Back to you
Stag-Night
—¡Felicidades, Natasha!—gritaron todos juntos cuando la bailarina entró en el camerino y después la abrazaron en multitud.
—¡Vinieron todos!—dijo ella emocionada.
—No podíamos perdérnoslo—Pepper la abrazó personalmente.
—El gran debut de la prima ballerina—dijo Tony—. Hasta interrumpí mi trabajo para venir, espero que lo valores.
Natasha rió y después, recibió con alegría las flores que Steve le obsequió.
—Como siempre, eres un caballero, Steve—Natasha lo abrazó con fuerza y le besó la mejilla, antes de continuar recibiendo felicitaciones de sus amigos.
Bucky también estaba ahí, había recibido la invitación directamente de la bailarina, y Steve había ido por él a la oficina. Se sentía casi como una cita y lo era considerando que después de la función…
—Así que tendrán una despedida de soltero secreta—le dijo Natasha en tono confidente y sin que nadie lo notará. Bucky la miró sorprendido, pero ella echó a reír, como encantada con la idea—.Vi las fotos, ¿no te acuerdas?
Él negó lentamente, ciertamente de esa noche tenía muchas memorias perdidas.
—Steve es mi mejor amigo, me lo cuenta todo, incluso lo que no le cuenta a Tony y hasta lo que ni él sabe. No te preocupes, no se lo he dicho a nadie.
—¿Tú… crees que Steve…?
—Inconscientemente. Él es así, a veces hace las cosas por instinto—Natasha le guiñó un ojo y después, le entregó una botella de vino tinto—. Me regalaron muchas, no me hace falta… disfrútenla.
Bucky sonrió, realmente todo era un poco extraño, desde la invitación de Steve, hasta el comportamiento de sus amigos, era como si éstos empujaran a Bucky hacia él. Era curioso, pero de nada servía, si no era Steve quién tiraba de él.
Una hora después, libres de todos los demás, llegaron al departamento de Bucky. Era la primera vez que Steve estaba ahí, y Bucky no podía sentirse más nervioso. Había hecho limpieza general dos veces y aun así, temía haber dejado un calzoncillo por ahí olvidado o un calcetín sin pareja fuera de su lugar.
—Bienvenido—dijo en voz baja mientras se quitaban los abrigos en la entrada—. Pasa, yo abriré el vino que me regalo Natasha, ¿qué te parece?
—Está bien… Oye puedo quitarme los zapatos.
—Claro, como quieras—Bucky se perdió en la cocina.
Antes, cuando visitaban la casa del otro, tenían por costumbre quitarse los zapatos y tirarse en la alfombra de la sala. Tal vez por eso, Bucky, había insistido en una alfombra para su sala y también había mantenido la costumbre de tirarse en ella a ver la televisión. Le agradó saber que Steve no había olvidado eso. Abrió la botella y sacó unas copas de la alacena. No habían planeado nada para esa noche, nada, sólo habían quedado en el día, como se queda para salir con los amigos en un día cualquiera. El vino había sido una tabla de salvación, porque ahora mismo, quizás, estarían sin saber qué hacer. Cuando entró en la sala, Steve estaba sentado en la alfombra, con la espalda recargada en los bajos del sofá y había encendido la televisión.
—Toma—le dijo al tenderle una de las copas.
—¿Por qué, Natasha, te dio una botella de vino?—preguntó Steve mientras su copa era llenada.
—Dijo que tenía muchas y no le hacía falta—Bucky se quitó los zapatos con los pies, y los pateó lejos, antes de sentarse a un lado de su amigo.
—Eso está bien, pero ¿por qué sólo a ti?
— ¿Celoso?—Bucky rió y llenó su propia copa—Nat se enamoró de mi desde que nos conocimos en el bar.
—No es cierto—Steve lo miró con incredulidad y luego, chocó su copa con la de su amigo.
—Buuu—se quejó Bucky después de darle un trago a su copa—Antes te ponías realmente celoso.
Steve rió y bebió de su copa también.
—Como esa vez de la feria—insistió Bucky
—No me lo recuerdes.
Esa vez, habían escapado de sus casas para ir a la feria. Era un decir que habían escapado, si habían avisado que irían, lo que no dijeron es que habían ido para tener una cita. Para besarse tras o debajo de las tramoyas de los juegos y tomarse de las manos furtivamente. En el juego de tiro, Bucky ganó un oso de peluche que, al contrario de la costumbre de dárselo a su pareja, se lo dio a una chica que estaba de espectadora. Su excusa fue que se vería muy raro que se lo diera a un chico. Steve podía entender eso, pero el problema fue que no se quitó de encima a esa chica el resto de la noche. Steve se enfadó, estaba celoso y terminó yéndose en un descuido de Bucky o más bien, cuando éste se entretuvo con algo que decía aquella chica. Bucky tuvo que salir corriendo a buscarlo, discutieron y estuvieron molestos, sin hablarse y sufriendo como condenados por casi una semana.
En retrospectiva, Bucky no entendía como había podido sobrevivir diez años lejos de Steve, si una semana, antes, había sido verdadera tortura china.
—Pero la reconciliación fue muy buena—Bucky se terminó su copa y estiró la mano para tomar la botella.
Steve rió y se sonrojó. Él también recordaba la reconciliación, tal vez, demasiado bien.
—Tú también eras muy celoso.
—Sí, siempre. Eras muy lindo, cualquiera pudo haberte llevado de mi lado, si no estaba atento.
—¿De verdad crees eso?—Steve agitó su copa para que le sirviera más—Yo sólo tenía ojos para ti.
Bucky sonrió—En realidad, me era molesto que otros notaran lo lindo que eras. Me fastidiaba no ser el único que podía verlo y amarte.
Steve suspiró y después, se bebió del todo el contenido de su copa de un trago, su amigo lo vio extrañado. El ánimo cambió de un segundo a otro.
—¿Por qué te fuiste, Bucky? —Steve lo miró, se podían adivinar en sus ojos la claridad de las lágrimas— Yo te amaba mucho.
Fue Bucky, sin embargo, quién rompió en llanto. Hundió el rostro en sus rodillas y dejó caer la copa sobre la alfombra. Steve lo miró sorprendido, se arrodilló a su lado, sin saber qué hacer. Terminó abrazándole intentando contener su llanto. Bucky se giró y correspondió al abrazo, lloró con el rostro hundido en el cuello del otro.
Cuando el llanto amainó, Bucky se apartó e intentó limpiar su rostro, pero las lágrimas no dejaban de caer.
—Yo también te amaba mucho, Steve—balbuceó entre lágrimas.
Su padre lo descubrió una noche, cuando se despedía de Steve. Estaba tan inmerso en su romance que bajó la guardia y lo besó frente a la entrada de su casa. Su padre lo vio. Y cuando Bucky entró en la casa, se desató el infierno. Le prohibieron ver a Steve. Y estuvo días enteros siendo aleccionado por sus padres. Le dijeron que estaba mal, que no era normal. Fue tanta su insistencia que terminó convencido. Colgó cuando Steve lo llamó, borró los mensajes que éste le había dejado, dónde le preguntaba porque lo ignoraba en el colegio, porque lo evitaba, incluso lo escuchó llorar, pero estaba decidido a obedecer. Pensaba que también lo hacía por el bien de Steve. “No está bien, no es normal. Steve merece una vida normal y yo también”. Fue él quien les dijo a sus padres que quería irse. Fue él quien se fue. Sus padres lo enviaron con unos tíos y después, cuando todo estaba arreglado, se mudaron también. Perdió contacto con Steve, nunca le explicó nada. Quería ser un buen hijo, pero cada día, cada pequeña cosa que le pasaba, sólo le confirmaba que no era normal y que siempre estaría mal, porque siempre, cada segundo de su vida había estado enamorado de Steve. Podía intentar ignorar el hecho, pero no podía arrancárselo, porque vivía muy dentro de él.
—Lo siento, Steve, de verdad. Sé que te herí… Incluso me enojé contigo. Era por ti que yo era así, tú me habías hecho así… lo siento… Steve…
—Bucky… Bucky, mírame— Steve le acunó el rostro con ambas manos —. ¿Aún estás enojado conmigo?
Bucky negó una y otra vez— ¿Cómo podría? No tenía por qué entonces… yo sólo quería defenderme de mí mismo.
Cerró los ojos y sintió las lágrimas rodar copiosamente por sus mejillas, pero después, esa sensación fue sustituida por el toque cálido de un beso de Steve. El llanto se cortó por la sorpresa, casi de inmediato.
—Ste…
Cerró los ojos de nuevo cuando los besos de Steve se deslizaron hacia sus labios. El beso sabía a lágrimas y a vino. Pero lejos de eso, fue un beso suave y dulce. Mucho más real que él de la cabina fotográfica. Se parecía mucho a su primer beso, un beso tímido, lleno de reservas, pero también inundado de pasión contenida. Se sintió mareado después de su primer beso y ahora era así, estaba perdiendo el piso.
Steve lo atrajo hacia él en un abrazo menos fraterno y más íntimo, de esa misma manera, el beso se transformó. El llanto y el dolor quedaron de lado. Sólo necesitaban estar más cerca, mucho más. Sentir el tacto del otro, el roce de sus cuerpos. Se desnudaron sin dar cuenta real de hacerlo. Vaciaron el vino sobre sus pieles y bebieron de ellas, hasta embriagarse.
Fue como si un río, después de perder su cauce, volviera a encontrarlo. No dejaron nada para después, esa noche, lo hicieron todo. El tiempo perdido, las noches perdidas, los besos perdidos, los “te amo” perdidos. Todo lo encontraron sobre la alfombra, en las manos y besos del otro. Como un sueño envuelto en la bruma, se aislaron del mundo, incluso de sus propios pensamientos. Se amaron sin palabras y se reconstruyeron mientras se rompían en pedazos.
La mañana llegó más pronto de lo que hubieran querido. Bucky abrió los ojos cuando la luz del Sol incidió en su rostro. Se encontró a si mismo con la mejilla apoyada en el pecho de Steve, ambos estaban desnudos, con marcas por todos lados, desde marcas de besos, hasta enrojecimientos extraños y rasguños. Su cuerpo estaba adolorido sí, pero arrastraba también, la sensación de un placer y felicidad no superada aún. Steve despertó poco después, justo cuando Bucky se incorporó. Cruzaron miradas y no supieron que decir. La pregunta estaba escrita implícitamente en el aire “¿Y ahora qué?” Fue Bucky quien habló primero. Recordó su propósito, la idea que tenía en mente después de hablar con Sharon. No le diría a Steve sobre esa conversación, pero si sobre su conclusión.
—Steve, no importa que me respondas. Es más, no lo hagas ahora, no me respondas en este momento—le dijo mirándole a los ojos, por primera vez, con seguridad— Yo no he dejado de amarte. Me equivoqué antes, es verdad, y sé que vas a casarte. Sé todo eso, pero no he dejado de amarte, y estoy convencido de que no dejaré de hacerlo. Dame una oportunidad para amarte, una más, sólo una. Y sí, te lo estoy rogando.
Steve lo miró con la boca seca, el corazón en la garganta y sin saber cómo o qué responder. Aún no asimilaba nada de lo que había pasado y cuando, Bucky, volvió a pedirle que le contestara después, lo agradeció enormemente.
—¿Y qué vas a hacer? —Tony jugueteó con una llave, mientras escuchaba el relato de su mejor amigo.
—No lo sé—Steve se acarició la barba distraídamente—. Hasta hace unos días, pensé que todo estaba en orden. Quiero decir, estaba seguro de mis decisiones, casarme y todo eso. Pero desde que Bucky me llamó, estoy perdido, Tony.
—¿No sabes que quieres?—Steve asintió—. Yo creo que si lo sabes, pero te lo piensas porque eres un idiota con rectitud moral.
—Tony…
—Stevie, siempre estás pensando en los demás. ¿No me dijiste que cuando Bucky se fue, te culpaste a ti mismo y pensaste que él estaba mejor si ti? Ahora, seguramente piensas que no puedes hacerle daño a Sharon y dejarla en vísperas de la boda. Eso te haría un cretino y un bastardo, es cierto…
—Gracias, Tony, no sabes cómo me ayudas.
—Lo que te quiero decir es, que siempre te dejas al último. Eres en el último en el que piensas. Pero, oye, esto es importante. Es tu futuro. Por primera vez en tu vida, haz lo que quieras sin pensar demasiado en las consecuencias.
—Eso… parece ser un buen trato. Sólo déjame averiguar qué es lo que quiero.
Tony rió y le reiteró que eso ya lo sabía y que, en realidad, sólo tenía que aceptarlo.
—Por cierto—añadió riendo—, pídele a Pepper que te maquille ese chupetón que traes en el cuello, porque se nota a 3 km de distancia.