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Back to you por Aomame

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Notas del capitulo:

Advierto (aunque tengo el presentimiento de que lo ignoraran) : 

Este capítulo tiene un poco de 18+!!

 Back to you

A little revenge

Steve se miró en el espejo para poder acomodarse la corbata. Se dio cuenta que su rostro lucía todo, menos descansado. Sin embargo, se había quitado un poco del aspecto herrumbroso que tenía al afeitarse. Lucía un poco más joven así, pero  aún tenía los ojos un poco enrojecidos.  No le importaba. Se sentía en piloto automático; sin control de sus propias acciones ni pensamientos. Estaba muy lejos de sí mismo.

—¡Hey, novio!—Tony entró a la habitación trajeado y perfumado—¿Cómo estás?

—Estoy bien, Tony—Steve lo miró desde el reflejo del espejo e intentó sonreírle.

—Bien… bien triste, querrás decir ¿no?

Steve suspiró y se dio la vuelta.  Se acomodó las solapas de la chaqueta, se sacudió la mangas, y levantó una ceja, como preguntando qué tal estaba, Tony levantó su pulgar, aprobando el look.

—Estaré bien, Tony. Ya pasó una vez, lo superaré de nuevo.

Tony asintió. —Bien, no sé si esto es buena idea, pero… te tengo un regalo de bodas. Hazle lo que quieras, tienes mi permiso.

Steve ladeó el rostro intrigado, Tony no dijo más, salió de la habitación con un paso apresurado y caricaturesco, y por la puerta por la que salió, entró Bucky. La respiración se le cortó por un breve momento y el corazón latió con fuerza contra su pecho.

Bucky no estaba menos nervioso. Caminó hacia él lentamente y se detuvo a unos escasos tres pasos. No lo miró a los ojos, sus zapatos parecían ser más interesantes. No tenía idea de cómo comenzar aquella plática. Tal vez, por lo evidente.

—Lo siento, Steve. No debí irme así.

Steve apretó los labios y asintió un par de veces.

—Yo leí las cartas que me escribiste la primera vez que me fui. No sabía que te había afectado tanto, que me  fuera así. No sabía que te había lastimado tanto—su voz comenzó a quebrarse, no quería que las lágrimas lo traicionaran, pero era lo que estaban a punto de hacer. Así que, simplemente dejó que éstas cayeran—Pensé… pensé que te había hecho tanto daño, que no merecía estar contigo. No lo merecía y tenía que hacerme a un lado…

—Espera, espera—Steve levantó su mano  indicándole que parara por un momento—¿Cómo que leíste mis cartas? ¿Cómo es qué las leíste?

Bucky se limpió las mejillas antes de contestar.

—Sharon me las dio.

Steve frunció el ceño, ató hilos rápidamente y suspiró cansinamente.

—Steve, sólo quiero pedirte perdón. Actué por impulso, y…

—Claro—Steve lo sorprendió con el tono irónico en su voz—, fue un impulso. Es curioso que lo planearas tan bien ¿no? Digo, para ser un impulso, supiste desaparecer muy bien.

—Steve…

—No, déjame… déjame darme una idea—Steve caminó de un lado a otro, Bucky sintió su enojo, no lo culpaba, pero ahora, una vez más, quería salir corriendo—. Sharon te dio esas cartas y tú dijiste “Oh, cuando me fui ese pobre imbécil sufrió como un condenado a muerte. Ok. Hagámosle lo mismo una vez más, tal vez así, esta vez sí se muera”

—¡No, Steve! No es así como…

—Ok, tal vez no fue eso. Tal vez, realmente querías ser mi amante. ¿No? Sin compromisos, sin tener que soportarme todos los días. Y cuando viste que yo estaba tomando en serio estar contigo, decidiste que no, que no era así como las cosas debían de ser y te fuiste.

Bucky negó una y otra vez, intentando articular alguna palabra, pero Steve estaba siendo implacable, no le dejaba siquiera pronunciar una silaba.

—No, no—Steve le plantó un dedo frente al rostro, señalándolo—. No te atrevas a mentirme una vez más. ¡No te atrevas  siquiera hablar! Tienes lengua de miel…

—Steve…

—¡Cállate! Ya tuve suficiente—Steve se apretó el puente de la nariz y cerró los ojos fuertemente. Cuando volvió a hablar, lo hizo lentamente, con los ojos enrojecidos—. Me voy a casar. Necesito estabilidad y es algo que tú no puedes darme.

Bucky bajó la mirada y sollozó, se había quedado sin voz. Asintió resignado. Quería, al menos, desearle que fuera feliz, que todo en su vida pintara bien. Quería decirle que lo amaba, que siempre lo haría. No esperaba hacerlo cambiar de opinión, sólo quería decírselo. Pero no podía seguir pensando sólo en sí mismo. No podía.  Retrocedió de a poco. Y lo miró por unos segundos antes de dar media vuelta y salir de la habitación.

Steve respiró profundamente cuando él salió de la habitación. Pero aún no había terminado…

 

 

Bucky escuchó que Tony le gritaba algo, pero no se detuvo. No quería hablar con nadie, no quería ver a nadie. Regresó al hotel dónde se había escondido y una vez encerrado en su habitación, lloró y gritó completamente enloquecido. Sí, había cometido un error, uno grave. Había abierto las heridas de Steve una a una con saña y ni siquiera se había dado cuenta. Pero éste ya no era un adolescente, era un hombre maduro que podía aceptar el dolor y vivir con él. Era una pena que Bucky no fuera así. Él no era tan fuerte. Él sólo quería ser amado por Steve, y estar con él. Sólo quería amar a Steve hasta que quedarse sin sangre en la venas.

Lloró hasta que se quedó dormido por el cansancio. Despertó por el incesante llamado a su puerta. Se incorporó del sofá confundido, sentía los ojos hinchados y aún tenía lágrimas frescas. ¿Acaso había llorado dormido? Era probable. El toque contra su puerta no se detenía. Bajó un pie del sofá, y luego otro. Si era Tony… si era Tony lo mandaría al diablo. Pero no. Cuando abrió la puerta a quién encontró fue ni más ni menos que a Steve.

—¿Qué…? ¿Cómo…?

—Tony me dio tu dirección—Steve le sonrió, y eso lo confundió terriblemente—. Lloraste. 

Bucky lo miró sin saber que decir, suspiró y se apoyó en la puerta, todavía sin entender que era lo que estaba pasando.

—¿Por qué?—Steve también apoyó la mano en la puerta, era como si previniera que Bucky la cerrara— ¿Por qué lloraste?

—Porque…—¿De verdad, estaba Steve ahí? Tal vez lo estaba soñando. Eso era muy, muy probable. Pero no se sentía como un sueño—… te perdí—dijo con un hilo de voz—. Te perdí para siempre.

—No, no lo hiciste—Steve le respondió muy tranquilo y con su mano libre limpió las lágrimas que aún estaban adheridas a las mejillas de Bucky.

—Pero dijiste…

—Ah eso… —hizo un gesto de reconocimiento— Te mentí.

—¿Ah? —lo miró con perplejidad.

—Sí, yo… —Steve le sonrió de nuevo, una sonrisa bonita que hizo que Bucky aguantara la respiración para después, soltarla en un prolongado suspiro—. Fue mi pequeña venganza.

—¿Eh?

—Perdón— Bucky sintió como era abrazado con fuerza y empujado así, al interior de la habitación—. No quería hacerte llorar así.

Steve cerró la puerta con él pie, y luego, sin dejar de abrazarlo, le besó los parpados, las mejillas, la frente y hasta la nariz. Le cubrió el rostro de besos y sólo paró cuando el mismo Bucky buscó un beso en particular.  

—¿Y la boda?—Preguntó Bucky con los labios aún muy cerca de los de Steve.

—Cancelada. No me malentiendas, quería casarme, pero la persona con la que quería hacerlo, no estaba ahí.

Bucky sonrió y ocultó el rostro en el pecho de Steve. No había manera de describir lo que sentía. De estar en el hoyo más profundo y oscuro, ahora respiraba aire puro cubierto por los rayos del Sol.

—Fuiste muy cruel.

—Lo siento—Steve sonreía, sin soltar ni un poco el abrazo. En el fondo, aún temía que Bucky se escapara. Tal vez, tendría ese miedo permanentemente. Pero, en ese instante, ese miedo no tenía sentido.

—Pellízcame—dijo Bucky de pronto. Quería asegurarse de que no era un sueño.

Steve se encogió de hombros y obedeció sin pronunciar palabra. Aflojó un poco el abrazo y con una mano le pellizcó una nalga.

—¡Hey!—Bucky saltó y lo miró con molestia fingida.

Steve puso cara de niño bueno, provocó su risa y todo el dolor de esas casi 48 horas, desapareció.

 

 

—Te afeitaste—Bucky acarició el mentón limpio de Steve.

Estaba sentado en la cama frente a Steve, sus piernas descansaban en los muslos de éste y la única ropa que quedaba en sus cuerpos era la interior.

—¿Apenas te das cuenta? —Steve deslizó sus dedos por la espalda desnuda de su, ahora, novio.

—No estaba poniendo mucha atención. ¿Por qué te la quitaste?—le sujetó rostro y lo besó tiernamente en la comisura de los labios.

—¿Te gustaba?

Steve lo miró de reojo cuando asintió, le sujetó las muñecas y lo instó a abrazarlo por el cuello. Luego lo besó en los labios. Bucky suspiró dentro de la boca de Steve. Disfrutó del contacto de su lengua tibia contra su paladar y la fricción estremecedora de sus dientes contra los suyos. Un hilo de saliva escurrió de entre la comisura de ambos labios y un gruñido de sus gargantas. Steve atrajo la cadera de Bucky un poco más cerca de la propia. El roce, incluso, con la tela de barrera, se sintió muy caliente. Inconscientemente, Bucky buscó ese contacto una y otra vez, con suaves pero, en opinión de Steve, sensuales ondulaciones de su cadera. Eso volvió el besó en algo más que se fusionaba con la creciente excitación dentro de sus bóxer. Respirar se volvió más complicado al tiempo que el ritmo cardiaco se les aceleraba.

Fue Steve quién decidió que era suficiente, rompió el beso y derribó a Bucky en el colchón. Tiró, entonces del bóxer de éste fuera de su cuerpo y su mano se cerró  entorno a su erección. Bucky jadeó al sentir aquello, respiró por la boca, con los labios hinchados y la lengua ligeramente adormecida. Pronunció el nombre de su amante en dos imprecisos tiempos y cerró los ojos. De esa manera el toque de Steve, sus dedos resbalando por el tallo de su miembro, o presionando la cabeza con movimientos circulares, se volvía más vívido. El grado de placer se incrementó de golpe cuando no fueron los dedos, si no la lengua de Steve lo que tocó la sensible piel de su pene. Apretó los ojos y la sabana bajo sus dedos.

—Espera, Steve…—Balbuceo intentando incorporarse—. Para, para, Steve…

—¿Por qué?—Steve levantó el rostro y le miró con cara de desconcierto.

—Me… me voy a correr y no…

—¿Ah, sí?—Bucky frunció el ceño cuando el rostro de Steve se iluminó de manera peligrosa.

Pero no pudo hacer nada, se vio de nuevo sobre la cama, retorciéndose incapaz de evitar el avance de Steve y el creciente orgasmo que lo azotó como un látigo. Cuando volvió a abrir los ojos, vio el rostro de su amante sonriéndole pícaramente. Quiso reclamarle pero en cuanto abrió la boca para hacerlo, recibió un beso profundo con sabor a sí mismo.

No era justo. Esa noche, al parecer, Steve no lo dejaría hacer nada. Y no es que se estuviera quejando, de ninguna manera era una queja… bueno, un poco. Él también quería tocar y probar. Quería incorporarse, pero una vez más, fue anticipado. Sorpresivamente, Steve deslizó una de sus manos entre las piernas de Bucky y por debajo de su pelvis. Con los dedos separó sus nalgas y  sintió a uno de ellos bordear el aro de músculos.

—¡Steve!—Bucky se retorció intentando escapar, era un intento vano desde el principio.

—Shh—Steve le tapó la boca con su mano libre.

Su dedo penetró el interior caliente de su amante y comenzó a estirarlo lenta y suavemente. En tanto, Bucky, había aceptado la derrota y había abierto la boca para lamer y morder las yemas de sus dedos. Era lindo verlo así. No tenía reparo en decir que el lloroso y sumiso Bucky lo excitaba demasiado. Aunque el Bucky dominante tampoco estaba nada mal. No tenía prisa, la noche aún era joven, y el cuadrilátero estaba prácticamente limpio.

Bucky buscó el encuentro con los dedos de Steve dentro de él. Movió su cadera como hiciera antes, tenía una necesidad ardiente que le quemaba por dentro. Su amante parecía dispuesto a torturarlo lentamente hasta la locura. No iba a soportarlo por mucho tiempo. Y lo comprobó cuando éste, retiró sus dedos. Bucky lo miró, iba en busca de preservativos o algo, pero él se había sentido como si le quitaran la manta de encima. Se incorporó y lo sujetó de un brazo. Le obligó a caer en la cama y trepó sobre él a horcajadas.

Steve sonrió, al tiempo que deslizaba sus manos por los muslos de su pareja. Lo dicho, el Bucky demandante también lo excitaba mucho. Fue el mismo Bucky, quién se deshizo de su bóxer, y quien propició que lo penetrara. Fue el quién subió y bajo por el tallo de su sexo con la respiración hecha un desastre y el rostro enrojecido. Steve  sólo guiaba su cadera cada vez, mientras se empapaba de la dulce sensación. Estar dentro de Bucky era siempre increíble, era algo que le gustaba prolongar lo más posible. En cierto punto, se incorporó. Eso desequilibró el ritmo que, hasta entonces, Bucky había impuesto. Steve lo abrazó y lo besó en los labios. Un beso que nublo una vez más los sentidos de su amante y que lo volvió indefenso.  Giró sobre sí mismo, y sin apartarse de él, la posición había cambió.

Bucky sonrió cuando Steve separó más sus piernas y empujó su cadera con fuerza hacia adelante. Ahogó un gemido en su garganta e hizo la cabeza hacia atrás. Un empuje tras otro era más violento y trepidante que el anterior. Estaba siendo demolido por dentro. Se sujetó a los brazos de Steve, quien, bajo sus manos, arrugaba las sabanas, y a quien el sudor le empapa la sien. El punto culminante llegó para ambos con muy poca diferencia. Sintieron como si se les taponaran lo oídos y les cayera encima una ola de placer descomunal. Temblaron y jadearon incontrolablemente. Y después, compartieron un beso lento y cándido, antes de caer en una profunda, pero cómoda inconciencia.

 

 

Steve se levantó de su banco y retrocedió un par de pasos, se dio golpecitos suaves en los labios con el mango del pincel y ladeó el rostro en actitud crítica. Para él, estaba bien. A sus espaldas, muy sigilosamente, había entrado Bucky. Se deslizó como un  felino por la habitación y le abrazó por la espalda sorpresivamente, Steve dio un respingo, pero en cuanto sintió el beso en su mejilla, supo que no había nada de qué preocuparse.

—¿Listo?— Bucky murmuró en su oído y le provocó un pequeño escalofrío.

—Ya casi—contestó—. Sólo lavo los pinceles.

Bucky sonrió y aflojó el abrazo para permitirle moverse. Ese día, se mudaría con Steve, irían por sus cajas al almacén dónde las había dejado, y verían a los demás en casa para que les ayudaran a acomodar todo. Pintaba para ser un día de fiesta, más que de trabajo. Además había algunas cosas de las que podría prescindir y venderlas o regalarlas, por ejemplo, su cafetera o el microondas, no había necesidad de tener dos.

 Natasha ya le había llamado y le había dicho que iba en camino en una camioneta de Industrias Stark con todo el grupo; así que ellos tenían que darse prisa. Le dijo eso a Steve para que pisara el acelerador, y éste, como respuesta, se rió y le besó suavemente en los labios antes de dirigirse a la tarja.

—No me tardo, Bucky. Si quieres puedes ir sacando el auto…

Pero Bucky no le prestaba atención ya. Tenía la vista fija en el lienzo que aún tenía pintura fresca.

—Steve… ¿Qué es esto?—preguntó señalándola, pero sin despegar la vista de ella.

—Una pintura—Steve rió por lo bajo, cuando escuchó la queja de Bucky ante su respuesta sarcástica —. Es para la exposición. Ya casi se termina el plazo.

—No mandes esto—Bucky lo miró, está vez.

—¿Por qué no?

—Porque soy yo.

—Sí, siempre eres tú.

La respuesta lo hizo enrojecer y agradeció que Steve se diera la vuelta para atender sus pinceles sucios. Se sentía muy bien saber que era fuente de inspiración para la persona que amaba. Pero no por ello, dejaba de ser un poco vergonzoso. Balbuceó algo antes de decir que le esperaría abajo en el auto, y se escabulló por la puerta sin atreverse a girar el rostro y arriesgarse a que Steve descubriera su rostro encendido.

Por su parte, Steve sólo sonrió, sabía por el tono de voz de su pareja lo que le pasaba sin necesidad de verlo. Se apresuró a limpiar los pinceles y su lugar de trabajo. Estaba en ello cuando la puerta volvió a abrirse.

—Pensé que me esperarías en el auto…—dijo al tiempo que se daba la vuelta, sólo para descubrir que no era Bucky.

—Hola—Sharon le sonrió suavemente—. Te está esperando, no te preocupes.

Steve le saludo con una cabeceada y dejó lo que estaba haciendo.

— Lo vi con el rostro hundido en el volante cuando  entre al edificio—continuó ella,  y cuando llegó a la altura de la pintura la observó por uno segundos, antes de señalarla—. Supongo que esto tiene que ver con eso.

Steve sonrió y asintió brevemente. Sharon, fijo su vista en la pintura un poco más. Era simple, pero cálida, con impecable técnica. No podía negarse el talento del artista, como tampoco podía negarse el sentimiento que transmitía.

—Apropiado—sentenció al mirar al joven a su derecha—, muy apegada al nombre de la exposición.

—Supongo que sí.

—“Back to you” —murmuró Sharon asintiendo y le dio un último vistazo, antes de retirarse hacia la ventana y tomar asiento en uno de los bancos que ahí había.

Steve la imitó, arrastró uno de los bancos y se sentó a su lado, contra la ventana.

—¿Cómo estás, Sharon?

—Estoy bien. Es extraño, pero estoy bien—la chica suspiró.

—Lamento haber…

—No, no te disculpes, Steve—hizo una breve pausa antes de continuar—. El día que te llamó Bucky, sabía que pasaría. Siempre lo has amado, no era un secreto para nadie, menos para mí.

—Aun así, nunca podré disculparme del todo contigo.

—No me debes nada. Yo me disculpo por lo de las cartas. Fue como robar tu diario y exponer tus sentimientos de una manera que debía ser. Sólo quería que te quedaras conmigo, y sé que lo habrías hecho, si te lo hubiera pedido. Así eres tú—sonrió—. Pero, en estos días, lejos de ti, me di cuenta de que, aquel matrimonio, habría sido terrible. Ninguno de los dos habría sido feliz.

Steve no dijo nada, bajó la mirada hacia sus manos entrelazadas y fue todo. El día de la boda, habían peleado. Sharon sabía que él iba a cancelar la boda cuando tocó a su puerta y que algo había pasado en el último momento. Aunque él no había hablado en forma de reclamo o con dureza, cuando salió el tema de las cartas, si le hizo saber que  había sido bajo robarlas y llevárselas a Bucky; y eso que no sabía lo del intento de la quema de una foto. Ella, por su lado, le reclamó duramente su acercamiento con Bucky y su desliz con él. Ambos tenían un punto de desconfianza en el otro, que había abierto una brecha, entre ellos. Sharon, entonces, se dio cuenta y cuando Steve pronunció la palabra “cancelar”, asintió. Ella no se creía capaz de salvar esa distancia entre ellos.

—Gracias, por salir conmigo y explicar a los invitados.

—Era lo menos que podía hacer.

—No fue tu culpa del todo—Sharon intentó hacerle saber a su ex prometido.

—Yo diría que sí—Steve volvió a mirarla y le sonrió amable, como siempre.

Sharon negó con la cabeza, al tiempo que le devolvía la sonrisa.

—Siempre podemos ser amigos ¿o no?

—Por supuesto.

—Me encantará poner celoso a tu novio.

Ambos rieron y después, Sharon, se puso de pie, se quitó el anillo de compromiso de su dedo anular y lo depositó en la palma de Steve.

—Quería devolvértelo. Y no te atrevas a decirme que puedo consérvalo.

Steve cerró los dedos entorno a la joya y asintió.

—Bueno, no te retengo más. Ya deben estar impacientes allá abajo—la chica se acomodó el cabello tras las orejas y volvió a sonreírle—. Steve…

—¿Sí?

—¿Me amaste?

—Sí, te amé, como no creí poder volver a amar.

Sharon sonrió ampliamente, no añadió más, dio media vuelta y salió del estudio.

Fue así como se dijeron adiós.

 

 

Bucky se dejó caer en el sofá más cercano cuando Tony se marchó por fin, o más bien, cuando Jarvis lo arrastró completamente borracho, fuera de la casa. Con ayuda de todos se suponía que aquello debía ser rápido, pero no lo fue y la mudanza se prolongó hasta más allá de la media noche y aún quedaron unas cuantas cajas sin abrir. Steve se sentó a su lado y apretó un hombro en señal de apoyo. Pero Bucky tenía un asunto pendiente con él, así que no dejó que el cansancio lo venciera. Había visto a Sharon salir del edificio mientras esperaba a Steve, minutos después, éste salió. No le preguntó que había ido a hacer ella ahí, para que el ánimo no se tornara raro. Además no creía que pasara nada, sólo que…tenía la duda. Preguntó cómo quién no quiere la cosa.

—Fue a devolverme esto—Steve sacó de su bolsillo del pantalón el anillo de compromiso y lo dejó sobre la mesa de centro.

Bucky miró el objeto desde su asiento. Lo había visto antes, pero nunca le había prestado la suficiente atención. Era un anillo sencillo y en eso radicaba su belleza. Pensar que Steve dio un anillo de compromiso e hizo la famosa pregunta, quizás de rodillas, quizás en una cena romántica, le causó dolor estomacal. Por primera vez pudo entender el énfasis de Sharon cuando dijo aquella frase. Los celos treparon rápidamente, inundando su cerebro. Frunció el ceño, disgustado; y tal vez su expresión no disimulaba nada, porque Steve le preguntó qué tenía, al tiempo que le pinchaba una mejilla con la punta del dedo.

Bucky despegó la vista del anillo y lo miró fijamente. Sólo había una manera de amainar sus sentimientos, y poder decirle al mundo “Este chico es mío”. Además, no podía esperar. 

—Steve, cásate conmigo.

 

FIN

 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. 

Pues sí, se terminó! Por un lado me hace feliz poner el punto final, pero al mismo tiempo, no sé, quiero más! jajaja

 

Omití mi fuente de inspiración a proposito, para cerrar con ella como un resumen.  Es esta:

The boy is Mine

Ya saben, dejo el link aquí copiado, por si el enlace no sirve. 

https://www.youtube.com/watch?v=wWoJ5jCAak4&t=1s&list=PLr3J4sDkMZDfGZ-6Fv-HPrVwHeHyvYbEz&index=1

 

Nos vemos en otro Fic!


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