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La Verdad Pasajera por cravatnaitospain

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El silencio se apoderó de toda la casa, y solo se oían unos tímidos sollozos de Neil, intentando calmarse en vano. Yo  no sabía qué hacer, no sabía cómo podía consolarle. Normalmente es al revés, él siempre me consuela a mí. Poco a poco, esos sollozos disminuyeron hasta que solo se le podía ir sonándose la nariz de vez en cuando.

- No hagas eso… - le dije, después de un rato de silencio. – Toma.

Le di un pañuelo para que se sonara. Le vi sonarse, suspiré y miré al suelo.

- ¿Mejor?

- Si… eso creo.

Me miró tímidamente.

- Cambiando de tema… ¿Qué haces aquí?

- ¿Eh?

- Deberías estar en clase…

Suspiré.

- Si, pero… me preocupabas. Además, como soy invisible nadie se ha percatado siquiera que he venido a clase.

- … Para mí nunca has sido invisible.

Me quedé callado. Recordé de pronto nuestra conversación de ayer. Suspiré de nuevo.

- ¿Quieres… hablar de algo?

Me miró durante un rato. Hizo una mueca antes de contestar.

- No  creo que sea el momento…

- Es probable… pero no creo que haya ningún otro momento mejor, de todos modos…

Suspiré.

- Vale… - se incorporó y me miró seriamente – Pues hablemos. ¿Qué es lo que piensas?

- ¿De qué?

- De lo que hay entre tú y yo. Dime: ¿Qué es lo que sientes?

Medité la respuesta durante unos segundos.

- No lo sé…

- Oh, vamos. Algo tienes que sentir… aunque sea algo negativo.

- ¡No lo sé! Estoy hecho un lio.  Y ahora mismo no quiero hablar de ello, así que no me presiones. – me levanté y suspiré. – Cuando… te he dicho que habláramos, lo decía con la intención de que habláramos sobre lo que está pasando con tu familia, y sobre cómo te sientes al respecto… No `para hablar sobre nosotros dos.

Sé que no debería haberle mentido, pero quería apartar su atención de ese tema de una vez.

- Pues lo siento, pero ese tema me interesa más. Quiero saber qué es lo que tengo que hacer para conseguir llamar tu atención y que me ames de una vez.

Solté un largo suspiro y me senté a su lado.

- Oye… ahora mismo no es el momento. No tienes ni idea de la tormenta de emociones que tengo dentro de mi… y la verdad, a veces no se ni porque reacciono de una forma u otra… Hay veces en las que no me reconozco ni a mí mismo. No quiero contarte nada ni decirte nada que pueda liarte. Porque, a pesar de mis dudas, hay una cosa que tengo muy clara: tú me importas más que nadie…

- … Pero no sabes hasta qué punto, ¿no?

Asentí

- Exacto.

Nos quedamos callados durante un buen rato. No estábamos enfadados, pero se notaba un poco de incomodidad entre los dos.

- Oye… - me dijo, de repente. - ¿Puedo pedirte un favor?

- Claro. – contesté al momento. – Pídeme lo que quieras.

- ¿Puedo… abrazarte?

- ¿Eh? – solté extrañado.

- Es que… me gustan tus abrazos. Y, además, fíjate en todo el desorden de mi habitación y de mi casa. ¿Qué ves?

Volví a fijarme en todo el desastre que nos envolvía. Suspiré y le volví a mirar.

- Caos y más caos.

Asintió.

- Exactamente. Mi vida es un caos ahora mismo, y lo único que necesito es algo que me haga sentir bien y que me recuerde exactamente qué es la felicidad.

Noté un pinchazo en el corazón al oírle decir eso. Mi prioridad siempre había sido hacerle feliz… y esta no era una excepción. Inconscientemente pensé que un abrazo no ayudaba mucho, así que se me ocurrió otra cosa. Le puse las manos en las mejillas y le besé. Fue un beso largo, pero sin lengua. Fue un acto totalmente inconsciente, no me di cuenta de lo que estaba haciendo hasta que lo hice. Me separé de él, rojo como un tomate.

- ¡Lo siento! Yo…

No pude disculparme, ni soltar ninguna excusa a lo que acababa de hacer, ya que Neil me devolvió el beso rápidamente. Este beso, en cambio, sí que era con lengua.

- Ni se te ocurra disculparte. – me dijo, con una expresión muy seria pero excitante a la vez.

Dejé que me siguiera besando sin control, le correspondí todos y cada uno de los besos que él me daba, hasta que empezó a besuquear mi cuello.

- No… Ahí no.

Le oí reírse un poco.

- Y eso que solo te he besado el cuello. ¿Qué harás cuando avance un poco más?

- ¿A qué te refieres?

- A esto.

De repente, metió la mano en mi pantalón. Me asusté por esa acción y empecé a temblar.  

- Interesante reacción. – dijo con una sonrisa.

- … Ca-cállate. – le dije con la voz temblorosa.

Conocía a Neil, y sabía que eso solo era el principio.

- ¿Quieres que siga? – me susurró a la oreja.

- Muy bien. – dijo, y cambió de posición para masajearme la entrepierna con más comodidad.

Pero, por desgracia, el teléfono sonó, interrumpiendo lo que Neil estaba a punto de hacer.

- Parece que estamos destinados a que nos interrumpan, ¿eh?

Se levantó, muy a su pesar y cogió el teléfono con rabia.

- ¿¡Que!?

Su expresión cambió al momento.

- ¡Ah! Señora Miller, es usted.

¿Mama? ¿Qué hacía llamando a casa de Neil? Tal vez había descubierto que me había ido de clase y quería saber dónde estoy. Hice señas a Neil para que le dijera a mi madre que no estaba en su casa.

- Lo siento, señora Miller, pero Tyler no está en casa.

Se calló. A saber lo que le estaba diciendo mi madre…

- ¿Qué? No, señora, no le estoy mintiendo… No, Tyler no me ha dicho que le diga eso… Enserio, él no está aquí y… - suspiró – Vale, ahora se lo paso.

Me paso el teléfono con cara de preocupación.

- Lo siento, no se lo ha tragado.

Suspiré y cogí el teléfono.

- Hola, mami. – le dije con un tono amable, con la esperanza de que se le ablandara el corazón.

- Nada de “hola mami” – me dijo seriamente - He recibido una llamada de tu directora. Al parecer hoy no has ido a clase.

Tragué saliva.

- Mamá, sí que fui. Pero solo asistí la primera hora y luego me fui. Lo que pasa es que el profesor no pasó lista esa primera hora, por eso parece que no fui en todo el día.

Suspiró.

- Tyler, tú no eres así. No sueles hacer esto, no es propio de ti.

- Lo se…

- ¿Le ha pasado algo a Neil y por eso te has ido a su casa?

Me mordí el labio antes de contestar. Miré a mí alrededor, por suerte Neil se había ido a la cocina y no podía oírnos.

- Ayer su padre se fue de casa, y su madre hoy ha tenido un ataque de histeria y ha empezado a romper cualquier cosa que se encontrara, y después de eso ha cogido la puerta y se ha ido. Su casa está destrozada… y Neil también lo está. Lo siento si me he saltado clase, pero esto tiene prioridad. Siento que no lo entiendas.

- … Sí que lo entiendo.

- ¿Ah, sí? – dije, sorprendido.

- Si. Si crees que no entiendo a mi propio hijo, es que me conoces muy poco.

Sonreí.

- Gracias. – le dije.

- De nada… Pero no te acostumbres. Solo por hoy.

- Lo sé. Lo siento.

- No pasa nada. Por cierto…

- ¿Si? ¿Qué ocurre, mamá?

- Hace un rato he recibido una inquietante llamada de la madre de Neil preguntando si sabía algo de su esposo.

- ¿De la madre de Neil? – dije yo, sorprendido.

- Si. – me contestó. – Le he dicho que no, y cuando le he preguntado si había pasado algo se ha puesto nerviosa y me ha colgado. Su tono me ha extrañado mucho, y como justo antes me había llamado tu directora diciéndome eso… pensé que a lo mejor averiguaba algo si llamaba a casa de Neil.

- … Entiendo.

- ¿y qué vas a hacer ahora, hijo?

- ¿Por qué lo preguntas?

- Bueno, es evidente. Neil está en una situación muy complicada, y tú estas en su casa. ¿Has planeado algo para solucionar esta situación?

- … No. Mamá, ¿Podemos…?

- No, hijo. Sé lo que me vas a pedir, y mi respuesta es no. No podemos dejar que Neil se quede en nuestra casa. Nos guste o no, es un menor, y sus tutores son sus padres.

- Pero mamá… - dije, bajando aún más el tono de voz. - Neil lo está pasando mal.

Mamá soltó un largo suspiro.

- vale, está bien. Si quiere puede quedarse unos días. Pero solo UNOS DIAS.

- ¡Guay! Gracias mamá.

Suspiró.

- Soy demasiado flexible contigo.

- Lo sé, y te lo agradezco.

- bueno, tengo que colgar. Aún sigo en el trabajo, y no debo distraerme.

- Vale, nos vemos esta noche. Te quiero.

- Y yo a ti… ¡Ah, espera! –dijo de repente. - ¡No cuelgues!

- ¿Qué ocurre?

- Debes prometerme una cosa.

- ¿El qué?

- Que no le dirás a Neil que su madre me ha llamado. No quiero darle más disgustos…

- Entiendo… Tranquila, mamá. Lo prometo.

- De acuerdo. Hasta luego.

- Adiós.

Colgué el teléfono solo unos segundos antes de que llamaran a la puerta. Fui a la cocina, donde se encontraba Neil, y le miré preocupado.

- Ya abro yo. Tu aléjate un poco de la puerta, por si acaso.

Se acercó a la mirilla de la puerta y miró a través de ella. Su expresión fue de sorpresa.

- Es… mi padre.

Tragué saliva. ¿Su padre?

- ¿Le abro o qué?

- Ábrele. – le aconsejé yo. – De todas formas, él no ha hecho nada malo.

Asintió, ya que estaba de acuerdo conmigo, y abrió la puerta.

- Hola, papá… - dijo, suavemente.

- Hola, hijo… - dijo, en el mismo tono. - ¿Esta tu madre en casa?

- No...

- Bien. – dijo, justo antes de entrar dentro. Me vio y se sorprendió. – Oh, no sabía que teníamos visita. Hola, Tyler.

- Hola, señor Thompson. – le dije educadamente.

- Papá… ¿Qué haces aquí? Pensé… que te habías ido de casa….

- Y lo he hecho. – respondió su padre. – Solo he venido a buscar unas cosas.

- Ah… - dijo Neil, desanimado

Dada la reacción de Neil, puedo deducir que tenía una pequeña esperanza de que su padre volviera a casa como si no hubiera pasado nada. Su padre también se dio cuenta, ya que le besó la frente y le acarició la cabeza.

- Hijo… no puedo volver. Tu madre me engañó, y para mí eso es imperdonable. Pero yo te quiero, y jamás dejaré de verte por que tu madre y yo nos vayamos a divorciar.

Neil abrió unos ojos como platos.

- ¿Os vais a divorciar?

- Si. Hoy por la mañana ha recibido la llamada de mi abogado, a eso de las 8 de la mañana

- ¿A las 8 de la mañana, dices? – dijo Neil, realmente sorprendido.

- Si. ¿Por qué?

Neil suspiró profundamente.

- ¿Qué ocurre, hijo?

- Esta mañana…. Esta mañana mamá ha recibido una llamada que la ha alterado mucho, ya que justo después de colgar ha empezado a destruir todo lo que encontraba a su paso, incluida mi habitación.

El padre de Neil suspiró.

- Ahora entiendo todo este desorden.

Ahora lo entendía todo. Así que la llamada del padre de Neil a su madre había sido la causante de todo este caos, eh…

- Hijo, no debes preocuparte de nada. Porque pase lo que pase, yo….

No pudo terminar la frase. El timbre de casa de Neil sonó un par de veces. Parece ser que hoy era el día de las interrupciones.

- ¿Quién debe ser? – preguntó el padre de Neil.

- Voy a ver.

Neil se asomó de nuevo a la mirilla de la puerta. Miró a través de ella y pude ver como se ponía cada vez más y más blanco. Se retiró de la mirilla temblando. Nos miró.

- Es… Mamá.

 


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