Día 21:Fashion Emergency
Antes de comenzar nuestra aventura, teníamos que cambiar físicamente, para que todo lo que contáramos fuera creíble.
Leticia me levantó temprano un día y me llevó al centro de belleza de una amiga.
-Quiero que le depiles el rostro con láser, necesitamos también un tratamiento con colágeno para rejuvenecer su piel... Drenar el exceso de agua, y una terapia de escultura para su cuerpo, porque ha engordado un poco... - me sentaron en una camilla y mi esposa comenzó a darle ordenes a la estilista.
Me sentí como un pedazo de carne que dos cocineras estaban preparando para comer.
-¿Crees que todo eso es necesario? - le pregunté a la mujer.
-Claro que sí, vas a ser un muchacho de veinticinco, no un viejo de treinta que se ha descuidado... Por dios, si viviendo con la morsa has engordado un montón... ¿Qué comen? ¿Hamburguesas todos los días? - se alteró la preñada.
Iba a responderle que no, pero ahí me acordé que tenía razón y que como ninguno de los dos cocina, estando con Gabriela solo he comido pizzas, alitas de pollo, hamburguesas, hot dogs y cuanta basura se podía pedir por teléfono, porque hasta ir a un restaurante nos daba pereza.
-Y no se olviden de mí... - de pronto apareció Gaby en la consulta.
-¿Cómo llegaste hasta aquí? - le preguntó Leticia, porque nadie la había invitado.
-Puedo rastrear a Nicolás por GPS, con el chip que le implanté en la nuca... - respondió la gordita mostrándonos el celular.
¿Qué? ¿Cuándo? Yo no me di cuenta de eso. Iba a reprocharle cuando de pronto, la muy loca, se sacó toda la ropa, en medio de la consulta, frente a todos los pacientes que esperaban su atención.
-Quiero que me quiten toda esta grasa, que me levanten las tetas, que me saquen trasero... En lo posible, quiero ser pelirroja de los ojos azules... ¿Pueden aclararme la piel?... ¿Sacarme los callos de los pies?.... Ah y de la mano también, porque me meneo mucho la panocha y hasta me salieron durezas... - dijo mientras todos estaban atónitos al verla.
Santa virgen de la Macarena, que era extraño verla sin ropa, aun cuando ya le había visto la vagina en mi consulta.
Luego de la impresión general, la primera en responder fue Leticia y es que se rió muy fuerte delante de la gorda.
-Acá hacen tratamientos simples, no milagros... - se burló la embarazada de mi amiga.
Tuve que recoger la ropa de Gaby y ayudarla a vestirse, para que se marchara del lugar y los presentes dejaran de burlarse de ella.
-No hagas más este tipo de cosas, porque el resto se va a burlar de ti... - le mencioné mientras salíamos del lugar.
-A mi no me importa, no me avergüenzo de mi cuerpo... Hice todo eso porque quería fastidiarle el plan a esa maraca de Leticia... ¿Cómo te puede caer bien? - confesó finalmente.
Aunque mi amiga intervino esa mañana, me hice el tratamiento de todos modos y luego de un mes, estaba irreconocible. Si bien la terapia dura mucho tiempo, los primeros efectos eran increíbles y parecía mucho más joven. Y para qué hablar de Leticia, en realidad parecía una adolescente preñada de su bendición.
Ya teníamos todo listo, nuestros cuerpos estaban preparados para la mentira y gracias a nuestros ahorros como matrimonio, pudimos arrendar por un año una pequeña casa en un barrio lejano del centro. Allí donde la policía siempre anda incautado drogas y no puedes salir de noche, a menos que quieras que te roben o peor aún, te violen. Ay, creo que saldré por jugo a medianoche, a ver si me encuentro con el hada de las vírgenes.
Hicimos las maletas y estábamos a punto de irnos a nuestra nueva vida, cuando se abrió la puerta de la habitación de Gabriela y vimos a la gordita completamente irreconocible.
-¿Quieres ser Gabriel? - preguntó la embarazada.
-No, pero quiero ser una tomboy... ¿Me veo bien? A que me parezco a Justin Bieber... - respondió la ahora rubia de pelo corto.
Como nosotros nos habíamos hecho un cambio de look, supongo que ella también quería hacer lo suyo. Y lo logró, porque desde lejos era un verdadero niño regordete. Vestía una sudadera larga, unos pantalones de basquetbol de corte tres cuartos y unas zapatillas grandes.
-Oh por Dios, si hasta tienes pelos en las piernas... - mencionó Leticia.
Tuve que acercarme para verle bien y en efecto, la mujer no se había depilado.
-Pues sí, no voy a ser una esclava de la depilación, no voy a seguir las órdenes del patriarcado... ¿Quieres ver mi axila?... - Gabriela estaba tan molesta que tomó la cara de Leti y la frotó en su axila peluda.
-Que asco... No porque seas lesbiana tienes que ser sucia... - respondió asqueada mi esposa.
-¿Qué?... No soy lesbiana, me gustan mucho los hombres, especialmente las locas locas... Pero nunca me gustó ser la princesa, siempre preferí ser el caballero... ¿Algún problema con eso? Si ustedes quieren vivir de nuevo sus vidas como les hubiera gustado, pues yo haré lo mismo... Así es como siempre he querido ser... - orgullosa mencionó mi amiga.
Aplaudí su respuesta, antes de tomar las maletas y salir del departamento. Tenía que acabar ahí la discusión antes que esas dos siguieran peleando. Ya no es tiempo de prejuicios, solo de valentía para construir una nueva vida, una donde todos podamos acercamos a aquellos que siempre hemos querido ser.