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Ni tan casados por jotaceh

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Día 64: De compras

 

¿Qué es lo más extraño que les ha sucedido? Pues antes yo les hubiera dicho que la vez en que le tomé la mano a mi mamá en el supermercado, estaba muy entretenido leyendo un cómic que solo la toqué para que me guiara por los pasillos. A los minutos después, la escuché gritando en la entrada del local, histérica. Si ella estaba allá afuera, ¿quién era la persona que me estaba llevando? Miré hacia arriba y me encontré con un anciano barbudo que caminaba ayudado de un bastón.

 

-¿Qué haces Jaime? Tú mamá nos espera en la pulpería…- el viejo estaba senil y creyó que era uno de sus hijos.

 

Si mi mamá no hubiera sabido gritar tan fuerte, me hubiera llevado el viejo ese y ahora quizás dónde estaría.

 

En fin, a lo que quiero llegar, es que ahora tengo un trauma más grande que eso y es que me sucedió algo sumamente extraño.

 

Manuel llegó a mi suite en la noche. ¡Muy bien! Me iban a follar y eso siempre me colocaba de buen humor. Todo partió muy normal, el macho se sacó la ropa rápidamente, me bajó los pantalones, lamió mis glúteos lampiños y luego me introdujo su erección bestial. Todo iba bien, estaba siendo penetrado por un guapo hombre, bruto y varonil, y de pronto, se me ocurre mirarle la cara.

 

-Mi papi es maricón… Mi papi es maricón…- susurraba mientras uno de sus ojos tiritaba constantemente.

 

El hombre estaba traumatizado, tanto que aun follando no podía dejar de pensar en la verdad que le había revelado. Una semana había pasado y el pobre tarado todavía seguía repitiendo esa frase una y otra vez, en su pequeño cerebro no existía la posibilidad de ser hijo de un homosexual.

 

-Ay ya, no puedo con esto…-lo empujé antes que terminara y es que llegar al orgasmo con ese sujeto encima, repitiendo la frasecita una y otra vez, era tétrico por decir lo menos.

 

-Lo siento, es que no puedo comprender… Si es marica, ¿cómo dejó embarazada a mi mamá?... ¿Y por qué se fue con la gorda esa? - bueno, ahora que lo pienso, tampoco son hechos tan fáciles de comprender.

 

Solo atiné a acariciarle el cabello para que se tranquilizara y es que no quería seguir arruinándole la salud mental. ¿Se imaginan le dijera que es adoptado y que a Gaby le gustan los homosexuales? Le daría un derrame cerebral.

 

Al otro día quise despejarme un poco y fui de compras al centro comercial. Quería comprarme todo lo que encontrara, sin mirar el precio ni nada, como el millonario que ahora soy. Fui acompañado de Clarisa y de nuestro hijo.

 

-Quiero ese pantalón, en todos los colores que tenga… Esas poleras sin mangas… Esa camisa, pero agréguenle un prendedor de oro… Esos zapatos, quiero tres pares de colores distintos…- entré a una de las tiendas más caras del mall y le ordené a la dependienta para que notaran que soy alguien importante.

 

-A mí me gusta esa blusa…- dijo tímida Clarisa, apuntando a una prenda de color blanco y corte clásico.

 

-¿En serio? Pero si parece ropa de vieja… No, no, no querida… voy a cambiarte ese look…-por primera vez en mi vida me sentí amanerado.

 

Fui a buscar la ropa que encontré más apta para la mujer. Le obligué a que se metiera en un vestido de terciopelo azul, que le llegaba un poco arriba de la rodilla y que dejaba ver sus hombros. Le compré un collar de oro macizo, que relucía en su cuello como si fuera una reina. Y se puso, por primera vez, unos zapatos de tacón.

 

-Ahora vamos a ir al salón de belleza…- le mencioné tras pagar la abultada compra.

 

Entramos hasta el salón de belleza más elegante del centro de la ciudad, todas las estilistas te trataban como si fueras su amo, con tanta cortesía que hasta me daban arcadas.

 

-Quiero que la hagan de nuevo… Que le depilen la ceja, el bigote, las axilas, las piernas, los brazos, el cuello y las nalgas… Tiene cayos en los pies, tienen que limárselos… Hacerle la manicura y en cabello, necesita unos reflejos, un corte más moderno y que le saquen los piojos que trae del campo…- mandé como había hecho antes en el centro comercial.

 

Me senté con el bebé a esperar que terminaran con su madre. Es grato tener a Gabriel en mis brazos, esa cosita rosadita y regordeta es un verdadero ángel. Me encanta tocarle las manitos de empanadas que tiene, con esos hoyitos que se le hacen.

 

-¿Quién es el bebé más bonito? ¿Quién? Shi… tú…- le decía en la sala de espera.

 

-¿Nicolás? ¿Eres tú?- Oh no, por Dios, que conocía esa voz.

 

Seguí hablando con mi bebé, intentando parecer distraído y que no había escuchado a esa persona.

 

-¡Maricona mala! Que te estoy hablando…- gritó el hombre tan fuerte que no tuve de otra más que mirarle.

 

Se trataba de la señora Mauri, quien muy bien vestida estaba trabajando ahora en ese salón de belleza.

 

-¿Qué haces aquí?- le pregunté sin siquiera saludarla y es que ella trabajaba en el bar, ¿por qué se fue de allí?

 

-Es que no sabes nada niña, me han pasado tantas cosas que no te las puedo contar aquí… Ay ya, te las voy a decir igual…-la pobre se llegaba a ahogar intentando decirme su historia.

 

-Mira, cuando te fuiste yo estaba emparejada… emparejado con Jonathan ¿verdad? Bueno, el muy desgraciado me dejó, se fue con un africano de dos metros con el pito del porte de mi brazo… Sufrí mucho, de hecho, me intenté suicidar, tomé muchas pastillas...-hizo un silencio para darle énfasis a lo mal que estuvo.

 

-Pero al final eran vitaminas C así que no me pasó nada… pero cuando fui a la farmacia para comprar pastillas que en realidad me hicieran algo, conocí al amor de mi vida… Míralo, tengo una foto de él en mi celular…- sacó su aparato y me mostró el rostro de un anciano, de una pasa humana más vieja que las momias.

 

-Él es Getulio, mi esposo… Nos casamos al mes de conocernos y es que fue amor a primera vista…- la vieja suspiraba.

 

-Pero… ¿y por qué estás trabajando aquí? - todavía no me había respondido.

 

-Ah, es que… por casualidades de la vida… Getulio es el dueño…-ya entendía todo.

 

-O sea… que te casaste por su dinero…-  fui directo al grano.

 

-Claro que no…- se hizo la ofendida la muy zorra.

 

En ese preciso momento apareció Clarisa con su cambio de look. Parecía otra mujer, se veía realmente linda… bueno, sus facciones seguían extrañas, con la nariz muy chica y la boca muy grande, pero se veía mejor que cuando la conocí.

 

-Te ves hermosa…- le dije sonriendo.

 

-Cosa más fea…- comentó la señora Mauri, colocando mala cara.

 

Para mí, ella se veía espectacular, aunque nadie más lo creyera, ni siquiera la misma Clarisa.

 

-No me siento cómoda… Esta no soy yo…- dijo la mamá de Gabriel.

 

-No la antigua tú, pero puedes ser así desde ahora… Uno decide cómo ser, puedes cambiar cuantas veces quieras…-le dije como consejo y es que quiero, de todo corazón, que sea feliz consigo misma.

 

-Claro como si fuera a conseguir un hombre así… Ay, hablando de eso, un hombre te estuvo buscando por mucho tiempo, pero como no sabía dónde estabas no le pude ayudar…- la ex barman me dijo entusiasmada.

 

-¿Un hombre? ¿Quién? ¿Cómo se llama? –no sabía de quién se podría tratar.

 

-No me acuerdo muy bien, creo que se llamaba… ¿Carlos? No… Claudio, eso… se llamaba Claudio y era muy guapo el condenado… Era el sujeto que fue unas veces al bar, cuando te hiciste el enema…- quedé helado con la noticia.

 

¿Para qué me querría buscar ese hombre? Ay no, nada bueno podría venir de él, algo había sucedido. ¿Le habrá pasado algo a Leticia? Me quedé muy preocupado.


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