Había un edificio abandonado en lo más recóndito del puerto de Gótica, ni un alma tenía las agallas de pasarse por ahí, salvo dos personas: El Joker y Batman.
Batman entró al edificio atravesando una de las ventanas sin vidrios, una habitación oscura, con cascajo y muebles arruinados por la humedad, le acogía. Bajo una puerta que se encontraba en frente del murciélago, se dejaban ver luces y una figura que atravesó la entrada de luz.
Batman sin dudarlo entró a la habitación. Ésta tenía velas aromáticas prendidas sobre una pequeña mesa casi en la entrada y en el piso dándole un ambiente romántico. En el suelo reposaban pétalos de rosas rojas formando un camino que llevaba directo a una cama en el centro de la habitación, las sábanas y cobijas se venían lujosas y nuevas.
A decir verdad, todo en esa habitación se veía diferente al resto del edificio casi en ruinas, esa pequeña parte de la construcción se observaba limpia, recién pintada, con todos los muebles renovados y en perfecto estado.
Al frente de la cama, se encontraba una puerta cerrada la cual se abrió lentamente, dejando ver a un Joker casi desnudo en el marco de la misma. Su blanca piel vestía una pequeña toalla roja sujetada de su cadera.
– ¡Batsy! ¡He estado esperando tanto este momento! –Dijo el Joker acercándose al murciélago.
Batman no dijo nada, se limitó a llegar al encuentro de su rival. Cuando éste iba a pronunciar una palabra, Batman decidió que era el momento de ir a la acción. Comenzó a besar al otro de una forma apasionada, mientras las manos del caballero de la noche recorrían juguetonas el cuerpo ajeno.
El Joker liberó un gemido al sentir que sus pezones estaban siendo apretados. Él quería decirle algo al murciélago, pero éste no dejaba de aprisionar sus labios con los propios y al jugar con sus pezones de la forma tan ruda y desenfrenada con la que lo hacía se perdía en el placer.
Cuando el payaso se dio cuenta, estaba abrazando a su amante por el cuello, acariciando su musculoso y fuerte cuello. Éste se separó por un momento, pero uno de los brazos de Batman lo acercó a su cuerpo, con su otra mano dejó caer la toalla que cubría el erecto miembro de su infame villano. No dudó ni un segundo más y se abalanzó a su cuello, succionaba y mordía la blanca piel, mientras el Joker gemía de placer.
–Ya, necesitaba, verte. –Decía el payaso entrecortado. –Te he extrañado tanto…
El murciélago soltó un momento el cuello del otro.
–Luché contigo hace unas horas. –Replicó Batman para volver a causarle placer con su boca.
–No, en este tipo de encuentro mi amargado…
Batman agarró por el brazo al guasón y lo hizo quedar de rodillas.
– ¡Parece que alguien está muy feliz de verme! –La risa del Joker se hizo presente.
Batman tenía una increíble excitación que se hizo presente en su entrepierna, él sentía como su viril miembro le punzaba de lo ardiente que ese payaso lo ponía. El Guasón acercó su cara y comenzó a lamer el gran falo del caballero de la noche, lo recorría desde la base hasta la punta con su lengua, hasta el punto en que la gran parte de la entrepierna del traje estaba húmeda.
Él sentía muy bien, pero jamás lo admitiría frente al payaso.
Batman apartó la cara del guasón con un rápido movimiento en su cabello, bajó su parte baja del traje y su pene salió rápidamente, el Joker se lo metió de un movimiento a la boca. Gracias a todos sus encuentros él había adquirido la experiencia de meterse el gran miembro del murciélago en la boca.
De nuevo, agarró el cabello verde del guasón y jaló de él hasta que su pene estaba fuera de su boca.
–Creo que ya estás más que listo mi Batsy, mi cuerpo también está listo para ti.
Levantó al Joker por los hombros y lo aventó a la cama con brusquedad. Éste dejó ver que en su cavidad tenía un dildo, Batman se acercó al Joker y sacó el juguete con rudeza. El payaso no pudo evitar soltar un gemido ahogado.
Batman atrajo a su amante a su cuerpo, metió su gran pene en él y sin previo aviso comenzó a moverse. Un grito se emitió de la boca del Joker. La habitación estaba llena de gemidos por ambos hombres; el cuerpo del Guasón estaba tan bien entrenado que casi no le había dolido la violenta entrada de su compañero.
La cadera de Batman se movía sin compasión adelante y hacia atrás, tocando los puntos más débiles de su amante, llenándole de su esencia, haciendo que se retorciese deleitado.
El Joker aprovechando las bajas defensas de Batman lo volcó, colocándose él encima de su amante, sin haber sacado el pene ajeno de su cuerpo. Comenzó a moverse de arriba abajo, agitando su erecto miembro. El murciélago agarró la cadera de su compañero con ambas manos y lo embistió con fuerza, llegando hasta el fondo del Joker y provocándole gritos de un placer doloroso que lo volvía más loco de lo que estaba.
– ¡Batsy! ¡Batsy! ¡Más! –El Guasón dijo con dificultades.
Su amante al escuchar esas palabras obedeció y sus movimientos se volvieron más bruscos, haciendo que el payaso sintiese las cosquillas en su falo previas al orgasmo.
Se inclinó hacia el frente para besar a Batman y éste no rechazó el beso. El joker se corrió en plena embestida del murciélago. Éste, sacó su pene y se dejó ir sobre el cuerpo de su amante.
Batman se quitó de encima al Joker y lo dejó en la cama.
–No te irás o ¿Sí?
El murciélago no le dijo nada, sólo salió de la habitación arreglándose el traje.
–Aquí, mañana a la misma hora. –Fue todo lo que dijo antes de irse.
El Joker se quedó ahí, solo en esa lujosa y revuelta cama.
El día siguiente llegó y estuvo esperando a Batman un buen tiempo, pero supo que no vendría cuando vio la Batiseñal alzarse en el cielo. Abandonó aquel lugar para dirigirse al centro de gótica y ver qué era tan importante como para que llamasen a su amante. Observó una capa roja alzarse al tiempo que la figura del murciélago se marcaba en la azotea del edificio que emitía la Batiseñal.
“¡¿Superman?! ¿Qué habrá hecho que Supes venga aquí?” Pensó el Joker intentando hallar una respuesta, decidió al final que se lo preguntaría a Batman en el próximo encuentro.
Cada noche el Joker iba a su recinto del amor, pero su pareja, jamás aparecía. Sólo observaba la Batiseñal, y una capa roja unida a una negra.