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La Verdad Pasajera por cravatnaitospain

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Después de estar en casa de William, y de haber cometido lo que probablemente fue el mayor error de mi vida, fui rápidamente a casa, dispuesto a hablar con la única persona que me entendía, y que podía darme buenos consejos.

No,  no era mi madre. Era Neil.

- ¿Neil? – dije, una vez que cogió la videollamada. - ¿Estas disponible?

Le vi levantar la cabeza de entre un montón de apuntes.

- Bueno… - dijo suspirando. – Estoy intentando ponerme al día con mis clases de alemán. Se me está haciendo difícil el idioma… – suspiró de nuevo, me miró y sonrió – Pero, si, estoy disponible para ti.

Sonreí. Después de todo lo que había pasado, aun le importaba…

- Necesito tu consejo. – dije, seriamente. – he cometido probablemente el mayor error de mi vida.

Arqueó las cejas.

- Tyler… - me dijo cautelosamente. – Me das miedo. ¿Qué has hecho?

Le hable de mis amigos Leo y William, de cómo se gustaban entre ellos, cual era mi plan para que acabaran juntos, y de como lo había mandado todo al traste al acostarme con William.

- Madre mía… - soltó, después de habérselo explicado todo.

- ¿Qué? – le dije, esperando a ver cuál sería su consejo. - ¿La he cagado mucho o qué?

- Un poco, la verdad…

Me dejé caer en la mesa.

- Oh, dios… ¡Soy un amigo horrible!

- No te deprimas. – dijo suspirando. – Seguro que si hablas con tu amigo Leo entenderá lo que ha pasado. Según lo que me contaste, Leo parece ser un chico muy agradable.

- Si… - dije suspirando. – Sí que lo es. Pero el problema es que no encuentro el valor necesario para poder contárselo… además de que no quiero hacerle daño.

- Neil… Si no se lo cuentas, entonces sí que estarás siendo un mal amigo.

Suspiré.

- ¡Muy bien! ¡Se lo contaré aun a riesgo de perderle!

- Es un riesgo que debes correr. – dijo mirándome.

Asentí.

- Lo sé… soy consciente de ello.

Estuvimos hablando un rato más, y luego me fui a dormir. Necesitaba estar descansado para el día siguiente, que sería cuando le confesaría a Leo lo que había pasado con William.

*****

- No… me estas mintiendo.

Leo me miró con unos ojos que transmitían dolor y decepción, a la vez que incredulidad.

- No es mentira… Leo, yo…

- ¡Me estas mintiendo! – me interrumpió. – No puede ser que tú,  que eres mi mejor amigo, me hayas hecho esto. No puede ser…

- Leo… no sé qué decir...

El silencio se apoderó de ambos. Yo no sabía qué decir ni que hacer. Había metido la pata hasta el fondo y no tenía ni idea qué tenía que hacer para solucionarlo…

- Tyler…

- … ¿Si? – dije, con miedo a lo que me podía decir.

- Vete…

- ¿Cómo?...

- Vete de mi casa… - dice pausadamente – Necesito… estar solo.

Tal y como me lo pidió, me fui. Miré atrás para darme cuenta de que Leo había empezado a derramar alguna lágrima, y no me di cuenta hasta que me miré en el espejo del ascensor, que yo también.

*****

Pasé casi una semana sin dirigirme la palabra con Leo. No es que él me girara la cara o me ignorara, es que yo mismo tenía miedo de acercarme a él porque conocía su reacción.

Además, me pidió espacio. Y se lo di.

- ¡Más… despacio! – le rogué a William.

Mientras tanto, y sin saber por qué, mi cuerpo seguía necesitando a William. Lo que estaba haciendo era un error en todos los sentidos, pero no podía parar. Me di cuenta de que había caído en el mismo error en el que caí con Dennis… pero ya era demasiado tarde.

William se dejó caer encima de mí después de gemir con fuerza y con profundidad. Estuvimos un rato en silencio después de  eso. Mientras él, probablemente pensaba en lo que acabábamos de hacer con orgullo, mi cerebro no paraba de recordarme lo miserable que soy y como estaba traicionando al que, hasta hace una semana era mi amigo inseparable.

Por eso, tomé la mejor decisión que podría tomar, dadas las circunstancias.

- William. – dije, en un tono serio mientras me incorporaba en la cama. – Tenemos que hablar.

- ¿Qué ocurre? – me dijo extrañado.

Con un poco de dolor en el corazón, le expliqué que había pasado. Él se quedó callado sin interrumpirme. Una vez que hube acabado, me miró y me rogó que me fuera. Tal y como había hecho con Leo, asentí y me fui.

*****

Una vez en casa, me senté en la cama y reflexioné. ¿En qué me estaba convirtiendo? ¿Por qué hacia estas cosas? Antes de que Neil se fuera, no era así. Antes, el solo hecho de saber que Neil estaba cerca de mí, provocaba una sensación en mi interior que era difícil de explicar… Ahora, era capaz de acostarme con cualquier persona que me excitara físicamente, incluso si alguno de ellos es amigo mío.

- Soy… un monstruo… - dije, delante de la pantalla de mi ordenador. – Tu opinas lo mismo… ¿Verdad, Neil?

Neil y yo habíamos hecho videollamada por décima vez esa semana desde que empezó todo este lío con Leo y William.

- Vamos, no seas tan duro contigo mismo. No es para tanto.

- ¿Cómo que no es para tanto?

Suspiró.

- Quiero decir que no es nada que no se pueda arreglar. Siéntate a hablar con ellos, explícales la situación y discúlpate con ellos. Así de sencillo.

- Yo no lo veo tan claro…

- Vamos… anímate. Todo irá bien, ya lo verás. Y sino… - dijo, con su sonrisa habitual.- Aun me tendrás a mí.

- Pero estas a miles de kilómetros…

Suspiré profundamente. La distancia entre ambos no era algo que lleváramos precisamente bien. Y si no fuera así, no hubiéramos roto hace un mes y medio.

*****

Aun así, intenté seguir su consejo al pie de la letra. Pero todo estaba demasiado complicado. Cada vez que me acercaba a Leo o a William, ambos se apartaban de mí sigilosamente, creyendo que yo no me daría cuenta… pero sí que lo hacía.

A pesar de estar en una clase muy acogedora, me sentía aún más solo que antes de venir a esta escuela. Había herido a mis amigos, estos no me hablaban, me ignoraban, no contestaban a mis mensajes, no me cogían el teléfono… Hice lo que pude y más para arreglarlo, pero ellos no ponían de su parte, así que no tuve más remedio que recurrir a una táctica un poco desesperada y abordarles en el pasillo cuando ellos menos se lo esperaban.

- Tyler… - dijo Leo, evitando mirarme a la cara.- ¿Nos dejas pasar por favor? Nos queremos ir a casa…

- No. – les contesté yo, firmemente. – Tengo que hablar con vosotros urgentemente.

- ¿Es que no nos has fastidiado la vida lo suficiente? –saltó William. - ¿Ahora quieres impedirnos hacer vida normal también?

Sus palabras, al igual que el tono con que las dijo, me dolieron en el alma. Y más, si tenía en cuentas de quien provenían. Aun así, me había jurado a mí mismo no derramar ninguna lágrima delante de ellos. No quería que pensaran que estaba fingiendo. Así que tragué saliva e intenté seguir con lo mío.

- De eso mismo quería hablaros… - dije yo suavemente – Quería pediros perdón por todo. No estuvo bien lo que hice… Pero yo en el fondo solo quería uniros. Pero el día que hablamos tú y yo… - dije, mirando a William. – Aquel día cometí a tu error accediendo a tu proposición sabiendo cuanto os gustabais entre ambos. Y además… - bajé la cabeza, triste. – Sé que esto no sirve como excusa, pero llevo un tiempo sin sentir el calor de un cuerpo contra el mío que… simplemente… me dio un impulso… e hice lo que hice… Lo siento.

Al llegar a este punto de mi charla, me callé. Vi conveniente parar aquí antes de soltar algo de lo que pudiera arrepentirme. Además quería saber que contestaba ellos… y si contestaban claro.

- … Eres gilipollas. – me dijo Leo. - ¿Enserio crees que nos vamos a tragar esa mentira?

William arqueó una ceja.

- Mira, Tyler, si de verdad te dejas guiar por los impulsos, creo que tú y yo no podremos ser amigos… Y me da igual que digas que yo te hice esa proposición, porque tú, teniendo la información que tenías podrías haberme dicho que no. Adiós.

Se fueron por el pasillo y, para mi sorpresa, se besaron delante de mis narices… ¿Estaban juntos? ¿O solo lo habían hecho para fastidiarme?

Tardé unos minutos en asimilar lo que había pasado hasta que, sin fuerzas para caminar, ni para hablar, ni pestañear ni siquiera, me fui a la salida. Quería irme a casa, tumbarme en la cama y no volver a aparecer por allí nunca más.

Pero, en la salida del instituto, cuando estaba a punto de tomar el atajo que tomaba siempre para ir  a casa, dos personas me barrieron el paso. Dado que iba con la cabeza gacha, al principio solo le pude ver los pies. Pero cuando alcé la vista, tardé en reconocer quien eran… ¿Leo? ¿William?

No, no eran ellos.

- Encantado de volver a verte… mi querido Tyler.

Su voz se clavó en mi cuerpo como una espina, y cuando pude verles las caras, pude darme cuenta de que mis mayores temores se habían hecho realidad: delante de mí tenía a dos personas que me jodieron la vida de una forma brutal, y que me hicieron cambiar de instituto y empezar de nuevo.

- Tu… - dije con la voz temblorosa. - ¿A qué has venido….?

Tragué saliva. Ese chico había dejado una herida tan enorme en mi interior, que me hacía casi imposible pronunciar su nombre.

 

- ¿… Dennis?

 

 

 

 

 

 

 


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