Día 117: Todos
Luego de viajar un par de horas, llegamos a casa. En todo el camino no dije ninguna palabra y es que seguía conmocionado.
-¿Cómo te fue? ¿Estás bien? -
La primera en aparecer al arribar fue Clarisa, quien llevaba a nuestro hijo en brazos. Se veía afligida, en realidad estaba preocupada por lo que me sucediera.
-Sí, todo está bien -
-Fue muy valiente y encaró a ese sujeto, pero no sabemos por qué está tan callado ahora -
Gaby le respondió, aún cuando yo ya había mencionado que me encontraba bien.
La verdad es que nada salió mal, pude soportar conocer al asesino de mis padres y eliminar de mí todo resentimiento y resquemor que había generado. Había comprendido lo miedoso que había sido en relación al amor, el pavor que me producía pensar que podría perder nuevamente a alguien que amo. Sin embargo, me sentía abatido, como si toda mi energía hubiera sido succionado.
-Estoy muy cansado, solo quiero dormir un poco -
No tomé mucho en cuenta a quienes se habían reunido para recibirme, subí las escaleras y me acosté para dormir.
Dormí tranquilo, hasta que unas manitos comenzaron a jugar con mis mejillas. Asustado abrí los ojos y me encontré con la carita de mi hijo, quien sonreía al haberlo descubierto en su fechoría. Su rostro gordito se mostró ante mí como el más brillante de los rayos del sol, me llenó de una alegría tan grande, que olvidé todo lo que había sucedido el día anterior.
En ese instante, al ver a mi hijo, recordé todo lo que me ha tocado vivir durante el último tiempo y llegué a la conclusión que aunque me ha costado, he llegado a un punto en mi vida en que puedo sentenciar con seguridad que soy feliz.
Tengo a Gabriel, a una pareja que me ama, amigos que me ayudan cuando lo necesito, una casa grande llena de gente y un negocio que me da de comer. No soy millonario, ni el empresario más exitoso, mi historia de amor tampoco es la más romántica del mundo, pero de todos modos, soy feliz con la vida que he logrado formar.
-Lo siento, no sé cómo se me escapó el niño y terminó acá -
Entró Clari un tanto preocupada por nuestro hijo.
-Está bien, me estaba cuidando mientras dormía - sonreí y es que el bebé parecía más el padre.
Observé detenidamente a mi amiga, a esa mujer que conocí en un burdel y de quienes todos se burlaban por su falta de belleza, quien estuvo con un idiota por pensar que sería el único hombre que se fijaría en ella.
-Gracias por haber llegado a mi vida - dije sin más.
Mi amiga sonrío un tanto emocionada. Decidió acostaste en la cama y llevar una de sus manos a mi cabeza para acariciarme.
-Yo debería darte las gracias a ti. Eres tú quien me rescató y me dio una vida que jamás pensé que tendría -
No aguanté más y la abracé fuerte. Realmente estaba muy contento de tenerla a mi lado.
-¿Qué sucede aquí? - llegó a la pieza Gabriela.
-Nico está un poco sensible -
-Ay, yo también quiero un abrazo -
La gorda se lanzó a la cama y aunque ésta crujió como si fuera a romperse, nos abrazó a ambos. Todos estábamos unidos mientras mi hijo nos veía alegre.
-Gracias por regresar -le dije a la amiga que había vuelto después de buscar a Lucas.
-Te eché mucho de menos, ¿sabes? -
No tengo padres ni hermanos, pero sí muy buenos amigos. Los he conocido hace muy poco, pero se han hecho parte de mi familia.
-¿Hay espacio para alguien más? -
De la nada apareció una tercera mujer. Se trataba de Leticia. Me sorprendió mucho su llegada y es que no pensé que volvería a visitarme.
-Ah, se me olvidó decirte que había venido a verte ésa - la gorda era despectiva con mi exesposa.
-¿Qué haces aquí? Pensé que seguías dolida por lo que había ocurrido -
-Supongo que me di cuenta que no puedo guardar rencor hacia ti - era bondadosa.
-Ven entonces, abrázame -
Abrí los brazos aunque no sabía si podía verlos, porque Clari y Gaby ya habían ocupado todo el espacio de la cama.
Se sumó al abrazo, aunque la más rellenita de mis amigas gruñó cual perro al tenerla cerca.
-Deberías vacunar contra la rabia a tu perro - bromeó Leti.
-¿Qué hacen todos aquí? -
De pronto apareció en la habitación Bárbara, quien nos veía un tanto extrañada.
-Esto se llama cariño, no sé si lo conoces - fui un tanto desagradable, pero así es nuestra relación.
-Parece que no te cae muy bien- aseveró la mujer que fue mi esposa, y es que no la conocía.
-Estaba obsesionada con mi hombre y ahora resulta ser que se mete los dedos con Clari -
-¿Eres lesbiana? - Gabriela estaba sorprendida.
-No somos lesbianas, solo somos buenas amigas - la madre de mi hija dejaba las cosas claras.
-En fin, lo que importa es que ha cuidado bien a Gabriel y que ya no se le insinúa a Manuel. Si quieres, puedes venir a participar de nuestro amor -
Aunque no parecía muy convencida, la rubia decidió sumarse al abrazo grupal en la cama. Ella siempre es muy fría y tiene cara de perro, pero tal parece que recibir un poco de amor le hizo bien, porque sus ojos brillaban más.
-Todas las yeguas reunidas y no me avisan - escuchamos de pronto.
Apareció la señora Mauri, con su escoba en mano y ese pañuelo gastado en la cabeza como para que no se ensucien los tres pelos que le quedan.
-¿Saben? Me podrán ver poderosa y todo, pero también necesito un poco de cariño a veces - se hacía la víctima.
-Está bien, vieja loca, si todos aquí te queremos - me reí ante su insinuación.
-Yo no - Bárbara era sincera, pero le tapé un poco la boca para que no arruinara la escena.
La señora también se unió al abrazo y así, estábamos todos en un lazo de amor y amistad. Como si fuéramos My Little Pony, todos vivíamos en un mundo de fantasía y colores chillones.
Me sentí muy feliz al darme cuenta que después de todo lo que he vivido, he logrado conformar una linda familia. No es la más funcional ni normal, pero es todo lo que necesito para ser feliz.