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Ni tan casados por jotaceh

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Día 100: San Valentín

 

Al final el amor es como un kinder sorpresa, comienza dulce y perfecto, tan solo que luego te das cuenta que está hueco, es falso y probablemente, lo que esperabas que te diera, o no es lo que necesitabas, o ya lo tenías. 


¿Por cuál historia comienzo? A ver, supongo que prefiero empezar por lo más sencillo. 

Hoy fue el día de los enamorados, gran día para que los cornudos se sientan únicos, los vírgenes pierdan la flor, los solteros se den cuenta que sus vidas son unas mierdas, y las madres solteras recuerden por qué debían usar condón. Por todos lados vendían flores, chocolates y osos de peluche. En el aire se podía sentir el aroma al amor comercial, a los baños esforzados y el perfume que te regalaron en navidad. Y así es como se sentía en la casa. 

-Hoy es el mejor día para este trabajo, van a venir todos los solteros a tratar de alegrarse un poco – sentenció la señora Mauri que poco o nada le costó acostumbrarse a su nuevo trabajo. 

-¿Tú crees? Me da la impresión que nadie vendrá, que todos nuestros clientes estarán con sus parejas – era mi conclusión. 

-¿Y tú crees que tienen? – esta señora era bruja. 

Aceptando el presagio de la arrepentida decidí ir a comprar todos los adornos posibles para adecuar el burdel. Fui acompañado de Manuel y Fabricio. Por dios, craso error, y es que el campesino odiaba al muchacho. 

-No quería venir con éste. Además que no tiene nada de fuerza – refunfuñaba Manuel. 

-Te voy a demostrar que tengo más fuerza que tú. Y es que soy mejor que tú en todo, ¿verdad Nico? – se estaban peleando y yo disfrutaba. 

Llegamos hasta la florería y para mi sorpresa, mi prometido tenía todo un plan para sacarle celos a mi primo. 

-Toma, este arreglo es para ti, la flor más bella de todo el jardín – el joven se arrodilló frente a mí, cual príncipe azul. 

Manuel moría de los celos y es que veía en mi rostro la felicidad que me daba la galantería de aquel hombre. 

-Pues yo puedo meterle mi polla hasta bien adentro…  Gáname en eso – el muy maleducado no entendía lo que es ser recatado. 

-Pobre primate falocentrista, el pene no es lo más importante en una relación – Fabricio le hacía frente con su inteligencia. 

-Se nota que no conoces a Nicolás, para él eso es lo más importante – que mentiroso es, ¿cómo se le ocurre difamarme de esa manera? 

Mi novio falso decidió que las palabras no eran suficientes, por lo que de pronto, me besó apasionadamente delante del campesino. Y eso, eso es algo que no me he podido sacar de la cabeza. Su delicadeza, el calor de su piel tersa, la pasión que transmitía aún cuando todo fuera una actuación, porque… hay que recordar que él ama a Anastasia. 

Regresamos a la casa con los arreglos florales, en completo silencio. Nos dispusimos entre todos los presentes a decorar el burdel. Otro error y es que habían tantas disputas que unirnos a todos en una misma labor, fue empezar una guerra. 

-Y lo besó con todo el descaro – le contó Manuel a Ani. 

-Sí ellos quieren ser novios pues bien, que lo sean. Pero quiero saber qué sienten al ver esto – y la muy envidiosa decidió introducir toda su lengua gorda en la boca de mi primo. 

Todos quedamos en shock y es que no sé quedó solo en eso. 

-Oh querida Anastasia, con ese beso… me has dado a entender que eres la mujer de mi vida. ¿Te quisieras casar conmigo? – el hombre se arrodilló delante de la chica, como si se tratara de un rey, hablaba como tal. 

-Claro que sí, amado mío – dijo la otra en el mismo tono. 

Todo parecía muy teatral, ¿se habrán puesto de acuerdo para eso? ¿A qué mente desquiciada se le ocurre algo así? Ah, claro, olvídenlo. 

-Supongo que no les molestara que nos casemos junto con ustedes ¿verdad? – nos preguntó Manuel a mi prometido y a mí. 

Con Fabricio nos miramos espantados y es que eso no estaba en los planes, especialmente porque se supone que todo sería una farsa, si yo ni siquiera puedo casarme. 

Iba a responder algo, cuando escuché un fuerte estruendo detrás. Al voltear me percato que se trataba de Bárbara, quien acababa de entrar a la casa. 

-¡Maldita desgraciada! Confié en ti, se supone que éramos amigas y al final todo era un plan para quitarme a mi Manuelito. ¡Eres una perra! – gritó la rubia antes de lanzarse sobre Anastasia. 

Ambas comenzaron a pelear, mientras el resto nos sentamos en el sofá para ver el espectáculo. 

-Apuesto cinco a la rubia, la locura le da fuerza – gritó la señora Mauri. 

-Yo pongo diez por mi amada, sé que su pene le dará fuerzas – Manuel es un imbécil. 

Y hubiéramos seguido con el show, si no fuese porque en el segundo piso ocurría una pelea de verdad. El grito de mi hijo me hizo estremecer, por lo que corrí rápido para socorrerlo, algo muy malo estaba ocurriendo. 

-No puedes impedir que esté con otras mujeres. Necesito olvidarme del monstruo que tengo que ver todos los días – gritaba Gianluca mientras golpeaba a Clarisa. 

El musculoso estaba enajenado, convertido en una bestia. Azotaba a mi amiga contra la pared como si se tratara de un juguete, sin importarle que estaba rompiéndole la cabeza, manchando con sangre la estructura de concreto. 

Sabía que eso ocurriría otra vez, era evidente que ese hombre no cambiaría. Gabriel lloraba en el suelo, mientras veía lo que le sucedía a su mamá. Esa vez no pude ayudar a Clari, y es que mi instinto me llevó a socorrer primero a mi pequeño. No podía seguir en ese lugar. 

Manuel y la señora Mauri separaron a la pareja, aunque les costó demasiado y es que el gigoló era muy fuerte. 

-¡Ni vayas a creer que esto se queda acá! ¡No te voy a permitir que me arruines la vida! ¡Primero te mato! – amenazaba el animal aún cuando su pareja estaba inconsciente, los golpes habían sido muy fuertes. 

-Tú no vas a hacer nada. Tan bonito, pero tan loco que estás, por dios muchacho – la señora le recriminaba mientras se lo llevaban de la habitación. 

Calmé a mi hijo y tras ella llamé a la ambulancia, necesitábamos con urgencia que atendieran a Clari. Y cuando eso sucedió, cuando vi que se la llevaban aún inconsciente en una camilla, supe que era el momento para hacer lo que tuve que cometer desde el principio. 

-Déjanos a solas – le mencioné a Manuel cuando entré al cuarto donde tenían a Gianluca. 

-No, porque vas a hacer una tontería, te conozco – me impedía ingresar. 

-Tiene que pagar por lo que ha hecho, sólo déjame hacerlo – apretaba con más fuerzas el cuchillo que llevaba en mis manos. 

-¿Qué? ¿Crees que matándolo vas a solucionar todo? – el campesino no quería que viera al malhechor. 

-¿Matar? ¿Quién quiere hacer eso? Solo le voy a cortar la verga, nada más – le había advertido en el gimnasio, y él no cumplió. 

-Se va a morir desagrado, hasta yo lo sé – respondió quien no era tan tonto. 

Aunque lo quise hacer, no pude porque mi primo me detuvo. Al final tuve que aceptar que debía esperar a la policía para que se llevaran a ese desgraciado. Espero que esta vez sea la última, que Clarisa entienda por fin que él le hace daño y que debe dejarlo. 

Y así terminó el día de San Valentín para ajetreado que he vivido. 


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