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Ni tan casados por jotaceh

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Día 36: Enema

Claudio no me pegó, eso pensé que haría cuando le confesara mi amor, pero no sucedió. Al final, después de  vomitarle encima, solo me miró con un poco de resquemor, para luego subirme a su auto y llevarme a casa.

¿Qué sucede aquí? Me pregunté todo el camino. No hablamos nada, estaba todo en silencio, mientras la cabeza me seguía dando vueltas.

Al aparcar el carro cerca de mi pasaje, el hombre me quedó mirando fijamente, como si estuviera decidiendo si decirme o no algo.

-¿Qué sucede?.... ¿Buscas la forma civilizada de decirme que no eres joto? - fui directo al grano.

-Tú eres gay, Leticia lesbiana... Esa gorda con la que vives no sé, pero es rara.... Y mi hijo va a nacer en ese ambiente. ¿Qué valores va a aprender?.... Por eso, quiero pedir tu ayuda... Necesito que separes a esas dos tortilleras, para que mi Leti quede libre y así poder reconquistarla... Nuestro hijo merece tener una familia.... - habló el tarado, casi como cura de pueblo.

-¿Y qué ganó yo?... ¿Expiar mis pecados mariconescos? - dije sarcástico.

-No... Yo... Haré el esfuerzo y dejaré... Dejaré que me la mames una vez... - fue su gran oferta.

-Mínimo una follada con popper... - le miré enfadado. ¿Tan poco me iba a dar?

-¿Qué?.... No, yo no le hago a eso.... - estaba espantado.

-Bueno, entonces no te ayudo.... - hice el intento de bajar del auto, cuando Claudio me tomó del brazo y lo impidió.

-Está bien... Una vez y necesito una película porno hetero para poder concentrarme, porque tú no me excitas nada... - tragó saliva antes de aceptar mi oferta.

-Trato hecho... Mañana nos vemos en el motel, y después separo a las lesbis... - nos dimos un apretón de manos para cerrar el trato.

Feliz me bajé del auto y caminé hasta casa. Tan solo al abrir la puerta pude ver que las dos mujeres con quienes vivo estaban sentadas en el sofá esperándome.

-¿Y? ¿Qué tal? - Leticia me preguntó primero.

-Te vimos llegar en el carro de Claudio... ¿Te lo devoraste?... ¿Cómo tiene el pene? - intervino Gabriela.

-No es nada del otro mundo... Ni muy grande ni nada... Solo tiene buenas bolas... - respondió la embarazada y es que ella sí que sabía como era la verga de ese sujeto.

-A ver... Mañana nos vamos  a ver en un motel, y vamos a tener sexo con popper... - dije triunfante.

Las mujeres se quedaron boquiabiertas, no podían creer que lo hubiera logrado tan rápido.

-¿Cómo lo conseguiste? - cuestionaron al unísono.

-Me pidió que las separara a ustedes dos, y yo acepté... A cambio de eso, me va a follar... - esa era la parte fea.

-¿Qué? Pero si eso no era parte del plan... - Leti se estaba enojando.

-Lo sé, pero él no... No las voy a separar, porque no son pareja... Solo me voy a aprovechar de su ingenuidad, me voy a acostar con él y espero que le guste tanto, que se convenza que ser gay es genial.... Quedará prendado de mi movimiento de culo... ¡Ya verán! Ése se hace maricón o dejo de llamarme Nicolás... - ¿no creen que mi plan es genial?

Las dos se miraron para luego largarse a reír en mi cara. Las muy desgraciadas no me tienen fe, pero les voy a demostrar que sí puedo, que ese macho caerá rendido a mis pies y que luego se enamorará de mí, me pedirá matrimonio y viviremos felices con dos perros, los que serán pareja también y vestiremos los cuatro del mismo modo. ¿No es hermoso?

Creo que soñé con eso en la noche, porque desperté muy feliz. Bajé al primer piso para tomar desayuno, silvaba y todo, porque para mi iba a ser un gran día.

-No sé qué tanto te gusta de Claudio.... - comentó Leticia al presenciar mi buen humor.

-Marca paquete... - contestó Gabriela, especialista en yaoi.

-Bueno, aparte.... Pero, en realidad, es porque siempre ha estado a mi lado. Antes que supiera que soy gay, siempre me ayudaba y escuchaba. Era el único hombre con quien entablé una relación así... - expliqué mis sentimientos.

Y es verdad, supongo que por eso me enamoré de él.

Vi un poco se televisión esa mañana, y ya en la tarde, me vestí para ir a trabajar. Como se me ha hecho costumbre, lo primero que recibí al entrar al bar fue la mirada de odio de la señora Mauri.

-Ay, mira ridícula... Ni siquiera me interesa Jonathan, el que realmente me gustaba era Lorenzo y ahora ni siquiera me acuerdo de él.... Hoy, por fin haré realidad mi sueño de estar con el hombre a quién amo... Así que deja de mirar feo, porque ni te voy a quitar a tu moreno... - le dejé las cosas bien en claro.

-Así que el amor de tu vida... Pues si es así, espero que te hayas lavado bien ahí... Para que no hayan sorpresas... - atacó la marica.

-Me bañé muy bien antes de venir... - respondí.

-No me refiero por fuera.... Sino que por dentro... ¿Te hiciste un enema? - su experiencia la avalaba.

Y ahí quedé en shock, porque la señora Mauri tenía razón, tenía que ser una noche perfecta, de lo contrario el hombre no querría volver a repetir.

Asustado fui hasta la farmacia más cercana para comprar un enema. Jamás en mi vida me había hecho uno, y es que no había necesitado limpiarme tan profundo, o por lo menos, con los otros amantes que he tenido, no me importaba si sucediera algún "problema".

Limpié el bar toda la tarde y parte de la noche, antes de ir al baño para hacerme el famoso enema.

Las instrucciones eran claras. Levantar el trasero, abrir el orto y meterse la botellita con esa solución transparente, que el líquido entrara por los intestinos, dejar que actúe y al rato, ir al baño para que saliera toda la suciedad. Era a prueba de tontos. O eso pensé yo.

Lo que sucede, es que ocupé todo el frasco y tras eso, no sentí nada raro. ¿Habrá funcionado? Me pregunté, quizás era muy poco líquido, ¿y si ocupo agua? Se me ocurrió esa brillante idea...

Una botella más con agua... Dos... Tres... Y me detuve, porque me vi el abdomen y parecía embarazado. Lo peor vino en ese momento, cuando me levanté y no me pude el trasero. Ahí entendí porque se hace en el baño, porque tuve que ir corriendo al inodoro.

Fue todo tan vergonzoso, todos en ese bar escucharon mis... Mis.... ¡Gases! Jamás había defecado tanto, o eso al principio, porque después solo era agua lo que salía. Llegó un punto en que no sentía nada de la cintura hacia abajo. ¿Y saben qué es lo peor? Que soy doctor.

-Oye, pedorra... Llegó un tal Claudio, pregunta por ti.... ¿Qué le digo? - la señora Mauri se moría de la risa por mi desgracia. Tarada, si él tuvo la culpa de todo, ¿para qué me da esos consejos?

-Dile.... Que no me siento.... Bien.... - apenas y podía hablar.

-¡Hey tú, dice que tiene mucha diarrea así que no vas a poder follarlo!-le gritó a mi amado la muy desgraciada.

Hija de puta, lo único que quería era destruirme. Hubiera salido a pegarle, pero estaba tan mal que no podía levantarme.

A medianoche tuve que llamar a Gabriela para que me fuera a buscar, estaba muy mal.

-¿Para qué haces eso?.... - me preguntó la gordita.

-Porque hay cosas del sexo gay que no aparecen en el yaoi.... No todo es tan hermoso... - fui sincero.

Y así... Perdí mi oportunidad de ser follado por el hombre a quien amo. 

 


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