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Ni tan casados por jotaceh

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Día 112: Maullido de gato

 

Antes pensaba que al estar en una relación seria, el sexo sería aburrido, pero estaba muy equivocado. Con Manuel hemos tenido más acción que nunca, tanto que ya hasta me he hartado un poco.

 

-¿Lo hacemos? - me preguntó el otro día mientras me abrazaba por la espalda.

 

-¿Aquí? ¿Ahora? - pregunté asustado.

 

-Claro que sí - me susurró al oído totalmente extasiado.

 

-Amor, estamos en el super - y es que estaba empujando el carrito.

 

Estaba lleno de gente, ¿qué es lo que quería que hiciéramos? ¿Que todos nos vieran?

 

-En la sección de útiles escolares siempre está vacío, podríamos probar - este hombre estaba desatado.

 

Siempre he sido muy fácil, así que no me resistí cuando me llevó de la mano hasta aquel pasillo alejado. Efectivamente no había nadie, pero podía escuchar a los compradores del pasillo de al lado, estábamos muy expuestos.

 

-Manuel, te amo y todo eso, pero creo que esto es muy... - no alcancé a terminar la frase porque en ese instante se bajó los pantalones y me mostró su gran erección.

 

No pude resistirme, así que me di media vuelta, me bajé los pantalones y quedé a merced de su pasión. ¿Qué más podía hacer? De eso se trata el amor ¿no? De estar siempre ahí cuando el otro te necesita.

 

Todo muy sencillo y rápido, porque hemos tenido tantas relaciones, que ya ni siquiera necesito que me dilate, estoy más abierto que puerta de iglesia evangélica.

 

Estábamos bien, él me follaba mientras yo intentaba no gemir, porque aunque nadie nos viera, no significaba que no podían oírnos.

 

-Mami ¿quién está aplaudiendo? - escuché de pronto a un niño hablando con su madre.

 

-No lo sé, pero viene de ese pasillo - respondió la vieja.

 

Santa cachucha, que el semental me estaba cogiendo tan fuerte que estábamos haciendo sonido con nuestras pieles.

 

Sí no nos apurábamos, el niño nos descubriría. Por lo que tuve que zafarme de mi amado para subirnos los pantalones.

 

-¿Por qué hacías tanto ruido? - le reclamaba.

 

-Pero si lo he hecho como siempre. No es mi culpa que te haya crecido el trasero - se le ocurrió decirme el muy descarado.

 

Me quedé congelado ante su revelación, ¿qué significaba eso? ¿Que había engordado?

 

-¿Cómo se te ocurre decir eso? - le recriminé muy molesto.

 

-Nico, súbete el pantalón - fue todo lo que respondió.

 

-¿Me estás diciendo gordo? - insistí, sin darme cuenta que el pantalón se me había caído.

 

Apurado me agaché para recogerlo cuando escucho el grito más fuerte que haya escuchado.

 

-¡Qué asco! - era la vieja que me había visto en cuatro con el trasero al aire.

 

-Mamá, él tiene más nalgas que tú - comentó el niñito.

 

-¡Que no estoy gordo! - le grité al pendejo ése.

 

Me subí el pantalón, tomé a mi Manuel y me fui enfurecido de aquel supermercado. Ya nadie deja tener sexo en público con tranquilidad, se han perdido los valores.

 

-Ay tontito, pero si te ves bien así. A mi me gustas enterito... - Manuel decía mientras me abrazaba.

 

Quería quitarme la mala cara y lo estaba logrando con su ternura.

 

-¿Estás seguro? - me preguntaba haciendo puchero.

 

-Claro, si me encanta todo de ti. Tu carita, sus manitos, tus piernas, tu papada, tu rollito, la carne que te sobra del brazo - y antes que siguiera le golpeé en las canillas.

 

Lo único malo que tiene el amor, es que te engorda. En un mes subí cerca de cinco kilos. ¿Pueden creerlo? Ahora tengo novio, pero no forma, o por lo menos tengo forma de pelota.

 

Pasamos a otro super para comprar la mercadería del mes. Llegamos a casa con todo lo necesario: cinco barras de chocolate, galletas con chips, dulces de gomita, caramelos duros, cereales, leche de frutilla, papas fritas, nachos, frituras de queso, y un par de bebidas light para la dieta. Ya saben, todo lo necesario para comer.

 

Antes, estos temas los veía Clarisa, tan solo que ahora no puede porque está en rehabilitación. Se suponía que las compras estaban dentro del trabajo de la señora Mauri, pero todas las veces que le di dinero, llegaba con las manos vacías, pero con la sonrisa de oreja a oreja. Se suponía que la habían asaltado porque el vecindario estaba muy malo. A la sexta vez que le sucedió, comencé a pensar que me estaba mintiendo y que se quedaba con la plata. Estaba equivocado, no juntaba los billetes, sino que los gastaba de inmediato, en el café con hombres semidesnudos que se acaba de inaugurar en la esquina.

 

Así tuve que hacer las compras yo, y desde ese momento, no sé por qué, pero he engordado un montón.

 

Sin hacer acabado el coito, llegamos a casa un tanto cansados. Quería descansar un poco, cuando escuché un ruido extraño que provenía de la cocina.

 

Era como si un gatito tratara de maullar, pero alguien le tapaba la boca. ¿Qué sucedía?

 

Entré sigiloso a la habitación, intenté no hacer ningún ruido hasta que al abrir por completo la puerta me encontré con aquella escena tan extraña.

 

Bárbara estaba encima de la mesa, con las piernas abiertas mientras que una cabeza negra estaba entre ellas, lamiendo su panocha rubia.

 

-¡Clarisa! - grité asustado al ver que mi amiga también le hacía al otro equipo.

 

-Nico, yo... Te puedo explicar - estaba asustada, como si en realidad fuéramos esposos y la hubiera descubierto siendo infiel.

 

-Es que ella ha sido muy amable conmigo, me ha acompañado a mis terapias y me ha ayudado con mi depresión. De pronto ella me dijo que se sentía mal, y que no había follado hace mucho. Me puse muy triste y como buena amiga, quise ayudarla... Solo eso, es una lamidita de amistad, porque ambas estamos muy solas - ay por favor, es como si yo dijera que soy marica por estrés.

 

-¿Entonces son pareja? - quería saber.

 

-No, claro que no. Solo somos amigas. Ambas somos hetero - la madre de Gabriel me quería convencer.

 

-Te acabo de ver lamiendo una vagina, eso no es muy heterosexual, querida - ¿a quién quería engañar? 

 

Ambas se quedaron calladas y el tema quedó abierto. Tan solo que he quedado traumado, cada vez que escucho el maullido de un gato, pienso que se están lamiendo la panocha aquella dos. Ya no hay respeto en este país. 

 

 


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