¿En qué momento los encuentros con su esposa se habían vuelto tan monótonos? MinHo ya no era capaz de recordar la última vez que realmente había deseado estar con ella, pensando en ella y su cuerpo que si bien no estaba nada mal, ahora se le hacía poco atractivo, cosa que comenzaba a preocuparle con el paso de los días. De hecho, durante su último encuentro, cierto rubio no se había ido ni por un segundo de su cabeza, cosa que le frustraba de una manera abismal.
¿Y por qué tanta frustración, se preguntaran? Pues porque JongHyun era el profesor de su hija, maldición, el profesor de su hija. Y además de todo eso, era un hombre, cosa que a MinHo le espantaba ya que creía que había dejado atrás aquella ‘’etapa’’ de su vida, como le había denominado su psicóloga cuando le comentó que sentía atracción por los hombres y en especial, por un chico menor de edad del cual no recordaba el nombre ni el rostro pero si su dulce manera de ser.
De vez en cuando se preguntaba que había sido de él. ¿Estaría bien? ¿Habría encontrado alguien con quien ser feliz? ¿Había logrado olvidarlo? Porque MinHo, aunque se lo negara constantemente, nunca había podido arrancar aquel sentimiento que aquel niño (porque cuando se vio forzado a alejarse de él, aún era un niño) había instalado en su pecho.
¿Qué si había intentado buscarlo? Pues claro que si. Había pasado meses y meses recorriendo las calles de Seul, esperándole en aquellos lugares escondidos de todos donde solían verse, besarse, amarse. Muchas personas cercanas a él le habían dicho que aquello era una obsesión poco sana y que no iba a terminar bien, sin embargo, MinHo nunca había perdido las esperanzas de volver a verle.
Tampoco había logrado contactarle de ninguna forma. Era como si la tierra se lo hubiese tragado de repente y eso le desesperaba, porque ni siquiera había sido capaz de despedirse de aquel joven que ahora, muchos años después, podía asegurar que era el amor de su vida.
Y si el joven volvía para reclamar su corazón, MinHo no se opondría a entregárselo nunca.
~*~
- Ya te dije que no lo sé, KiBum. Siempre me evita, se escabulle como si me tuviera miedo. ¿Crees que haya recordado quién soy?
Preguntó JongHyun, mientras comía una rebanada del pastel de fresas con crema, que era su favorito. Aquello calmaba increíblemente su ansiedad, aquella ansiedad que le provocaba saber que MinHo le ignoraba, aquella ansiedad que no era de felicidad, sino de un enojo y una angustia terrible.
- No lo creo. ¿Por qué lo haría? Te fuiste cuando eras un niño y el rehízo su vida con una mujer, tiene una familia. Sería extraño que te recordara y no te preguntara nada. Ya sabes lo que pienso de todo esto, no se por qué insistes en sacar el tema, siempre terminamos discutiendo.
Maldición, KiBum tenía razón. No en lo de la familia, a JongHyun eso le importaba un bledo porque así como había tenido a MinHo en un pasado con solo chasquear sus dedos literalmente frente a él, no le costaría hacer lo mismo ahora. Poco le importaba dañar a la perra de su esposa, después de todo, ella había lanzado sus garras sobre su novio en el momento en el cual a él le habían enviado a Europa como si fuese un paquete.
Odiaba discutir con su mejor amigo. Era lo peor que podía pasarle ya que KiBum era el único ser sobre la faz de la tierra que le soportaba, le escuchaba y siempre le sacaba de los problemas en los que se metía. Muchas veces le había preguntado por qué no le abandonaba como los demás, a lo que KiBum solo sonreía y negaba con la cabeza, sin darle una respuesta clara, cosa que le ponía bastante nervioso.
Comenzaba a sospechar que su amigo le quería de otra forma, mucho más profunda que la suya propia. JongHyun, sin ir más lejos, le veía como un hermano, como una persona en la cual podría confiar toda su vida y que nunca iba a defraudarle o traicionarle. Pero KiBum al parecer no sentía lo mismo, ya que siempre que JongHyun le hablaba sobre MinHo, al igual que cuando eran niños, KiBum se enervaba y se iba, se enojaba, le cortaba la llamada, o cosas así.
De adolescente, no le había dado importancia. Ahora, que era un adulto, comenzaba a notar aquellas sutiles señales que el castaño le enviaba, y no le gustaba nada porque no tenía intenciones de romper su corazón. Podía sonar egoísta pero, ¿Qué iba a ser de él sin su mejor amigo? Sin embargo, si realmente KiBum estaba enamorado de él, si le rompía el corazón lo menos que podía hacer era romper aquel vínculo para que ya no sufriera.
Ah, que complicado era el amor, ¿No?
- Bueno, si, pero ya sabes…
Solo un balbuceo salió de sus labios, antes de escuchar un suspiro cansado de parte del otro joven, mientras se despedía de él porque al día siguiente debía ir a la universidad temprano. Un simple ‘’buenas noches’’ fue lo que murmuró, dejando su teléfono a un lado y pasándose las manos por la cara. Estaba bien jodido.
~*~
Las risas de los niños a su alrededor le daban cierta paz, cierta tranquilidad que le sorprendía. Reían mientras su compañera les contaba un cuento y él se encargaba de juntar los juguetes que habían dejado tirados para ir corriendo a sentarse cerca de la joven, para escuchar mejor la historia del día.
Sin que se diera cuenta, el timbre que indicaba la salida de los niños sonó y junto con él, la sonrisa de JongHyun se instaló en sus labios. Si sus cálculos no le fallaban, en menos de cinco minutos vería a MinHo, con su camisa y sus pantalones de oficina, mientras esperaba a su hija pero su mirada se desviaba constantemente hacia su persona.
Luego de indicarles a los niños que se colocaran en fila entre medio de canciones y juegos, les llevó a la salida, saludando a los padres que uno por uno retiraban a sus pequeños. Sin embargo, le sorprendió no ver rastros del mayor por ningún lado. La pequeña sujetaba su mano fuertemente, como si no quisiera irse de su lado, cosa que a JongHyun le enternecía completamente.
Pero, poco después, escuchó un claro ‘’Mami’’ salir de los labios de la pequeña, mientras se soltaba de su mano y corría a los brazos de aquella mujer que él, no quería ver ni en sus peores pesadillas. Y por supuesto, MinHo estaba justo a su lado, con su brazo rodeando su cintura, viéndose los tres como la familia más feliz del mundo.
Tomando aire de manera profunda y disimulada, dibujó una sonrisa tan falsa como sus ganas de quedarse allí viendo el ‘’precioso’’ cuadro familiar cuando tuvo que saludar a la pequeña, ignorando por completo a aquella arpía y aquel desgraciado que siempre encontraba motivos para lastimarle. ¿Por qué había llevado a su mujer allí?
- Hija, tenemos una sorpresa para ti. ¡Vas a tener un hermanito!
¿Qué? Se giró de golpe, con el corazón en la boca y los ojos llenos de lágrimas. Aquello tenía que ser una maldita broma, ¿verdad? Pero no, no lo era. Las sonrisas en sus rostros le confirmaban que aquello era real, que la historia volvía a repetirse.
Sin embargo, la mirada de MinHo al cruzarse con la suya, no expresaba la felicidad de su sonrisa. Y entonces, pudo reconocer en MinHo la típica expresión de sorpresa, aquella expresión que los seres humanos ponemos cuando reconocemos a alguien después de mucho tiempo, cuando nos damos cuenta que una persona que creíamos olvidada, estuvo frente a nosotros todo el tiempo.
Y mientras MinHo quería desaparecer de allí, JongHyun dio media vuelta y se adentró en la institución, con el corazón roto y lágrimas cayendo por sus mejillas.