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Ni tan casados por jotaceh

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Día 95: Cayendo en el mismo error

 

Clarisa estuvo tranquila mientras se recuperaba de su lesión. Me alegraba verla más repuesta y no tan triste como al principio. Claro, la veía llorar de vez en cuando por el desamor, pero nada que el tiempo no ayudara a calmar.

-¿Y si me quedo sola? - me preguntaba seguido.

-No vas a estarlo. Nos tienes a Gabriel y a mí, siempre estaremos a tu lado - trataba que se diera cuenta, aunque ella evidentemente se refería a otro tipo de "compañía".

Sé que es difícil ayudarla y es que creció escuchando de todo el mundo que era fea, vivió muy pobre hasta que tuvo que convertirse en prostituta para sobrevivir. Ha sufrido mucho más que yo, que lo más lamentable que he pasado ha sido la muerte de mis padres en un accidente. De todos modos, intenté que se sintiera mejor consigo misma.

Cuando ya podía levantarse, la llevé hasta el centro comercial para cambiar su atuendo, y luego, a un centro de belleza para cambiar su look.

-Ya habías hecho esto, y no me sirvió - estaba muy pesimista.

-Entonces, ¿qué puedo hacer para sacarte esa tristeza? - me sentía muy abatido por verle así.

-Sólo quédate a mi lado y hazme compañía. Todo lo demás depende de mí y, lo lamento mucho, pero solo yo puedo arreglarlo - tuve que acatar su decisión y es que tenía razón, solo ella puede batallar con sus demonios internos.

Así es que preferí dejarla tranquila para que pudiera cerrar sus heridas, metafóricamente.

Y haciendo esto, me quedé de frente con mi otro problema: Manuel. Sé que fue romántico y todo eso, tan solo que no puedo perdonarle por lo que me hizo.

-Gracias por rechazarlo, ahora es mucho más fácil que se acerque a mí - se burló un día Bárbara.

-Solo está contigo porque estás preñada, nada más - no iba a dejar que se riera.

Como no quería estar con él, pero tampoco iba a darle la libertad para correr a los brazos de la rubia, le seguí obligando a dormir en mi cuarto. Sí, soy egoísta ¿y qué?

-¿Duermo en el suelo? - preguntó una noche.

-No, la cama es lo suficientemente grande para los dos - y le abrí las sábanas para que se acostara.

Hubo un momento incómodo tras ello, hasta que de pronto sentí unos dedos acariciando mi mano. Dejé que continuara, hasta que se acercó para darme un beso.

-¿Qué haces? - me sorprendió.

-Me dijiste que tenía que pagar mi estadía con sexo... - se me había olvidado mis palabras.

-Bueno, pero... Nosotros... A la mierda, follemos - y dejé que todo siguiera porque me sentía solito y un poco cachondo.

Manuel me bajó los pantalones, y utilizando su lengua me estremeció por completo. Me hizo sentir pleno, justo antes de introducir su pene erecto.

-¡Ouch! Lo metiste muy rápido - le reclamé envuelto en el dolor.

-Lo siento, es que se me olvidó cómo era el anal - es muy tarado tiene memoria de pez.

-Está bien, solo menéate - ordené a mi esclavo.

De a poco el dolor se disipó y comencé a sentir las cosquillas que solo puedes disfrutar en el sexo. Nuestros cuerpos sudorosos se enlazaban a la perfección, Manuel podía sentir mi cadencia y yo su vigor. Un beso en medio de la pasión nubló mi juicio y dije algo sin pensar.

-Te amo - se me escapó en medio de la mejor parte del acto, cuando tenía las piernas en la cabeza, cual contorsionista.

-Yo también a ti - Manuel estaba feliz de escucharlo, tanto que no pudo contenerse y acabó en mis entrañas.

Mierda, mierda... Luego vino ese momento en que te cuestionas lo que hiciste, en que te retas por ser tan bobo y ser incapaz de controlar la lengua.

-Yo... No es lo que quería decir... Fue algo del momento - quise excusarme.

-Ambos sabemos que no es así - el muy desgraciado se reía por mi arrepentimiento y es que se había dado cuenta que fui sincero.

Me puse muy nervioso, por lo que tomé una sábana, me la enrollé como vestido y salí corriendo de la pieza, cual amante griego.

Quería huir lo más que pudiera, tan solo que al llegar a la escalera me encontré con una sorpresa.

-¿Qué haces levantada? ¿No tenías que guardar reposo? - me dirigí a Bárbara, quien estaba de pie contra las indicaciones del doctor.

-Bueno, yo... Lo que sucede es que... - la había encontrado infraganti.

Iba a recriminarle, a mencionar que tal vez su embarazo era mentira (cosa que creería conociendo a la desgraciada), tan solo que no pude y es que en ese mismo momento vi saliendo de una habitación a alguien más desagradable que la Barbie: Gianluca.

-¡Tú! ¿Cómo te atreves a entrar a mi casa después de lo que hiciste? - le grité colérico.

-Clarisa me llamó. Solucionamos nuestros problemas, me perdonó y ahora somos pareja de nuevo - no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Qué tiene ella en la cabeza?

Estaba tan enojado, que me olvidé que Bárbara estaba allí y corrí para golpear a Gianluca y es que no dejaría que se aprovechara de Clarisa nuevamente. Sin embargo, sin darme cuenta, empujé a la rubia, con tanta mala suerte que ésta perdió estabilidad y cayó por las escaleras, en una escena de telenovela.

En conclusión, si había o no bebé en esa barriga, ya no importa, porque la Barbie ahora está internada en la clínica.

Por escapar del amor, terminé tirando a mi enemiga por las escaleras y dejando sin remordimiento al hijo de puta que golpeó a mi amiga. 

 


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