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La Verdad Pasajera por cravatnaitospain

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Pocos días después, Jake me llamó. Me dijo que reservara el fin de semana, que quería pasarlo conmigo. Y, además, tenía que hablar de algo importante. Después de eso, yo no podía estar mas nervioso. Aunque suene a cliché, el “Tenemos que hablar” es algo que siempre me ha dado mala espina. No puede venir nada bueno después de eso.

Cuando llegó el fin de semana, llegaba un punto en el que seriamente pensaba que el corazón se me iba a salir del pecho. Aún, cogí una bolsa con todo lo esencial para el fin de semana. Tampoco me comí mucho la cabeza en ese sentido, lo único que iba a hacer era quedarme con Jake en su casa.

Picaron al timbre y yo ya sabía de quien se trataba. Efectivamente, lo primero que vi cuando abrí la puerta era la sonrisa despampanante de Jake.

- Hola, Tyler.

- Hola, cariño. – Jake me contagió su sonrisa. – Ya estoy listo.

Cogí mis cosas y en menos de 5 minutos ya estábamos saliendo por la puerta.

-        ¡Tened cuidado! – se escuchó la voz de Neil desde el salón.

-        Vaaale. – le respondí.

-        ¡Llámame cuando llegues!

-        Que sí pesado.

-        ¡Y usad protección!

-        ¡Úsala contigo mismo! – le solté antes de cerrar la puerta de un portazo.

Jake no pudo contener una carcajada.

-        Felicidades. Ya os peleáis como buenos hermanos.

-        No se si es motivo de felicitación o de tristeza. – suspira. – En fin… Vamos.

-        Si.

Llegamos a su casa poco después. Dejó que dejara mi bolsa mientras me miraba. Había algo en su expresión que no me gustaba un pelo.

- ¿Te… ocurre algo?

- Nada. Solo… Ven, vamos a pasear.

Si había dejado de lado la tensión por lo que probablemente tenía que decirme, ese momento había hecho revivir la presión que sentía en el pecho desde que me dijo que reservara el fin de semana para él.

Asentí y nos fuimos. No quería alargar mas el posible desenlace fatal.

-        Jake… ¿Quieres contarme de una vez que pasa? – le miré preocupado. – Si he hecho algo mal, dímelo.

- Que no… Solo quiero pasar tiempo contigo.

- No me lo trago. Vamos, escúpelo.

- Verás, es que… siento como que últimamente han pasado tantas cosas entre nosotros que…

- Un momento… - le interrumpí - ¿No estarás rompiendo conmigo no?

Tenía el corazón a mil por hora. Habían pasado tantos disgustos que ya no había espacio en mi cuerpo para uno más. Por suerte, mi tensión desapareció en cuanto vi a Jake reírse por lo que había dicho.

- No, bobo, no. – me dijo con una media sonrisa. – Solo quiero tener un día tu y yo, charlando y besándonos, dándonos mimos…

- ¡Por dios! – me puse la mano en el pecho. – No me des estos sustos.

- te lo has dado tú solo.

- Me da igual.

Nos miramos y nos pusimos a reír. Seguíamos siendo tan idiotas como al principio.

-        Te quiero. – le solté, sin pensarlo.

-        ¿A pesar de los sustos que te meto?

-        A pesar de los sustos que me metes. – reafirmé.

*****

Entre besos, risas y conversaciones sin sentido, llegamos al puerto. El cielo estaba nublado y hacía un poco de frío. Sin embargo, el mar estaba muy tranquilo y de un color azul que era agradable a la vista.

-        Creo que mañana lloverá.

-        Es probable. – asintió. – Pero fíjate: a pesar de la tormenta que tiene encima, el mar no pierde su carácter y sigue teniendo ese azul intenso al cual nos tiene acostumbrados.

-        Si… es muy curioso.

-        Me recuerdas tanto a este mar…

-        ¿Q-que? – estaba sorprendido y empezaba a ponerme como un tomate. - ¿Pero que estás diciendo?

-        Lo que has oído, bobo. – me abrazó por la cintura. – Nunca pierdes tu personalidad y aquello que te caracteriza por muchos problemas que te hayan venido encima.

-        No creo que sea del todo así… Piensa en todo lo que ha pasado y en todos los problemas que causé antes de conocerte. Incluso cuando ya te conocía. Algunos fueron provocados por una actitud que adopté que no eran propios de mí… ¿crees de verdad que yo, siendo como soy, me hubiera acostado con un amigo mío

-        No es tan difícil de entender. Todos nos dejamos llevar por los deseos que nos pide el cuerpo a veces. Sé que no estuvo bien, pero hiciste algo que sentías el deseo de hacer. Ese es el Tyler que a mi me gusta. – me cogió de la barbilla y me atrajo más aun a él. – El que desprende deseo por cada poro de su piel.

No pude evitar sonreír ante sus palabras. ¿estaba intentando alabarme? ¿O quería excitarme? … ¿O ambas?

Sonreí mientras negaba con la cabeza. No podía creerme lo que estaba a punto de decirle.

-        Anda, volvamos a casa.

*****

-        Ha sido una locura. – solté malhumorado. - ¡Una auténtica locura!

Jake, ajeno a mis quejas, intentaba reparar la mesa de la cocina encima de la cual se nos había ocurrido la brillante idea de hacer el amor. Obviamente era una mesa resistente, pero a la vez frágil si se usaba para lo que nosotros la habíamos usado. Era una mesa de madera, por lo que ni él ni yo nos hicimos daño, pero sí que hicimos que una de las patas se saliera de su sitio.

-      Te recuerdo que quien quiso ir a casa a hacer el amor fuiste tú. - contestó Jake.

-      Tú me provocaste.

-      ¿Yo? ¿Cuándo?

-      Con el "El que desprende deseo por cada poro de su piel. "

-      No hacía falta que te lo tomases literal. - suspiró. - Y, de todos modos, ¿A quién se lo ocurrió hacerlo en esta mesa?

-      Ese sí que fuiste tú.

-      Ah, es verdad.

De nuevo, nos entró la risa, pero esta vez por la estupidez de su comentario.  

-        ¿tienes algún plan para el fin de semana?

-        No, ya te lo he dicho. Solo…

-        “Solo tú y yo” … Ya lo sé.

-        Si ya lo sabes, ¿qué te ocurre?

-        No me ocurre nada.

-        Es que te noto raro.

Jake me miró de forma que parece que me fuera a atravesar con la mirada.

-        Está bien… ¿Quieres que te diga que tengo en la cabeza ahora mismo?

-        Eso me ayudaría mucho, sí. – sonreí con sinceridad.

-        Ven.

Me cogió de la mano y nos sentamos en el sofá.

-        Noto… que las cosas se están normalizando. Es cierto que Leo y William terminaron su relación, pero no se odian. Neil está bien, él y yo estamos “mejor”, tu y yo… Seguimos como siempre. Es algo… que me alegra.

-        Jake, no sé si te estoy entendiendo.

-        Lo que quiero decir … es que todo está bien.  Por eso, ahora que estamos en esta buena racha, quiero sentarme y observar cómo están las cosas ahora, antes que dar algún paso y cagarla.

 

Tardé todo el fin de semana en entender a lo que se refería Jake con estas palabras.

*****

Todo el fin de semana restante avanzó tal y como Jake se había imaginado. Estuvimos solos él y yo jugando a juegos, hablando, viendo pelis, leyendo… Y otras cosas. El tiempo pasó tan deprisa que, cuando quise darme cuenta, estaba recogiendo mi ropa para marcharme.

Jake se tumbó encima de la ropa que estaba guardando con una sonrisa de satisfacción. Yo le miraba negando la cabeza. Sabía lo que pretendía: no quería que me fuera.

-        Me vas a arrugar la ropa, idiota.

-        Si ni siquiera la has doblado.

-        Cállate. – le golpeé suavemente y le aparté. – tengo que hacer la mochila, sino no me voy a ir nunca.

-        Ojalá… - dijo simplemente.

Le miré, analizando cada una de sus expresiones.

-        ¿sabes? Creo que ya entiendo a qué te referías el otro día.

-        ¿Ah, sí? – sonrió orgulloso.

-        Si. Pero te equivocaste en algo: el mar no me representa solo a mí, sino a todos.

-        ¿A todos?

-        Exacto. El mar representa como somos Neil, Leo, William, tu y yo: da igual lo revuelto que esté todo, que siempre volverá todo a su cauce, a su tranquilidad… A su calma.

-        Acepto la comparación. – sonrió poniéndose de lado. – Pero te recuerdo que ninguno de nosotros no nos conoceríamos si no fuera por ti.

Noté el rubor en mis mejillas al escuchar sus palabras. Le di la espalda, avergonzado.

-        Por favor… cállate ya.

-        No. – me contestó con una sonrisa en el rostro.

-        ¿Por qué te gusta hacerme estas cosas?

-        Porque me encanta la forma en la que se te sonrojan las mejillas.

-        Imbécil.

Por mucho que le insistiera, él continuaba chinchándome con lo mismo.  

*****

Después de un fin de semana sencillo, pero a la vez satisfactorio, llegué a casa. Me recibió el pesado y “encantador” de mi hermanastro.

-        Bueno… ¡Pero si ya estás aquí!

-        Si, ¿algún problema?

-        Por favor, dime que habéis salido del dormitorio.

Instintivamente le golpeé en el brazo. Solo se atrevía a hacer comentarios así cuando nuestros padres no estaban. En parte agradecía ese detalle, pero también eso demostraba que lo único que buscaba Neil era sacarme información de mis relaciones íntimas con Jake… y avergonzarme.

-        ¡vamos, vamos! No te enfades. – me dijo mientras se frotaba el brazo en la zona que le había golpeado. – Solo me interesa saber si mi hermanito se lo ha pasado bien con su novio.

-        Eso no implica detalles íntimos, idiota. – bufé. – Y no me llames “hermanito”. Solo eres unos meses más mayor que yo.

-        Si, y eso me convierte en tu hermano mayor. Así que tienes que hacerme caso y contármelo todo.

-        Vete a paseo.

A pesar de mis palabras que, a simple vista podían parecer duras, esta era nuestra forma de tratarnos. No me quejaba, ya que esta situación era mucho mejor que la época que estábamos peleados y nos queríamos matar día sí y día también, pero… a veces deseaba que tuviésemos una relación más… ¿Cariñosa? Tal vez. Pero eso no implicaba que no estuviera feliz en ese momento.

Sin embargo, mi alegría se vio opacada por una extraña sensación que me dominó en cuanto me fijé en el calendario de la cocina.

-        Neil… - mi voz se apagó un poco. - ¿a que día estamos?

-        Estamos a … 19 de abril. ¿Porqué?

Me quedé paralizado. No podía ser…

-        ¿Tyler…? ¿Qué ocurre?

No recuerdo en que momento empecé a llorar. En ese momento lo único que dominaba mi mente era en el día de mañana mientras el dolor me invadía… en el estado en el que estaba, solo podía pronunciar una palabra:

- Papá…

CONTINUARÁ


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