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Ni tan casados por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola chicos... espero que estén muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo....

 

Bueno, estuve una semana de vacaciones, fuera de mi país... así que no podía escribir.... nuevamente les pido disculpas....

 

Ahora a leer!!!! :D

Día 22: Nuestro nuevo barrio

Y llegamos al barrio donde arrendamos la casa. Para ser sincero, nunca en mi vida había estado un un sitio tan deplorable. Las casas son pequeñas, desgastadas por lo antiguas que son, todas juntas creando la ilusión de una casona enorme, pero que en realidad solo son casitas chicas reunidas en un pasaje estrecho, sin árboles y con basura en cada esquina.

-Todavía podemos arrepentirnos...- mencionó Gaby tan solo al ver el lugar.

-No, ya lo decidimos y vamos a seguir adelante...- respondí convencido, aunque en realidad todo me pareció horrendo.

-Está bien, no creo que sea tan malo.... A mi me dijeron que la casa estaba bien mantenida...- quiso recalcar Leticia.

Y no sirvió de nada, porque tan solo al entrar nos dimos cuenta que la puerta casi se caía, que las ventanas estaban trizadas, que la escalera al segundo piso eran unos cuantos maderos enmohecidos. Y para qué hablar del baño...

-Dime por favor que eso es una caca con pelos...- mencionó la gordita al ver el inodoro.

-No, creo que es un ratón muerto...- tuve que ser sincero.

-Creo que tampoco era necesario ser tan pobres, podríamos haber sido clase media...- Leticia terminó arrepintiéndose también.

-A ver chicas, esto es solo por un tiempo... Es un juego ¿ok? Tengamos un poco más de positivismo...- no podía ser que todo se derrumbara el primer día.

Al final, aunque tenían rostros demacrados, comenzaron a cooperar y tras llegar nuestro camión de la mudanza, la decoración fue todo en lo que pensamos esa tarde.

Con un poco de pintura, los muebles adecuados y los toques artísticos de Leti, tras nuestra primera semana, la casita ya parecía más acogedora. No era como estábamos acostumbrados, pero por lo menos ya no parecía chiquero. 

Y teniendo el hogar listo, me dediqué a cumplir mis metas.

-¿No crees que vas muy... obvio?- me preguntó la embarazada la primera vez que salí a pasear por el barrio.

-Es la idea, estoy harto que me digan que no parezco gay....- era la verdad.

-Ya... pero de parecer hetero a andar con una polera que diga "Me gusta la verga", creo que te has excedido bastante.... ¿De donde sacaste eso?-  seguía reclamando quien fuera mi esposa.

Para ser sincero, me la hizo Gaby, que conoce un lugar donde confeccionan poleras. Y la usé, aunque me dio vergüenza y es que si uno quiere ser exitoso, hay que tomar ciertos riesgos.

La primera cuadra que caminé con mi prenda rosada y leyenda sofisticada, no fue una mala experiencia, porque en realidad no me encontré con nadie. Mierda, que no había ni siquiera un alma a las siete de la tarde, a punto de oscurecer. Yo quería que me viera cualquier vecino, y que comenzara a esparcir el chisme que tienen una marica en el barrio. Nada de eso ocurrió.

Por suerte, en la segunda cuadra me encontré con muchos hombres, quienes estaban juntos en la esquina. Ahí me di cuenta que era mi oportunidad para ofrecerme como la nueva reina marica del barrio.  Y bueno, lo único que conseguí fue comprender por qué nadie anda por las calles a esa hora.

-Hola chicos... soy el nuevo vecino, vivo en la casa 218...- dije amistoso, mostrando mi dentadura perfecta, y mi pantalón apretado, resaltando mi trasero gordito.

Me miraron de pies a cabeza, impávidos como si no creyeran que me tuvieran en frente. Al principio creo que quise pensar como Gabriela e imaginar que se habían enamorado a primera vista de mí. Luego me percaté que era mentira.

-Muy bonita la ropa maricón, así que sácatela... y déjanos el celular, la billetera y ese reloj...- mencionó uno de los hombres, el que tenía un corte de cabello extraño y vestía como rapero.

¡Santa Cachucha! Estaba más que feliz con la propuesta, los hombres de ahí eran más abiertos de mente y me darían una tremenda bienvenida, con orgía incluida. Feliz me saqué la ropa, creyendo que me follarían como locos y que esta vez nadie sería tan dotado como el burro que me dejó en el hospital con desgarro anal, y casi muerto porque chocó el auto.

Todo parecía ir bien, hasta que el líder sacó un cuchillo y me lo puso en el trasero.

-Mira maricón, para la otra que te vea mostrándote así tan fácil, te voy a cortar las nalgas de la raja y voy a querer ver si puedes follar de nuevo...- me amenazó con el filo helado en mis pompis.

Luego de eso, me obligó a correr.

-¿Y mis cosas?- pregunté asustado.

-Que te acabamos de robar, imbécil....- me confesó antes de comenzar a correr para echarme.

Como pude, arranqué de allí y entré rápido a mi casa, cerrando la puerta. Todas mis presas saltaban en el ajetreo.

-¿Qué te sucedió?- me preguntaron al mismo tiempo mis compañeras de hogar.

-Bueno.... yo.... creo que no es tan malo parecer hetero...- dije desanimado, luego de haber sido humillado por ese grupo de delincuentes.

Ah no, esos tarados no me van a asaltar de nuevo. Desde ahora saldré a buscar hombres de día y con tenida normal, pero de que encuentro novio en este barrio, lo encuentro, aunque tenga que perder las nalgas por caliente. 

 

 


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