Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dogtooth&Sparking Red por AcidRain9

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Muy buenas a todos, les traigo un nueva historia que cree mientras estaba en el trabajo, la actualización de mi otro fanfic vendrá pronto, asi que mientas les dejo esta que espero les guste un poco, enormes besos

 

“Te amare, no importa lo que digas

Tengo amor en mis dedos, lujuria en mi lengua

Dices que no tienes nada, entonces ve y toma un poco

De corazón roto a corazón roto,

Soy tu lobo, soy tu hombre,

Dije que corras pequeño monstruo, antes de que sepas quien soy”  Royal Blood, Litte Monster

 

Y aquí vamos de nuevo,

Ichiji suspiro mientras abría la puerta de su casa, coloco las llaves en la mesa y camino cadenciosamente —pisada tras pisada, pequeña, misteriosa—, había visto el hibrido de dogtooth estacionado cerca, y aunque desde afuera las luces estaban apagadas, ya sabia que esta noche estaba esperando por él.

Vio el reflejo plateado del estandarte que colgaba del grueso cuello y reconoció la letra del centro, era una C.

—Lo primero que harás será pedirme que salga de tu departamento…— escucho el murmullo salir de una voz áspera y ronca, e Ichiji prendió la lámpara para que los estremecedores ojos rojos no fueran lo único que iluminara la sala.

Entonces lo vio, la enorme silueta masculina estaba descansando cómodamente sobre su sofá de piel natural, tenía las piernas abiertas de lado a lado y sus pesadas botas de cuero, sucias de lodo, estropeaban el impecable color blanco de su alfombra.

El pelirrojo había cambiado cada cerradura de puerta y ventanas hace menos de una semana, y estaba pensando seriamente en contratar un sistema de alarma más eficaz, pero probablemente ni eso frenaría a Charlotte Katakuri, el hombre era un profesional.

—No hace falta ser un genio para intuir eso— respondió poniendo la suela de su zapato sobre la bota izquierda del hombre y dándole un ligero pisotón. —Tienes una extraña intuición para aparecerte cuando de peor humor estoy.

No importaba que Katakuri estuviera invitado o no, su casa se había vuelto un refugio para él, e Ichiji no sabia si debía de sentirse halagado de que uno de los tiburones mas gordos de la ciudad lo honrara con su presencia; el hombre era un miembro de alto calibre de una de las organizaciones mas peligrosas de todo el país, incluso había una recompensa por su cabeza, una excesivamente alta.

Su madre se dedicaba a controlar todo asunto que tuviera relación con la distribución de armas, drogas o prostitución en los rumbos mas bajos, era una reina de lo grotesco, y tenia a mucha gente trabajando para ella, desde distribuidores que no eran una  amenaza realmente grave a monstruosos mercenarios como Katakuri.

Katakuri era el peor de todos ellos. 

Su padre lo sabia, Judge conocía cada nombre y seudónimo de todo rostro relacionado con Big Mom, —apodo por el que Linlin era llamada—, y su padre no era ni mas ni menos que el mismísimo jefe del departamento de policía del estado.

—Sabes que si alguien te ve aquí habrán problemas…— Katakuri bufo mientras lo escuchaba, Ichiji no era ninguna macabra Julieta, ni él ningún Romeo. — No puede haber ningún tipo de conexión entre nosotros, los periodistas ya especulan mucho, son peores que las ratas.

—Estaba esperando a que dijeras eso.

Había un diminuto ápice de diversión en su tono de voz, uno que jamás nadie podría descifrar a menos que esas personas se llamaran Vinsmoke Ichiji y fueran pelirrojos de 1,86 metros de altura.

—Y según tu, ¿qué mas voy a hacer? — bosquejo una sonrisa metódica y coloco una mano sobre su cadera, flexionando una de sus piernas.

—Te recargaras en la pared y cruzaras los brazos mientras mueves el talón, cinco veces, siempre lo haces cinco veces, también me reclamaras traer olor a pólvora y sangre a tu casa.

La mirada de Ichiji recorrió minuciosamente la diminuta gragea que el hombre de cabello granate lanzaba al aire, había tenido que cerrar la boca de ultimo momento para reprimir la queja que estaba a nada de expresar, y metió las manos dentro de sus bolsillos para evitar cruzar lo brazos, tal y como Katakuri había predicho, porque aquel hombre nunca se equivocaba, jamás lo hacia.

— ¿Terminaste de divertirte analizándome, Dogtooth? Porque si no estas aquí para matarme —cosa que bien sabia eventualmente sucedería— o por algún trabajo de mi padre, deberías de irte.

—Casi término— volvió a arrojar la gragea y la atrapo entre sus enormes manos. —Lo ultimo que harás será pasar tus ojos sobre todo mi cuerpo para asegurarte de que este ileso, porque no puedes evitarlo…

Ichiji apretó los labios y camino hacia el escaparate de su vinoteca, agarro una copa que estaba colgada sobre el techo del mueble y saco una botella, sirviéndose elegantemente un trago. —Bastardo presumido— hilvano a lo bajo.

Niji solía divertirse cuando Ichiji trataba de deshacerse del criminal y enviarlo fuera, entonces decía que parecía una anciana amargada echando al holgazán de su marido a la calle, ocasionando que Yonji le acompañara en las burlas, pero Niji era simplemente un completo estúpido cuya única alegría en el mundo era estresar a otros.

Aunque tal vez tenía razón y juntos, el mercenario y el hijo del corrupto trabajador del gobierno eran un extraño caso.

—Y entonces me daré cuenta de que estas bien, que te conservas en una sola pieza y te volveré a echar, largo. — sonrió bebiendo a pequeños sorbos el alcohol.

Katakuri observo como sus suaves y llenos labios iban tintándose de un fuerte carmín y secretamente se devoro aquel suspiro de satisfacción que desagarro la garganta del Vinsmoke.

—Y los dos sabemos que ni aun asi me voy a marchar…

El Charlotte se coloco detrás del pelirrojo, pego el pecho contra su espalda y acaricio su cuello con la punta de su nariz, olfateo su aroma; fresia y loción. 

Ichiji se estremeció.

—Algún día eventualmente lo harás, te cansaras de venir aquí y verme, asi que puedo esperar a que eso ocurra, deseo tanto que ocurra. —un espasmo involuntario lo invadió cuando Katakuri mordió su oreja, entrecerró los ojos. —A que por fin te aburras de venir a mi.

—Entonces se paciente y espera todo lo que tengas que esperar. — El moreno gruño, desabrochaba su camisa, no era cuidadoso con la seda, pasó la lengua sobre sus hombros y la tela por fin cayó al suelo revelando el cuerpo de un muchacho joven, de sutiles músculos, un maniquí cansado pero hermoso. 

 —Es cuestión de tiempo, los humanos somos asi— la voz de Ichiji se quebró, Katakuri hundió el rostro en el hueco de su cuello e inhalo, un profundo hormigueo recorrió su vientre. —Cuando sabemos que tenemos algo asegurado el interés se acaba.

— ¿Tengo tu casa asegurada? — Sus manos —ásperas, callosas, hechas para el trabajo duro— recorrieron su abdomen, deslizándose en el borde de sus pantalones sexualmente, burlándose de su vientre, su lugar favorito; desabrocho el botón y corrió el cierre, subió sus dedos, rozando sus omoplatos y los huesos de su cadera, rasgando con las uñas la suave carne de su estomago plano. — ¿Te tengo a ti asegurado?

—Ni en tus mejores sueños, Charlotte Katakuri. — saboreo una a una las palabras de aquel nombre.

Katakuri lo hizo girar abruptamente, sostuvo sus caderas y recargo con brusquedad una de sus manos sobre la base de la vinoteca, recreando la sinfonía de estacatos de vidrio tintineando juntos, atrapo el delgado marco de Ichiji entre el mueble y él.

—Lo cual es de esperarse, porque no acostumbro a dormir mucho, Ichiji…

— ¿Sera por las pesadillas de toda la gente a la que has matado? — respondió cínicamente sobre sus labios, contorneándose lascivamente los suyos con la punta de su lengua.

—No, yo lo atribuiría a simple insomnio ocasional.

La primera vez que el camino de ambos hombres se cruzo fue hace dos años, cuando el padre de Ichiji busco su servicio para eliminar las piedras de su camino, él y Linlin habían pactado, él seria ciego y sordo solo por ellos, ella se volvería su arma ocasional.

El dinero en efectivo— fueron sus palabras, siempre iba directo al grano.

Hombre interesante, pero nada más— Ichiji susurro, lo veía recargado en el umbral de la puerta, y no fue verdad, ese hombre no era cualquiera, era impresionante y atemorizante. Un ser que las masas consideraban digno de alabanza.

La segunda vez ocurrió a lo veintidós recién cumplidos del pelirrojo, había sido una mala jugada del destino de que de todos los lugres, Katakuri estuviera desangrándose cerca del departamento de Ichiji, su futuro santuario. Venia de asesinar a un hombre en los territorios de Shanks El pelirrojo, y por primera vez en toda su vida como mercenario no había salido ileso.

Si Ichiji había estado sorprendido, no lo había dicho, pero contados eran los hombres que actuaban con la calma de Katakuri en momentos como esos. Haber seguido con vida y llegar tan lejos ya era impresionante, sobre todo cuando tenía una profunda incisión atravesándole la boca de un lado a otro. 

El mensaje de su agresor había sido claro, y aunque la piel de Katakuri había sido el papel, el destinario era Big Mom…Había sido una advertencia, las calles estaban repletas de gente poderosa y ansiosa por iniciar una guerra.

Aunque, lo mas increíble de todo había sido que de entre todo el mundo, Ichiji Vinsmoke, el mayor de los hijos varones de Judge y quien  probablemente era el ser humano que reflejaba mas indiferencia y hastió hacia toda vida ajena, se encargara de él.

—Deberías de ser menos insolente con la persona que te salvo la vida, Katakuri… — la voz de Ichiji salió adormecida mientras se dejaba llevar por las caricias del hombre mas grande. —Sigues en deuda conmigo, siempre estarás en deuda conmigo.

Cuando Katakuri había abierto los ojos, tenía una venda alrededor de su mandíbula y podía sentir toda el área punzando horriblemente, era el peor dolor que había experimentado en toda su vida, chispas en su retina lo hacían intentar parpadear, estaba mareado por el olor a productos médicos baratos y el dolor.

—“Llevas horas durmiendo, no te quejaste ni cuando el efecto de la anestesia paso, tus heridas cerraran y dejaran horribles cicatrices pero supongo que podrás lidiar con eso Dogtooth; me debes el dinero de la cirugía… los médicos clandestinos son un dolor en el trasero, creen que uno es una maquina de billetes y su silencio no es nada barato.”

Ichiji había estado sentado a lado de su cama aquella noche, sostenía de manera delicada una taza de café con una de sus manos, mientras que con la otra pasaba las hojas de su libro con una calma espeluznante, su camisa blanca estaba llena de su sangre —su rostro, su cabello, casi todo su cuerpo— y sus costosas gafas rotas y tiradas en el suelo.

—"Tú las aplastaste mientras te arrastraba hacia aquí—susurro limpiando la comisura de su boca con una servilleta, y frunció el ceño, había sido un viaje difícil, el hombre pesaba una tonelada.  —Lo cual es una pena, porque eran mis favoritas."  

No lo había salvado ninguna especie de ángel, porque Ichiji era mucho más parecido a un demonio.

Agarro su nuca con fuerza, enredando los dedos de manera tosca en los largos cabellos borgoña, Ichiji reprimió un gemido y fue obligado a arquear la espalda.

— ¿Es que acaso todo lo que sabes hacer es hablar sobre negocios? — El mercenario rodeo su cintura, se encorvo para poder hacerlo, dado a que la altura que le llevaba marcaba una gran diferencia, acuno sus palmas en la espalda baja y presiono con suma fuerza, lo estampo contra él.  

—¡Ah!...Así como lo único que tú sabes hacer es seguir ordenes—Ichiji estrello su boca contra la del moreno y Katakuri intensifico el beso, introduciendo su lengua dentro de la cavidad del otro y acariciando cada pliegue del interior, lamiendo su paladar, creando un beso malsano que le robo el aire y lo hizo jadear sonoramente. —Sabemos. Lo único que sabemos.

Porque él había sido educado para nunca desobedecer ninguna exigencia de Judge. Su niñez, su adultez, todo era de su padre, lo había sido desde el principio y asi seria hasta su fin.

Ichiji se aparto, tratando de recuperar de forma discreta el oxigeno; sus costillas subían y bajaban rápidamente y su cabello era un completo desastre, los mechones rojos estaban por todos lados, sus suaves músculos se hondeaban con sensualidad en cada pequeña contracción de su cuerpo.

La imagen hizo que Katakuri se lamiera los labios y volviera a atacarlo, Ichiji abrió los ojos con desmesura pero se relajo rápidamente, colocando los dedos cual garras sobre el pecho del moreno, arañándolo con saña y admirando cada curvatura y flexión de su fuerte abdomen, cada musculo exuberante y delicioso.

Hace algunos meses habían comenzado con esto —Los acostones clandestinos—no estaban juntos de un modo romántico, era imposible que dos seres como ellos pensaran en la palabra con A.

Según la ciencia —que era lo único a lo que Ichiji era fiel creyente— estar enamorado era un fenómeno integral que involucraba al cerebro y a los órganos productores de hormonas, lo que Katakuri le provocaba a Ichiji era lujuria pura, también odio, adrenalina, pasión, vergüenza, emoción y otra vez…Odio, mucho odio, hacia el mercenario, hacia si mismo. Nunca se le había permitido estar tan vivo.

 — ¡Mhhg!— Ichiji gimió, dándole una fuerte palmada en el pecho cuando lo sintió apretar sus glúteos sin previo aviso, cuando los toscos dedos se adueñaron de esa zona se sacudió y susurro como una perra, su sexo latió con precisión queriendo que Katakuri entrara y lo calmara. 

—Demasiado sensible…— La boca de Katakuri se deslizo atrevida hacia sus clavículas y hombros, haciendo succión de la piel mientras que sus manos se apoyaban en la espalda del menor y lo pegaban contra él, estampándolo sobre el bulto de sus pantalones. —No hay caso en que lo ocultes.

—Si dejas marcas yo mismo me encargare de diseccionar tu lengua— Ichiji entrecerró los ojos. —Sabes que soy capaz de hacerlo.

—No me importaría correr el riesgo— Katakuri arrojo al pelirrojo al sofá y se coloco encima de él, paso la lengua sobre sus pezones duros e hinchados y jugueteo con su ombligo hasta morder fuertemente la cadera.

— ¡Katakuri! —jadeo, pegando un respingo.

Una de sus rodillas estaba entre las piernas de Ichiji, presionando con fuerza su zona intima, haciéndole reaccionar a él, el hombre del cabello de ciruela abrió el botón de sus pantalones y los bajo, dejándolos resbalar hasta sus tobillos junto a su ropa interior,  Ichiji se quito los zapatos y termino de desnudarse él solo.

Katakuri miro su cuerpo sin ningún atisbo de pudor, contemplándolo de hito a hito, algunas zonas habían comenzado a enrojecer  y su miembro estaba completamente erecto y goteando de pre semen, delatando sus ansias, esperando por su tacto.

El pelirrojo volteo la cara y la cubrió con su brazo, haciendo una mueca con sus labios, era vergüenza.

—De entre todos tus defectos, al menos eres un buen amante y lo reconozco —susurro en voz baja, corriendo el rostro lo más que podía. —Jamás voy a repetir eso.

—Es fácil tenerte en este estado…—Katakuri paseo sus manos por los blancos muslos del ojiazul, acariciando desde sus tobillos hasta sus nalgas, Ichiji se mordió los labios y  un pequeño tic en su ceja delato toda su vulnerabilidad.

Katakuri le abrió las piernas con aspereza, separándolas de lado a lado y exhibiendo los confines de su interior sin ninguna pena.

—Te encanta ser dominado…Sometido ante una fuerza que no sea la tuya…te excita de sobremanera, ¿no? — cepillo su nariz entre los pectorales del pelirrojo y subió hasta su cuello, las yemas de sus dedos acariciaron toda la extensión de piel que podían, contorneando su abdomen y su pene hasta introducirse en su entrada y hacerlo apretar los dientes, se movió brusca y duramente.

 —Deseas con todas tus fuerzas que yo haga esto, pero prefieres morir antes que admitirlo.

—Te detesto tanto…—Ichiji tomo el rostro de Katakuri entre sus manos y estampo sus labios contra los de él.

—Sabes que no es verdad…—Katakuri mordió su labio inferior y aumento el ritmo de las embestidas de sus dedos, haciendo que el menor diera pequeños saltos cada dos por tres, los ojos de Ichiji habían escurecido algunos tonos, haciendo que aquel azul siempre sombrío se viera casi negro por el deseo y la excitación.

—Se siente bien, ¿eh? —  Fue más profundo, ganándose un grito ronco de la boca del pelirrojo, empujo sus dedos con habilidad, tijereteando y abriendo su recto lo más que podía, lo suficiente para prepararlo para recibir su hinchado falo; lo dilato sin contemplaciones, no seria suave, Ichiji daba bocanadas impacientes por recuperar el aire y la saliva escurría por las comisuras de su boca.

—Estas siendo demasiado altanero Katakuri, si vas a quedarte aquí, al menos has que valga la pena y entretenme — su voz se quebró en un largo gemido, mientras con dificultad  levantaba una de sus piernas y con el pie desnudo palpaba la palpitante erección que el asesino escondía debajo de sus pantalones, aplastándola de arriba hacia abajo, escucho a Katakuri jadear, con el talón recorrió todo la base.

—Vamos…hazme sentirme bien, entonces yo también lo hare.

—Tranquilo, lo hare pronto— Una media sonrisa se formo en las facciones de Katakuri.

El cabello de Ichiji se había desacomodado y podía mirarle ambos ojos, tenia un ceño gruñón, odiaba cuando lo miraba fijamente y Katakuri sabia la razón, el pelirrojo sentía que al hacerlo, quedaba expuesto, e Ichiji a lo único que le temía era a ser visto como alguien débil, a exhibirse tanto ante otro ser que después fuera imposible volver a ser el mismo bloque de hielo de siempre. Su padre lo había destinado a estar casi muerto.

Era como uno de esos soldaditos de juguete, solo que incluso quebrado seguía viéndose demasiado bien.

La pierna de Ichiji volvió a deslizarse hacia abajo, y Katakuri abrió la bragueta de sus propios pantalones, bajando también su ropa interior, bajo la tela solo un poco; solo para permitirse sacar su orgulloso pene, que se alzaba enorme y ancho con varias venas morenas en el monumental tronco.

Ichiji sostuvo su peso en sus codos y de un jalón lo atrajo a él, demandando con insistencia sus labios llenos de costuras, Katakuri gruño, entregándose al beso, pero lo volvió a inmovilizar contra el sofá y condujo la cabeza de su pene en la estrecha hendidura del Vinsmoke.

El moreno suspiro por la sensación de presión que envolvía su miembro; el calor que el interior de Ichiji desprendía era abrazador mientras sus confines se abrían para recibirlo y la expresión en el rostro del ojiazul se quebraba ante tal tamaño, era una de las cosas más sucias pero calientes que Katakuri había presenciado. Vinsmoke Ichiji se desvanecía solo por él.

—Deberías de cerrar la boca si no quieres que entren moscas— frunció las cejas,  su voz escapo áspera y burlona, era un gruñido satisfecho.

Ichiji comprimió con fuerza los ojos, sintiéndolos ardiendo por aquel descomunal grosor, apretujo los labios y se abrazo la ancha espalda de Katakuri con desespero, enterrando las uñas y ocultando la cara en su pecho.

El mercenario se movió a un ritmo lento, pero constante, entrando y saliendo, podía sentir las uñas de Ichiji raspando toda la extensión de su espalda, el crujido de sus dientes apretados por el dolor y lo tenso de todo su cuerpo. —Ah, cariño, poniendo esa cara solo haces que quiera acabarte por completo.

Lo vio echar la cabeza hacia atrás, apretando la mandíbula todo lo que podía.

Ichiji  siempre era difícil de tratar, pero para Katakuri era como un libro abierto, conocía cada faceta suya; las había examinado sin que él otro se diera cuenta, desde la forma de su apatía cuando se sentía molesto, sus sonrisas altaneras que mostraban solo un hoyuelo y su inexplicable odio a los insectos.

—No Ichiji, levanta el rostro y mírame— Lo sostuvo por el mentón, obligándolo a verlo a los ojos mientras entraba con mas fuerza en su cuerpo, con frenesí, cada oleada de su respiración solo lo incitaba a tomarlo jodidamente fuerte y hacerlo retumbar.

 

Los ojos del pelirrojo estaban abiertos abismalmente, su ceja de remolino fruncida y sus labios aplastados hasta haberlos dejado totalmente rojos.

—Continua…No te detengas, compláceme.  

Ichiji separo más las piernas, y Katakuri acelero el ritmo, golpeando sus testículos contra las nalgas del niño rico.

— ¡Oh! ¡Maldición! — El pelirrojo se cubrió la boca con las palmas, su respiración era errática pero en su voz se filtraba todo el éxtasis que sentía. 

—No deberías de ocultar cuanto estas disfrutando mientras te hago mío. —Katakuri suspiro, penetrándolo. —Ojala pudieras mirar el desastre tan grande en el que te has convertido.

—No sirve que lo intente ocultar cuando ya lo sabes…— Ichiji enterró sus dientes en sus labios, moviendo las caderas al ritmo de las embestidas. — ¿Por qué siempre tiene que parecer que lo sabes todo? Me molesta.

Katakuri puso sus manos sobre las caderas de Ichiji, enterrando los dedos en su carne, haciendo que el pálido cuerpo se meciera más rápido, Ichiji  levanto sus manos temblorosas hacia el rostro de Katakuri, acariciando sus cicatrices con los pulgares, rozando una por una de las suturas de tan varonil rostro, la textura era rasposa y dura.

—“No deberías de esconderlas, me gustan, te hacen ver enigmático…te destacan de entre todos los idiotas que circulan por aquí, son tu sello personal…”

Si, él le había salvado la vida y si, él se había desvivido por la herida, también eran suyas.

Katakuri taladro su rostro, Ichiji pensaba eso, él admitía libremente el amor que tenia hacia sus marcas, era simplemente un amante extraño y muy complejo, un costoso vino que no estaba destinado a ser de cualquiera.

Salió totalmente de él, volteándolo de forma que su rostro estuviera enterrado en los sillones y su espalda y piernas abiertas dieran contra él.

—Y a mi me gustan tus suspiros…— susurro, restregando su erecto miembro entre el trasero blanco, regocijándose secretamente  cuando la punta de las orejas del Vinsmoke se habían puesto rojas por tan vergonzosa posición;  deleitándose de que un tipo como él, alguien que presumía de un temperamento impenetrable terminara así, era algo que divertía muchísimo a Katakuri y eso era nuevo, dado que él encontraba diversión en contadas cosas. —También tu trasero, tu trasero es increíble.

— ¡Hijo de pe…! ¡Maldita sea, Katakuri! — Un grito de placer escapo de los labios de Ichiji cuando Katakuri volvió a empujar dentro, haciéndolo morder con fuerza la tela del sofá y cerrar los ojos; era demasiado orgulloso para regalarle sus muestras de gozo.

Katakuri gruño, frotando con sus dedos los labios hinchados y húmedos del chico más joven, podía sentir su lengua arremolinándose alrededor de estos eróticamente, los cuales saco para sostener al Vinsmoke por el cuello, sin hacer la suficiente presión para herirlo aunque sabia que Ichiji tenia una asombrosa resistencia al dolor , y choco su pelvis contra sus nalgas; busco su nirvana, cuando la respiración de Ichiji salió completamente trastornada y los dedos de sus manos se retorcieron contra el brazo del sillón, el mayor supo que la había encontrado.

Ichiji se mordió los labios con mucha mas fuerza, rehusándose a cometer algún sonido, pero el sexo con Katakuri era la tarea mas complicada, porque lo hacían sucumbir ante las sensaciones; Katakuri volvió a salir, aplastándose contra él con tanto vigor que lo hizo dar bocanadas de aire y arquearse todo lo que podía, lanzar un grito desesperado.

— ¿Fui demasiado rudo? —murmuro, su aliento bailando sobre su oreja e hizo otra intromisión brutal.

—So… ¡Soportable!— una sonrisa quebrada se formo en sus facciones. —Como un pinchazo en el dedo— gimió recibiendo una nueva penetración, Ichiji comprimió sus paredes alrededor del falo de su amante, apretando y aflojando en cada momento que le recibía, atrapándolo placenteramente.

Katakuri deslizo una mano por las comisuras del cuerpo bañado en sudor y atrapo su pene, Ichiji hizo un ruido satisfecho y movió sus caderas mas rápido, impactando hacia atrás para empalarse, su pulgar aplasto la cabeza del miembro de Ichiji y lo bombeo al mismo ritmo que lo tomaba.

Ichiji grito y lo dejo conducirse mas profundo.

—Esa es una buena forma de decir gracias— el mercenario gruño, sintiendo cerca la liberación de ambos.

Ichiji ahogo un sollozo y arqueo la espalda cuando su orgasmo lo inundo y el pelinegro aprovecho la distracción sosteniéndolo por los bordes que se formaban entre el final de su vientre y el comienzo de sus muslos, colisionando a un ritmo frenético y haciéndolo aullar más alto, el sonido del vulgar chapoteo de sus cuerpos delataba aquel sucio encuentro.

 Sintió el interior del ojiazul contraerse y  apretar su pene, Katakuri jadeo, embistiendo a un ritmo desigual, deteniéndose solamente cuando su propio clímax se libero marcando con su esencia a Ichiji.

El cuerpo del chico pálido cayó contra el sofá, respirando con desesperación, Katakuri saco su miembro semi-erecto de su interior, y el sonido que se produjo fue similar al de una succión, se sentó a su lado y recargo la espalda sobre los mullidos asientos, dejando colgar su cuello, de reojo miro a Ichiji, con su boca abierta y la cara sonrojada, mientras de sus muslos escurría a montones su esperma.

Suavemente cayó sobre sus piernas, descansando en él.

—A la próxima que entres de esa manera a mi casa, al menos espero un saludo antes de que hagas esto.

—Podría prepararte un coctel también— Katakuri dijo sarcásticamente, cerrando los ojos lentamente, jugueteo con un mechón de cabello rojo y lo peino suavemente.

—No seria una mala idea…— Ichiji puso la mano sobre su pecho, tratando de regular sus respiraciones, no iba a admitir que había sido estupendo.

—O bien podría mudarme aquí— Katakuri bromeo, disfrutando la manera en que los ojos del pelirrojo se habían abierto; Ichiji le mostro los dientes, arrastrándose con la poca fuerza que tenia, sentándose arriba suyo, puso el dedo en su garganta y murmuro un pobre No te atrevas, después de lo que habían hecho, no se veía nada amenazante.

—No hablaba en serio—Katakuri susurro, agotado para tan siquiera pensar en discutir.

—Por tu propio bien espero que no, boca rasgada.

—Aun puedo cambiar de opinión, ceja estúpida.

 

 

 

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).