Día 5: Una amiga muy rara
He estado una semana yendo al gimnasio y debo decir... ¡Que es la mierda más mierda del mundo mierdal!
¡Por San Condón! Que pagas para ir a un lugar donde te tratan de gordo y te hacen sudar como marrano, que al final botas dinero para que un musculoso sin cerebro te torture de las peores formas posibles. Debo reconocer que muchas veces he pensado en desistir de estar con Cristóbal y aceptar que la homosexualidad no se hizo para mí, que me quedo con mi esposa, feliz con mi panza de viejo casado.
Luego me arrepiento cuando veo cómo se mueve su paquete cada vez que levanta las pesas. Ahí me derrito por completo y me doy cuenta que cualquier sacrificio va a valer la pena. Él es el hombre más sensual del mundo y debe hacerme suyo, cueste lo que cueste.
Lo bueno de todo eso, es que me he hecho más cercano a Cristóbal, cada vez que voy al gimnasio, trato de conversarle lo más posible.
"Uh hermano, pero mira ese culazo... esa si que es una mujer...", suele mencionar el cabeza de músculo cada vez que se atraviesa con una fémina. "Pero qué tetas... me gustaría poner mi polla en medio", es lo otro que dice también. Ah, y no olvidemos el "me tiene la verga tan dura que de un solo puntazo la partiría...". Aunque soy ginecólogo y heterosexual por estupidez, creo que el conversar con este espécimen me ha hecho aprender muchas cosas que no sabía.
De vez en cuando, me dan ganas de hacer lo mismo que él y decirle cosas como "Pero mira que paquetón, me gustaría chuparlo hasta dejarlo seco..." o un "Mira que culazo, le metería los dedos hasta el fondo..", pero claro, no puedo hacer eso porque se supone que soy un hetero.
Y está bien, tampoco todo es tan malo, porque la mejor parte de la sesión, es cuando entro a los camarines luego de ducharme. ¡Madre mía! Que ver a todos esos hombres desnudos, me termina alegrando el día. He visto pollas de todas las formas y colores, cortitas oscuras, largas blancas, chuecas color maní, un sinfín de combinaciones que me recordó cuántas vaginas he visto en mi vida profesional. ¡Mierda! ¿Por qué no estudié para ser urólogo? Fui tan estúpido.
Creo que todo iba medianamente bien, hasta que se me ocurrió la brillante idea de conversar con una mujer, no a ver, no era una mujer, era una ballena. ¡Por Dios! Que quise ser buena persona y hablarle a alguien que estaba solo, que nadie quería acompañar porque está bastante pasada de peso. Y claro, terminé sufriendo por culpa de ser buena samaritano.
-Hola, te estuve esperando aquí afuera para que nos fuéramos juntos... ¿te parece... amigo?- la muy loca estuvo desde las 9 de la mañana esperándome, y me encontró en la tarde, cuando decidí ir por segunda vez y ella había imaginado que estuve todo el día allí.
-Lo siento, pero ando en auto... así que no nos podemos ir juntos...- traté de esquivarla.
-Pero mejor aún, me vas a dejar a mi casa, cenamos juntitos y nos pintamos las uñas viendo Mean Girls...- estaba muy emocionada la gorda.
¡Que aprovechadora! Yo ni siquiera le ofrecí dejarla a su casa, y tuve que hacerlo... porque... ¡mierda! Que no puedo decirle que no a nadie, al final ella me subió casi a la fuerza a mi carro y nos fuimos hasta su casa.
Gabriela, como se llama la gordita, terminó tomándome del brazo y me obligó a ingresar hasta su departamento, ese tan viejo en el centro de la ciudad y que comparte con sus dos gatos.
-Esta gordita de acá se llama Gatita... y este gordito se llama Gatito...- me enseñó las bolas de pelo que eran sus mascotas.
Cosas más feas, además ¿quién le coloca esos nombres? ¿No tiene ingenio para pensar en un nombre más original?
-¿Sabes? Mi esposa me está esperando en mi casa, así que me tengo que ir...- le dije intentando acercarme a la puerta de salida, a la primera oportunidad que tuviera saldría arrancando.
-¿Tu... esposa?... ¿Esposa? Ay que tierno, ¿así le dices a tu pareja? Él debe ser muy femenino para que lo trates así...- sonrío la gordita dejándome perplejo.
-No... en realidad tengo esposa... es mujer, se llama Leticia...- creo que no tuve que decir eso, porque al saber que yo era "hetero", a Gabriela le dio un ataque de asma, uno que la dejó tendida en el sofá.
Como sé de medicina, hice que se tranquilizara para luego nebulizar el medicamento correspondiente en su boca, creo que era salbutamol lo que tenía en su bolso.
-¿Te gustan las mujeres?... ¿Cómo? Si desde lejos se te nota que eres maricón....- es lo que dijo una vez se había recuperado de su ataque.
Y yo quedé ahí, completamente sorprendido. ¿Por qué dijo eso? Era la primera vez que alguien se daba cuenta de mi homosexualidad y es que a las personas que he intentado decirle, siempre se han burlado de mí, como por ejemplo mi amigo Claudio. ¿Por qué Gabriela se dio cuenta tan solo al verme?