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Ni tan casados por jotaceh

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Día 67: Qué romántico

 

Es extraño estar con dos hombres que se suponían heterosexuales, porque finalmente me terminan tratando como a una mujer. Manuel ha sido capaz de regalarme flores, mientras que Claudio bombones de chocolate. Digamos que les pidieron consejo a sus abuelas conservadoras, esas que creen que el hombre es el proveedor del hogar y que la mujer debe ser sumisa. Por alguna razón, es algo que no me gusta, y es que sigo siendo otro hombre, ¿se habrán dado cuenta que están siendo gais? ¿Qué sucedería si yo les hiciera esos regalos?

-Ya... ¿Y? - me preguntó la señora Mauri cuando le conté lo sucedido.

-Tienes todo lo que un gay quisiera, yo en tu lugar sería feliz... - prosiguió la estilista.

Supongo que tiene razón, más que mal era mi sueño, tan solo que... No sé si les ha sucedido, pero a veces uno anhela tanto algo que termina idealizándolo, al punto que al cumplirse todo te sabe a menos, a que en tu mente era mejor y terminas frustrado.

-¿Qué quieres que hagan? ¿Qué se vayan a duelo por ti? ¿Quieres darle un pañuelo con tu perfume como regalo al ganador? - esta vez fue Clarisa quien me regañó.

-¿Estás envidiosa? - le pregunté y es que parecía muy afectada.

-Claro que sí... - dijo sincera.

-Nunca nadie se ha fijado en mí por mi apariencia... Si alguien, sea como sea, se enamorara de mí, sería la mujer más feliz del mundo... - era la primera vez que me hablaba de eso.

La miré y me quedé sin palabras, nunca me había puesto a pensar en lo sola que se encontraba la muchacha. ¿Qué podría hacer para ayudarla?

-Ahora tenemos mucho dinero... - comenté sonriendo.

-¿Y eso qué tiene que ver? - la madre de Gabriel me miraba temiendo lo peor.

-Que si Madonna se conserva tan bien a los sesenta es por la plata... Supongo que algo se puede hacer contigo... - claro, había que operarla.

-¡No! No voy a cambiar para agradar a nadie... Quiero que alguien se enamore de mí tal cual soy... - se enfadó tanto que se levantó del sofá y salió de la suite.

Mierda, que tenía razón, ¿qué le había propuesto? Que modificara su apariencia solo para que los imbéciles la encontraran linda, para que algún tarado se excitara con su nueva apariencia y quisiera enamorarla.

Yo me casé con una mujer por la misma razón, buscando aceptación. ¿Y ahora? ¿Había cambiado en algo mi comportamiento?

Salí al parque cerca del hotel para pensar un poco, algo incómodo se había gestado en mi mente y no podía encontrarle, ¿por qué me sentía de esa manera?

Caminé por los senderos de tierra, debajo de la sombra de esos frondosos y grandes árboles. El aire era fresco, la luz del sol tenue y a lo lejos podía escuchar el ajetreo de la ciudad, ése que no alcanzaba a perturbar la tranquilidad del parque.

¿Qué quiero conseguir con Manuel y Claudio? ¿Sexo salvaje? No, lo que yo quiero es amor... ¿Y cómo consigo que me amen? ¿Cómo se puede lograr eso?

Esa misma noche, me junté con Claudio en mi suite.

-Para ti, hermoso... - me saludó el hombre con un presente.

Era una cajita roja de terciopelo, una pequeña como de joyería.

-¿Qué es? - pregunté entusiasmado.

Ya, vale, que son regalos superfluos, pero hacen ilusión de todos modos. Soy nuevo en esto del coqueteo (Lorenzo y Jonathan no cuentan).

-Ábrelo... - dijo con voz de hombre cachondo.

Estaba pensando en una argolla, algo así como las ilusiones, imaginé que se arrodillaría para decirme que me ama y que espera convertirse en mi esposo.

-Es... Es... Un condón... - dije desilusionado.

-Sí, tiene sabor de frutilla, por si quieres mamármela con forro... - qué romántico, pensé.

-No... Claudio, he decidido que ya no quiero sexo por calentura... Quiero algo más, eso he buscado en ustedes.... - le dije serio, caminando por la suite como hacen las actrices en las teleseries, dando su argumento como si fuera el escenario del teatro.

De pronto, sentí sus brazos en mis hombros, estaba detrás de mí y su respiración moría en mi cuello.

-Entonces hagamos el amor... - su voz era de actor porno.

-Eso es lo mismo... Es solo un eufemismo para convencer a las mujeres pacatas... ¿Te das cuenta que no soy una? Que si tienes sexo conmigo eres, a lo menos, bisexual ¿verdad? - fui al grano, esto debía ser hablado.

-Como quieras... Como quieras... Mira como me tienes la polla ... - me volteó para que viera un pene enorme erguido delante de mí.

El muy tarado no me había tomado atención, solo quería follar. Me iba a colocar tajante, cuando decidió frotarse y ponerme toda la carne caliente en mi pierna.

Y ahí caí, no pude resistirme y quedé como un charlatán. ¿Quién se puede resistir al calor del cuerpo fornido de un hombre formado? Es como si la mamá le mostrara el pezón al bebé, obviamente el pequeño va a succionar. Lo siento, ahora que soy papá doy ese tipo de ejemplos.

Dos horas, eso estuvimos "haciendo el amor". Me metió su pene como si fuera un taladro, me dio vuelta, me soltó, me abrió las piernas, las cerró, salté como conejo, él embestía como perro callejero y finalmente, algo muy de enamorados: se quedó dormido.

-Maldita sea... - susurré desnudo en la cama, escuchando los ronquidos poderosos de Claudio, quien parecía feliz luego de follar.

¿Por qué soy tan débil? Se supone que yo los iba a utilizar a ellos para el amor, no al revés. Al final lo más cercano al romance fue tener a una marmota durmiendo a mi lado. Me sentí como una cuarentona en plena crisis de edad, solo me faltaban los hijos, la casa sucia, la vecina metiche... Ah, y lo más importante, una vagina.

 


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