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Ni tan casados por jotaceh

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Día 92: A mi alrededor

 

No sé si estoy enojado o triste, porque suelo recordar que Manuel me dejó para estar con Bárbara y me lleno de rabia. ¿Cómo se le ocurre hacerle caso a esa loca? ¿Acaso lo que siente por mí no era tan fuerte? Luego, me viene la tristeza y es que me he vuelto a quedar solo. ¿Será que no estoy hecho para estar en pareja?

-No estás solo, nos tienes a nosotros - me comentó Clarisa, teniendo a Gabriel en sus brazos.

Y eso me consuela, que aunque no tenga un macho a mi lado, por lo menos tengo buenos amigos y a mi hijo, que cada vez está más grande.

Estos días me he dedicado a cuidar a mi gordito, la relación más larga que he tenido en la vida. Me levanto para darle leche, y es que no confío mucho en las tetas de Clarisa. Tras ello, le lavo en su bañera, donde juega con el patito de hule. Se divierte mucho, para luego sentarnos frente a la tele a ver sus dibujos animados. O eso intento, porque por más que le ponga monitos, él siempre prefiere los programas de farándula.

-¿Por qué te gustan tanto? ¿Quién te los habrá enseñado? - le pregunté un día como si fuera a responderme.

Obviamente no lo hizo, aunque encontré respuesta en la voz de un adulto.

-Fui yo, porque tiene que aprender desde pequeño cómo es la vida. Que hay mujeres malas que se inventan relaciones con famosos solo con la intención de hacerse famosas. Y que hay hombres que siempre alardean de sus conquistas sexuales, cuando nunca ven agujero más que el que se forma con su mano - Anastasia me explicó su culpabilidad.

Le hubiera rebatido a la muchacha, tan solo que no tenía moral y es que estoy criando a mi hijo en un burdel. Suspiré hondo y dejé el programa ése. Gabriel apuntaba de vez en cuando a una tetona y gritaba fuerte, como si supiera de qué hablan y la estuviera retando.

-Eso pequeño, aprende a lidiar desde ahora con esas zorras. Para que no te pase lo mismo que a tu papá - mencionó Ani como si yo no estuviera ahí.

Recordé que Manuel me había dejado por la rubia y comencé a llorar. Muchas gracias ridícula, ya lo estaba olvidando.

En las tardes vuelvo a alimentar a mi hijo con las papillas, le saco a pasear y dejo que Clarisa lo tenga un ratito antes de dormir. A eso se ha reducido mi vida y sería muy aburrida si no fuera porque hay muchos chismes a mi alrededor.

El primero de todos, es que Fabricio ya está listo para trabajar como gigoló.

-¿Tú crees que puedo hacerlo? - me preguntó un día durante la mañana.

Le miré detenidamente, y aunque fuera bastante menudo, se ve muy guapo. Es como si fuera un adolescente, al que recién le están saliendo los primeros vellos, que posee esa voz cada vez más gruesa y cuyo cuerpo se hace más fuerte. No sé por qué me acordé de mi compañeros de colegio desnudos en las duchas.

-Claro que sí, estoy seguro que serás el consentido de muchas señoras, estás perfecto para el segmento twink -le di ánimos.

-Me alegra saberlo, tan solo que tengo un problema...- se detuvo un momento, su rostro demostraba congojo.

-Cuéntame, quizás pueda ayudarte -puse mi mano en su hombro para demostrar mi compromiso.

-Lo que sucede, es que como sabes, estoy enamorado de Anastasia, y no me gustaría comenzar a trabajar sin antes revelarle mi amor -ay por Dios, si es tan romántico.

Ese era su deseo y como es mi amigo (además no tenía nada más qué hacer), decidí ayudarle. Le pedimos a Clarisa que saliera de compras con la susodicha y así, nosotros nos centramos en adornar el patio para la gran declaración de amor.

Compramos rosas rojas, que dejamos en bellos floreros de plástico (tampoco tengo tanto dinero). Inflamos globos de variados colores, que luego depositamos sobre el agua cristalina de la piscina. Como ya era tarde, encendimos las luces ubicadas al fondo de la estructura de concreto. A eso de las nueve de la noche, todo estaba preparado para recibir a la doncella, bueno a la mujer, ok ustedes saben que me refiero a Ani.

Tuvimos que esperar hasta las diez de esa noche para recién escuchar el taxi detenerse en la entrada de la casa y tener por fin a la otra parte de la ceremonia. Le avisé a Fabricio que era su momento y el pobre palideció de pronto, parecía que tiritaba del miedo a hacer el ridículo o ser rechazado.

-Todo estará bien -le animé.

Como habíamos planeado, Clarisa se fue al segundo piso y dejó libre a Anastasia. 

-Tienes que ir al patio -fue todo lo que le dije.

La mujer me observó extrañada, pero no dijo nada, solo me hizo caso y se encaminó hasta el lugar donde Fabricio la esperaba.

No me iba a quedar con la intriga de saber qué sucedía, así es que en vez de subir las escaleras también, me escondí detrás de las cortinas del ventanal que da al patio. Ahí escuché toda la declaración y la respuesta que se recibió a cambio.

-Anastasia, he preparado todo esto solo para ti, porque...-se detuvo un instante, antes de arrodillarse para decir las palabras claves. -Te amo y quisiera saber si tengo la posibilidad de ser correspondido -dijo con firmeza, sin demostrar lo nervioso que estaba.

Sonreí al escuchar sus palabras, esperaba con todo el corazón que recibiera la respuesta que esperaba, tan solo que...

-Ay chico, eres muy tierno y todo, tan solo que... no quiero que suene a discriminación, yo también soy una persona trans, pero... no me gustas y es que no tienes pene. Discúlpame, pero para mi la polla es algo esencial -Anastasia destruyó toda las ilusiones del pobre muchacho, quien había quedado destruido.

No podía creer que la mujer haya sido tan insensible y por eso, como padre luchón que soy, decidí intervenir.

-iAni! No puedes rechazar de esa manera a alguien sin siquiera darle una oportunidad. Fabricio es una persona hermosa, con un corazón bondadoso, gentil y preocupado, estoy seguro que te haría muy feliz. Además, mírame... siempre le di mucha importancia al pene y ahora ¿cómo estoy? Solo y abandonado por un desgraciado que dejó embarazada a una desquiciada.  ¿En serio vas a perder la oportunidad de conocer a este chico tan tierno? -no quería que otra persona cometiera mis mismos errores.

-Ay, estoy tratando de ser lo más sincera posible. Cruel sería darle falsas expectativas sabiendo que nunca me va a gustar, ¿o no? -se dirigió a mí sin molestarle que los haya espiado.

Y esa discusión hubiera seguido, tan solo que escuchamos un fuerte estruendo desde la casa. Asustado ingresé y es que mi hijo estaba dentro. Lo único que pude ver fue a Gianluca saliendo de la casa, cerrando muy fuerte la puerta. ¿Qué había sucedido? 

De inmediato pensé en Clarisa y subí corriendo las escaleras para saber qué había sucedido. Para mi desgracia mi intuición era cierta y a ella le había ocurrido algo. Entré a su habitación y la encontré tendida en el suelo, en ropa interior y con sangre escurriendo de su cabeza.

-¿Qué sucedió? ¿Gianluca te golpeó? ¿Él te hizo esto? -le pregunté alterado, aunque no era necesario que respondiera, porque era evidente.

Quise levantarme para ir a perseguir a ese desgraciado, tan solo que me detuvo la mano helada de Clarisa. No pronunció palabra alguna, solo me observó destruida con la imperiosa necesidad de afecto. Por eso, preferí quedarme y abrazarla.

¿Qué le había hecho ese desgraciado? ¿Desde cuándo sucedía? ¿Por qué no me di cuenta antes?


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