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Ni tan casados por jotaceh

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Día 44: No tengo el derecho

 

-¿Y le vamos a contar a Leticia? - me preguntó Gabriela.

Ambos sabíamos lo que había sucedido con Claudio, pero no nos daba el coraje para contárselo a la embarazada.

-Necesita a un hombre, se le nota mucho...me siento apenado y es que si no le hubiera mentido todos estos años, ella hubiera encontrado a un marido idóneo y ahora no estaría sola... - le dije mis razones para callar.

-Igual te fue infiel, así que muy triste no estaba... - supongo que la gorda tampoco se lleva tan bien con Leticia.

Al final no quería quitarle a mi mejor amiga la ilusión de tener a un hombre "bueno" a su lado, aunque todos sabemos, y ella también aunque se mienta, que es un tarado.

Después vino otra incertidumbre a mi cabeza y es que tenía que decidir si contarle a Lorenzo lo que había pasado.

-¿Quieres sacarle celos? - no sé por qué, pero también conversé de eso con Gaby.

-No, es solo para ser sincero y no tener secretos en la relación... - tenía que madurar en algún momento.

-Vaya que mierda, ¿así para que le vas a contar? No sale nadie herido ni nada... Creo que has perdido la chispa... - se quejaba la pervertida.

Después de eso preferí seguir solo en mi cuarto, meditando con claridad los pros y contras de mi decisión.

Supongo que de tanto pensar, uno termina más enredado que al principio, así que me fui con la duda para el trabajo.

Como siempre al entrar al bar, me encontré con la señora Mauri, quien parece cada vez más endemoniada.

-Si hasta le brilla el pelo, si el amor le hace bien a la maricona... - dijo sin mirarme, mientras secaba unas copas.

Intenté no hacerle caso, más que mal la pobre ya ha sufrido suficiente siendo vieja y solterona.

-Y ahora me ignora, yo que te iba a contar un chisme de los jugosos... - quería llamar mi atención.

Prometo que luché contra la curiosidad, pero al final me ganó la vieja metiche y terminé sentado frente a la señora Mauri esperando para que comenzara a soltar la historia.

-Mira, esto lo hago para ayudarte... Resulta ser que vi a Jonathan con un hombre en el parque de aquí cerca... - soltó la lengua.

-Ya, o sea que lo estabas espiando y lo descubriste con otro... - no me engañaba, si la vieja está loca. Me miró feo y luego siguió hablando.

-No vas a saber con quién estaba... - ya todo me comenzaba a sonar raro.

No tenía que ser adivino para saber que se había juntado con Lorenzo y que la señora Mauri quería que me ardiera el ano.

-No me importa... - sentencié, no iba a dejar que esa bruja me arruinara la relación.

Entré calmado a la salita de empleados al fondo del bar. Me cambié de ropa sin pensar en el chisme ese, me puse las zapatillas y cuando estuve más cómodo... Salí corriendo de la habitación y del bar, para alcanzar a esos dos desgraciados que estaban en el parque. Atrás escuchaba la risa malévola de la Mauri.

Los busqué detrás de cada árbol, quería saber si estaban comiéndose ahí mismo, como yo lo había hecho con el vendedor de dulces antes.

-¡Los encontré! - grité al encontrar movimiento detrás de unos arbustos, estos estaban follando.

O no, porque al final resultaron ser dos estudiantes que se estaban toqueteando en lo oscuro.

-Disculpen, sigan con lo suyo... - me fui apenado.

¿Y entonces? ¿Habrá sido mentira de la vieja loca esa? Tal vez solo quería molestar.

Me rendí y decidí caminar de regreso al bar, transité por las calles de ahí cerca, cuando de pronto pasé frente a una pastelería. Ahí encontré a los dos sujetos, tomando café y comiendo un pastel.

-¿Qué pasa acá? - entré al local y sin saludarles, les pregunté por su encuentro. Nada de disimulo, solo quería la verdad.

-Hola amor... - Lorenzo me saludó como si nada.

-Hola... Tú... - Jonathan me miraba con enojo.

-¿Qué hacen aquí ? - repetí la pregunta.

-Lo que sucede es que tenía que devolverle unas cosas que se le quedaron en mi casa... No te preocupes, si no ha pasado nada, nosotros solo somos buenos amigos ahora... - trató de calmarme Lorenzo.

-Solo amigos... - repitió Jonathan, sin mucha gracia.

¿Qué iba a hacer? No podía plantar una escena de celos, si más que mal estuve con ambos antes, no tengo la decencia como para fingir ser la pareja engañada. Preferí reír y luego marcharme. Me fui, aunque sin antes darle un beso en la boca a mi Lorenzo, para marcar bien mi territorio.

Solo debo tener calma y confiar en mi... Novio... O lo que sea de mí... ¿Al final qué somos?

 


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