Noticias verdaderamente devastadoras eran aquellas que llegaron hasta el pelirrojo. Cada vez un vacío se hacía más grande en su pecho. La soledad lo engullía lentamente.
Kenma se iría con Kuroo en dos días, aunque para Hinata cada segundo era como si un alfiler se incrustase en su cuerpo, llenándolo de molestia. Sensaciones que iban desde la tristeza o rabia, hasta la envidia y resentimiento.
Ir a su sitio tranquilo era un poco menos efectivo que antes. Ya no había nada que le pudiese calmar. Su mente era un debate de pensamientos y sensaciones contrarias. No sabía ya qué sentir. Rozaba sus límites.
Estaba mal, y aunque podía notar que el ambiente meloso ente Kozume y Tetsuro era cada vez más fuerte, no podía evitar pensar en lo peor que podía pasar cuando formasen parte del ejército. Nada bueno de seguro.
Shoyo se dirigió a una roca que antiguamente fue la base de un pequeño puente sobre un riachuelo, ubicado al borde del claro. Se sentó sobre ella y observó el otro lado de la frontera. Seguía pareciéndole familiar ese escenario, pero nada seguro aún.
De un momento a otro, vio como un conejo saltaba alegremente por el territorio de Karasuno. Mordisqueaba los helechos que crecían por ahí, agitando sus bigotes haciéndolo ver muy tierno.
-Ha... Ojalá yo me pudiese sentir así de despreocupado...- Dijo Hinata en voz alta, notando que si expresaba sus pensamientos así, se sentía mejor.
Entonces comenzó a contarle todos sus pensamientos, opiniones, ocurrencias, etc. a la nada. Aunque parezca de locos, eso en verdad lo ayudaba a quitarse peso de encima.
Pero claro está que Hinata no sabía que en realidad sí que había alguien escuchando sus historias.
Tobio, que siempre estaba al otro lado, fue quien fue oyente del pelirrojo.
Kageyama sólo hacía lo mismo de siempre, espiarle como todo el acosador que era, pero cuando escuchó su voz, quedó totalmente hipnotizado. Era la primera vez que la escuchaba, pero le pareció totalmente hermosa. Era chillona, pero cálida y dulce, un tono que hacía a Tobio querer escuchar más.
Y así se logró enterar de todo lo ocurrido en la vida de Shoyo, desde la A hasta la Z. Estaba furioso de que estuviera pasándola tan mal, pero dado que era imposible acercarse a él, no podía expresar su enojo.
Pero también estaba el hecho de que aún quedaba la gran duda responsable de las inquietudes de Kageyama. La procedencia del pelirrojo.
Aunque gracias a los análisis y planteamientos del chico de Karasuno, ya había una solución para aquello.
Fácil, en ese lugar había un riachuelo. Todo se basaba en esto: Kageyama pondría una trampa para Hinata, cuya función era hacerle caer sobre mucho barro y mugre. Así la víctima se vería obligada a asearse. Ahí e cuando se quitará el atuendo que lleve, revelando su espalda. Ese es el plan maestro del joven Tobio.
Y sería ese mismo día cuando instalaría el sistema, puesto que, ese día sería el estado más vulnerable de Hinata, el día en el que Kenma se marcharía a la capital de Nekoma para ingresar al ejército.
CONTINUARÁ~