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La Verdad Pasajera por cravatnaitospain

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Abrí los ojos y descubrí que me encontraba en una habitación blanca. ¿Un hospital? Eso parecía… ¿Cómo había llegado hasta ahí?

Miré a mí alrededor y no vi a nadie. Ni mi madre, ni Neil ni ningún médico. Era extraño, pensé. Pasé un rato totalmente solo en esa extraña habitación de hospital hasta que entró mi madre. Miró y sonrió un poco.

- Oh… ¿Ya estas despierto?

- Desde hace un buen rato…

- Oh… Vaya.

Estaba muy rara y actuaba de una forma muy misteriosa.

- ¿Dónde estabas? 

Suspira.

- Estaba… hablando con el doctor.

- ¿Ha pasado algo? ¿Me pasa algo malo?

Negó con la cabeza.

- No te preocupes… no es nada.

No sabía porque pero algo me decía que había algo que estaba mal dentro de mí. Pero no quise insistir más… no tenía fuerzas para ello. Se acercó hacia mí y me sonrió.

- ¿Cómo estás? – me preguntó.

- me noto… cansado. – susurré.

- Normal… - dijo algo preocupada. – Tyler…

- ¿Si?

- Necesito hablar contigo sobre un tema.

- ¿Qué tema?

- Sobre Neil.

Me sorprendí.

- ¿Por qué quieres hablar de él ahora?

- Porque te está afectando, hijo. Sé que él te importa mucho y que ahora lo está pasando fatal… pero ahora lo que deberías evitar es que sus problemas te influyan a ti. Puede que estés enamorado de él… pero no puedes poner en peligro tu salud por culpa de sus problemas.  

Le miré, extrañado.

- Mamá… ¿me estas pidiendo que me aleje de Neil?

Me acarició la cabeza.

- No he dicho eso. – me contestó. – Es solo que… te alejes de los problemas. Sabes que te afectan… y aun así sigues estando ahí.

- Es lo que hacen los amigos… están ahí en las buenas y en las malas. – le miré. - ¿No es lo que me enseñaste tú?

Nos miramos y sonreímos.

- Está bien… tú ganas. – suspira con una sonrisa. – Pero prométeme que cuidaras un poco de ti mismo también.

Asentí.

- Lo prometo.

- Me alegro. – dijo, con una sonrisa.

- Por cierto… ¿Dónde está él?

- Se fue hace una hora. – me dijo mi madre. – Había estado un buen rato a tu lado antes de que despertaras, así que le recomendé que se fuera a casa un rato…

- ¿A casa?

- Si, a nuestra casa.

Me quedé sorprendido.

- ¿Le has dicho que se quede en nuestra casa?

- ¿Qué otra cosa podía hacer sino? No lo iba a dejar solo en una casa destrozada y que no había nadie… ¿No?

Le sonreí. En el fondo también le importaba Neil.

- Bueno… tengo que marcharme ya.

- ¿Ya? – le pregunté.

Sé que suena un poco infantil, pero no quería que mi madre se fuera.

- Si… lo siento. – dice, acompañado de un suspiro. – Me gustaría quedarme, pero mi jefe es muy poco tolerante con el hecho de que falte al trabajo. Si ya me ha puesto mala cara cuando le he dicho que iba a faltar porque mi hijo está en el hospital…

Suspiré.

- Esta bien…

Me miró.

- Lo siento cariño… -se acercó a mí y me acarició la cabeza. – Ojalá pudiera estar todo el rato contigo…

- No pasa nada mamá. – le dije dedicándole una sonrisa. – Creo que podré estar solo durante unas horas… así que márchate ya antes de que tu jefe te eche.

Suspiró.

- Está bien… hasta luego.

Se despidió de mí y se fue. No sé porque, pero me dio la impresión de que ella deseaba que yo le suplicara a gritos que se quedara… pero no podía. No quería perjudicarla de esta forma, cuando ella ha estado dando todo por mí y más.  Así que dejé que se fuera con un nudo en la garganta.

*****

Que aburrido es estar en un hospital. No podía hacer nada, solo podía levantarme para ir al baño y andar un poco por los pasillos y poco más. Neil vino a visitarme de nuevo casi a la hora de comer, pero se tuvo que ir pronto debido a la enorme cantidad de deberes que teníamos para la semana que viene. Que aburrimiento.  

Pero hubo algo que me descolocó. Casi a las 18 de la tarde, la puerta de mi habitación del hospital se abrió.

- ¿Mama?... – dije yo medio dormido. – ¿Eres… tu?

Abrí los ojos poco a poco (me estaba tomando una siesta) y descubrí la figura de una mujer delante de mí. Poco a poco iba viendo su cara más detalladamente. Era…

- ¿Señora Thomson?

Pero… ¿Qué hacia la madre de Neil en el hospital... visitándome a mí?

- ¿Qué es lo que quiere? – le dije, con un tono más serio.

- Quiero recuperar a mi hijo. – sentenció.

- … ¿Eh?

- No sé qué es lo que no has entendido de esa frase. – me miró, totalmente seria. – Quiero que mi hijo vuelva a mis brazos, pero sé que alguien le está reteniendo… en concreto, creo que eres tú.

- ¿Por qué tendría que hacer eso? ¿Qué ganaría yo privándole de estar con su familia?

- Eso me pregunto yo. – me replicó.

- ¿No será, tal vez, que no quiere estar con usted porque siente que ha destrozado la familia tan feliz que tenían entre los tres?

- Me da igual lo que mi hijo piense. Voy a recuperarlo quiera o no.

- ¿Se da cuenta que quien está reteniéndole es usted?

- Como te acabo de decir, me da igual. Soy su madre y tengo derecho a hacerlo.

- No, no lo tiene.

- Si lo tengo. – me replicó. – Conseguiré su custodia, destrozaré a mi exmarido y procuraré que no se acerca nunca más a personas como tú que le hacen daño.

- Quien le hace daño es usted. – le dije, casi reincorporándome de la cama. – Haciéndole creer durante años que tenía una familia perfecta, que usted era un modelo a seguir y que tenía buenos amigos que nunca le dejarían de lado… Y ahora todo se ha derrumbado encima de él gracias a que usted se aprovechó de la ausencia de su marido para ponerle los cuernos en el sofá donde su marido y su hijo se sientan tranquilamente después de un duro día de trabajo. – hice una pausa y cogí aire. – Dice que yo le he retenido, pero se equivoca. Le he dado unos cuantos motivos para seguir adelante cuando  usted destrozó su vida por completo. He sido un pilar importante cuando más lo necesitaba… -suspiré brevemente. - ¿Qué yo le he hecho daño? Puede ser. Pero ha sido usted quien lo ha destrozado.  Yo solo intento arreglar lo que usted rompió.

Se hizo el silencio en la habitación. Por suerte para mí, aun no tenía ningún compañero de habitación, sino se hubiera asustado bastante de la gravedad de mis palabras.

- Mas te vale alejarte de mi hijo… - sentenció después de un largo silencio. – No me gustaría que un niño de tu edad se enfrentara a la verdadera Helen Thomson.

- ¿Eso es una amenaza? – le dije yo.

- Es una advertencia. – me corrigió. – Lo repito: aléjate de él.

Y se fue.

Parecía que solo había venido a amenazarme, ya que no me dijo realmente que era lo que quería de mí. Lo dicho: me quedé descolocado.

*****

El médico me examinó una y otra vez.

- Es muy extraño. – le dijo a mi madre. – Le ha subido la fiebre de repente y sin motivo.

Se equivoca, pensé. Sí que tenía motivo: era la inesperada visita de la madre de Neil y las palabras que me dedicó los que habían conseguido que mi cuerpo quedara afectado de esa forma.

- sí que es extraño… - dijo mi madre.

- tendremos que hacerle unos exámenes de nuevo.

- ¿Por qué? – dijo mi madre extrañada. - ¿no le habían hecho unas pruebas ya?

Esta conversación estaba teniendo lugar cuando mi madre y el doctor creían que yo estaba dormido. Aunque en parte lo estaba… pero no del todo. Me enteraba de todas sus conversaciones.

- Tenemos que hacerle otras pruebas diferentes debido a que en los últimos exámenes dieron unos resultados un tanto extraños…

¿Eh?

- ¿A qué se refiere, doctor?

¿Qué estaba pasando?

- Es solo una suposición… - dijo el doctor. – Pero creemos que su hijo pueda tener una enfermedad catalogada como “poco común” o “rara”

- ¿Qué? – dijo mi madre, totalmente asustada.

- Es solo una suposición… veremos a ver que nos dicen los exámenes.

Pero… ¿Qué le estaba pasando a mi cuerpo?

 


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