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Papillon por Reilaa_

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Notas del capitulo:

Solo voy a decir que, SE PRENDIÓ ESTA MIERRRDAAAA.(?) 

El agua tibia y con esencia de rosas relajaba sus músculos al tiempo que JongHyun se sumergía en la tina. Sus manos creaban suaves ondas en el agua cuando las movía, completamente relajado, respirando de manera lenta. Los ojos cerrados, la música suave y las luces tenues creaban un ambiente perfecto. Solo le faltaba una cosa, o más bien, una persona para que aquella perfección alcanzara el punto máximo.

Sin poder evitarlo, su mente le llevó a uno de los tantos recuerdos que tenía de su adolescencia archivados en un cajón, un cajón que había jurado nunca volver a abrir hasta ese momento.

Un suspiro salió de sus labios sin su permiso cuando las manos ajenas, grandes y tibias, acariciaron sus hombros desnudos. El estar a un paso de transformarse en un adulto le tenía con los nervios de punta y los músculos completamente tensos. Por suerte, MinHo sabía justamente que debía hacer para relajarle un poco, y hacerle olvidarse de sus problemas y preocupaciones al menos por un par de horas.

- No es saludable para ti vivir en un constante estres, Jong. - Escuchó que le decía, mientras él mantenía sus ojos cerrados, el cuerpo relajado entre los brazos ajenos, sumergido en el agua caliente de aquella habitación de hotel. Aquella suite, mejor dicho, porque la habitación era un maldito palacio en miniatura y aún se preguntaba cuantos adelantos había tenido que pedir MinHo a su padre para pagarla.

- Sabes que soy muy sensible... Y también una persona sumamente nerviosa, aunque intente ignorar mis problemas simplemente me comen la cabeza. No es facil ser hijo único y tener que ser perfecto para la sociedad que te rodea, Min. - Explicó, abultando sus labios ligerament y sonriendo al sentir un beso breve y suave sobre ellos.

Los brazos fuertesle rodearon, dejando que su cabeza se apoyara en el hombro de aquel hombre que acariaba su cuerpo como si fuese un cristal que podría romperse en cualquier momento, como si fuese lo más preciado que tenía en el mundo. Y eso a JongHyun le encantaba.

Le encantaba sentirse amado por MinHo, poder tener esos momentos a solas con él, escuchar su voz diciendole mil y un ''te amo'' en cualquier idioma que se le ocurriera ya que MinHo, su novio, había estudiado idiomas. Ah, su novio. Sonaba tan bien, que a veces le daban ganas de subir a la azotea de la empresa de su padre con varios megáfonos y gritarlo una y otra vez, para que el mundo supiera cuanto lo amaba.

No podía quejarse de él, era el hombre perfecto, sin embargo, lo único que JongHyun detestaba (y no tanto, porque le parecía algo sumamente bonito) era que MinHo no se atrevía a tocarle más de la cuenta. Si bien con 17 años era obvio que sus hormonas estarían a flor de piel con cada toque de su novio, no podía comprender como el mayor podía contenerse tanto. Es que por dios, lo había intentado todo. Pasearse desnudo frente a él, usar sus camisas sin nada debajo, seducirlo... Pero no, MinHo parecía ser de piedra. O bueno, no tan de piedra, ya que siempre que le provocaba, cuando el contrario le abrazaba entre risas diciendole que pare era capaz de sentir aquella dureza contra alguna parte de su cuerpo.

Aquella parte de la anatomía ajena que, literalmente, moría por sentir en su interior.

Si bien habían tenido algunos encuentros subidos de tono, y JongHyun no se quejaba ya que le encantaba poder acariciar el cuerpo de MinHo y darle placer, en ocasiones, con su boca, sentía que necesitaba más. Mucho más.

- ¿Y ahora que es lo que tortura tu mente? - Escuchó que precisamente el dueño de sus pensamientos le preguntaba al oído, con aquella voz tan grave que le erizaba la piel.

Sin pensarlo un segundo, dió media vuelta con cuidado entre los brazos ajenos, no tardando en acomodarse sobre el regazo ajeno, aprovechando su completa desnudez para asi rozar con mucha sutileza aquellas zonas de su cuerpo que había descubierto, le encantaba explorar.

- MinHo, quiero que me hagas el amor. - Simple y claro, tomando las mejillas de su amante, lo dijo. Pudo observar la sorpresa en la mirada ajena, antes de ver como esa sonrisa que ya conocía bien, se formara en su rostro. Era la sonrisa de ''no, esta noche no'' o ''eres muy joven, quizás te arrepientas'' o incluso ''deberías pensarlo mejor.''

No obstante, antes de que MinHo lograra meter alguna de sus excusas, JongHyun había tomado su miembro entre sus manos, acariciandolo de aquella forma que le robaba la respiración, provocando que gimiera contra los abultados labios y sus manos, de manera inconsciente, bajaran hacia los glúteos de su niño travieso.

Quizás aquella noche, si sería distinta a las demás.

Abrió los ojos de manera pesada, sin querer hacerlo realmente. Observó sus manos, quietas a los lados de su cuerpo, poco a poco posarse sobre su abdomen, para luego bajar en un recorrido suave hasta su pelvis, apenas rozando aquella parte de su cuerpo que, con el recuerdo de aquella primer noche de pasión entre MinHo y él, comenzaba a dolerle, necesitando atención.

No dudo ni un segundo en tomar su miembro, mordiendose el labio inferior para acallar el gemido que escapó de su garganta por aquella acción, comenzando a acariciarse de forma lenta, arriba y abajo, sin prisas. El recuerdo de los labios de MinHo por todo su cuerpo, marcando sus muslos, su abdomen, su boca húmeda y experta haciéndole experimentar por primera vez una felación, sus manos recorriendo su cuerpo y las propias en los castaños cabellos del mayor, jalandolos de a ratos y empujandole más cerca de su pelvis al no sentirse tan cohibido al cabo de unos minutos.

Pero lo mejor de todo, fue sentirle en su interior. Su miembro era grande, estaba hinchado por la excitación del momento y se ajustaba perfectamente a su estrecho interior, como si hubiesen sido piezas de un rompecabezas. Podía recordar perfectamente el sonido de sus pieles chocando, sus propios gemidos de placer genuino mientras su amante le regalaba una de las mejores experiencias de su corta vida. Casi podía sentir la tela de la bata de baño contra su espalda, rozandose contra su piel con cada movimiento desesperado de MinHo contra su cuerpo, con cada embestida que le demostraba lo mucho que se había contenido por su bien, porque era un ''niño'', un niño que en ese momento, ya no tenía nada de inocente.

Pero definitivamente, lo que le hizo llegar al orgasmo aquella noche solitaria en la bañera de su habitación, fue recordar la esencia tibia de MinHo en su interior, incluso desbordandose de su estrecha entrada, provocandole escalofríos de placer al no haber sentido nunca algo igual.

Y ahora, con sus 25 años recién cumplidos y su excitación a tope cada vez que veía al hombre que le robaba el aliento, ansiaba repetir aquello cuanto antes.


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