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Ni tan casados por jotaceh

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Día 91: Otra vez

 

Decir que se está embarazada puede decirlo cualquiera, hasta yo podría. Por eso, no le dimos mayor importancia a lo que Bárbara dijo en el tribunal.

-Está tan loca, que quiere inventar un hijo para atrapar a Manuel - comentó Anastasia mientras íbamos en auto de regreso a casa.

-Claro que sí... Además, no tiene fundamento. No creo que haya sido tan estúpido de tener sexo sin protección - le mencioné a mi primo.

Esperaba recibir un sí inmediato y certero, tan solo que el macho se quedó callado.

Ay no, que esto ya me lo veía venir.

-Porque usaste condón siempre, ¿verdad? - fui más directo.

-Bueno... Es que con el problema de las erecciones, pues.... Se me olvidó un par de veces - agachó la cabeza, ahora se estaba arrepintiendo de su error.

Me quedé callado y es que no podía dar crédito a la estupidez que había cometido.

-Y si está embarazada, ¿qué vas a hacer? - traté de no retarle y centrarnos en el asunto.

-Es mi hijo... No puedo dejarle abandonado... - parecía apenado con el destino que podría tener aquella criatura que se podía haber gestado.

-Bueno, criamos a otro bebé. No hay problema, pero esa yegua no entra en la casa, ¿entendido? Nos da a su recién nacido y nosotros hacemos el resto - y así sería.

-No creo que ella quiera dejarnos a su bebé - intervino Clarisa.

Íbamos todos en un taxi, un poco apretados porque no íbamos a pagar dos viajes. Adelante estaba Manuel, y atrás todos juntos, Anastasia, Clarisa y yo.

-La demandamos entonces... No creo que sea la mujer más cuerda para criar a un niño - eso le diríamos al juez.

-¿Y nosotros sí? - se preguntó Ani.

Ahora que lo pienso, tampoco somos los más cuerdos del país, pero somos una familia unida, rara, pero unida. Eso es mejor que una loca pirómana, ¿o no?

-A ver, no entiendo... Usted está casado con esa señora, ¿pero le afecta que su primo vaya a tener un hijo con esa rubia? ¿Por qué? - el chófer nos salió bastante metiche y terminó preguntando sobre nuestro problema.

Todos me miraron como si quisieran que fuera yo quien explicara el enredo.

-Primero, no estoy casado con ella, de hecho... Tengo una relación con ese hombre... Y no, no es mi primo primo, porque es adoptado. Y tampoco somos pareja pareja, porque él me dejó por la loca oxigenada... Ahora que lo pienso, ¿qué somos nosotros? ¿Somos novios? ¿O solo tenemos sexo? - me entró la duda mientras le hablaba al taxista.

-Es que, bueno... Esto... - tartamudeaba el hombre.

-Yo no le veo muy convencido - sentenció el chófer, como si fuera amigo íntimo.

-Yo tampoco - ahora fue Anastasia.

-Ni yo - hasta Clari lo decía.

-Entonces que se vaya caminando a casa... Por burro y re burro... - dijo tajante el hombre al volante, deteniendo el coche abruptamente.

Nos quedamos mirando extrañados los que estábamos sentados atrás.

-Sí, que pague por imbécil - alzó la voz mi amiga trans.

-Uy señorita, que voz más gruesa tiene - replicó el caballero.

-Ay, sí... Es que esto que engañen a mi amigo me da un coraje que hasta me cambia la voz - la pobre estaba un poco apenada.

-Ya, entonces bájese - se dirigió a Manuel.

El pobre tuvo que hacerle caso y se quedó parado en la calle, sin saber qué hacer.

-Lo que usted debe hacer joven, es buscarse una mujer. Esas si que le harán feliz - siguió entrometiéndose.

-¿Disculpe? Soy bien gay y no voy a dejar de serlo - ¿quién se cree?

El resto del camino lo continuamos en silencio y es que no quería escuchar más los consejos de aquel hombre conservador. Y entrometido.

Nos bajamos luego de pagarle el viaje, y no van a creer lo que terminamos viendo. Porque como si fuera por arte de magia, en la entrada de la casa nos encontramos con Bárbara y Manuel, quienes conversaban.

-¿Qué sucede aquí? - pregunté sin comprender.

-Lo vi solo en la calle y decidí traerlo a su casa. Pobre, y que otros lo rechazan - la rubia no pierde oportunidad en ningún momento.

-Eso es mentira, fue el taxista el que lo dejó tirado - respondí.

-En fin, da igual. Lo importante es que ese encuentro nos ayudó para arreglar nuestras diferencias, y hemos decidido que vamos a regresar. Todo sea por nuestro hijo - ambos se abrazaron como si nada, en frente de mí. ¡Descarados!

Quedamos impactados con lo fácil que es ese Manuel, porque hace menos de una hora estábamos en tribunales en contra de la rubia y ahora, el muy descarado, estaba emparejado con ella nuevamente.

Yo no iba a dejar que esto se quedara así, ¿qué se creen? Entré a la casa, caminé hasta la habitación de mi primo, tomé su ropa y la quemé. ¿Quiere estar con esa loca? Bueno, pero va a tener que andar desnudos.

-¿Qué haces? - me gritó el hombre cuando me descubrió.

-Ah, es que como te gusta la gente que quema cosas... Pensé que te gustaría más si hacía arder tus prendas - fui sarcástico. ¿Se notó?

-Ya, está bien que estés alterado, pero... Esa es tu ropa no la mía - mierda, que tenía razón.

Tuve que correr hasta la cocina para llevar el extintor de incendios, aunque ya era muy tarde. Todas mis prendas estaban quemadas y las que eran de Manuel, guardadas en su maleta y es que se estaba yendo.

-¡Te vas a arrepentir! ¡Regresarás a mis pies suplicando mi amor! - le grité desde el segundo piso mientras le veía subirse al carro de Bárbara.

Maldito desgraciado, me volvía a dejar pero prometo por Dios que aunque se haga una operación de extensión de pene, no voy a regresar con él.

 


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