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Ni tan casados por jotaceh

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Día 99: Qué bonito

 

Discúlpame! Sé que he sido una perra contigo y que no merezco compasión, pero fue el amor. Tú sabes de eso - me decía desde el pasillo la señora Mauri. 

Me encerré en mi pieza después de verla, a lo que la vieja decidió quedarse afuera para tratar de convencerme que le ayudara. Es una descarada de lo peor. 

Debo reconocer que tenía mucha intriga por saber qué le había ocurrido y es que estaba muy desesperada. ¿No que era millonaria ahora? Aunque lo que más me daba curiosidad era el paradero de Claudio. Finalmente, no pude contenerme y le abrí la puerta a la traidora. 

-¿Por qué estás aquí? - al verme la anciana me abrazó desesperada, como si su vida dependiera del afecto. 

-El muy desgraciado me engañó. Nos fuimos a Europa, se suponía que nos íbamos a casar, de hecho me hizo firmar un consentimiento prematrimonial o algo así lo llamo, pero todo era mentira, en realidad firmé para dejarle todas mis pertenencias. Se fue con todo mi dinero y me dejó una carta burlándose, diciendo que era una vieja estúpida y fea… ¿puedes creer que me haya dicho fea? Si recién me había puesto bótox – Mauri lloraba por lo ocurrido, aunque no se arrugaba mucho producto del químico que tenía aún en la cara. 

Solo atiné a darle palmaditas en la espalda. Pobre vieja maricona, por creer que había conseguido el amor de un hombre guapo, terminó engañada. 

OK, debo reconocer que me alegré un poco al saber lo que le había sucedido. Yes, karma is a bitch, but me sentí mal al sentir las lágrimas de la veterana. Al final nadie se merece que lo engañen, menos con algo tan delicado como es el amor. 

-¿Entonces estás en la calle? – le pregunté para cambiar el tema. 

-Sí, soy más pobre que una perra. ¿Puedes creer que tuve que prostituirme para poder regresar al país? – confesó secándose el rostro. 

-No me digas, jamás lo pensaría de alguien tan decente como tú – maldita zorra, como si no le hubiera gustado. 

-Sí, pero eso ya es cosa del pasado. Ahora tengo un amigo que me va a ayudar a empezar de nuevo – me sonrió la muy descarada. 

-Ay claro querida, yo te voy a dar trabajo en esta casa… que por cierto, es un burdel – miren las coincidencias de la vida, ella ya viene con experiencia de sobra. 

-¿Es una broma? – se puso seria. 

-Bueno, es eso o ser sirvienta, porque necesitamos alguien que haga el aseo – eso ya era su elección. 

Se quedó un rato pensando antes de responder. 

-¿Y los clientes son guapos? – era evidente lo que elegiría. 

-Claro, de la mejor calidad, por eso contratan putas – ¿habrá captado el sarcasmo? 

Aunque no la he perdonado del todo, dejé que la señora Mauri se quedara en la casa, más que mal, hay que ser buena persona en este mundo. Eso y que necesitaba a alguien de tarifa baja para los pensionados que tienen muy poco para gastar. Que bueno soy, ayudo a todo el mundo. 

Luego de lo ocurrido con la vieja ésa, tuve que soportar la presencia de Bárbara, quien se supone la mejor amiga de Anastasia. 

-Ay Barbie, tú sí que me entiendes. No como otros, que han dicho ser mis amigos – mencionó al verme la muchacha. 

Es tan infantil que trata de sacarme celos de amistad con la rubia ésa. 

No iba a responder, tan solo que en ese momento apareció Fabricio con un ramo de rosas rojas, las que me entregó en las manos antes de besarme en la boca. 

-Las flores más bellas para la persona más especial – dijo con galantería. 

Esa acción, aunque sabía que era parte del plan, me descolocó. Y es que nunca nadie había hecho algo tan lindo por mí. Está bien, es cursi y todo, pero se siente bien que alguien te trate de ese modo. Mis anteriores parejas, aunque reales, solo eran para follar. ¿Y el amor qué? ¿Alguien me ha amado de verdad? 

-Qué linda pareja hacen, espero que sean felices – dijo mordaz Ani, evitando sacar las garras y arrancarme los pelos. 

-Yo espero que sean muy felices – Bárbara decía sincera. Claro, así le dejaba el camino libre con Manuel. 

Ese gesto de Fabricio se quedó grabado en mi memoria. Me acosté esa noche pensando en lo mucho que me gustaría que se repitiera. Hasta que alguien entró a la habitación. 

-¿Se supone que seguimos durmiendo juntos? – preguntó mi primo. 

Desde que dije que me casaría, el hombre ha dormido en la sala, tan solo que esa noche decidió regresar para saber qué sería de su estancia. 

-Me voy a casar, no a castrar – dije antes de llevarlo a la cama para que me hiciera sentir mejor. 

Todo parecía normal y es que el aparato del hombre estaba en todo lo alto, solo que después de unos minutos la situación se puso aburrida. 

-¿Qué te sucede? ¿Te desconcentraste– le pregunté tras sacarme el falo de la boca. 

-Es que no puedo seguir, no si sé que te has enamorado de otro hombre – se puso sensible. 

-Ay no, con sensibilidades no por favor. Puedo amar a otro, pero lo nuestro no tiene por qué acabar. Siempre se puede tener un amante – le guiñé un ojo para que entendiera. 

-Esto no se trata de ti, sino que de mí. No puedo soportar que ames a otro – podía ver la pena en sus ojos. 

-Esto no ocurría si no me hubieras dejado para irte con Bárbara – todavía me dolía aquello. 

-Lo hice porque se suponía que tendría un hijo, por nada más. Nunca la he amado – volvía a excusarse. 

De todos modos, ya me había comprometido a ayudar a Fabricio y no le iba a fallar, por lo que no conté la verdad y dejé que el campesino siguiera creyendo en mi compromiso. 

¿Por qué él no puede ser igual de romántico que mi falso novio? ¿Por qué nadie me amado de esa manera tan bella? ¿Acaso no estoy destinado a ello? 








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