engargolado.

—Siéntate y cállate. — Katakuri lo miro fijamente.

Smoothie confirmo lo que ya sabía; Oven era volátil e imprudente, Katakuri calculaba, él emprendía un tipo de juego de poder en el que la estrategia iba por delante del musculo, después los combinaba y ponderaba. Crocrodile extendió los membretes, y esa era la hora final.

Katakuri firmó el papeleo, Oven también firmo, Daifuku firmo, Perospero, Smoothie y todo implicado posible.

Katakuri se dio cuenta como entonces, él había avanzado un paso y los había dejado a todos atrás.

Pero la victoria sabia amarga. No era emocionante. Solo era un día cualquiera. Y Katakuri un nómada límbico.

.

.

.

Katakuri se quedó estático, otra vez perdido en los edificios. Sintió un beso estallar contra su mejilla y el pintalabios rosa de Stussy sobre su piel. —Es emocionante, ¿no? —se paró a su lado arreglando las arrugas de su entallada falda de tubo mientras se inspeccionaba en el cristal, tan hermosa y curvilínea. —Tenemos que anunciarlo cuanto antes, podemos hacer una reunión. ¿O una rueda de prensa, tal vez? Marcar algunos números y whoala. —llevo su fino dedo a su mentón. —Algo grande y elegante. Yo puedo encargarme.

—No haremos nada Stussy.

— ¡No seas modesto! —sus ojos maquillados gatunamente lo observaron fijamente. Hombre pétreo y enorme. Sin un traje elaborado como el resto. Usando la bufanda ya adherida a él, pantalones negros, una camisa negra con las mangas arremangadas que lo hacía verse fuerte...y suyo, una vez fue suyo. —Tus hermanos labraron su propio futuro y sus decisiones repercutieron en más gente. Esto merece ser grande y cariño, los dos sabemos que yo soy la mejor organizadora. —sonrió ufanamente pensando en que vestido combinar. El esmeralda la hacía ver escultural y distinguida. El rojo la hacía lucir astuta y esplendida, el rojo combinaba con los ojos de Katakuri. —Por lo mientras podemos ir al bar, escuche sobre El bastardo de hierro, es un nombre interesante para un trago. También atrevido. —mordió la punta de su uña insinuantemente. —No culpes mi entusiasmo, me emociona. ¡Me emociona y me estremece mirarte!

—Prefiero que no lo hagas, no organizaremos nada, y también voy a declinar tu oferta. —miro sin interés el cielo, todo se sentía verdaderamente monótono y gris. —No hay nada que merezca ser festejado.

Stussy dejo salir una risita de su interior, su pecho se agito seductoramente al hacerlo y agarro su brazo, observando el mismo paisaje que él. —Rojo está bien.

Solo insoportable levedad del ser.

;...;

—Puedo hacer esto yo solo. —Sanji siseo cuando Ace pasó el desinfectante en su cuello, esa cosa iba a manchar su ropa. Y el sonido de sus guantes de látex solo lo estresaba.

—Cállate, ¿quieres? —Le pidió frunciendo el entrecejo. Shanks salió de la habitación de Zoro y resoplo, los ojos oscuros de Portgas lo siguieron preguntándole el resultado.

Sanji que estaba sentado en un alto taburete balanceo las piernas, llevaba puesta una camisa de gasa blanca con mangas acampanadas que Shanks le había entregado. — ¿Esta cosa es artesanal? —pregunto distraídamente hacia los dos hombres, pero estos lo ignoraron.

—Lo conoces, sabes cómo se pone, me ha respondido a todo con monosílabas y gruñidos, no puedo hablar con él sin tener ganas de ahorcarlo. —Shanks se acercó otra vez a la puerta apropósito, se veía enojado. — ¡Es una piedra como Mihawk! —despeino su cabello indómito. —Nada bueno se le pudo contagiar de mí, solo lo alcohólico.

Sanji se estremeció por el contacto del algodón en su maltrecha piel. —Yo tampoco lo entiendo, ha estado insoportable desde ayer y me ha obligado y prácticamente arrastrado para ir al médico valiéndole absolutamente que estamos en un país libre. Yo no le digo que cereal comprar o por quien votar, debería dejarme en paz.

—Sanji por favor, te pido de verdad que te calles. —Shanks froto el puente de su nariz. —Se te va a quitar la gracia cuando se te infecte. Una mordida humana es incluso más grave que una animal, no sabes los microbios que pudieron tener esos dientes o las enfermedades graves de las que pudiste haberte contagiado. —Shanks se tumbó en el sillón. —Tienes que estar realmente enfermo para hacer una cosa así. —se refirió a cerdo. — ¿Pusieron una denuncia ya?

— ¿Tú crees qué no?, te lo dije, tu hijo está siendo insoportable, mientras que simultáneamente ustedes me tratan como a un minusválido.

El intercomunicador empezó a sonar y tanto Shanks como Ace se miraron al unísono.

— ¿Qué está pasando? —Sanji pregunto cautelosamente mientras Shanks se asomaba a la puerta y se hacía a un lado para dejar pasar a las dos últimas personas en el mundo a las que probablemente deseaba ver.

—Drizella y Anastasia vinieron a ver a Cenicienta antes de su zombificación. —era la voz de Niji.

— ¡Ace! —Sanji dijo molesto.

Niji y Yonji se pararon en una esquina recelosos de si moverse o no, hasta que el cuatrillizo azul simplemente lo hizo y se acercó a él. —Deja el drama, tu amigo fue el que llamo al Baratie, no le avisamos a Zeff, tampoco a Rei pero puedo oprimir la tecla de llamada instantánea y los tendrás aquí en menos de veinte minutos. Tú eliges.

—Ese no es el punto, no soy ningún animal en exhibición.

—Se está poniendo amarillo. —Niji silbo alzando su ceja inquisitivamente. — ¿Realmente no es grave? —trato de tocar la zona con un dedo. — ¿Te duele mucho, San? — Ni siquiera había sido un tono sardónico, en cambio era pacífico y neutral. —Al menos no necesitas sutura.

—No es grave pero va a tener un cardenal incomodo por un tiempo. —Ace respondió atrapando su mano antes de que hiciera contacto con las marcas.

—Oh, no te preocupes por eso, hemos aprendido trucos de maquillaje a lo largo de los años. —Niji no bromeaba.

—Incluso me vacunaron, gracias, nadie se había preocupado tanto por mí en un largo rato. —Sanji sonrió sarcásticamente.

—No grave pero si feo. —Niji parecía serio.

Sanji sintió un nudo en la garganta y el deseo impulsivo de comenzar a cavar para poner tierra entre él y todos ellos.

— ¿Fue uno de los motocicletas que vienen en parvada, eh? Siempre odie a esos punks. — Yonji puso los brazos a cada costado de Sanji. — ¿Qué tan bien te acuerdas de él?

Y el nudo en su garganta empezó a hacer incomodas cosquillas.

—Ya respondí esas preguntas. —ladeo la vista.

—A la policía, es decir, hombre medianamente de ley, pero yo soy un civil y puedo ir a la pista en estos momentos sin necesidad de una puta orden o de creerme Sherlock Holmes si me das un rostro. Te aseguro que él va a terminar acordándose de mi.

—Hay un hombre irracional detrás de esa puerta, no necesitamos dos. —Shanks le dijo amablemente, y al parecer solo fue necesario de su sedosa voz de barítono y su resplandeciente y brilloso cabello lacio para surtir efecto en Yonji, quien prácticamente solo se irguió para obviar que, y sacando ventaja, era el sujeto más alto en esa habitación.

Lo que hizo que el alcornoque de su hermano se ganara una puesta de ojos en blanco de su parte.

Oh dios mío, Sanji quiso empezar a vomitar. —Busca otro sitio en donde derramar tu repugnante miel Yonji, él ya es casado y Zoro no necesita un padrastro. —gruño entre dientes irritándose todavía más.

Necesitaba una bolsa de plástico para respirar o una pelota terapéutica que presionar, sobre todo cuando sus amigos y sus hermanos comenzaron a hablar de él como si no estuviera en ese mismo sitio, los ojos empezaron a ponérsele rojos y la presión en el pecho le indicaba que lo iba a simplemente arruinar con una acción o un comentario pronto. Era un reloj de arena.

— ¿Quieres que te llevemos a casa?

—No, Yonji. —espeto secamente. —Y te recuerdo que eres menor que yo, así que cállate.

Yonji levanto ambas cejas. —Estoy harto de la supuesta jerarquía por edad, sobre todo cuando los cuatro solo nos diferenciamos por minutos. Además, los últimos serán los primeros, así que me vale. —lo desafío y Sanji prácticamente empezó a ladrar.

—Tengo antibióticos en mi departamento, solo asegúrense de que no se mueva mucho. —Shanks suspiro y después gimió largamente. —No tengo mi carnet de conducir, Mihawk va a infartarse si llego con otra infracción. ¿Por qué no vas, Ace?

Niji deslizo su silla hacia atrás precariamente sobre dos de sus patas. —Espero que la forma en que me has pateado las costillas durante nuestros enfrentamientos no sea solo una broma, ya que si fuiste más suave con ese tipo de lo que has sido conmigo, pensare que eres un idiota. Y voy a estar ofendido y enojado al mismo tiempo.

Sanji molió los dientes queriendo escupir algo como: No Niji, cerdo tuvo lo que merecía.

Agarro su sudadera negra para ponérsela, también iba a cubrirse la mitad del rostro con la capucha, pero Shanks negó con la cabeza. —Espera un poco, deja que te sigan curando.

Hizo una especie de maullido arrugando la tela en sus manos, deformando las letras que decían La pequeña bruja en la hoguera. Había sido un regalo de su chica; Nami la había conseguido a un precio alarmantemente...perfecto y barato usando sus tácticas de delincuente juvenil, ella no se había percatado siquiera de que estampado tenía en frente cuando le regalo la prenda, casi se rió, extrañaba ser su cómplice. Al menos ella no lo sabía lo jodido que estaba ahora mismo, con una mancha en el cuello igual a La Vía Láctea, ni Luffy o Usopp, sobretodo Chopper, eso solo causaría histeria colectiva.

Y justo cuando las lágrimas de frustración por fin iban a soltarse de sus ojos por estar siendo tratado como un vegetal, el mayor idiota del mundo salió del cuarto y lo miro fijamente, pero sus ojos marrones no le transmitieron nada: —Están haciendo sentir claustrofóbico a Sanji.

Él pronuncio Sanji como un nombre ajeno. Pronuncio Sanji con el mismo tono austero y superfluo con el que hablaba sobre Smoker, Hina o FullBody. Estaba seguro que incluso lo había escuchado hablar sobre Jyabra y Kalifa con más emoción, él había dicho su nombre como si no fuera nadie. Solo una cara transitoria y aburrida que pasaba por un episodio de su vida.

— ¿Por qué no le dan un poco de espacio? Él claramente no quiere su insistencia ahora mismo.

Yonji se levantó como resortera arrugando la camisa de Zoro en un puño, solo que él ni siquiera se movió y lo miro con indiferencia incluso cuando le dio un puñetazo en el ojo, lo cual obviamente causo que Shanks comenzara a gritar. Y si antes Sanji estaba frustrado, ahora simplemente estaba desesperado y en cualquier momento iba a tener un ataque y lloraría como una niña caprichosa de nueve años a la que no dejaban ver Hannah Montana.

Probablemente se trataría de excusar a si mismo con que tener dignidad era algo muy sobrevalorado para aminorar su vergüenza. Maldición, era patético.

Ace miro a Niji por su periferia. —Controla a tu hermano antes de que alguien le ponga un ojo morado a él. Zoro es un idiota, pero no querrán saber a qué grado.

Niji junto dos dedos en sus labios y silbo como si tuviera un perro. —Lo siento, pero ninguno de mis cachorros esta amaestrado. Pero no lo subestimes tampoco, mis pequeños lobos no son los mejores, o los más fuertes, pero atacan como verdaderos suicidas.

El hermano menor estaba jadeando frente al rostro soporífero de Zoro. —Quita esa cara de papa estreñida y al menos defiéndete.

—Si quieres golpearme puedes hacerlo. —Metió las manos en sus bolsillos con pereza. —No voy a intentar moverme, pero hazlo rápido porque mis piernas se están cansando.

Y no fue Yonji quien lo golpeo, fue Sanji quien le dio una fuerte bofetada.

El rubio parpadeo furiosamente porque se había decidido a que no iba a llorar en presencia de todos: —Te disculpaste conmigo aun cuando te dije que no tenías que hacerlo, después solamente decidiste ignorarme y actuar evasivo. No entiendo.

—No estoy siendo evasivo. —replico.

— ¡Lo estas siendo!

—Parece que mamá y papá necesitan resolver sus problemas. —Niji alzo la voz en la incomodidad del ambiente. —Están afectándonos a nosotros y contaminan nuestros chakras. —le dio una palmada a Yonji. —Sobre todo contigo. Y al menos yo no quiero llenar mi centro de energía con negativismo y depresión. —llevo la mano al pecho dramáticamente.

Shanks volteo hacia Ace y se acercó a Zoro. —Llámame cuando creas que sea necesario.

Sanji no estuvo seguro de quien empujo a quien, pero cuando volteo todos habían salido del departamento, así que solo se sentó en el sofá apretando una rodilla contra el pecho.

Él parecía un lobo escondiendo la cola y agachando las orejas, pero cuando Zoro se acercó le lanzo la mordida, o específicamente un manotazo. —No me toques.

Sanji resoplo lanzando un mechón de su cabello rubio hacia arriba y lejos de su cara. Entonces se levantó poniéndose su sudadera y redondeo los hombros hacia atrás, Zoro estrecho los ojos, esa era una sudadera curiosa.

— ¿Quieres que te lleve a tu casa?

—No voy a mi casa.

Oh. — No iba a preguntarle el lugar, solo sería una sandez como Cuídate y nos vemos después, lo que ocasionaría que Sanji se enfureciera más, lo único que pudo hacer fue repetir: —Oh.

—Tal vez Usopp este desocupado. —Sanji apretó los dientes y cerro los puños a sus costados. —Necesito de un amigo que no me trate como a su idiota.

Zoro frunció el ceño y le dio la espalda antes de comenzar a confesar: —Escucha, no sé cómo decirte esto. Um. —cerró los ojos debatiéndose si en verdad quería tener esa conversación: —Eras azul... —soltó de la nada.

— ¿De qué hablas? —Sanji lo miro por debajo de sus pestañas doradas.

El moreno sonrió con una mueca que no era en absoluto una sonrisa. —En el bar, mientras estaba peleando tú estabas susurrando justo a lado de mi hombro y tu piel, tu ropa y todo tú, era azul. —se rasco la ceja. —Sé que suena como una completa estupidez, pero estabas riéndote de mí y haciendo mofa de lo idiota que soy. Disfrutabas de ver como todo se venía abajo.

—No era yo.

—Eras tú, pero azul. —Zoro lo miro a la cara dándose cuenta que Tash roja tenía el mismo color de sus gafas, pero Sanji azul no era cualquier tipo de azul, era del mismo color eléctrico de sus ojos. —Antes pensaba que lo más significativo en ti era amarillo, como tu cabello y una mierdada sobre que la gente giraba alrededor de ti como si fueras el sol. —lo miro receloso, casi como si esperara que se riera pese a que Sanji continuaba tratando de hilvanar sus palabras en algo medianamente lógico. —Pero en realidad supongo que son tus ojos los que más me impactan. Esa cosa tenía tu misma expresión y no era una cara de decepción, era más como satisfacción pura y un mórbido placer.

— ¿Cómo un Doppelgänger?

—No sé qué es eso.

Se lamió los labios secos. —La versión que yo conozco es sobre un ente que se parece a ti, en algunas culturas significan malos augurios y futuras desgracias, o según escépticos también son una especie de alucinaciones psicodélicas, que para ser sincero, es lo más creíble.

—En realidad creo que eras la proyección de mis inseguridades venida de mi estado de ebriedad, y toda esa adrenalina acumulada en mi cuerpo, el desorden de emociones. —su voz era visceral. — Podría ser un brote de psicosis instantáneo, ni siquiera sé si es posible, ¿Qué demonios voy a saber yo? Solo un engaño de mi psique y ya, las cosas mentales son un laberinto en el que no me quiero meter. Sin embargo lo que me enoja es que también estaba Tashigi roja. Pero tú no tenías que haberle hecho compañía. Enfoque todo lo negativo en ti para crear ese ser y poder excusar que me moría de ganas por solo partirle la cara a ese tipo.

—Debiste decírmelo...—Sanji suavizo su voz.

—Fue una idiotez, ya te lo dije.

Se quedaron en silencio. Sanji sabía que Zoro no se abriría más a él y que haberle hecho esa revelación era demasiado, volvió a sentarse en el sillón y simplemente miro al frente. —Veamos por donde puedo empezar yo...Mi padre era un borracho y mi madre una mujer extraña. —las esquinas de sus labios se doblaron para crear una extraña sonrisa. —Pero yo tenía como recompensa primero muchos juguetes, después una tarjeta sin ningún límite. Era mi perfecto quid pro quo. —se rió suavemente. —Es una expresión en latín que da a entender más o menos que una cosa compensa a otra. Algo por algo.

Zoro hizo un ruido con la garganta con el fin de que supiera que estaba escuchándolo.

—Nunca convivimos directamente con Judge estando ebrio, era una especie de división invisible, la sala era suya, las habitaciones de arriba nuestras. La pasaba a lo grande. Gastaba una fortuna en sus reuniones, pero al día siguiente ya no había nadie que lo hiciera reír, en las resacas y la cruda moral, estaba solo. Sin sus amigos ni las mujeres. Y solo era necesario verme caminar o respirar para recordarme que nunca seria nadie ante sus ojos. Solo un inútil. Él se avergonzaba de mí, en público media cada cosa que yo estuviera por decir. —su mandíbula tembló un poco. —Si me movía hacia la izquierda, él me decía con voz firme que no, que caminara a la derecha. Al principio no lo desobedecía, temo admitir que era un niño cobarde.

— ¿Él te golpeo alguna vez?... —Zoro pregunto inseguro de querer conocer la respuesta.

—Luego crecí y mi vida fue fiestas y excesos, incluso a un nivel mucho más extremo que el de mis hermanos.

«Aun así todos vivíamos en la zona cero.

Incluso Nami había pensado que era una mala influencia para chicos como Chopper, Luffy o Usopp. Que su oscuridad se les pegaría. Después ella era su defensora. Su caballero. Y él la princesa.

Reiju jamás fue el problema, ella siempre había sido fuerte aunque melancólica, Ichiji tenía su autoindulgencia y su narcisismo patético y lúgubre, a Niji le hacía falta algo para poder seguirle el paso, siempre tan fanfarrón y cínico, pero en el fondo solitario y reticente, mientras que Yonji era casi tan problemático como él, pensó irónicamente Sanji. Solo que incluso su hermano menor sabía encontrar el límite comparado con el hoyo negro al que por voluntad se había metido él.

— ¿Adivina qué? No le importo. Nos dio todo desmedidamente. Hicimos lo típico que adolescentes crecidos en un seno de familia disfuncional cargando un arsenal de posibilidades en el bolsillo y un padre indiferente harían: Un poco a todo. Cada mierda buena puesta en nuestras narices de acuerdo a nuestras distintas formas de ver la autodestrucción. Crecimos bien, no te alarmes. El caso es que Judge no era normal, ni aun con esa careta de gran hombre. Deje la universidad, se enfureció, me lo restregó y blah, blah blah.

— ¿Te golpeo?

—Jamás. Ni una sola vez lo hizo, él creía que no hacerlo lo hacía mejor persona, un padre para envidarse. —sonrió perezosamente. —Y probablemente sí lo era. Hasta que su gallina electrónica dejo de darle huevos costosos. Es decir, si alguien te dice alguna vez que prefiere "amor paternal" antes que todo el dinero a su alcance para hacer simplemente cualquier cosa. Estará mintiéndote. O de eso me convencía algunas veces, creo que no soy muy distinto a tú Sanji azul.

—Lo eres. —susurro.

—Cuando era más joven deseaba con todas mis fuerzas que me enviara a estudiar lejos, igual a como los padres de otros conocidos hacían con los hijos que les traían problemas. Él nunca lo hizo, se jactaba de su paciencia, así que solo era un grado medido de dominio emocional lo que había entre nosotros. Siempre fui su bala perdida. Pero cuando tuvo la intención de verdaderamente pegarme, no pudo hacerlo porque alguien se atravesó en su camino. Aunque me di cuenta que ese golpe estaba cargado con una pesada frustración que venía arrastrando por años y años. La acumulo tanto al grado que yo sabía que si él me tocaba, dolería como el carajo.

Zoro sintió un sabor desagradable en su boca. Él tenía padres increíbles, no estaban unidos por un lazo sanguíneo realmente, tampoco habían sido especialmente adinerados con el trabajo de maestro de Mihawk o de guardabosques de Shanks. Pero ellos siempre fueron permisivos y relajados aunque también inflexibles y severos al mismo tiempo. Les debía todo. Debería de haberles fallado menos. Fue especialmente atento a una frase que Sanji dijo: «No sé en qué momento me torcí tanto. »

¿Habría una respuesta justificable para aquello? ¿Causa y efecto? Podría decirle que era predecible, que de hecho su crecimiento podría haber sido todavía menos favorable, tal vez ellos podrían ser adictos, haber tenido una sobredosis, o habrían sucumbido a su depresión, a una mente embustera, su desarrollo podía haber sido diferente y mucho peor. Pero también estaba la posibilidad de que hubiera sido mejor. Mucho mejor. Las personas siempre tenían una opción.

Podría decirle tantas cosas y ponerse en diferentes posturas o simplemente resumirlo a que todos los humanos fallaban pese a que tenían libros de instrucciones frente a sus narices, en cambio uso la sinceridad: —Yo tampoco lo sé.

— ¿Te cuento un secreto?... —Sanji inclino el mentón en su rodilla, sus ojos eran traviesos pero a la vez tristes. Por un momento tuvo que recordarse que el azul solo estaba en su cabeza y el chico frente a él era solo un humano lleno de grietas que a esas alturas el pegamento no iba a arreglar completamente, pero aun había posibilidad de cubrirlas un poco. Asintió, lo hizo como si fuera a escuchar algo que no debía.

Él tenía esa clase de mirada que hacía que se le retorciera el pecho, como si detrás de sus pupilas se escondiera una verdad universal, más años de los que en verdad tenía, aunque Sanji no era un niño había crecido demasiado rápido.

—Amo a mis hermanos. Pero todos tienen algunas partes que son muy espeluznantes y retorcidas en ellos. —sonrió gradualmente hasta tener una preciosa línea quebrada. —Pero yo también las tengo y no creo que te gusten.

Sanji continúo hablando y hablando, no siempre de cosas tristes, simplemente se vaciaba ante él. Y Zoro se vio perdido entre ropas de colores, cabello rubio platinado, ojos eléctricos, jeans rotos, pulseras de tela, converse desgastados, platillos de olores exquisitos, jardines inmensamente verdes, rosales blancos, playas llenas de sol, fotografías y polaroids, cigarros y cervezas, su chico siempre extranjero y errante. Su chico sin casa.

;...;

Su café estaba quemado pero aun así se lo bebió aunque sabía a dentífrico y miseria, la migraña tampoco era una aliada para su paz mental cuando el día había amanecido siendo uno de esos días, su maestro le había mandado un correo diciéndole que no tenía su ensayo final, ¿la razón?, había escrito mal la dirección hotmail, le daba la opción de entregarlo de nuevo, pero le restaría valor. Vito estaba poniéndolo al día con todo lo que podía, pero lo único en lo que podía pensar era en que necesitaba vacaciones de manera urgente, se golpeó el dedo del pie con su mueble de noche, también la cadera con el pico filoso de la mesa e incluso había estado pensando en sus hermanos, en todos, y la lunática idea de enviarles un emoji —odiaba arraigadamente los emojis, pero al menos podía enviarles frutas o comida sin tener que profundizar en un texto—, solo para avisarles que seguía consumiendo oxígeno en este mundo. Y si ellos leían entre códigos, entonces entenderían su corta y rara disculpa.

Tampoco sabía cómo es que se había llenado el cabello de purpurina, pero supuso que Anana tenía algo que ver con eso, de todos modos, la purpurina era la más inofensiva de sus preocupaciones.

Sonrió con pereza ocultando la mitad de su cara en sus brazos doblados. La encontró pasada la media noche en la cocina, robando todo lo que tenía azúcar y brillaba, él encendió el interruptor de la luz y luego lo apago, ella no se asustó, así que bufo pensando que tenía agallas.

—Si cenicienta no regresaba a casa después de las doce, se convertía en calabaza. —Ichiji dijo mientras sacaba una botella de agua del frigorífico. —Después la hacían puré. Y a los niños que no duermen temprano no los hacen puré, pero les pasa algo similar: Los convierten en sopa de verdura. A nadie le gusta la sopa de verdura. —Elle le iba a dar una respuesta de sabelotodo, él volteo los ojos petulante. —No me tuerzas la boca, a mí no me gustan las verduras pero las soporto maduramente. Prefiero las frutas.

—No es cierto, la historia no termina así. ¡Además a ti no te gustan los cuentos de princesas! —alzo su empaque de galletas en disputa.

Él se rio suavemente y giro de vuelta a su habitación, pero ella lo llamo de regreso. — ¿A dónde vas? ¡No seas grosero! ¡Yo no puedo dormir!

—Es culpa de toda esa azúcar, querida. Es veneno silencioso.

— ¡Ichi! De verdad, no puedo dormir.

—Pero yo sí puedo, así que bye bye. — La vio cruzar los brazos y entrecerrar los ojos. Los mismos ojos rojos de Katakuri, suspiro largamente e hizo el intercambio de paz: —La mitad de una película, te dará sueño y me dejaras libre. ¿De acuerdo?

No contaba con que ella mencionaría que Katakuri estaba pasando por la misma falta de sueño y se solidarizaría por la causa; la luz de su despacho seguía encendida. Lo cual hizo que Ichiji se sintiera...Mal, sobre todo por la severa conversación que habían tenido. Así que dos minutos después estaban los dos afuera de su puerta cual miembros de un pelotón de fusilamiento. Katakuri abrió y el pelirrojo sintió yuxtapuesta otra vez su cobardía y su desafío, pero la niña lo jaloneo y lo hizo recordar que él sería la carne de cañón: —Katakuri... —empezó civilizadamente por más que sus extremidades se sintieran como gelatina. —Tu hermana no quiere dormir. Y yo encontré la solución, pero ahora ella te quiere a ti también.

— ¿Ahora eres el defensor de los niños? —sonrió de lado, lo hizo enrojecer. Katakuri bajo la mirada a la niña que estaba colgada en el brazo del pelirrojo. — ¿No es un poco tarde para ustedes?

— ¿No es un poco tarde para ti también? —Anana lo reto. Ichiji no pudo evitar lanzar una especie de risa corta.

—De acuerdo, supongo que esta vez no tengo nada que abogue en mi defensa contra ti. Niña lista. — sonrió hacia ella y le revolvió los cabellos, y para Ichiji verlo hacerlo era una de las sensaciones más extrañas y buenas que había experimentado y que solo podría definir como algo tibio.

No fue la mitad de la película, fueron ciento treinta y tres minutos completos de algo colorido que parecía Hansel y Gretel, porque definitivamente no lo era.

Flores extrañas, casas de chocolate, ríos de azúcar, parafernalia antigua, cantaban...los actores cantaban, Ichiji se mordió el pulgar mirando a su esposo. Él era un hombre. Ichiji se sentía como un chico, él era grande, hombros erectos, cuello ancho. Katakuri lo vio desde la esquina de sus ojos, le sonrió levemente, su rostro se suavizo.

—...En realidad no entiendo la razón por la que los niños pueden consumir a libertad tales cantidades de azúcar.

— ¿Prestaste atención al lugar en el que viven? Es supervivencia, te adaptas a tu entorno. —Katakuri levanto una ceja inquisitivo. Las camas de esas personas eran tiramisú de fresa.

—Sí y no entiendo cómo es que hay gente vieja en esa villa, su esperanza de vida tuvo que haberse reducido al menos quince años.

—Es una película.

—Lo sé pero con esa alimentación probablemente la mayoría debería haber muerto de diabetes, hipertensión o alguna cardiopatía, y todo a tiempo récord. Vivir en un lugar así sería una tortura, no puedo explicarme el hecho de que todos estén sonriendo como si nada.

—En realidad a mí no me molestaría vivir en un sitio así. —Katakuri se burló.

—Te juro que aunque trato no te comprendo.

—Siempre pensé que yo era el aburrido.

— ¡Shish! — parpadearon al mismo tiempo, los habían mandado a callar.

Fueron ciento treinta y tres minutos con las piernas encogidas en el sofá, los dedos de sus pies retorciéndose debajo de un caluroso cobertor de plumas y miradas obsesivas hacia el sujeto que amaba y el que hace poco lo había dejado solo en la habitación por su propia insinuación de no aceptar su compañía.

—Ella está quedándose dormida. —Ichiji señalo a la niña.

—An, ven aquí. —Katakuri le hablo, su tono firme pero tranquilo al mismo tiempo, la subió al sofá, acomodándola en sus piernas. Ella escondió la naricilla respingona en su clavícula. — ¿Estas cansada? —ella respondió con un refunfuño.

—Deberías llevarla a la habitación, se está quedando dormida.

—Hicimos un trato Ichiji, la película no ha terminado. —Anana arrastro su voz somnolienta, Katakuri la dejo colocarse en medio de los dos. Ichiji renuncio a su cobertor y se lo dejo encima, cubriéndola.

Frunció sus facciones y llamo entre susurros a su esposo, Katakuri levanto una ceja divertido mientras el pelirrojo comenzaba a hablar bajo: —Tiene horquillas en el cabello, supongo que es incómodo dormir con esas cosas. Encárgate del lado derecho y yo del izquierdo.

—Eres muy mandón. — a Ichiji se le subieron los colores y la vergüenza, Katakuri estiro la mano y contorneo sus pómulos. —Gracias. Creo que seriamos un buen equipo.

Ciento treinta y tres minutos que disfruto de su esposo en su camiseta de algodón gris, sentado tan cerca de él en una madrugada. Ciento treinta y tres minutos de ser víctima de su magnetismo, de su arrogancia natural y brava, de sus labios delgados y su corto cabello ciruela. Ciento treinta y tres segundos de hacerle compañía a la niña hasta que ella empezó a babear. Y en los que Ichiji termino enterrando la cara en el hombro del moreno y durmiendo. Su táctica había girado en su contra. Y después de los ciento treinta y tres, Katakuri lo llevo de vuelta a su habitación y lo recostó en su cama, al ciento cuarenta y tantos, Katakuri le había susurrado "Descansa, cereza" al oído y se había marchado.

Se masajeo el entrecejo cuando escucho la risa de Flampe y Valentine, y las botitas de peluche de su cuñada estuvieran en su periferia. Ichiji tenía que levantarse y arrastrar los pies en busca de por lo menos diez aspirinas para que el malestar se hiciera soportable.

Solo soportable. Él era un chico de perseverancia, con solo soportar y no aliviar estaba bien, el dolor físico jamás había significado la gran cosa para él de todos modos.

—El chofer nos recogerá a las diez. —Le comento Flampe mientras se comía una gelatina de uva.

Ichiji solo asintió y levanto los ojos a su reloj de techo, eran las nueve cuarenta.

Solo quedaban veinte minutos.

— ¡Falta mucho! —Flampe hizo un mohín. — ¡Mamá me está pagando un instructor de manejo! Solo he derribado dos puestos ambulantes y chocado con los setos del jardín hasta ahora. Así que estoy mejorando. —La escucho sin mucho interés, ella se estaba dirigiendo a su amiga, diciendo presumidamente que a los dieciséis convencería a Linlin de comprarle un mini cooper; a pesar de que apenas iría a cumplir los quince.

— ¿A qué edad tuviste tu primer auto Ichi?

—Diecisiete. — siseo moribundamente, entumido, irritado y lento.

Se recargaron en la barra y empezaron a leer una revista de vanidades, ¿no se suponía que todo el mundo usaba internet actualmente para esas cosas?, bueno, al menos leía, tal vez no era El Times, pero valoraba el esfuerzo de sus neuronas. Flampe empezó a devorarse tips de cuidado cutáneo y lanzo una indirecta sobre lo mucho que le sentaría un bronceado a Ichiji, lo cual él jamás haría. Nunca se vería como una zanahoria anaranjada, prefería verse como un cadáver, pero no como una zanahoria.

Ella junto los labios, llevo la mano a su mentón y fingió pensar con una lentitud desesperante hasta menear su larga cola de caballo de lado a lado. — ¿Mini Cooper o Porsche, Valentine? ¿Qué debería de ser?

—Mini cooper, definitivamente

Ellas abrieron su frasco de moras. Derramaron algunas en el suelo. Y empezaron a discutir los pros y los contras del auto.

«—Es decir, quiero que las chicas se den cuenta de que mi madre realmente ha gastado algo significativo en mi regalo. Pero que no se vea tan pretencioso. No de una forma forzada. Algo admirable. Ostentoso sofisticado, no ostentoso desesperado. Quiero provocar una sensación más de...envidiar, admirar y desear. Casi como no necesitar decir: "Yo podría tener a Paris Hilton besándome al trasero". ¿Entiendes el punto?, no hace falta que yo lo explique, basta con mirarme para entenderlo. Básicamente estoy recalcando que ellas siguen usando Prada o Gucci, cuando ya cualquiera lo hace. Bueno, tu no Valentine. No puedes ni con Fendi, pero no voy a exponerte. ¿Tu padre sigue desempleado y tu madre sigue siendo una gastalona imprudente?...sé que ya metieron mano en tu fondo universitario, pero... ¿A quién le importa el futuro? ¡Yo puedo hacerte subcapitana de porristas ahora!...

Ichiji solo cerro los ojos y deseo poder dormir.

«— Tienes suerte de que yo sea tu amiga. Me recuerdas al chihuahua de mi hermana: bobo y sonriente. Oh espera, ¿Te dije que quiero ir a Coachella...

Pasaron las páginas de la revista.

— ¿Quién es la de cabello corto? — Valentine pregunto.

— ¿Cuál? —Flampe alzo una ceja.

— La del vestido gris y el maquillaje ahumado, se ve glamurosa.

Flampe estaba masticando ruidosamente. —Creo que sus senos son operados, es decir, la vi algunas veces, y juro que tenía menos. Un push up no puede levantarte las tetas tanto. La lencería no hace esos milagros, el cirujano sí. Es Betty.

Oh. Betty.

Ichiji parpadeo adormilado, Betty, como la mujer de la sonrisa tensa en la gala. La mujer que no le quitaba los ojos de encima a Katakuri. El mundo de los ricos era tan pequeño como globo terráqueo miniatura de sus clases de historia. Sus clases de historia, se estaba acordando del instituto, tal vez ya tenía fiebre.

—Bello Betty. —Flampe gruño.

Oh. Bello.

Se acurruco en su barra, había una pelusa estática revotando en su retina. Arriba, abajo, arriba, abajo.

—Ella hacia rabiar siempre a Stussy. Siempre. Es una de las one night de Katakuri. Antes no le gustaban los bichos raros. Sabía lo que quería. Oye, Ichiji. ¿Quién es más guapa, Stussy o Betty? —picoteo su espalda con el dedo.

—Yo que sé. Supongo que cada una tiene lo suyo. Pregúntale a tu hermano, él es quien debe de responderte eso. — contesto con mal humor.

—Sería una pérdida de tiempo, él siempre se abstiene a esos detalles y además era tan discreto. Jamás dice más de lo necesario. —bufo indignada. —Había mujeres hermosas y chicos lindos, ya sabes, a algunos los vi en la televisión, en internet y esas cosas, pero aunque es evidente que hacían, mi hermano evitaba a toda costa ser relacionado mucho con sus ¿deslices? Hombre listo...—empezó una plática innecesaria que él prefirió ignorar. — ¡Los odio! ¡A todos!

Si Flampe esperaba que tuvieran una conversación sobre chicos, entonces estaba con la persona incorrecta. Ichiji se concentró en la pelusa estática otra vez. Arriba, abajo, izquierda, derecha. Parpadeo.

— ¡Y en serio que era gente despampanante! No estoy diciendo que Ichiji no sea apuesto, lo es, pero...es muy mítico. Su atractivo fácilmente engatusa a ancianos pervertidos por jovencitos con ojos de vidrio y piel de porcelana, ugh, sombrío. ¡Muy apagado y simple! Mi hermano es joven, es increíble, simplemente le aburre y le repele naturalmente, pero hace el esfuerzo. Y eso me entristece mucho.

Ichiji trago saliva, su pelusa se había ido de su visión repentinamente. Puso la mirada en sus moras desperdiciadas, no había querido escuchar eso.

Y su "disimulado" historial es por gente diferente, ¡alucinantes! ¡deslumbrantes! —empezó a hablar a susurros. —Nada que ver con...esa cosa roja.

¿Tal vez sus orejas eran muy puntiagudas, o sus pómulos estaban demasiado marcados, o sus ojos feamente caídos...o su nariz era muy fina?... ¿Qué hacía tocándose la ceja de todos modos?

Ella saco un chicle de su envoltura y lo metió a su boca. Sus dientes lo trituraban y su lengua lo pasaba de lado a lado del interior de sus mejillas odiosamenteResoplo algo y después creo una enorme bola que reventó justo enfrente de su cara. Olía a mango y miseria. Todo olía a miseria.

— ¿Por qué no hablas un poco? —chasqueo sobre su oído mientras él continuaba recostado, seguía masticando. —Eres muy aburrido. No seas un koala perezoso, aprovecha tu escasa energía y levántate, haznos un sándwich. No mayonesa, no mozzarella, no mostaza.

—Flampe. —levanto los ojos hacia ella. —Si no me dejas en paz voy a sacarte de la boca esa misma goma de chicle que tan ruidosamente masticas. —estiro largamente su brazo, rozando con los dedos el cajón de su repisa, y sacando las tijeras verdes que sabía estaban adentro. —Lo esparciré en tu cabello. —Susurro levantando su mano con debilidad para señalar su coronilla... —Y con estas, lo cortare.

—Levántate ahora y empieza a hacernos nuestro sándwich, Vinsmoke. —Ella literalmente gruño en su oreja. — No mayonesa, no mozzarella, no mostaza. —indico una vez más. —Y no tu horrible cara de funeral.

El alzo los ojos con estupor hueco. —Si tuviera que prepararte algo primero le pondría ántrax. O yo bebería lejía. —levanto un dedo para que se acercara. —Ahora, querida Flam, ¿Qué te parece si me dejas en paz con mi dolor de cabeza antes de que te lleve a perderte en el bosque a perecer de hambre o de frío? — Era mejor opción amarrarla a un tronco y que la madre naturaleza hiciera lo suyo. Bostezo. La rubia se estremeció, la sonrisa de Flampe empezó a crecer.

—Perro que ladra no muerde. — Ella solo le dio un ligero golpe a su nariz con la uña. A él no le importo, solo se encogió lánguidamente y cerró los ojos.

Se alejaron de la cocina y prendieron el televisor, Ichiji estornudo y se masajeo las sienes, recargo la frente en la mesa de granito y siseo de dolor, seguro ellas estaban en el cenador hablando de Instagram o algo así, pero el inconfundible sonido de la puerta de su auto azotándose lo hizo levantarse instintivamente, su taza de café se tambaleo y el líquido quemo su mano. Maldijo mientras se dirigía con rapidez al patio.

Las dos ya estaban dentro de su auto, Flampe levanto sus llaves y las agito desde adentro burlonamente: — ¡Que descuidado eres!

—Flampe baja ahora mismo. —Le dijo estrictamente jalando la manija de la puerta, pero ella había puesto los seguros, golpeo la ventana con los nudillos insistentemente. —No sabes manejar.

—Dios, ya cállate Ichiji.

— ¡Flampe!

—Enciende mi iPod. —Flampe le ordeno a Valentine. — ¡Enciende el iPod ya, apúrate! —trono los dedos molesta.

Él se acercó a la ventana, dándole una ligera palmada al vidrio: —Escucha, solo salgan las dos. —miro a la rubia. —haré los...—estaba a punto de decir una grosería. —sándwiches, despertare a Anana, me iré y ustedes se quedaran viendo una película pacíficamente, sin mí. No voy a molestarte, ni tampoco le voy a decir de esto a nadie.

—No lo sé, no se escucha tan prometedor. —suspiro. —ofréceme más.

— ¿De verdad piensas hacerlo? —se burló su amiga viendo a Ichiji perder los nervios y resbalarse con la escarcha. —Él no parece estar pasando un buen momento.

—Obviamente no lo voy a hacer. —inflo su goma de mascar. —Pero quiero asustarlo un poco, súbele más a la música. —vio las llaves en su mano. — ¿Se supone que este botón es para las puertas del garage, no? —chillo emocionada cuando de forma automática la reja se abrió e Ichiji perdió el color.

—Las llevare yo si ya quieres irte y no esperar más, pero sal del auto. —dijo insistente, pero ellas comenzaron a carcajearse, tuvo que moler los dientes. Estaba lo suficientemente frustrado para tener que pedirle por favor las cosas, sin embargo lo hizo y fue humillante:

—Por favor Flampe. —dijo en voz baja, rogándole con la mirada, los ojos de ella se abrieron sorprendidos.

Ella lo contemplo con una extraña fascinación, Ichiji estaba avergonzándose a sí mismo y dándole dominio. Porque la situación en realidad no debería de ser tan grave. Si ella arrancaba, iría por unas cuadras y pararía, no sería la gran cosa, no recordaba mucho de lo que su instructor decía; reglas de seguridad vial básicas y esas porquerías. Pero se suponía que con solo conocer el freno y el acelerador sería suficiente. ¿Qué más podía necesitar? No era la gran cosa porque ella siempre se las arreglaba para simplemente ser genial. Y lo era, y él no, así que esa era su victoria.

—No escuche. —canturreo. Y eso era un golpe bajo que realmente estaba usando a su favor; la dignidad. — ¡Ichiji, dije que no escuche! ¿Eres muy tímido o qué? ¡Habla más fuerte por Dios!

Ichiji se apretó los antebrazos con tanta fuerza que iba a marcarse sus uñas en la piel.

—Si me escuchaste mocosa impertinente. —siseo ácidamente. —Baja de mi jodido auto en este maldito momento.

—Si manejo hacia mi casa y ocurre un inconveniente, lo más obvio es preguntarse la razón por la que dos niñas han entrado a tu auto y a ti te ha dado tan igual al grado de permitirlo. Tú imprudencia. —empezó a contar con los dedos. —Tu irresponsabilidad y tu negligencia no van a agradarle a nadie. Mucho menos a mi hermano.

— ¡Maldita sea, que por favor!

— ¡No me alces la maldita voz! —le grito pegándole al volante y haciendo chirriar el altoparlante. Después lamió con su lengua viperina la fresa de sus labios, el chico contuvo el aliento. —Exacto Ichi, así está mejor, calma ante todo.

Ichiji cerró los ojos muy fuerte. —Por favor...

Ella se rio todavía más fuerte y empezó a jugar forzando el motor, haciendo ruidos potentes y dejando un camino de humo por el escape.

— ¡Repítelo más fuerte o voy a arrancar! —su melodiosa voz tenía una diversión retorcida por hacerlo rogar.

Ichiji la observo con ojos ennegrecidos, quería ser insensible para dejarla hacerse daño, pero Katakuri amaba a su familia. Protegía a su familia. Era compasivo y tenía su propia forma regia y agresiva para cuidar de aquello que en verdad quería. Si ella pensaba que estaba asustado por su reacción era una idiota, era simplemente que Ichiji no roería ningún hueso importante para él nunca.

—Baja del auto por favor... —miro el suelo y se mordió los labios.

Ella no podía estar haciéndole eso, el dolor de cabeza era insoportable y los ojos estaban ardiéndole, quería gritarle que se pudriera. —Por favor Flampe baja de mi auto y déjame llevarlas a su casa. No volveré a retarte.

Ella repitió lo mismo, él lo grito, ella se rio, él se quedó sin voz, ella empezó a cantar un horrible canción gangsta y él solo respiro fuertemente.

Ella bajo su vidrio y empezó a lanzarle sus Emanems.

— ¿Cómo quiero mi sándwich? —su voz estaba ronca y eufórica. No recordaba emocionarse tanto ni cuando tenía que apoyar a los idiotas del instituto cuando jugaban americano.

— No mayonesa, no mozzarella, no mostaza.

— ¿En cuánto tiempo me lo vas a preparar?

Por favor, no sigas.

—Cinco minutos. —respondió secamente.

— Que sean dos.

Él sintió que estaba temblando.

—Mejor que sea uno Ichiji. Un minuto, no más. Y espero que estés sonriendo cuando nos los traigas. ¿Vas a sonreír, I?

No sabía que estaba mordiéndose tan fuerte el labio inferior hasta que un dolor punzante lo invadió.

La recordó a ella, Baccarat, con su hermoso cabello rojo y sus ojos de hechicera diciéndole que eran iguales y merecían lo mismo mientras lo llenaba de besos con sus labios de pulpo, la ansiedad empezó a tejerse por su cuerpo. Y como un hoyo en el espacio y tiempo, Baccarat solo se materializo de la nada y lo abrazo.

— ¡Déjame en paz Baccarat! — se sintió nauseabundo y enfermo. Ella no se quitaba, su itinerante pintalabios estaba en todas partes, su perfume estaba apestándole la ropa y el filo de su uña estaba abriéndole la piel con modestia, tenía que correr e ir a ducharse para quitarse toda esa suciedad.

Flampe paro unos segundos y parpadeo por el nombre en que la había llamado, pero no fue un gran cambio en ella: —Nop. —lanzo una bola de chocolate amarillo contra su mejilla.

Cuando Flampe amenazo con grabarlo entonces Ichiji solo arrugo la frente de furia y la miro intensamente mientras los chocolates seguían golpeándoloLa odiaba. Y solo lo dijo sin pensarlo: —Vete a la mierda Flampe, arranca el maldito auto si tanto quieres... — Y no debió haberla provocado.

Ella giro el switch y la llanta dio una vuelta, un horrible crack y el maullido de un gato lo hicieron tragar duro y solo desplomarse suavemente en la acera, sentándose y sintiendo como su pantalón se humedecía por la nieve al hacerlo.

Era Milo. Ichiji lo había matado al despotricar contra ella.

En veinte minutos ellas se irían, ¿Cómo pudo dejar que las cosas avanzaran a ese extremo?

— ¡Carajo! —las dos niñas bajaron rápidamente mirando horrorizadas a la mascota que acababan de aplastar.

— ¡Lo mataste Flampe! —Valentine se cubrió la boca.

— ¿Y cómo iba a saber en dónde estaba el animal? Tuvo la oportunidad de salir y no lo hizo. —Ella miro al felino desecho y casi la venció una arcada. Valentine seguía parloteando así que exasperada le grito: — ¡Olvídate del gato, si lchiji le dice a Katakuri vamos a estar de verdad fritas! Mi hermano va a enojarse, y cuando él se enoja... —pateo un montoncillo de nieve, la palabra enojo sería un eufemismo ante la reacción de su hermano. — ¡Estúpido gato!

Trato de acercarse a su cuñado. —Ichi, tú sabes que solo estábamos jugando, ¿ah que si?

—Estaba asustado, por eso no salía. — Los labios de Ichiji temblaban, tenía que asegurarse que estaba muerto, maldita sea, obviamente estaba muerto, su voz salió como un aullido dolido mientras miraba a Flampe con ojos sombríos: —Entra a la casa y espera a que te recojan, no quiero ni una sola palabra de esto. — dijo con una voz profunda y dura que no estaba abierta a replicas, pero ellas seguían mirando a su gato como si fuera solo un obstáculo que había arruinado su juego. — ¡Ahora mismo! ¡Solo sal de mi vista!— grito fuertemente.

Flampe brinco asustada y agarro la mano de Valentine, le hicieron caso.

Miro a Milo y el nudo de su garganta se hizo insoportable.

«—Deberías enterrarlo cariño. — Baccarat lo observo con lastima y le dio una palmada en el hombro. —O va a empezar a apestar. Y habrán moscas por aquí. Y ten cuidado...Se te podrían subir los gusanos. —.deslizo el dedo a lo largo de su brazo.

Se encerró en su habitación y no abrió ni siquiera cuando Anana toco a su puerta para despedirse.

Se quitó la ropa y la arrojó al suelo, se metió al baño y giro la llave de la regadera, el agua estaba helada y era todavía más cruel bajo el clima glacial. Comenzó a quitarse el olor a perfume fino y la grasa de ese maquillaje con el estropajo. Pero la marca de Baccarat no abandonaba su piel cetrina. Pego la frente en los mosaicos y mordió sus labios. Ella estaba tarareando afuera de su cuarto.

«—Eso es lo que te pasa por llevarte al límite, toma una pastilla y recuéstate. Espera a tu socio marital y cuéntale como una niñita pateo tu pálido trasero. Platícale como no pudiste poner orden.

No era humano. Era aburrido. No tenía colores. Era un idiota. Un desperdicio. Se movía como un fantasma. Era un lobo. Una sombra. No había cauterizado. Habían terrores nocturnos. Tenía una fuerte migraña. Se estaba congelando. Tenía un gato muerto.

Cerró los ojos. Solo un poco más, un poco más de frio, un poco más de helarse los huesos, de darse de topes con la realidad y ella se iría. Porque no existía. No era ninguna entidad física. Su estado patético lo tenía hablando consigo mismo, culpando a ese ser para poder sentirse mejor. Ella estaba en su cabeza, era su conciencia, su cerebro presionando el botón de sabotaje como un mecanismo de emergencia. La homeostasia natural de su cuerpo. Se tallo la cara dejando salir un ruido tembloroso y ella desapareció. Termino de cantar, así que suspiro y recostó la espalda en la fría pared, era libre.

Dejo que el agua siguiera su camino del cabello al suelo.

Honestamente, ¿Qué tan bueno sería si pudiera borrar su cara para pintarse una nueva? Si fuera una posibilidad, probablemente todo el mundo iría tras ella. Pero entonces todos serian falsos. Ni una sola persona seria real.

Hola. —La voz de Baccarat regreso animada. Ichiji abrió los ojos.

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Tal y como el quid pro quo, una cosa por la otra, golpes sumamente tranquilos a su puerta fueron lo que hicieron a Zoro levantarse y abrir, y tal y como las cosas inesperadas, esta era una de ellas. Las catástrofes nunca avisaban, simplemente se imponían y arrasaban con todo lo que estuviera a su paso. El aire era una carga insondable, así que alzo una ceja con expectación viendo el rubor saludable y los labios rosas que ya conocía. Y como siempre que ella estaba cerca, la casa solo comenzaba a reírlas tuberías y conductos hacían ruido y las tejas se movían rítmicamente.

Tashigi entro encogiéndose en su abrigo café, su cabello estaba recogido en una pequeña trenza que no cubría los mechones cortos y los dejaba sueltos. Los vio jugar en su nuca.

—Necesitaba ver como estabas. — Ella se paró enfrente de él con la cara arrugada en un ceño amenazante que a Zoro, que estaba lleno de golpes, no lo intimidaba en lo absoluto.

—Sigo vivo. —espeto cortantemente.

Ella se quitó el abrigo, tenía una blusa de cuadros y unos vaqueros, a él no le gusto la bolsa marrón que llevaba en las manos, porque su contenido solamente serviría para familiarizar a su presencia. Y ella lo comprobó cuando la levanto: — Es comida china, pensé que tendrías hambre.

—Tashigi. —Zoro exhalo su nombre largamente. —No es el mejor momento, de hecho creo que ya no es momento de esto. Tienes que irte.

—Él está aquí. —Ella afirmo y Zoro asintió. —Bueno, entonces comeré yo sola. —tercamente camino hasta la cocina, agarro un tenedor ya que odiaba los palillos, un puñado de servilletas y empezó a abrir el empaque de plástico que envolvía camarones fritos y tofu picante, mastico en silencio y cuando su mirada café se plantó en una de las playeras de Sanji botada en el puff, miró fijamente a Los Looney Tunes. Se veía amargada y ofuscada. — ¿Al menos es mayor de edad?

Zoro respiro profusamente, ampliando sus fosas nasales, la forma en que Tashigi solo lo retaba y fruncía los labios la conocía perfectamente, había aprendido a reconocerla durante todos los años en los que vivió a su lado, era la manera en que le reclamaba, siempre empezando mayormente por sus pequeños gestos. — ¡Por supuesto que lo es, no soy un maldito enfermo!

— ¿Qué edad tiene? —pregunto con voz atribulada.

—Está a punto de cumplir los veinte. —tajó bruscamente.

— ¡Por el amor de Dios Zoro! ¡Es un niño! —levanto la voz y azoto sus cubiertos tempestuosamente.

Zoro estampo sus palmas en la mesa, apretando los dientes lentamente. —No es un niño ni me estoy aprovechando de él. Tiene la suficiente edad para poder elegir sin que yo influya en nada de lo que el escoja.

—Según tú. — suspiro quitándose las gafas y alisando las arrugas de su frente. —Que intentes mostrarme que me superaste de esta forma es vil. Es todavía un adolescente, y tú, en tu afán para molestarme simplemente te aprovechas de su incapacidad para...

— ¡No es un discapacitado, Tashigi! Y esto no es nada contra ti.

Sanji escucho los gritos comenzando a dejar su discreción, la habitación estaba separada de la sala de estar por una barra de hormigón, respiro lentamente y decidió hacerse visible, dejar de esconderse mientras se mordía el pulgar nerviosamente, Tashigi y Zoro se callaron abruptamente.

— ¿Le ofreciste algo de beber a tu visita? — Sanji camino serenamente hasta ponerse enfrente de ambos.

—Esto no es un encuentro social Sanji. —Zoro dijo con la voz dura. —No se va a quedar mucho tiempo, es más. —la miro. —Ya se va.

— ¿Quieres un té, un café o jugo? —Sanji lo ignoro totalmente y se dirigió a ella, levantando la cara para mirarla.

Ella era bonita, no preciosa, o sensual o seductora, no había nada alarmante en su apariencia, era solo demasiado bonita y conservadora, como la típica mujer que presentaban en los comerciales de comida casera, siempre rodeada de hijos amorosos y un marido oficinista; lo que no lo hacía más fácil, y de hecho lo dejaba en la posición de ser un lobo parándose a lado de un roedor.

—Es bonita. —no se había dado cuenta de que lo dijo en voz alta hasta tener los ojos de Zoro encima disculpándose de algo.

—Te conozco. —Ella abrió los ojos enormemente, tosiendo para arreglar su voz. —y sí, quiero jugo por favor. —se quitó torpemente sus anteojos para limpiarlos con su blusa. —No sé en donde te vi antes, perdona pero mi memoria es mala.

—Me advertiste que el metro estaba fuera de servicio. —se lamió los labios incómodo, yendo al frigorífico, busco el cartón de jugo de manzana y lo encontró a lado de los rollos de pizza, su mano temblaba mientras servía el líquido, y también al pasarle el vaso. —Choque contigo y me levantaste mi mandil.

— ¿Cómo te llamas?

—Sanji. —trago hiel, ella lo miraba como si fuera una especie de bambi recién nacido, Zoro había mencionado que trabajaba con niños, por eso sabía que el tono de condescendencia que usaba con él era porque lo estaba relacionando con uno.

— ¿Qué edad tienes Sanji? —pregunto con voz de trabajadora social que solo causaba más desazón entre esas paredes.

—La suficiente para comprar tabaco y alcohol sin necesidad de una identificación.

— ¿Estas durmiendo bien, Sanji? ¿Te alimentas bien? Te ves un poco...enfermizo. —vislumbro los contornos purpuras debajo de sus ojos y su palidez extrema. La boca del rubio se alzó un poco de las comisuras, no muy a gusto por el escrutinio.

—Es genética. —respondió con la voz hecha un cuajo, desde que tenía memoria la gente solía preocuparse por él y sus hermanos. Una niña y cuatro niños que heredaron los rasgos míticos de Sora. Su madre en cambio lucia etérea y fascinante cual supernova, nórdica y misteriosa, pero ese no había sido su caso. Raspo los dientes más de lo necesario. —Genética llena de mala suerte.

Ella asintió, pasando la mano por su mejilla, su piel por el contrario era oliva y agradable...— ¿Te he visto en algún otro sitio?, es que...no lo sé, algo en ti me parece demasiado familiar. —torció los labios en una especie de mueca lanzando un diminuto Bingo. —Fue en el hospital, una amiga me enseño el periódico y en la sección de sociales estaba una pequeña nota, era el anuncio de una boda. Y tú te pareces demasiado a ese otro niño. El mundo es tan pequeño que se quién era el novio, Charlotte, aunque solo me topé con él una vez. —Ella se avergonzó y elevo la cara rápidamente cuando escucho el bufido de Zoro.

— ¿También él, no es cierto? —Zoro se rió sin gracia y paso las manos por su pelo. —Carajo, no sé si esto es una absurda broma. Es tan ridículo que ni siquiera me importa asimilarlo. —Sanji seguía sin comprender, así que Zoro básicamente se lo restregó: —Parece que tu cuñado y yo tenemos más en común que el gusto por las cejas rizadas.

Sanji abrió los ojos enormemente dándole cuerpo y forma a la insinuación. Y era más incómodo de lo que podía creer. Zoro se había llamado a si mismo bacteria, pero esa mujer realmente había dejado una marca en todo. Llevo las manos a su cara, ignorando que Tashigi estaba mirando con ira al moreno y solo ahogo su voz alzando la cara hacia Zoro. —Es gracioso, ¿verdad? Como si el camino de todos nosotros hubiese estado entrelazado de la peor forma...

— ¿Cuál es tu apellido?

—Vinsmoke.

— ¡Eres verdaderamente increíble Zoro! —Tashigi ahogo un ruido venenoso y de protesta, mirando dolida a su ex esposo. —Estas aprovechándote de un niño, oh no, pero no es cualquiera por supuesto. ¡Querías sacar provecho en toda la extensión de la palabra! Es... ¡rastrero! —grito escandalizada.

— ¡No es lo que te estas imaginando! ¡Yo no desempeño el papel de  la alcancía de nadie! —Sanji ratifico nauseabundo por la acusación. Incluso Zoro había estado molesto con él cuando se enteró de su apellido. ¿En realidad esa mujer lo conocía como decía?

—Escucha cariño, solo estas confundido. No puedes estar siendo serio al relacionarte con Zoro. Es un hombre adulto, y el piensa diferente que tú. Lo sé porque lo conozco, hemos tejido algo serio aquí. Con nuestras fallas, sí, pero él y yo entendemos cómo manejar nuestros asuntos.

—Perdón señorita. Pero sé lo que hacían. Y no estoy dispuesto a aceptar clases de moralidad.

—Tashigi, por favor vete. —Zoro quería matarla con los ojos.

—No, quédate. —Sanji fue firme.

El ambiente ocasiono que el estómago de Zoro se revolviera y se enervara, porque no entendía que era exactamente lo que Sanji estaba intentando, ella era intrusiva, él cooperativo. Era una completa basura verlos hablando, así que tomo los cigarrillos de Sanji y salió silente y confundido, dispuesto a acabarse la cajetilla.

—Siempre he pensado qué él es la clase de hombre ideal para envejecer, Zoro es un hombre un poco difícil, pero también un ser leal.

— ¿Por qué le fuiste infiel entonces? — Espeto secamente. Ella no había esperado que él dijera eso, empezó a balbucear.

—Estaba...Estaba confundida y asustada, pasaron muchas cosas entre nosotros, el sexo es...hedónico, y jamás me importaron esos hombres de la forma en que lo hizo él.

—No lo veo así. —Sanji estaba apretando sus nudillos. — ¡No es así!

Tashigi abrió los ojos enormemente.

Sanji sintió su corazón en diástole y sístole, con ella aquí él pensó que podría manejar un punto neutro. Pero no podía hacerlo cuando había sido uno de los espectadores principales que se habían mojado con los resquicios de lluvia que ese diluvio había dejado.

—Si amas a alguien verdaderamente, entonces no lo traicionas aunque todo se esté viniendo abajo y tengas mil oportunidades para hacerlo. Aunque venga alguien ofreciéndote oro, no lo haces. Por eso tú no lo querías de la forma en que insinúas.

— ¡Solo eres un niño mimado! —bramo ofendida. — ¿Qué vas a saber de esto? Él también lo hizo, me pago de la misma forma.

—Por favor señorita, tu versión de la historia es solo tuya, pero no deberías de antagonizar a Zoro con mentiras solo porque te sientes avergonzada de tus acciones. Le mentiste, lo heriste, y él también te hirió a ti, la diferencia es que tal y como me lo dijiste, él es un hombre leal, pero tú no pruebas la lealtad, así que eso no sirve contigo. Pretender regresar ahora es...

—Él no dudo en ir por mi cuando le llame. —Lo miro seriamente. — Vi la resolución en sus ojos mientras se acercaba. Y cuando golpeo a ese hombre, lo comprobé.

— ¿Qué cosa?

—Que él nunca me dejara. Ni yo tampoco. El vínculo que nos une es inexplicable. Y lo que hemos vivido ha sido una prueba a superar. —sus palabras eran disonantes y secas. —Tú eres solo su distracción y refugio, y tú forzaste la cerradura de la puerta a la que no tenías derecho de entrar.

— ¿Por eso estas aquí?

—Si. —Ella comenzó a masajearse otra vez las sienes. —No te quiere. Por eso no te odio, tu presencia era el incentivo para mostrarnos eso. Eres...atractivo, joven y además rico. Era mucha coincidencia, ¿no crees? Eres su anestesia. Solo puedes abordarlo cuando no estoy yo.

Sanji mordió sus labios.

—He visto esto muchas veces, niños que creen que son lobos, que se devoran el mundo con prisa ignorantemente, y no acaba bien. No me digas, ¿tu padre no te hace caso y tu madre se la pasa comprando joyas y ropa, o en sus clases de yoga?, Sanji, eres un chico adinerado y desequilibrado. Es obvio cariño, y lo siento.

—Mi vida no tiene que ver en esto. Lo único que puedo comprender es que si quieres a alguien no lo engañas y ya. No es tan difícil de entender. Y tú tienes aversión por su felicidad. —Zoro regreso, y Sanji cambio el tono de su voz extrañando a Tashigi. —...Entonces lo único que tienes que hacer para cocinar el espagueti es poner la pasta en una buena olla, de preferencia con bordes altos. Y la salsa puede ser o larga o corta, depende más que nada de la combinación que quieras hacer. No es gran ciencia.

Se levantó de nuevo, abriendo la alacena para sacar una caja de galletas que acomodo finamente en un plato largo de porcelana. Ese fue el colmo.

Zoro jalo a Sanji por el brazo cuando lo tuvo cerca y lo metió a la habitación, cambiando completamente la dinámica. — ¿Qué demonios está mal contigo? —su comentario pareció alimentar su agitación, hablaban a susurros.

—Solo estoy siendo amable con ella. —Sanji rodó los ojos y cruzó la pierna sobre la otra, se sentó en la cama. — ¿Por qué estás tan enojado? Eres el único hombre que conozco que se molesta por ver a su ex y su algo hablar cabalmente. —se levantó y fue al ropero, quitándose su suéter para ponerse una camisa de un intenso color azul eléctrico. — Estoy seguro que nunca hiciste un trio.

Zoro se abstuvo de contestarle. Mantuvo una expresión inescrutable.

—Yo sí. — Sanji dijo con simpleza acomodándose el botón de la camisa. —Y no son la gran cosa. Siempre están destinados a volverse un dúo, por lo que no me estoy quejando, obviamente que fui participante del dúo. Mi punto es que el número tres es el más patético e innecesario que hay, porque siempre habrá alguien excluido.

Y no quiero ser yo.

—Que bien por ti, cuando tenga tiempo y humor recuérdame darte una galleta como premio. —Zoro respiro profundamente.

— ¿Quieres más detalles? —hizo su intento por parecer impávido y apático. —Sinceramente tengo mucho que decir... —su sonrisa se veía llena de tedio. —Incluso conocí a un tipo que era miembro de una banda de rock local. Él me había dicho que era el guitarrista principal pero resulto que solo era el reemplazo temporal del bajista. ¿Eso me hace una especie de groupie?, bueno, el asunto es que él tenía un gigantesco apadravya*, ¡esa clase de piercings sí que lastiman la garganta!, tengo una anécdota del instinto también, las fiestas eran una locura, todos dicen que las de los deportistas eran las mejores. Nunca estuvieron en las de botánica o club de teatro entonces. Siempre estaba ese chico regalando metanfetaminas al final. —se rio. —Era un idiota, pero se defendía en otros aspectos.

—Podrías empezar a escribir tu versión de los 120 días de Sodoma* con tus experiencias sexuales. Pero te lo prometo Sanji, no quiero oírlas. No es mi jodido asunto que tanto te divertías.

—Que amargado eres. —le guiño un ojo.

—Ella se va a ir y tú también deberías hacerlo.

Sanji abrió los ojos expectante y ofendido.

— ¿Perdón? ¿Fue por lo del trio? ¿Hay algo de malo con que haya tenido una polla en el trasero y otra en la boca?

Él no era Sanji, era Sanji azul.

—Hoy simplemente no es nuestro día, y por mi parte no voy a abrir mi boca y no voy a decir ninguna cosa que encuentres ofensiva.

—Estoy tan cansado de esta porquería. —boto las manos en sus muslos. —No entiendo porque siempre tienen que relacionarme con un neonato que requiere de sobreprotección por ser incapaz para tomar sus propias decisiones. — Como el cachorro más débil de la manada. —Soy un adulto al igual que tú.

—Empieza a comportarte como uno. ¿Por eso estás haciendo esto? —era su turno de enojarse. —Probando de la manera más innecesaria posible que todos están equivocados menos tú. —gruño en su cara. —No sirve así. Y no quiero discutir. Estoy aquí tratando de defender que confió en tu juicio, y tú dejas todo de lado para solo ser un mocoso insufrible y petulante.

—No soportas darme la razón.

— ¡No soporto que actúes como un puñetero bebe! —exploto a milímetros de él.

Sanji abrió los ojos en demasía.

Zoro maldijo entre dientes tratando de tomar su brazo. —Lo siento.

—He hecho la caminata de la vergüenza algunas veces en el pasado, marimo, en peores circunstancias que esta. Me iré y te dejare; piel hermosa y colorida, mejillas llenas, ojos almendrados y labios rosas. Nada en ella se ve como un horrible muerto. Yo sí. Nos vemos luego. —Sanji prácticamente huyo sin decirle nada más, zanjando todo, abandono la habitación, paso de lado de Tashigi y azoto la puerta.

— ¿Pelearon por mi culpa? —la delicada mujer estaba sentada en el sillón con las piernas cruzadas.

— ¿Y tú qué crees? — se despeino el cabello completamente malhumorado. —Tashigi, me metí en esa pelea por ti porque si, de nada, ahora por favor márchate. —Ella lo miro con reproche. —Tú enterraste esto cuando fuiste incapaz de aceptar que te amaba y me metería al puto fango por ti. Estoy exhausto de todo y quiero que te vayas.

—Púdrete Zoro. —Tash grito.

—Ya estoy podrido, ahora púdrete tú. —Zoro respiro entre sus manos sentándose en el sofá de enfrente. Estaba siendo duro, pero al diablo con ser duro.

Tashigi se paró de su lugar y busco hacerse un sitio a su costado, sus enormes ojos cafés estaban acuosos, endulzo su voz. —No entiendo nada, te llame y tú no dudaste en ir hacia mí.

—No podía dejarte.

—Entonces no me dejes ahora. —pidió y volteo la cara con una sonrisa dolida. —Siempre pensaba en que no tendría que tocar esa puerta y solo debía de usar mi llave y meterme. Como antes. Cuando éramos felices. Prepararme un café e ir a la cama con una de tus playeras.

Hablo con voz suave y ojos torturados, Zoro entonces pensó que ella probablemente se sentía cansada de la huida constante a la que se habían sometido, pero también se daba cuenta de todas las veces en que él pernocto como un loco en su búsqueda. Y aunque la tenía literalmente en sus brazos, Tash solo no regresaba.

—Necesito que entiendas que te amaba, que me dolía no poder completarnos de esa última forma, con un niño como los del hospital...uno igual a ti y a mí corriendo por todos lados. Estas con Sanji por su facilidad. No hay nada complicado en un muchacho así, él te hace pensar que todo es sencillo. Es hueco. Es absurdo.

—No lo conoces. —ladro en su cara. —Él es un idiota la mayor parte del tiempo, pero no miente como lo haces tú. Es cálido, sincero, es solo...

Converse de colores, pulseras de tela, polaroids y plantas.

—Mi reemplazo. —su voz destilaba ácido y confianza. —Mi sustituto, la segunda opción, el clavo, solo el calor conveniente para llenar una ausencia dolorosa para lidiar.

Zoro sonrió suavemente. —No Tash, él no es eso.

—Podemos intentarlo de nuevo. Ahora sabemos cómo hacerlo.

—Nadie era feliz. —evito mirarla.

—Lo siento...

— ¿Por las mentiras? ¿Por tus infidelidades? ¿Por hacerme tragarme tu mierda? No hace falta que te disculpes de que sea un bastardo, eso lo hice yo. Tal vez tú me diste el empujón, pero el camino lo elegí yo. Lo único malo de esto, es descargarme en quien no merece aguantar mis porquerías.

— ¿¡No puedes perdonarme ¡? ¡¿Usar esto como una escalera para ascender y fortalecernos?¡ —lo miro recriminatoriamente mientras tomaba sus manos entre las suyas. —Dijiste muchas veces que no te rendirías, y ahora solamente haces eso porque luchar por nosotros es más difícil. Me amas.

—...Tal vez eso demuestra que mi amor no era tan fuerte como creíamos. — era extrañamente liberador poder decirlo en voz alta, sin dudar de si mismo al hacerlo. —Si lo fuera no dudaría en dejarlo todo. Pero en estos momentos no siento nada de eso. No iría al infierno por ti.

— ¿Y por él?... —su voz estaba flaqueando. —No sientes por él ni la cuarta parte de lo que sientes por mí.

—Afortunadamente.

.

.

.

El reverbero de las escaleras rojas lo hizo mirar abajo, Tashigi estaba bajando el primer tramo apresurada, cuando estaba en el segundo disminuyo sus pasos y se tallo la cara disimuladamente para ocultar las lágrimas que no podía contener más, y al estar en el parking ella ya lloraba lo suficiente para que sus hombros se agitaran, y extrañamente, Sanji no sentía lastima. Y extrañamente también, Sanji pensaba que eso era lo que ella se merecía. No importaba que fuera una mujer ni su respeto casi idolatra a ellas. Ello lo merecía tanto. Negó con la cabeza y suspiro. Para él era lo justo que sus sueños le pegaran en el rostro enseñándole que todo tenía una fecha de expiración. Hasta el amor.

Y probablemente si él no comenzaba a hablar cuanto antes, también recibiría el mismo golpe.

La maleta que había comprado, todos los trámites que estaba haciendo. ¿Realmente valían la pena?...Tomo una respiración profunda, inhalo y exhalo.

Un gradiente rosado se alzaba sobre él y avanzaba condenadamente lento. Así que aparto la vista del cielo y la enfoco en los departamentos del frente, todos eran iguales, copias y copias habitacionales de la región metropolitana; paredes de ladrillo naranjas, rejas blancas encubriendo puertas de madera y todos tenían la misma localización a solo quince minutos del Target que estaba a unas cuadras. Pero todos era relativamente lo mismo, en el mismo bloque. Todos podían ver los grafitis en la tienda de comestibles, y los mismos tenis Nike colgados en un cable de electricidad. Tal vez el hogar de los Phoenix-Portgas se diferenciaba solo un poco de las otras guaridas, ellos tenían una cicatriz en su puerta a causa de un adorno mal clavado en la navidad pasada.

El departamento de Zoro era...extraño, como si tuviera vida propia y pudiera reírse o llorar. Coaccionaba al viento y a las ramas de los árboles para crear sonidos.

—Supuse que estarías aquí. —La melena esmeralda salió de la oscuridad. Vio a Sanji estremecerse por la fría corriente de aire. El brillo misterioso del atardecer en su piel traslucida. El pasillo de los departamentos del último piso que aún no se habían rentado era prácticamente como el mejor asiento del cine. Podías verlo todo.

—Me estoy tomando mi tiempo antes de regresar a mi casa. —Zoro asintió, Sanji estiro su pierna y metió su tenis entre los espacios del barandal. —No era como me la imaginaba. De hecho puedo ver porque todo el mundo piensa que eres un infiel desalmado: Tú no eres educado, no tienes buen humor, y te gusta estar borracho, ella es muy linda, conservadora e incluso hasta amable. Si no te conociera estaría seguro de que jugaste con su corazón hasta exprimirlo y hacer un jugo de limón. Un jugo de sangre en realidad.

—No sé de donde saque valor. —Zoro se recargo perezosamente en la pared. —En otras circunstancias de mi vida la habría recibido con los brazos abiertos. Hoy acabamos con todo.

—El tiempo es raro y críptico. Un día quieres un pastelillo de chocolate y crema, y al otro algo tan picante como la comida mexicana.

Zoro se rio amargamente, un mechón de cabello verde molestaba su frente.

— ¿Sigues enojado conmigo?... —Sanji susurro, su expresión era agonizante.

—Si. No. En realidad no lo sé. Creo que a veces te odio. ¿Siempre fuiste un asno? No lo recuerdo.

—Me media cuando apenas estaba conquistándote. —Sanji puso su tenis sobre el de Zoro, empujándolo juguetonamente. —Me da vergüenza mirarte a la cara después de todas esas estupideces. Lo siento.

—Solo espero que no hayas hecho algo tan loco como el mismo Marqués de Sade* relataba en sus libros. Aunque si no, siempre me tienes aquí para experimentar.

Se rieron al mismo tiempo.

—De todos modos, ¿estás bien?

—Así es. — Zoro dijo con firmeza. — ¿Por qué actuaste así? —él empezaba a mostrar sus sentimientos. —Te dije lo estúpido que era para mí estar revelándote todas esas tonterías sobre Sanji azul, y tú simplemente empezaste a actuar de esa forma y a tirar verborrea como todo un experto en el arte.

—Queria saber qué era lo impactante en ella, si yo un día me fuera, no sé si actuarias de la misma forma, abrazando mi ausencia como si no existiera nada más.

— ¿Y no podías preguntármelo? Llevas semanas siendo extraño. —paso los nudillos por su mejillas.

— ¡Lo sé! ¡Lo sé! —. Sanji prácticamente estaba jalando de sus cabellos. Zoro noto el temblor de su voz. —Estoy lleno de mierda y me asusta que a ti no te asuste eso. ¿Si? Además, ahora eres libre de Tashigi.

— ¿¡Y no es exactamente eso lo que deberías de estar buscando?! Ahora no solo digas que cargas la responsabilidad de un demonio en tu espalda cuando tú y yo estábamos jodidos aun antes de conocernos y lo sabíamos. ¡Lo comprobamos tantas malditas veces que no entiendo porque ahora luces tan temeroso!

— ¡El fin de su ciclo significa que podrías empezar a ampliar tus horizontes!

Zoro parpadeo. —Tienes solo unos minutos para explicarme esto antes que decida regresarme a mi casa y dejarte aquí con tus palabras confusas y tu actitud misteriosa. Odio los acertijos.

—Te arrepentirás y volverás por mí, no te hagas el duro. —Sanji suspiro. —...Me siento como un torpedo humano. Es como si en el fondo estuviera seguro de que estallare en algún momento y volare en partículas todo lo que me está rodeando.

—No eres ningún torpedo, Sanji.

—Ahora podrás ver lo que yo veo en ti, y más gente lo hará también... No sé cómo explicarlo sin sonar como un egoísta, no sé si vas a pensar que estoy diciendo que estoy preocupado por ti cuando solo pareciera que estoy preocupado por mí, ella se fue, y esto es un poco raro, pero era una parte de nosotros. Te apoyabas en mí, Tashigi hacía que buscaras por mí. A veces siento que hay algo dentro de mí interior que me consume a pasos pequeños, cuando abro la boca lo arruino, cuando sigo mi instinto, también lo arruino. Y no sé cómo termine junto a ti pero me gustas mucho, me importas mucho y te a... —agacho la vista. —Necesito que me digas a adónde va todo.

—Yo no estoy arrepintiéndome. Pensé que estaba dejándolo en claro pero parece ser que no es así. Conocemos nuestros momentos más bajos, sé que te seduce el desastre y a mí la miseria. Somos el peor dúo Sanji, el peor.

—Lo siento.

Abrió los ojos enormemente cuando Zoro lo atrajo de la nuca y lo beso fuertemente. —Ella no era el conector entre tú y yo. Y si alguna vez lo pareció fue mi culpa.

Se separaron, Zoro acuno su mejilla, y puso el pulgar encima de sus labios contorneándolos, mirando fijamente el suave movimiento que hacían al dejar escapar sus respiraciones, sus pupilas agigantadas y de un color más claro. Se acercó nuevamente para robarle un beso, Sanji puso los brazos alrededor de sus hombros y los levanto un poco para jugar con sus cabellos. Su cuerpo jamás se había sincronizado tan bien con el de nadie más.

Termino sentado entre sus piernas, el gradiente rosa del cielo ya no estaba. Y las luces de las casas en las altas colinas empezaban a tener más color ante la postura de la pronta noche.

Busco en el bolsillo de su chamarra una pequeña cámara fotográfica, no era su polaroid de siempre, Zoro puso el mentón sobre su cabello, Sanji empezó a pasar las fotografías presionando una tecla negra; estaba Usopp y otros chicos, los Phoenix saliendo de su casa distraídamente, su abuelo cocinando, el tren, sus hermanos, Pacific Pizza, la reserva ecológica. Zoro parpadeo cuando se encontró a sí mismo, Sanji siguió cambiando los escenarios, en la mayoría estaba él siempre sin darse cuenta; sonriendo, enojado, reflexivo, divirtiéndose o con un rostro plano, con el uniforme o la ropa casual. Abarcaba la mayor parte: — ¿Así que eres mi fan? —rodeo sus hombros con los brazos e inhalo con profundidad su olor.

—Yo lo llamaría ser acosador, espeluznante, un freak... —bromeo echando la cabeza hacia atrás, recargándose en el pecho de Zoro. El aire era tan denso y frió que podría hacerse liquido de la nada, y Sanji miro las luces pensando que por una vez ellos también podían ser una simple y mundana historia de amor. Otras dos personas aburridas y felices en una ciudad de nubes opresivas y bosques oscuros.

Solo chocolate caliente, rollos de pizza en el refrigerador, algunos domingos de familia y carne asada, cenas de hogar, pijamas puestas, películas malas y la música parisina que en secreto amaba escuchar. Desbloquear un nivel para pasar a otro. Fácil, sencillo. Su corazón se retorció.

Debía hablar ahora.

Zoro acomodo el cabello detrás de su oreja. —Siento todo. —susurro en su piel. —Creo que soy el peor algo de la historia. Pero quiero más y espero que tú también.

—Eres un desastre Roronoa. —sonrió recostándose en el frio piso. Zoro se posiciono encima mirándolo intensamente, rozo su nariz en su oreja y la vena de su cuello, Sanji se estremeció y jadeo, sus fríos labios buscaron los suyos y le permitieron probar.

Y besa y consume y acaricia y castiga y ruega y sonríe y tiene hoyuelos...Y Sanji es azul, pero sobre todo amarillo.

......

La casa era sombría, sobre todo cuando las luces del cenador o de la sala no estaban encendidas, ni siquiera los faroles del porche por seguridad, la oscuridad era su segunda pintura y se mimetizaba sobre ella para recordarle que nunca viviría mejores momentos.

Subió las escaleras como normalmente lo hacía, solo que el silencio esa noche era blanco y estático, como una bóveda insonorizada y estéril. A veces no hacía ruido solo porque no queria despertar a su esposo, pero esa noche el ruido parecía ser incluso necesario, miro su estudio cerrado y el cuarto de Ichiji también.

Se acercó golpeando su puerta con los nudillos suavemente, pero él nunca abrió, tal vez dormía, eran las doce con algunos minutos demás, pero solo no había rastros de algo que indicara que él estaba en casa. Y él siempre estaba en casa.

Frio en su nuca lo hizo girar la cabeza, — ¿no se suponía que la calefacción estaba encendida? —, abrió la puerta de su propia habitación y cuando entro, a través de la franja de su enorme ropero de madera ornamentada lo único que podía ver era doble azul vigilándolo.

Hasta que la puerta se extendió dejándolo ver el interior del mueble.

Ichiji estaba sentado encima de sus camisas con las rodillas pegadas en el pecho y la mirada hacia el frente, y aunque su cuerpo no se movía, sus ojos si lo hacían. Katakuri frunció el ceño preocupado, el pelirrojo seguía inerte, pero sus ojos no, porque siguieron sus movimientos tentativos precisando que se acercaba a él.

—Mate al gato —dijo con voz vacía y sedada, Katakuri se sentó en frente de él, solo que en la cama mientras miraba directamente el armario.

Ichiji sentía los delgados brazos de Baccarat exprimiéndolo y casi quiso voltearse para asegurarse de que ella de verdad no estaba con él, sintió su larga y filosa uña levantarle el mentón mientras le susurraba Te lo advertí hasta el cansancio.

Katakuri sintió su paranoia, iba a encender la luz pero algo en los ojos atribulados del pelirrojo le insistía para que no lo hiciera asegurándole que se iba a desintegrar si se deshacía del negro violeta de su cuarto, así que no lo hizo, y con la voz más conciliadora que tenía, hablo: — ¿Qué sucedió con Milo?

—No sabía que estaba en la llanta de mi auto. —Fue lo único que dijo, lo único que podía decir. Seguía quieto; pero Katakuri podía escuchar su respiración rastrillada.

— ¿Por qué no sales y hablas conmigo?

—No quiero ir a mi habitación. —sus ojos lo siguieron una vez más. —No voy a hablar, tampoco hare ruido ni me moveré, pero no me envíes a mi habitación.

Baccarat empezó a jalonear su brazo con insistencia y si se hubiese girado a gritarle que solo se jodidas detuviera, Katakuri lo habría mirado como si estuviera loco.

—No estoy aquí para pedirte que te vayas. —Katakuri respondió cuidadosamente. —Quédate. —se distrajo examinando sin disimular a Ichiji buscando cualquier cosa alarmante.

— ¿Qué le voy a decir a Anana?— al fin un movimiento, todo el flequillo desordenado cayo en su cara como una cortina mal acomodada que permitía ver sus ojos azul mediterráneo. Milo ya no estaba, Milo ya no rasguñaba, no rompía la ropa de Katakuri ni la llenaba de pelos, no maullaba más. —Nunca pude mantener una planta viva, menos un animal, hice mal al quedármelo, ¿Recuerdas cuando bromeamos sobre tener una familia? Soy un hazmerreír.

Katakuri no pudo evitar su ceño fruncido. — ¿A qué hora sucedió lo de Milo?

— A las diez.

— ¿Noche o mañana? —pregunto seriamente. Di noche, solo di noche.

—Mañana.

— ¿Llevas catorce horas en mi ropero? —Estaba mortalmente preocupado.

Ichiji gimió débilmente tocándose la frente. —Qué más da.

Katakuri no tuvo intensión de alzar la voz, pero su tono se volvía fuerte cuando sentía que algo no estaba bien: —Te duele la cabeza. —se levantó yendo a su mueble de noche, abrió un cajón y prácticamente empezó a sacar todo de su orden, porque las cosas se volvieron innecesarias si no eran una caja de aspirinas. Que por suerte encontró, solo quedaban dos pastillas así que era una cantidad perfecta.

Si la suerte hubiera estado con él entonces tendría una botella de agua natural cerca, pero solo había un vaso vacío en la cómoda, pensó en bajar a la cocina y regresar con el agua pero cuando estuvo cerca del alféizar, basto mirar los ojos azules eléctricos pidiéndole que no lo hiciera. Y entonces suspirando se metió al baño de su habitación y abrió el grifo.

Al regresar Ichiji tenía las manos enterradas en sus parpados lidiando con su culpabilidad, le ofreció la mano para sacarlo de ahí y se aseguró de que tomara las pastillas.

—A mí sí me importa, ven a la cama. —le pidió, pero recordó inmediatamente su regla de no camas; solo se sintió peor. —A la alfombra entonces, me sentare contigo. Tú cabello esta húmedo y deberías cambiarte esto. — toco su espalda, la tela de su playera estaba tiesa y fría, no se quejó cuando Katakuri se la quitó y en cambio le dio una de las suyas, la primera que encontró en su cajón, y que era demasiado grande como para resbalarse de sus hombros.

Katakuri protectoramente empezó a acariciar su piel, calmándolo lo suficiente para poder secarle el cabello con lo que tenía a su alcance. —No pienses en nada... —le susurro dándole un beso en la mejilla. Lo que no le gusto a Baccarat, que hizo un mohín y se esfumo. Ichiji pensó que su dolor de cabeza había disminuido ligeramente.

—Lo siento, siento estar aquí arruinando tu espacio cuando bien podría haber hecho esta estupidez en el mío. —se rió como si de verdad no pudiera estar aguantando la risa. —Es solo que esta parece la típica escena de un adicto, me veo como uno, me veo como algo peor... ¿Pero por qué tiene que ser el cavernícola precisamente quien venga a salvarme?

—Lamento decirte que no estoy salvándote.

—Lo mate, Katakuri.

—Fue un accidente, no lo hiciste apropósito, sé que amabas a ese gato. —Katakuri le contesto, no podía ver nada, no quería tocar su cara para descubrir que sus ojos estaban hinchados, pero si sintió sus manos, estaban llenas de llagas que probablemente se había hecho con la pala de acero. — ¿Lo enterraste en el jardín?

—Hice el hoyo primero, pero no puedo tocarlo y levantarlo porque está muerto, esta aplastado, y yo lo hice. — Tal vez ellas tomaron sus llaves y subieron a su auto, pero él les dio esa oportunidad al no haber sido más sagaz ni más firme.

—Fue un accidente. —susurro en su oído.

—Que se hubiera evitado si solo hubiese sido más inteligente.

Katakuri tomo sus mejillas en sus manos, mirándolo en el claroscuro. —Cereza, por favor.

—No escuchaste como se aplasto, ni siquiera termino de maullar antes de callarse, tampoco viste como quedo. Estaba...reventado. Y rojo.

—No fue tu culpa. —le repitió otra vez, con lentitud.

—Está llenándose de nieve Katakuri. —el moreno lo tomo entre sus brazos y él tirito, era tan indefenso e inseguro en esos momentos. —Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento. —no sabía cuántas veces Ichiji lo repitió, pero estaba apretando fuertemente los ojos. —Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento. —Ni siquiera porque lo dejo continuar. —Lo siento, lo siento, lo siento. —pero no tenía el valor de soltarlo.

—Déjame ir entonces y voy a encargarme, te traeré algo de comer igual, y voy a enterrarlo, deja todo en mis manos. —puso los labios en su sien.

—No quiero estar solo. —Ichiji sostuvo su mano y Katakuri entendió que no podía irse.

Él solo movió la cabeza, sus hombros se agitaban mucho. —Solo no me alejes, por favor.

—Descansa, ¿de acuerdo?, no me voy a ir, si lo hago probablemente romperás todo lo que tengo aquí. —trato de sonar con humor, se puso de pie, tomo su almohada, no se atrevía a salir del cuarto para ir por las mantas de Ichiji, así que saco su ropa y la apilo, jalo todas sus sabanas y las acomodo sobre la alfombra. —Me voy a quedar contigo. —acaricio sus cabellos, desenredando gentilmente sus nudos, escucho un gruñido, él estaba conteniéndose para no llorar.

Y después solo tenía la mano en su rodilla.

— ¿Cómo te fue en el trabajo? —formo una sonrisa rara y melancólica. — ¿Qué tal plantarse ante todos esos tiburones?

Estaba a punto de responder No importa, pero una respuesta evasiva no solucionaría mágicamente su relación. Y tampoco había sido un día normal. Debía contarle de Whole Cake cuanto antes, hablarle sobre sus hermanos, acerca de todo...Pero ese no era claramente el momento, de todos modos Ichiji evito sus conjeturas haciendo círculos con sus dedos. —Estás muy tenso, ¿puedo solucionarlo? —dijo con voz sedosa y sugerente a la par en que le desabrochaba su camisa y la bajaba por sus fuertes hombros. —Me gustan tus tatuajes...—susurro respirando sobre su carótida y frotando las palmas por los músculos ligeramente.

—No hay ningún problema conmigo. —Katakuri aseguro tomando su mano, evitando la amarga vulnerabilidad en la mirada de su esposo. —Pero no puedo decir lo mismo de ti.

— ¿No crees que soy más atractivo así? —enarco su ceja con sombría picardía y también se rio, pero su sonrisa estaba apagada.

—Lo siento, pero no me atrae verte asustado y escondido en un armario. —le acaricio el cabello, acomodando un mechón en su oreja. —Ni un poco. De hecho me alarma. Necesito saber si estás bien. —acuno su cara en la mano.

—Define bien.

—Sabes a lo que me refiero.

—Estoy bien.

Amplio los ojos cuando Ichiji se tiro sobre su pecho, atrapándolo con las piernas dobladas alrededor de él.

Abruptamente comenzó a besarlo como un salvaje, tomando sus grandes manos entre las suyas para posicionarlas detrás, queriendo que estrujara su trasero, lo jugara, lo palmeara fuertemente haciéndolo saltar, o simplemente algo, mientras fuera sexual. Sin embargo Katakuri solo tomo su cintura y se agarró firmemente de sus caderas, Ichiji se alejó unos milímetros, y contorneo la nariz por sus pómulos, se rio suavemente, un sonido que reverbero en sus hombros que se agitaron, deslizo la lengua caliente y húmeda a lo largo de cada línea cosida de su piel, desde la comisura de su boca hasta casi tocar su sien, jugando con sus grumos y desigualdades, zigzagueando sus cicatrices con su saliva, y solo frotando de manera obscena las escarpadas, Katakuri se estremeció de tenerlo jodiendo con una zona tan grotesca y maltrecha de su apariencia, empezó a hacer esa cosa rara con la lengua y a acariciar su abdomen cuando pensó que había sido suficiente.

Tus cicatrices se ven muy...

—Basta. —puso el dedo en sus labios.

Ichiji lamio su dedo.

—Tus...—soplo la yema. —Cicatrices...—raspo los dientes en su nudillo. —Se...—cerro los ojos succionándolo. —Ven...

—Esto está de más, quítate. —Katakuri gruño roncamente, pero Ichiji siguió con más resolución que antes, jadeando como un incubo cuando se percató de los tendones fuertes y marcados en sus brazos, las venas de su cuello tenso, y aunque todo estaba oscuro Katakuri lo miro con tanta furia que sintió escalofríos y sus malditos ojos traicioneros se nublaron... —Con un demonio, ¡que te muevas ahora! ¿No entiendes?

— ¿Coquetear con mi esposo está de más? —gimió caprichosamente por su negativa, tragándose cualquier sentimiento de rechazo. —Me gusta tanto incluso cuando te enojas conmigo...—froto la nariz en su mejilla y chupo la parte inferior de su barbilla.

—Esto se salta algunas bases del coqueteo. —Katakuri murmuro con la voz áspera y grave, deseoso pero precavido. —Es básicamente ir al grano.

—Bueno, entonces disfrútame y ya. —Él estaba exasperándose y sintiéndose insultado, lo miro a los ojos fijamente y con mucha lentitud explico: —Solo tienes que ensartarte en mí con la misma facilidad en que pinchas un malvavisco con una brocheta.

Eso había sido tan estúpido que Katakuri sabía que estaba molestándose.

La maquinaria de su cerebro le decía que esperara a descifrar más de lo que habitaba en la mirada lujuriosa de su esposo, no podía perder los estribos. No queria hacerlo sentir mal.

—Ichiji, ¿quieres hablar? Si algo más sucedió puedes confiármelo, no tienes que reprimirlo. —suavizo su voz. —Puedes desmoronarte, estoy contigo. Odio gritarte. Pero también odio tu mascara, vales mucho como para tener que ponértela.

Él negó. —No, no quiero hablar. —sus hombros se agitaron. —Además, ¿Qué podría haber pasado?

Después de fúnebre silencio sintió su boca otra vez encima de la suya, jadeando y arqueándose contra él para impedirle que se alejara, succiono su labio inferior y Katakuri instintivamente correspondió masajeando lentamente sus lenguas, a la par en que empezaban a mover las cabezas y balancearse haciendo el contacto progresivamente más urgente hasta que Ichiji en desesperación se separó estirando su labio con la suficiente fuerza para sacarle sangre de forma dolorosa. Sangre que lamió sugestivamente.

—Tu sangre sabe muy bien. —raspo suavemente los dientes en el lóbulo de su oreja y también escucho el chasquido de sus labios fruncidos y su lengua roja y brillosa enroscándose en el dedo.

Realmente era una de las cosas más extrañas y sexys que le habían dicho en cierta forma, porque nadie jamás había hablado de su sangre.

Las manos de Ichiji corrieron por sus abdominales y le dio un tirón insinuante a su pene mientras se deshacía del cinturón y desabrochaba el botón metálico de su pantalón para seguir con la bregueta.

Se miraron fijamente cuando la mano blanca se sumergió deliberadamente en su ropa interior, acuno su miembro, comenzó a trazar su longitud y solo la envolvió herméticamente en su palma para gemir alto con el propósito de que lo escuchara al hacerlo. Ichiji no tenía ni una idea de lo que estaba causándole.

— ¿Así que sigo con mis manos o ya comienzo con mi boca? —una pequeña sonrisa embustera prosiguió.

Katakuri se endureció. Más.

Ichiji coloco su dedo nuevamente en la cabeza hinchada de su miembro y lo deslizo desde la cima a la base, hizo el recorrido de ida y regreso, tomándose su tiempo en seguir el largo camino que le correspondía a su hombría, atento a su cara y sin quitar ese brillo de astucia.

Vamos, Katakuri...Lo he extrañado tanto. ¿De verdad no quieres follarme?

Hijo de puta. Duende rojo de mierda. Cereza idiota.

Suspiro largamente. —De acuerdo Ichiji, sé que odias abrirtey que he sido un horrible receptor, y un patán contigo la mayor parte del tiempo. Pero, ¿confías en mí?

—Más o menos. —siguió frotando y mirando su verga como si fuera la octava maravilla o la respuesta cósmica a algo. — ¿Qué importa? Métemela. —Paso la palma por su vello púbico y tarareo comenzando a bajar la cabeza, pero Katakuri lo subió.

—Mis ojos están aquí. —Katakuri gruño señalando los dos puntos de doble rojo, siseando porque él había apretado más fuerte en lugar de disminuir. Lo empujo un poco. —Si algo sucedió, dímelo, voy a escucharte.

—Realmente quiero contornearlo con mis dientes. —sonrió con algo deforme que parecía emoción pero no lo convencía. —No me gustan las caras que hago cuando succiono, también creo que los ruidos que hago son ridículos, pero voy a compensarlo con mi lengua.

— ¡Maldita sea, Ichiji para ahora! —susurro cabreado, y dolorosamente despierto, pero no menos cabreado. —Deja de mover tu mano. —farfullo con la voz oscurecida.

—Sé que te gusta más cuando me sostengo de codos y rodillas, y me das mientras balanceo mi trasero. —movió la mano frenéticamente y jadeo una maldición apretando y soltando la gruesa cabeza de su pene. —Solo túmbame en el maldito suelo Charlotte, puedo ser tu perra.

Katakuri agarro fuertemente sus muñecas y las forzó detrás de su espalda, obligándolo a ponerse quieto. —No puedo. — Toda el aura demoniaca de Ichiji pareció disiparse.

—No entiendo...Tienes una erección. —rodó sus labios entre sus dientes nerviosamente, insistiendo por buscar más fricción con su cuerpo. —Pero no quieres que yo la calme. No estoy excitándote lo suficiente, estoy compuesto a base de cosas podridas, era obvio no podría gustarte en serio. —Él se veía tan...decepcionado de sí mismo. —Dime algo, ¿Estoy tan alejado del concepto de gente que realmente te gusta?

—Definitivamente, no te pareces en nada a esas personas, pero no se trata de eso. —lo soltó.

—Por supuesto. —volteo los ojos herido y frustrado. Su mente era incapaz de condicionarse. —No soy como ellos. Ese es el problema. Piensas que soy un bicho raro. No me rio mucho, no soy gracioso o agradable. Esa bruja estaba en lo correcto.

— ¿Quién?...

—Baccarat. —lo miro con los ojos grandes. —La amante de mi padre. Estaba furiosa ya que un magnate la boto por una rubia. Era muy curiosa, supongo que se debía al diazepam. Es paradójico que me parezca más a ella que a mi propia madre. Según ella, los antagonistas siempre pierden porque no hay forma de competir con una sonrisa radiante, o un alma buena y torpe. Si tienes eso entonces ya ganaste. Es como la lotería. Estoy tan harto de todo porque no sé si realmente hay algo destacable en mí. Y ni siquiera es suficiente para ti que me ofrezca así.

—Idiota. — Ichiji jadeo, Katakuri realmente no estaba contento con su afirmación.

No era eso, es decir, la forma en que Ichiji lo decía era como si él tuviera aversión de solo tocarlo. Lo cual no era cierto. Pero conocía esta escena y aunque todo tipo de sexo entre ellos estaba consensuado, quería mostrarle por lo menos esta vez que ellos podían ser más que dos inestables con tendencias violentas, y que tal vez no era tan mala esa intimidad de la que tanto burlaban: Acariciar y querer.

—No eres como esas personas, y no solo me gustas. —dijo enfáticamente. —Estoy excitado por ti y realmente te deseo ahora mismo. Mucho. —Lo miro a los ojos. —Más de lo que he querido a alguien. Es solo que no puedo tocarte en estos momentos. —fue más claro.

— ¿Crees que soy demasiado fácil? —Se lamió los labios incómodamente. — ¿Un cualquiera?

Katakuri pareció sorprendido por su franqueza. —No.

—No digas que no solo para hacerme sentir bien.

—No lo creo. Y no tengo que mentirte. No en estos momentos por lo menos. Te gusta el placer igual que a todos. Podríamos decir lo mismo de mí y de medio mundo, si a eso vamos, y si tenemos en cuenta que...

—Que metías tu pene en cualquier sitio dispuesto a recibirlo. —lo miro duramente. —Lo sé. Se de esa gente hermosa. Sé que nunca ha sido difícil para ti poder tener a quien quieres. Y que si no estuvieras atado conmigo probablemente ahora mismo estarías acariciando y...besando y...con alguien mucho mejor que yo.

Katakuri suspiro exhaustivamente. ¿Él era el problema? ¿Su pasado era el problema?, Ichiji estaba tan absorto en crear su vendetta que ni siquiera había podido percatarse de que un horrible hombre con una barba igual de horrible había estado orinándole encima para marcar territorio, y aun así se atrevía a llamarlo neandertal a él.

— ¿Entonces qué está mal conmigo? Bueno, sé que hay escalas entre algunos y yo, pero...

—No quiero que pienses que todo lo que tenemos es ese escape, solo el placer. —lo corto bruscamente.

—Eso no te importaba con las otras personas, Katakuri.

—Tú mismo acabas de responderte esa pregunta, Ichiji.

— ¿Por qué no, ahora...? —lo miro con ojos suplicantes.

—No quiero que te arrepientas mañana.

—Te necesito hoy.

—Te necesito siempre. —Katakuri le respondió frustrado, inseguro de como consolarle.

Ichiji abrió los ojos, riéndose de forma vacía. —Un día verdaderamente vas a odiarme Charlotte Katakuri, y eso no se va a comparar a nuestros juegos. — Rodeo sus brazos sintiendo las cicatrices de todas las veces que había intentado bañar a Milo, y se dobló cerrando los ojos, doblado frente a Katakuri mientras buscaba solo dejar de pensar.

Katakuri lo levanto y le beso la frente amorosamente mientras lo recostaba.

—Tú te callaras y te dormirás. — no era una orden e Ichiji lo sabía. —Yo voy a estar a tu lado y si me voy, te aseguro que voy a dejarte gritarme con tu voz más molesta todo lo bastardo que soy y no te voy a replicar nada. Esa será una tortura muy sanguinaria para mí. Y un perfecto mano a mano en caso de que mienta y no me encuentres aquí al despertar. —apretó los dientes cuando se acostaron, lo abrazo protectoramente y era incomodo porque su miembro palpitante estaba simplemente rozándose con el estómago de Ichiji, quien a propósito buscaba hacer cualquier tipo de deslizamiento contra él fluidamente para que entendiera la indirecta de lo que queria que le hiciera, y lo que Katakuri de verdad queria hacerle.

—Por favor, necesito que estés dentro de mí.

—No. —respondió débilmente, él replicaba, y lo volvería a hacer, pero Katakuri no le permitió repetir por favor, en su lugar se acercó a sus labios. —Estás cansado, y débil, Ichiji. No has comido y dudo que hayas dormido. Y aunque de verdad necesito hacerlo también, no quiero que creas que accedo solo porque no he estado contigo en un tiempo. Si tengo que arreglar esto. —hablo de su erección. —Solo y en el baño como un perdedor, entonces lo hare. Y lo preferiré así antes de que te hagas la idea de que solo me importa tu cuerpo.

Me siento muy caliente...—Ichiji mordisqueo su cuello moviéndose cadenciosamente. —Mmm.

Katakuri apretó los dientes y se tallo la cara. Era su esposo maldita sea, no podía seguir con esa diatriba de negación que su conciencia le pedía. Fuera de la forma en que fuera, si los dos lo querían tanto entonces iba a dejar de fallarle.

Así que resignado se sentó, levantando a Ichiji y deslizando sus pantalones y boxers, ayudándolo a sacárselos, lo dejo en su enorme playera, beso su ombligo y el hueso de sus caderas, escalando la mano por su brazo y omóplatos, haciendo presión en ese punto a lado de su columna vertebral que lo hacía soltar un resoplido quebrado y curvarse, antes de sentarlo a horcajadas y guiarlo a su regazo, Katakuri enterró la cara en la curva de su cuello. —Tú. —gruño fuertemente. —Eres mi perdición. —respiro en su piel. —Peor que una bomba nuclear.

—Una vez me llamaste peor que la peste. Las cosas no han cambiado mucho. —retorció sus dedos y suspiro. — ¿Ves? Soy yo siempre quien lo pide.

Katakuri beso su pecho y subió a sus labios, fue un contacto rápido. —Lo siento. No arreglare nada diciéndolo pero igual quiero que lo sepas.

Su mano se deslizo gentil y cuidadosa a su cadera, y presiono los dedos en los costados acercándolo más. Ichiji apretó la sujeción de sus brazos en su ancha espalda y apoyo el rostro en su hombro.

Katakuri tejió la mano en los cabellos de su nuca y se aseguró de sostenerlo bien. —Eso es manipulativo, Ichi, y no tengo idea de si estas fingiendo todo eso de que no me gustas lo suficiente cuando claramente lo haces. —él seguía empujándose en su dureza, Ichiji toco su mandíbula sintiendo como sus músculos se contraían ligeramente cada que rodaba sobre él.

— ¿Estas completamente seguro? —le pregunto conciliadoramente y él asintió, o el reflejo platinado de luz sobre su cabello carmesí le indico que había hecho ese movimiento. — ¿Si quieres que deje de tocarte o estas incomodo me lo vas a decir, verdad? —él volvió a asentir, frustrándose de que Katakuri estuviera tomando todas esas medidas.

Tomo su cara entre sus manos, enfocándose en ese doble azul esperando que fuera un gesto relajante y no solo algo errado. —Solo quiero que me respondas que sabes que lo de Milo no fue tu culpa, y si quieres que nos acostemos para conseguir que yo cause alguna clase de dolor en ti, entonces...

— ¿Realmente te importa la forma en que lo hagamos? No nos hemos detenido a contemplar eso jamás. —lo corto tajantemente.

—Hay una diferencia con todo lo que hemos hecho y esto. Estas triste ahora mismo, no enojado idiota rizado. — los dos se miraron con los ojos grandes. Nunca se había metido con su ceja. Y no era ninguna especie de burla, sino una cosa cariñosa, él tenía cicatrices, Ichiji siempre las tocaba, los dos poseían la dosis justa de rareza. —Y no voy a jalar más la cuerda de desestabilizar.

—Eres un hombre tan bueno. —dijo sarcástico. —Y tu huérfano de acogida es tan afortunado.

—No va a funcionar así ni aunque hables sucio. —le advirtió. —Así que por favor, trata de ser un poco cooperativo y solo...siente, y si vas a llorar en cualquier momento, solo saldré de ti, y me quedare haciéndote compañía. —agradeció con todas sus fuerzas la oscuridad, porque decir cosas confortantes no era lo suyo.

— ¡No voy a jodidamente llorar como idiota, por todos los cielos! —él estaba usando malas palabras, lo que delataba su frustración.

—Si lo haces lo entenderé. —le dijo firmemente, para asegurarse de que el pelirrojo estaba bien antes de siquiera pensar en relajarse en cuanto al tema del sexo.

Ichiji trago duro, ahogando la voz en su piel. —No quería incomodarte con tus cicatrices, nunca me metería con ellas. No me importa como pienses que se ven, para mi están bien.

—Ya lo sé. — Katakuri beso sus hombros, deslizando su lengua por su clavícula y la división de sus pectorales hasta poder llegar a su pezón, aumentando gradualmente la forma en que lo estimulaba. Ichiji se arqueo sobre su lengua para que él continuara y su respiración empezó a alterarse.

Acaricio con gentileza sus costados y la piel sensible de su ombligo, se movió debajo de sus muslos y después sobre sus rodillas para separarle las piernas.

No podía ver el tono de su piel o el color de su sonrojo, ni siquiera su expresión, todo estaba eclipsado, pero conocía su cuerpo para saber qué lugares tocar; no le interesaba el instante en que se estiro por la crema, ni las cosas que tiro para llegar a ella, solo que deslizo lo dedos por sus costillas y su vientre hasta poder tocar su raja y así, a su entrada; puso los pulgares en su trasero estirando suavemente la piel de los alrededores, y aunque Ichiji se tensó por la temperatura de la crema, no dijo nada cuando se zambullo, solo entrecerró los ojos y lo abrazo con más fuerza, lo profano con los dedos compasivamente hasta que fue suficiente para estar en él. Los dos respiraron con anticipación, así que coloco las manos en sus glúteos y lo acerco.

Ingreso su pene en Ichiji, rodeándolo justo de la curva de su espalda baja mientras él le enterraba las uñas en los brazos y se mordía los labios para no hacer ruido. Todo era cálido y asfixiante. —Queria estar tanto en ti. —susurro suavemente. Katakuri lucho para no perder su concentración y su control, y hacer solo de esto algo catártico.

Lo penetro en la oscuridad y el silencio, en donde solo habían dos puntos; doble rojo doble azul.

— ¿Te gusta? —Katakuri le pregunto sin dejar de sujetarlo y moverlo, rozando la nariz en su pezón mientras su pálido trasero se oscilaba encima de él.

— ¿Y a ti? —Ichiji respondió entre suspiros, crispándose a costa de su tamaño, sin dejar de enterrar los dedos en su corto cabello y jalarlo un poco.

—Creo que es un poco obvio. —sonrió aplicando más presión.

—Estas siendo muy suave. — gimió en su oído placenteramente. —Muy, muy suave.

— ¿Te molesta? —empujo de nuevo al sentirlo retorcerse.

—No. Solo no esperaba que termináramos así. —jadeo largamente presionando las finas arrugas que se habían formado en medio de las cejas de su esposo a la vez que sus parpados se cerraban un poco. —Es muy... —su voz se cortaba con cada embate. —Oh, ummh, gracias.

Siguió moviéndose agitadamente, hasta que puso las manos en los hombros de Katakuri y tuvo la necesidad de hablar, irrumpiendo la concentración del moreno: —Fui yo quien buscaba tan desesperadamente esto, y no sé si estas...disfrutándolo tanto como yo.

—Como no tienes idea. —gruño sobre sus cabellos rojos una respuesta simple y no muy elaborada, pero que quería transmitirle que si lo hacía y que eso no era simplemente ensartar un malvavisco; por supuesto quería ensartar malvaviscos algunas veces, de forma dura y primal, pero otras, solo dedicarse al trabajo de simple y sencillamente degustarlos y apreciar su sabor, no solo picarlos, morderlos y tragarlos.

Katakuri suspiro embistiéndolo a medida que el peso de Ichiji se había convertido en una serie de contracciones y estremecimientos encima de él, y de alguna forma, sofocaba gemido tras gemido, también había empezado a curvar los dedos y Katakuri realmente deseo verlo, pero no iría en contra de sus deseos de fundirse en la oscuridad.

Ellos eran las dos partes de un todo. Y él tendría que entenderlo.

Toco suavemente sus brazos y sus codos, ni siquiera era necesario salir de su cuerpo, solamente alzarlo para poder llenarlo una y otra vez, Ichiji resoplo y se dejó caer en su pecho.

Katakuri deshizo la posición, recostándolo de forma diagonal para ponerse contra su espalda y embestirlo por detrás, cambiando el ángulo, entrando en él de forma más rítmica y casi sedante, levanto solo una de las piernas de Ichiji perezosamente, él trato de engancharla en su cadera, pero Katakuri siguió sosteniendo su muslo, acuno su pene en su entrada y colisiono lentamente, suave pero muy profundo, Ichiji abrió la boca, los músculos del estómago del moreno se ondeaban y contraían, se detuvo para besarle el cuello cuando estaba encajado hasta el fondo del pelirrojo. Él solo arrugaba las cobijas y se dejaba hacer, frunciendo las cejas hacia arriba y exhalando su nombre.

Tal vez si había suerte, mañana las cosas serían mejores.

Tal vez si había suerte, sobreviviría el uno al otro.

Y tal vez si había suerte no habría que luchar más ni hacer el amor en una alfombra.

La habitación estaba tan callada que lo único que podía escucharse eran los ruidos de sus gemidos reprimidos al apretar los dientes y el golpeteo de sus cuerpos.

Katakuri le susurró al oído que no podía evitar amarlo, se lo mostró acariciando su cintura con el pulgar, cuando puso la mano encima de su estómago e Ichiji la apretó también, lo estaba embistiendo más rápido, tan solo un poco más fuerte haciéndolo inhalar de forma más escandalosa, Ichiji cerró los ojos cuando le volteó la cara y lo beso lánguidamente, moviéndose constantemente en él, los dos estaban en plena combustión, Ichiji hizo un ruido estrangulado cuando lo sintió pulsar dentro suyo y después se liberó.

Movió el cuerpo de Ichiji un poco más, solo para mecerse por inercia dentro, en un espacio sofocante y lleno de su esperma.

Deslizo la boca cerca de su oreja: —Odio estar diciéndolo así, en un momento tan inoportuno como este. Pero tú lo dijiste una vez, en la misma situación. Y ahora tú eres quien es incapaz de responderme a mí. —respiro en el lado convexo de su cuello y presiono su hinchado pezón con la yema del dedo. —No sabes tocar a nadie más y yo ya lo olvide. Pero para que lo sepas, no sería capaz de dormir en una alfombra por otra persona. Voy a dejarlo en claro de una vez: Me importas Vinsmoke, quiero hacerte cosas bastante sucias que simplemente cuando te las diga ameritaran que me abofetees, lo que probablemente merezca, y te sonrojes, pero también quiero ser la clase de idiota que llega a casa después de un día horrendo de trabajo, al que tú le cuentas lo difícil del tuyo. Acariciarte y entrar suavemente en ti. Quiero no sentirme ridículo al decirte esto, y quiero que estés seguro que puedo ser tu escudo y no tu enemigo.

Ichiji le pidió a su cerebro que creyera el afecto y la gentileza que Katakuri mostraba con él, qué le hiciera comprender que ya estaba cansado de destruirlos a los dos.

Katakuri respiro lentamente abandonando el fondo de Ichiji, recobrando el aire, enredo sus brazos en la cadera y solo lo llevo hacia él, las curvaturas del suelo eran molestas y desiguales, cubrió sus cuerpos con la sabana caliente y lo encerró en su pecho, él se quedó absolutamente laxo, pasaron varios minutos en los que sus parpados se hicieron pesados y comenzaron a cerrarse, pero Ichiji se aferró a su enorme brazo y comenzó a respirar.

Cada vez más desigual. La criatura en su interior se lo estaba devorando sin piedad.

Su cuerpo se sacudía en desgarradores temblores. Y trato de ponerse rígido para controlarse, aunque le fuera imposible, pero al final romperse era más tentador.

—No fue tu culpa. —Katakuri tomo su cara pensando que había algo que Ichiji le estaba ocultando, pero tenía la inseguridad de solo preguntarle lo que en verdad había sucedido para que eso no lo afectara más, así que solo hizo lo que le parecía más lógico: Frotar lentamente sus brazos y decirle que estaba junto a él. Y para él.

—Si lo fue. No viste lo que paso aquí, yo solo lo arruine todo de un momento a otro y ahora ya no está. —Si solo hubiera preparado el estúpido sándwich el giro argumental habría sido otro. —No está. —su murmullo apenas y sobrepasaba el silencio. —Ni siquiera sé qué haces abrazándome cuando el mundo está a tus manos. Y muero por decirte que eres un tonto. Pero no quiero encontrarme con que el tonto soy yo al pensar que cambiaste tus viejos hábitos por mí.

—Y yo muero por decirte que eres un ciego. Puedes despreciarme mañana si te levantas con ánimos para hacerlo, hoy no pienso soltarte de mis brazos, así que te aconsejo que te pongas cómodo.

Y cuando él empezó a solo jodidamente llorar de forma silenciosa y angustiada, aún aunque había prometido que no lo haría, Katakuri lo atrajo y oculto su rostro en el hueco de su cuello mientras le recorría de forma suave el camino de huesos de su columna vertebral. lchiji se levantó un momento a mirarlo y supuso que tenía una especie de ceño gruñón y avergonzado, y le pediría que lo dejara en paz, pero contrario a lo que Katakuri pudiera pensar, solo se pegó más y más, y siguió llorando sin detenerse.

Llorando el peso de todo su día. Llorando por Baccarat y por Flampe. Llorando todo lo que había hecho sentir en carne viva a Sanji. A Niji y también a Yonji, a una lista larga de personas. Llorando por estar lleno de mierda y llorando porque no podía liberar todo y resignarse a que Katakuri si lo amaba. Y llorando por...estar llorando. Se sentía como esa pelusa, con su atracción electrostática que solo existiendo unía nuevos elementos a ella y aumentaba su tamaño. Era una pelusa en constante crecimiento.

Había agua, pánico y un siseo desquebrajado mientras la palabra lo siento era repetida nuevamente de manera compulsiva.

Katakuri casi deseo las patas de goma de Milo pegándose contra la madera de su puerta y saltando encima de ellos, pero en lugar de eso en el patio había una bola desinflada cuya sangre ya se había ennegrecido.

—Fue mí...

Katakuri puso los labios encima de su cabeza, frotando amablemente su piel, él ahogo un sollozo suave abrazándose al imponente cuerpo de él. — ¿Sabes? Tienes la piel más fría que he tocado y tu cabello es demasiado liso, es un color carmesí...extraño, pero me gusta. —beso su hombro. —Tú lo haces Ichiji. Me gustas.

El corazón de Katakuri se sintió acongojado, como si estuviera pasando por una implosión dentro de su cuerpo, el sollozo de Ichiji se hizo más fuerte, y él sabía que no podría convencerlo de lo contrario mientras seguía cimbrándose con sus lágrimas histéricas y rotas, era la verdad, él estaba tan roto, pasaron largos minutos en los que siguió así, solo deshaciéndose entre sus brazos.

Él finalmente se calmó. Trato de dormir y fallo, Katakuri lo noto, se sentaron en cuclillas uno frente al otro. Ichiji ya no lloraba pero estaba cabizbajo con los brazos extendidos y los pulgares frotándose en sus cicatrices con vulnerabilidad y...le gustaba que lo hiciera, solo a él se lo había permitido.

—Estas lleno de cicatrices Katakuri, pero son hermosas. No importa la historia que tengan.

Katakuri podía ver en él los años y años de descuido y negligencia. Muchos sis y pocos noes. Retazos de una vida materialista y hueca junto a las transgresiones de un amor imprudente.

— ¿Qué es lo que esperabas de Creta? —coloco la mano en su espalda, frotando y tranquilizando.

—Tú la conoces. Yo solo puedo suponer que es diferente de aquí. Agua muy azul, filas y filas de casas pequeñas y blancas, el sol griego, héroes antiguos...dioses del Olimpo...arena blanca...

—Tal vez un día...

—Este lugar está lleno de fantasmas. —dejo caer la frente en su pecho, encorvándose, Katakuri podía sentir su respiración vibrar en su propio cuerpo, lo rodeo. —Y a veces te hacen creer que tú eres uno de ellos. Solo un espectro.

—Estas vivo. —Movió sus dedos por sus huesos.

—No siempre, Katakuri.

Su voz estaba adormilada.

—Estoy vacío.

—No siempre, Ichiji.

—Soy un cementerio.

—Eres mi casa.

— ¿Y si te vas?

—Lo único que me haría irme serías, irónicamente, tú. —susurro bajo. —Voy a enfadarte, te haré cuestionarte algunas cosas, pero al final es un hecho que volvería por ti. Alfa y Omega cereza. El inicio y el fin.

.

 

 

Notas finales:

Notas de autor: Antes que nada, gracias por leerlo, como siempre es algo que les agradezco :') La verdad es que pensaba dividir el capitulo en dos partes porque era muy largo, pero al final lo deje así xd

 

Y después de este capítulo vienen molestos a decirme, ¿y a si se arregló todo? Pues no, el siguiente capítulo es el significativo huajajaJAJA (?

 

Aclaraciones tal vez innecesarias que solo gastaran su tiempo y los aburrirán, si tienen sueño mejor vayan a dormir, pero si no...:

 

1) Por si a alguien se le había pasado por alto, en capítulos pasados se insinuó que una de las mujeres con las que se había metido Katakuri era la mismísima Tashigi. Y después se confirmó que en efecto, ella le había sido múltiples veces infiel a Zoro con otros hombres.

 

"...Tiene enormes anteojos de armazón rojo y cabello negro azulado, se aprieta sus pechos y rompe la cadena de su cuello, en ella hay una Z." y "...O el baño de un bar...Decía cosas como lo difícil que era encontrarme una verdadera competencia, que solo uno o dos hombres de esos tantos la habían dejado satis..."

 

Sin embargo el encuentro con ella no fue nada significativo para Katakuri, fueron solo dos desconocidos en un bar. Ella no es una mujer que Charlotte recuerde, nada medianamente significativo a lo Belo o Stussy. Y sobre Zoro...Fue su esposa, eso lo dice todo.

 

2) No hay fantasmas en este fic, son solo formas de decir lo jodidos que están nuestros personajes. Lo único que Sanji tiene azul son sus ojos (Y Niji), y Baccarat probablemente sigue viva en algún lado tomando vino, llorando lagrimas negras, abusando de las pastillas para dormir y asustando a niños sensibles. Espero que no se les haya olvidado, la mencionamos hace algunos ayeres.

 

3) Esto no tiene que ver y es una tontería, pero Tashigi se ha encontrado con Katakuri, Ichiji, Sanji y Zoro alguna vez. ¿Recuerdan que Ichiji choco con alguien de lentes rojos cuando estaba caminando con Lucci? ¿o que ella se encontró por accidente con Sanji y lo ayudo a levantar sus cosas? Nuestros otros cabezas de chorlito obviamente fueron compañeros de leche lol.

 

4) 120 días de sodoma, escrito por el Marqués de Sade, es un libro enfocado en la lujuria a escalas muy fuertes, perversión humana, sadomización, crímenes y parafilias sexuales, crueldad, corrupción, bajezas, etc.

 

5) Apadravya (¡No lo busquen en google si tienen compañía!) es una perforación en el pene.

 

6) Gucci, Fendi y Prada son firmas de moda muy lujosas.

 

7) Coachella; es un GRAN festival de música, suelen recurrir artistas a la celebración, y los atuendos que visten son algo de lo que se habla mucho. 


 


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