Día 62: Adiós Lo Aromo
Las pruebas de paternidad se hicieron con la sangre de Manuel, y tal como lo había revelado Clarisa, su hijo era efectivamente de él. Todo salió bien y cuando fuimos ante los abogados de mi familia, no tuvieron de otra más que otorgarme la herencia que me correspondía.
-¡Somos millonarios!- gritamos con la madre de mi hijo en el bosque.
No podía estar más feliz en ese momento, tras una semana de estar escondidos, pudimos lograr lo que tanto anhelábamos.
-Ahora ya es momento de soltar a esos dos…- comentó Clarisa, y es que en todo este tiempo tuvimos que dejar atados a un árbol a Gaby y su novio.
Ambos nos veían con odio, y yo no entendía por qué, si le dábamos comida todos los días. Otros secuestradores los hubieran matado de hambre.
-Vamos a ir con las autoridades a denunciarles por lo que nos han hecho…-amenazó Florencio cuando le sacamos la mordaza de la boca.
Miré a mi cómplice, porque eso no se me había ocurrido, ¿qué íbamos a hacer cuando dejáramos libres a esos dos?
-Si tú lo haces, vamos a tener que revelarle a todo el mundo que Manuel no es tu hijo y que eres homosexual…- chantajeó la fea.
¿Qué? Quedé impresionado con sus palabras. ¿De dónde había sacado eso?
-Solo estás mintiendo… él sí es mi hijo…- contestó muy nervioso el anciano.
-Claro que no… te saqué un cabello el otro día para hacerle una prueba de paternidad a Manuel también… y adivina, salió negativa. No eres su padre y, por ende, él no es de la familia. Sería una pena que quedara pobre ahora si es que digo la verdad…- babeé al escucharla hablar, era todo un genio.
-Está bien, no diré nada… pero no lo hago por ustedes, sino que por mi hijo. No quiero que sepa ese secreto jamás…- reconoció Flo.
Todo era perfecto, como si Clarisa fuera mi ángel de la guarda y estuviera colocando todo a mi favor. La vida brillaba nuevamente, la felicidad llegaba a mí como nunca antes.
-Fue genial lo que hiciste con mi tío… jamás imaginé que le harías una prueba de paternidad a él también…- felicité a mi amiga luego de soltar a nuestros rehenes.
-No, en realidad no la hice… solo lo deduje porque él es demasiado marica como para preñar a una mujer…- era más astuta aún.
El dinero ya estaba en mi cuenta bancaria, todo en ese pueblo había terminado y por eso, decidí marcharme del lugar. Entré a mi cuarto para hacer las maletas y luego pasar a buscar a Clarisa y a Gabriel. Ahora comenzaría una nueva vida para todos.
Abrí la puerta y me encontré con Gabriela, quien estaba sentada en la cama esperándome.
-Nunca te hubiera delatado…- fue lo primero que dijo la gorda al verme ingresar.
-Cuando uno está enamorado puede hacer muchas cosas… Quizás si Florencio te hubiera pedido que lo hicieras, hubieras hablado…-le dije justificándome.
-Me duele mucho que me digas eso… Lo único que he hecho es enamorarme… ¿acaso estoy mal? ¿No puedo buscar mi propia felicidad? ¿Tenía que estar a tu lado toda mi vida?... –la mujer estaba afectada, podía ver la desilusión en sus ojos.
-Está bien, pero…-me quedé callado, no tenía nada más qué decir.
-Te quiero mucho Nico y espero que realmente seas feliz… pero hazme un favor, intenta buscar tu propia felicidad y no depender tanto de otros… Algún día nos volveremos a encontrar, lo sé…- y tras decir eso, tomó la maleta que estaba al lado de la cama, se acercó hasta mí para besarme la frente y luego salió de la habitación.
-¿Dónde vas?- le pregunté y es que no sabía qué le había sucedido. Era yo quien me iría, no ella.
-Con Flo hemos decidido irnos a la playa, a un pueblo pequeño donde nadie nos conozca… queremos comenzar desde cero…-y así fue como me despedí de quien fue mi mejor amiga.
¿Tan mal he actuado? ¿Acaso fui muy egoísta con la gorda? Me sentí muy culpable tras mi conversación con ella y guardé mis prendas muy acongojado.
Supongo que toda despedida es dolorosa, como cuando me separé de Leticia. ¿Qué será de ella ahora? ¿Habrá encontrado a alguien? ¿Claudio le seguirá molestando?
Fui a buscar a Clarisa con el pecho apretado, todo ese cambio me había golpeado muy fuerte. Tan solo que, al ver la carita de Gabriel, todo cambió. Sus mejillas coloradas y esas manitos tan gorditas me dieron las energías que necesitaba.
-Menos mal que se parece al padre…- murmuré y es que, bueno, quiero mucho a su madre, pero ella no es la persona más bonita que digamos.
Y quizás eso era otro motivo para estar apenado, porque ahora que me iba de Lo Aromo, tenía que dejar atrás a Manuel, el primer hombre que tenía todo lo que quería, por lo menos en lo sexual.
-¿Y lo vas a dejar así no más?- me preguntó por él Clarisa.
-¿Y qué quieres que haga? Que nos vayamos lo cuatro juntos… ¿qué le vamos a decir? ¿Por qué no estoy con Gaby si se supone que ella es mi esposa? O aun peor ¿por qué no está con su supuesto hijo? ¿Tan mala madre es?... Fue un excelente amante, pero nada más…- respondí apenado.
-Como si nos costara tanto mentir… Podemos decirle que Gaby no quería tener al hijo y que lo dejó, porque se enamoró de su padre… Deberá enterarse en algún momento que Flo se fue con ella… Y bueno, le decimos que nosotros nos hicimos amigos y que como yo soy tan buena persona, decidí ayudarte con el niño…. Y punto, si no es muy inteligente como para dudar de lo que le digamos…- y ella tenía razón.
Corrí a la mansión en búsqueda del macho, ahora que había encontrado a un buen amante, no lo iba a dejar allí botado, me lo llevaría conmigo para seguir follando.
-Manuel… quería… yo quería… hablar contigo…- llegué apenas a la casona.
-¿Por qué estás jadeando?...- fue lo primero que me preguntó.
-Cobré la herencia, así es que me voy de este pueblo de mierda… Gabriela se fue con tu papá, porque son amantes… y yo me voy con una prostituta que es mi amiga, que me va a ayudar con mi hijo… Como hemos follado bastante bien esta semana, quería saber si te quieres venir con nosotros, ya que parece que no puedes engendrar un varón, y no vas a cobrar la herencia nunca…-le dije todo de una sola vez.
El macho me miró sin gesticular nada, como si estuviera tratando de procesar toda la información que le había proporcionado en tan poco tiempo.
-Bueno… si tú me mantienes…- fue todo lo que respondió.
Al rato estaba en la entrada de la mansión, con un bolso con un poco de ropa listo para irse conmigo. Así fue el inicio de un nuevo comienzo, de otra oportunidad que tengo para ser feliz. Miré a mi hombre dichoso de haberlo conquistado, y tocándole el paquetón, nos fuimos de Lo Aromo.