Kenma y Kuroo caminaban por el pueblo que estaban a punto de dejar. Debían ir hasta el centro para tomar una carreta hasta la capital.
El viaje tomaría quizá hasta un día. Vivían muy cerca de los bordes y debían ir al centro del reino. Ya habían pasado por algunas cosas para aguantar el viaje, como agua y raciones de comida suficiente.
Kenma no pudo evitar ser invadido por nostalgia, recordando toda su vida ahí. Quizás jamás volvería. Dejaría atrás toda una vida.
Pero de algún modo el saber que estaría con Tetsuro le tranquilizaba. De hecho, era su único amigo aparte de Shoyo.
Todo había empezado una tarde mientras Kenma estaba fuera de casa, recorriendo el centro de su pueblo.
En ese instante había escuchado que llamaban a alguien. "Hey tú, el de cabello negro!"
Kenma no creía que se dirigieran a él, puesto que era invisible ante los ojos de los demás.
Siempre había sido introvertido, así que por eso se podía considerar "aburrido" y antisocial.
"Oye!!" Los gritos seguían. Kozume hubiese seguido caminando de no ser porque alguien le puso la mano en el hombro.
"Vaya que no escuchas..." Dijo la voz detrás de él. En ese tiempo Kenma era un niño y no sabía qué hacer. Lo único que se le ocurrió fue ver a la persona de atrás.
Al mirar vio que era otro niño, de cabello negro y alborotado.
"Hey, te vi algo solo y te vengo a hacer compañía" El desconocido chico sonrió de la manera más pura que Kenma había visto.
"Ummm, no creo que te agrade estar conmigo..." Kozume bajó la mirada. Todos le ingnoraban, así que no sabía por qué ese chico era distinto.
"Nah, no hay problema!" Entonces el niño se acercó y le miró fijamente.
"Yo me llamo Kuroo Tetsuro! Tú??" De la manera más amigable posible, hizo aquella pregunta. Kenma no sabía ni qué hacer. Era la primera ve que eso ocurría.
"...Kozume...Kenma..." Dudó en decirlo, pero al finales decidió. Quizás Kuroo no sería malo con él. En ese momento sólo se llevaba bien con Shoyo.
Kenma recordaba el momento en el que se conocieron. Fue un gran alivio para él haber encontrado un amigo que no le juzgara, que no le temiese y que no se alejara de él.
En todo el tiempo que pasaron juntos le cogió mucho aprecio al pelinegro, tanto para aceptar la propuesta en la que se encontraban.
Kenma suspiró e inconscientemente se juntó más a Kuroo. Este le sonrió ligeramente y volvieron a caminar.
Junto a Kuroo se sentía seguro, protegido. Dada su personalidad nunca lo demostraba y lo trataba de manera indiferente algunas veces. Pero en el fondo realmente agradecía haberlo conocido.
Unos varios pasos más tarde, por fin llegaron hasta el centro. Era tan grande como lo recordaba Kenma. Ahora sólo debían encontrar la zona donde se hacían los pasajes a la capital.
-Nervioso?- Kuroo se acercó a Kenma y lo miró dubitativamente.
-No, para nada. Apresúrate de encontrar las dichosas carretas.- Y al finalizar eso se separó. El lugar era grande, pero tan sólo debían escuchar los pasos de lo caballos para poder llegar.
Y en efecto. Al lado de la fuente se hallaban los pasajes. Habían llevado lo suficiente para pagar el trayecto, así que ya era hora.
Tetsuro fue el primero en adelantarse, seguido de Kenma. Tras explicar a dónde se dirigían, Kuroo sacó de un pequeño saco 10 monedas de plata para pagar.
Entonces frente a ellos se detuvo una bastante elegante carroza. Los que llevaban a la capital eran los más resistentes, puesto que el viaje no era tan fácil.
-Bien, tú primero~- Kuroo se hizo a un lado para dejar subir a Kenma. Este le agradeció en voz baja y entró a la carroza. Tetsuro no tardó mucho en entrar también.
Tuvieron ese último instante para apreciar su hogar, recordar todas las cosas que estaban allí.
"Me pregunto qué pasará con Shoyo..." Pensaba Kenma para sí mismo, pero miró hacia adelante. Ahora iniciaría una vida nueva, junto con Kuroo, en un nuevo lugar.
Tan sólo se limitó a acercarse más a Tetsuro y esperar a que los caballos comenzaran a tirar del vehículo.
CONTINUARÁ~