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La Verdad Pasajera por cravatnaitospain

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… Oscuridad.

 

Había abierto los ojos, pero seguía estando en la oscuridad absoluta. Me removí un poco y notaba como me dolía todo el cuerpo. ¿Qué había pasado?

 

Me intenté levantar y fue entonces cuando me di cuenta de que había alguien tumbado a mi lado. ¿Neil?

 

Entonces recordé todo lo que había pasado: como habíamos discutido, como acabamos haciéndolo en mi cama, como se fue, y como acabamos siendo atrapados por dos figuras extrañas. Me empezó a entrar el pánico. ¿Dónde estábamos? ¿Quién nos había secuestrado?

 

Zarandeé un poco ese cuerpo que estaba a mi lado con cautela, ya que no sabía si estaba herido o no, y en dónde. Poco a poco se fue despertando.

 

-                ¿T-Tyler? ¿eres tú?

 

Me alivió un poco (y a la vez no) el saber que efectivamente era Neil el que estaba a mi lado. Le iba tocando poco a poco con miedo a que tuviese alguna herida abierta que yo no estuviera viendo.

 

-        ¿Estás bien? ¿Qué te han hecho?

-        No me han hecho nada, solo me han hecho oler cloroformo para que me desmayara. Al igual que tú…

 

Me tumbé en la cama de nuevo, derrotado.

 

-        ¿Llegaste a verle la cara a alguno de los dos?

-        Si… - me dijo suavemente. - Pero la respuesta no te va a gustar.

-        Puedo soportarlo, créeme.

-        No… No puedes.

 

Entonces entendí de quien se trataba. Ya no me sorprendía de nada. Solo estaba cansado… Cansado de que sus nombres resonaran en mi cabeza.

 

-        ¿Porque…? - suspiré profundamente cerrando los ojos. - ¿Por qué Dennis y Sam… se empeñan en amargarme la vida?

 

Creo que Neil no sabía qué contestarme, ya que se quedó callado.

 

Pasaron unos minutos hasta que la puerta se abrió. Gracias a la luz del pasillo pude ver sus siluetas perfectamente definidas. Mi corazón se paró en seco y se me cortó la respiración. Mis mayores temores se habían vuelto realidad: Dennis y Sam habían vuelto.

 

-        Hola, chicos. - la voz de Dennis, aunque fuera suave, no podía evitar que me estremeciera cada vez que le oía. - ¿Habéis dormido bien? ¿Tenéis hambre? ¿Sed?

 

Neil y yo no contestábamos ante sus preguntas, las cuales parecían venir acompañadas de un tono irónico. ¿Que pretendía? ¿Qué le contestáramos como si nada? ¿Que charláramos como si fuéramos amigos de toda la vida?

 

Ante nuestro silencio, Dennis se echó a reír.

 

-         ¡Oh, vamos! - soltó muerto de risa. - Estoy intentando ser amable con vosotros.

 

Al ver que seguíamos sin soltar ni una palabra, suspiró.

 

-        Muy bien, vosotros os lo habéis buscado…. - miró a Sam. - Hagámoslo.

 

*****

Lo que vino a continuación es doloroso de explicar… y de recordar.

 

Dennis y Sam abusaron de nosotros todo lo que pudieron y más. Pasaban las horas y yo solo deseaba que parase. Cuando, se cansaban de hacerlo, nos obligaban a hacerlo entre nosotros hasta que volvían a recuperar fuerzas… y eso se repitió día tras día

 

No sé cuánto tiempo pasó. Una semana, tal vez dos… No tengo ni idea. Solo sé que, cuando no abusaban de nosotros, nos tenían atados en el suelo, en una especie de habitación extraña y húmeda en la que solo estábamos él y yo… Sin muebles ni objetos de ningún tipo. Solo había una ventana, pero era tan pequeña que apenas entraba luz.

 

No nos daban de comer más que un trozo de pan al día. Nos obligaban a hacerles caso en todo lo que pedían a cambio de que el otro tuviera un plato de comida más decente. Si nos revelábamos e intentábamos escapar, nos castigaban de todas las formas posibles. Aunque la que más le “gustaba” a Dennis era la de meternos la cabeza en un cubo lleno de agua hasta casi ahogarnos, pero siempre paraba a tiempo. Mientras que Sam era fan de los latigazos con el cinturón o con palos de madera hasta que las heridas sangraban… O hasta que nos desmayáramos. Lo que ocurriera primero.

 

Da igual cuanto te esforzaras en huir, que ellos te pillaban hicieras lo que hicieras… Con el tiempo ya ni nos resistíamos. Y entonces dejaron de atarnos. Estaban seguros de que ya no íbamos a escapar.

 

Días después, Dennis me llamó a su habitación. Entré y le vi sentado en la silla… totalmente desnudo. Me miró con una sonrisa lasciva.

 

-        Tengo que hablar contigo… Así que siéntate. - me dijo, haciendo un gesto para que me
acercara - Y ya sabes dónde tienes que sentarte.

 

Bajé la mirada mientras que me acercaba a él. Me senté sobre su miembro mientras las piernas me temblaban. Dennis soltó un sonoro suspiro y me volvió a mirar.

 

-        Dime la verdad, ¿quién te gusta más que te haga el amor, Sam o yo?

 

Tardé un segundo en responder. No entendía a que venía su pregunta. Dennis se impacientó.

 

-         ¡responde! - gritó con fuerza. - No me hagas pedirle a Sam que te castigue.

 

-        T-tu… - mi cuerpo temblaba y solo podía articular esa palabra.

Parece que la respuesta le gustó más de lo que esperaba, puesto que me acarició la mejilla con una sonrisa cariñosa. Yo sin embargo le giré la cara. Suspiró.

 

-         Parece… que aun te queda un largo camino para que me ames, ¿eh? - dijo algo desanimado. Luego me volvió a mirar.  - Esta bien… Ponte contra el escritorio.

 

Le miré desconcertado.

 

-        Vamos hazlo. -  dijo serio y luego cambió a una actitud cariñosa. - Si te portas bien y me dices que me amas… Puede que hoy le demos de cenar a Neil.

 

Sentí un pinchazo en el corazón cuando me dijo eso. Ese maldito Dennis… Conocía mi punto débil. Sabía que haría cualquier cosa para que Neil no sufriera, aunque si eso significaba dejar que me hiciera de todo.

 

Me puse contra el escritorio, tal y como Dennis me ordenaba, sin resistirme mucho. Pronto entró dentro de mí de nuevo y empezó a empujar.

 

-        Vas… a ser mío… para siempre… - me susurraba en la oreja mientras me embestía. – Di que me amas… ¡vamos, dilo!

 

Los golpes no cesaban. Yo no podía más. Mi interior se desgarraba por momentos y yo solo quería llorar… No paré de hacerlo en ningún momento.

 

*****

 

Volví a la “habitación” con el cuerpo temblando. Tenía aun en la cabeza sus gemidos de placer de Dennis, opacados solo por mis sollozos marcados por el dolor y la desesperación. Me senté en el suelo sin mirar a Neil y sin decirle ni una palabra. Aun así, él se sentó a mi lado y me cogió de la
mano.

 

-        ¿Cuántas veces han sido esta vez?

 

Le quité la mano de un golpe y le di la espalda.

 

-         ¿Acaso importa… el número de veces? - mi voz sonaba rota y al borde del llanto. – Lo ha hecho y ya está.

 

Me abrazó por detrás y puso la barbilla en mi cabeza.

 

-         Supongo que no… - suspiró - Pero… Algún día... les haré pagar por todas y cada una de las veces que te han puesto la mano encima.

 

Asentí Yo también iba hacer lo mismo.

 

-         Quiero… volver a casa. - Empecé a llorar. - Quiero volver a casa… Ver a Jake… Pedirle perdón… Quiero… Volver a ser feliz. Acostarme con alguien… Que realmente me ame, y....

 

Mi mente se puso en blanco y me maree. Neil me cogió a
tiempo.

 

-         ¿¡Tyler!? - me miró alarmado. - ¿¡Qué te pasa!?

-       Yo… le dije que le amé. - mi voz era casi un susurro. A Dennis… le he dicho que le amo.

 

Me puse las manos en el rostro y empecé a llorar fuerte.

 

-         ¡Soy un estúpido! - lloraba muy fuerte. - ¿Porque he dicho eso? ¿Porque?

 

Neil me abrazó hasta que me calmé. Creo que entendió en ese momento que Dennis me había chantajeado con algo en concreto con tal de que le dijera que le amaba....

 

Pero… Neil no tenía ni idea de que le afectaba a él directamente.

 

****

Con el tiempo, Neil y yo ya creímos que se habían olvidado de nosotros, y que no iban a rescatarnos nunca… Pero nos equivocábamos.

 

La policía entró un día en la casa sin previo aviso. Yo estaba siendo embestido por Dennis en su cama, mientras Neil estaba encerrado en la habitación. Con un movimiento brusco, apartaron a Dennis de mí y lo pusieron contra la pared mientras lo esposaban. Otros dos policías de mientras
se acercaron a mí para preguntarme como estaba.

 

Me alejé de ellos y me puse las manos en la cabeza mientras lloraba y gritaba:

 

-         ¡No me toquéis! ¡Alejaos!

 

Después de mucho esfuerzo, empecé a perder el miedo ante esos extraños y dejé que me ayudaran.

 

Nos llevaron al hospital con rapidez. En el camino, y gracias a las conversaciones que oí de la policía, pude enterarme de como habían llegado a rescatarnos: Jake se extrañó que no le dijera nada durante casi una semana, y llamó a mi madre para preguntarle si me pasaba algo. Mi madre, pobre, pensaba que había hecho una escapada romántica con él (y ni siquiera se había enterado de que habíamos roto), pero al ver a Jake preguntarle sobre mi paradero, empezó a alarmarse. Además, también se dio cuenta de Neil tampoco había venido por casa durante unos días. Contactaron con la policía y, después de unos días de investigación, creyeron que lo más probable era que estuviésemos
en casa de Dennis y Sam.

 

 Fuimos llevados al hospital y examinados por el doctor. Yo no paraba de llorar, no por el dolor de las heridas que tenía, sino por otro tipo de heridas... Esas que no se pueden ver.

 

*****

 

Unos meses después, todo (o casi todo) pareció volver a su sitio, salvo por un par de detalles.

 

Dennis y Sam ingresaron en un centro psiquiátrico para menores. Las familias de ambos no tuvieron más remedio que reconocer lo que sus hijos nos habían hecho e indemnizarnos económicamente. El juicio resultó muy fácil de ganar, ya que tanto Neil como yo teníamos heridas físicas visibles. Aunque
no eran esas heridas las que más me preocupaban, sinceramente.

 

Jake vino a verme. Mi madre le había llamado para contarle que ya me habían dado el alta y él no dudo en venir a comprobar que estaba bien. Con Neil casi ni habló, de hecho le giró la cara en un par de ocasiones. Solo llegó a preguntarle si se encontraba bien y en cuanto oyó su respuesta,
asintió y se fue de mi casa, no sin antes girarse para mirarme y decirme:

 

-         Esta visita no cambia nada, tú y yo hemos roto. Solo quería asegurarme que estabas
bien como profesor tuyo que soy.

 

Asentí, admitiendo mi culpa y entendiendo su decisión. En cuanto se fue, no lloré. Mi corazón estaba tan machacado que ya ni se esforzaba en soltar lágrimas.

 

En casa todo fue distinto desde entonces. Mi madre y el padre de Neil nos abrazaron mil veces en cuanto nos tuvieron de vuelta. Lloraban sin parar y nos pidieron perdón por la tensión que había generado su relación. Debo admitir que, ante esa declaración, me ablandé un poco y me eché a llorar en los brazos de mi madre. Entonces fui yo el que se disculpó mil y una veces por mi estúpido comportamiento, y admití que podían tener la relación que quisieran.

 

Poco a poco, todo volvió a estar bien en casa.

 

*****

La primera noche desde que nos dieran el alta, yo me encontraba en mi habitación, mirando el cielo estrellado, cuando oí como alguien picó a la puerta. 

-        Adelante.

 

La puerta se abrió tímidamente, dejando ver un poco de la silueta de Neil asomándose.

 

-         ¿estás… despierto?

 

Asentí un poco y seguí mirando al cielo estrellado. Neil se sentó a mi lado, en silencio.

 

-         ¿Tú tampoco podías dormir, eh? - le solté de repente.

 

Negó con la cabeza.

 

-         ¿Cómo podría dormir… con el miedo de que me secuestren mientras duermo?

 

Sonreí un poco. Era exactamente lo que me había pasado. Apoyé la cabeza en su hombro sin ningún motivo aparente. Necesitaba un poco de tranquilidad y olvidarme de todo por un rato. Y eso era lo que conseguía cuando Neil estaba conmigo.

 

-         Tranquilidad… - dije casi para mí mismo.

-         ¿Has dicho algo? - Neil me observaba intrigado.

 

Negué con la cabeza a modo de respuesta y todo se volvió
silencioso de nuevo.

 

-         Tyler… Lo siento. - me miró. - Siento… Haberte convencido para que lo hiciéramos antes de que nos secuestraran. Por mi culpa, Jake y tu…

 

Levanté la cabeza y le puse el dedo índice en los labios para que dejara de hablar. Le miré a los ojos y no pude evitar sonreír con ternura.

 

-         Lo deseaba. - solté. - Yo podría haberme negado… Pero es que no quería. Deseaba sentirte… Y en parte te empujé a hacerlo. Así que la culpa no es solo tuya.

 

Sin quererlo, nos fundimos en un tierno beso. Ambos éramos conscientes que ese sería el último que nos íbamos a dar para siempre.

 

-         Neil… ¿puedo hacerte una pregunta? - le pregunté en cuanto nuestros labios se separaron.

-         Claro…. - susurró. - Dime.

-         ¿Que… es lo que vas a hacer a partir de ahora?

-        ¿Como?

-      Quiero decir… - suspiré - Tú  y yo… Somos amigos, y además ahora somos “hermanos”.

 

Me miró, intrigado ante mis palabras.

-       No entiendo a dónde quieres llegar.

 

Debo admitir que su respuesta me hizo reír un poco. Luego volví a mirarle a los ojos.

 

-         Tu y yo… No podemos estar juntos. Somos amigos… Y deberíamos seguir como tal. Deberíamos... empezar a encontrar nuestro camino. Seguir con nuestras vidas. - volví a mirarle. - Así que te lo vuelvo a preguntar. ¿Qué vas a hacer a partir de ahora?

 

Suspiró muy profundamente mientras miraba de nuevo a la ventana. De repente vi que sonreía.

 

-         Quiero… Que mi padre esté orgulloso de mí. Quiero esforzarme al máximo con los estudios, llegar a casa y poder decirle a mi padre que me va bien en la escuela. Que pasen los años y encuentre una carrera que me motive y que me haga feliz. Quiero encontrar a alguien que me ame y que se sea feliz conmigo. Que salgamos juntos que nos acostemos, que nos besemos en la cama. Alguien que pueda estar conmigo… Alguien al cual no le haga daño al estar cerca de él… - me miró  con una sonrisa. - ¿Crees que me será difícil de conseguir?

 

Negué con la cabeza. Conocía lo suficiente a Neil como para saber que lo lograría, costara lo que costara.

 

 

-         ¿Y tú lo tienes? - dijo interrumpiendo mis pensamientos. - ¿Tienes algún objetivo en mente? ¿Algo por lo que luchar?

 

Asentí y le miré, decidido.

 

-         Quiero volver con Jake. - sonreí, motivado. - Lucharé por él. Por nosotros.

 

 

Sin esperar ni una aprobación por su parte, volví a mirar al cielo. Estaba convencido.

 

 

Lograría volver con el amor de mi vida.

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

 

 

 

 

 

 


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