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El último pétalo [omegaverse] saint seiya por chibi fujoshi 374

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-atrapenlo! - eran las voces de algunos comerciantes que seguían al escurridizo ladrón que les había robado algo de dinero y comida, ese muchacho era demasiado Ágil, veloz y hábil para escapar llegó incluso a saltar entre los techos para huir, ya llevaba meses robandoles y hasta ahora no pudieron atraparlo.
 
-fue un placer pasar el tiempo con ustedes caballeros! - dijo desde lo alto de una de las casas, una gran capucha cubría su rostro apenas podía verse su sonrisa de diversión y orgullo, tomó una de las manzanas que había robado, le dio un mordisco y luego la tiró en frente de sus perseguidores.
 
-vas a pagar caro maldito ladrón! - gritó uno de ellos.
 
-te cortare la mano cuando te atrape! - fue la voz de otro, la risa del ladrón se escucho mientras se alejaba dejándolos en ese callejón sin salida, como siempre, se había salido con la suya, ahora mezclado entre la gente y subiendo y bajando de algunos carruajes con agilidad y de forma silenciosa se trasladó tan cerca de su casa como pudo, era una casa vieja, destrozada y la mitad tenia escombros negros cual carbón, pero al menos era un techo bajo el cual vivir, y permitía que no murieran de frío por el invierno.
 
-Afrodita! - fue la voz de un niño que se asomó por la ventana.
 
-es Dita! Ya llegó - pronto se armó un pequeño bullicio entre los 5 pequeños niños que estaban ahí que rodearon rápidamente al mayor.
 
-¿nos trajiste algo?.
 
-tenemos hambre.
 
-si, tenemos mucha hambre - entre todos comenzaban a jalar el ropaje del mayor quien soltaba leves risas mientras intentaba alejarlos. 
 
-claro que traje comida, tengan - lanzó una bolsa con frutas de toda clase la cual los niños atacaron con rapidez - ¿dónde esta Shaka? - pregunto con una sonrisa mientras miraba sus bolsillos había guardado varias uvas para el rubio, las uvas de color morado eran las favoritas del mayor y las más extrañas de conseguir en ese lugar, por lo que siempre aprovechaba cualquier oportunidad para tomarlas y darselas a Shaka.
 
-sigue en su habitación, no quiere salir de ahí - uno de los niños le respondió y siguió comiendo, Afrodita suspiro, sabía que aquella vida no era fácil, pero las cosas empeoraron mucho cuando Shaka se dio cuenta que perdía la vista progresivamente, no entendía el motivo, simplemente cada día su vista se hacía más y más borrosa, se sentía enojado, impotente, inútil en todo sentido, ya no podía tan siquiera leer, el entrenamiento que había recibido de niño no era el todo completo, le aterraba quedarse ciego, y eso había cambiado su carácter de Pacífico a algo agresivo y aislado.
 
-Shaka? - pregunto la voz calmada y tranquila del joven que entraba a la habitación - te traje algunas uvas, quizás te guste - dijo sonriendo levemente mientras se acercaba a la cama donde el rubio descansaba.
 
-lo robaste - fue una afirmación más que una pregunta y lo miró con enojo y molestia.
 
-... n..nooo... lo gane limpiamente - mintió sonriendo nerviosamente - sólo come...
 
-no me gusta que robes, podrían atraparte - dijo mientras con algo de resignación tomaba una de las uvas y la llevo con lentitud a su boca.
 
-no lo harán, soy el mejor en esto - dijo con orgullo, así que no te preocupes, además, de otra forma moririamos de hambre - bajo la mirada con algo de tristeza, desde que había mejorado la forma de robar a sus sólo 11 años se dedicó a eso para poder tener algo de comer, y ahora con ya 15 había ganado gran habilidad y práctica.
 
-conseguire un trabajo - aseguró el rubio estirando sus manos hacia el rostro de su amigo, lo cual fue algo difícil, este ahora sólo era una figura borrosa para el, no podía distinguir bien sus facciones.
 
-no te preocupes... Yo tengo todo bajo control - sintió las manos de Shaka acariciar su rostro, eso se había vuelto costumbre desde que Shaka afirmó no que ya no podía distinguir su rostro, cada que tenía oportunidad recorría suavemente con sus manos el rostro de Afrodita, rozando sus labios, recorriendo sus pómulos y párpados, intentando recordar cada aspecto de quien lo habia acompañado durante esos años, desde que tenía memoria.
 
Quizás ya había olvidado muchas cosas, apenas si recordaba de donde había venido, y el encargo de aquel niño que los había salvado, incluso había reprimido aquel recuerdo de la matanza que habían presenciado en el Castillo de Afrodita, no lo recordaba, o más bien no quería recordarlo.
 
Afrodita había reunido suficientes monedas para poder llevar a Shaka a un buen médico, había oído de personas que podían curar a los ciegos, y el haría cualquier cosa por su amigo, Shaka era el único que lo cuidaba y protegía, incluso en los días en que entraba en celo, que se había manifestado en el desde hace un año atrás, no le agradaba nada esos días, dejaba a Shaka desprotegido y a los niños también, tres días donde eran vulnerables.
 
Al ser un Beta, Shaka podía protegerlo sin sobrepasarse, las feromonas de Dita no le afectaban, aunque el comportamiento de Afrodita era bastante... extraño durante esos días, pero ambos ya se habían acostumbrado.
 
Shaka se acercó intentando verlo mejor, quería verlo de nuevo, necesitaba verlo una vez más y no sólo observar una mancha borrosa sin forma, Afrodita se puso algo nervioso por aquel acercamiento y se encogió de hombros.
 
-...y...yo...yo tengo que salir - dijo alejándose del rubio.
 
-otra vez? - pregunto este mostrándose un poco disgustado, era mejor tener a Afrodita cerca, cada vez que este salía siempre era para robar.
 
-Si, volveré rápido, no te preocupes - dijo con una sonrisa que Shaka no pudo ver, Afrodita suspiro pesadamente y salió de ahí, no sin antes tomar una pequeña caja escondida donde había guardado todo el dinero que robó desde hace casi dos años.
 
 
 
[...........]
 
 
 
 
La risa de ambos jóvenes se escuchaba como un eco en los pasillos del Castillo de piedra.
 
-eso es asqueroso Mila... No te comas tus mocos - decía el joven Príncipe de cabellos azules que cargaba a una pequeña niña pelirroja de apenas 1 año de edad, su pequeña sobrina hija de Ecarlate y Mystoria a quien le encargaban cuidar junto con Camus.
 
-Milo, eres demasiado infantil, parece que tienes la edad de la señorita Mila - dijo Camus mientras intentaba leer un Libro, Milo cargaba a la pelirroja para hacerla reir.
 
-eres demasiado serio - se quejó el mayor - ¿seguirás así cuando tengamos nuestros hijos? - pregunto en un tono bromista, Camus fruncio levemente el ceño.
 
-sabes que eso es imposible, en primer lugar nunca me casaría contigo, y en segundo... sabes que nunca tendré hijos - dijo de forma algo hiriente, Milo sonrió aunque en el fondo le dolía ser rechazado, por... ya había perdido la cuenta, creía que algún día se casaría con Camus, pero este simplemente parecía odiar el sólo tocar el tema y Milo se había acostumbrado a que este lo rechazará de tal forma una y otra vez, e incluso ya abandonaba la idea de tener oportunidad con su frío amigo.
 
-eres cruel conmigo - llevo una mano a su pecho y fingió que este le dolía bastante, aunque en parte si le dolía, pero luego se distrajo cuando Mila tiró de su cabello.
 
-levantate, eres infantil - regaño Camus mientras tomaba a la niña y la puso sobre sus piernas para poder arreglar un poco su ropa.
 
Milo abrió la boca para decir algo pero la puerta se abrió repentinamente con uno de sus soldados que apenas recuperaba el aliento.
 
-alguien intentó robar la sortija de su madre - Milo se puso de pie de inmediato, aquella sortija era el unico recuerdo que tenia de su madre quien habia muerto cuando el apenas era un niño, la tenía guardada en su habitación se prometió a si mismo dársela a Camus cuando se casarán, aunque esa idea ya había muerto lentamente con cada año.
 
-¿encontraron al ladrón? - pregunto con una gran seriedad mientras se alejaba de Camus y Mila.
 
-Si, intentaba huir atravez de los establos - dijo el soldado mientras lo guiaba a la sala del trono, donde tenían al ladrón para recibir su castigo, al abrir la puerta sintió un extraño olor a rosas y lodo, de alguna forma era encantador, y dirigió su mirada hacia el joven que estaba de rodillas en el suelo con ambas manos encadenadas.
 
Afrodita tenía la mirada perdida, "no es suficiente" eran las palabras del doctor que se negaba a atender a Shaka, le faltaba casi el doble de lo que tenía... estaba desesperado, así que tomó una decisión apresurada, ¿dónde podía haber más oro y joyas que en el Castillo? No pensó que lo atraparian... ahora dejaría a Shaka sólo... sabía las consecuencias de sus actos, ni siquiera podría despedirse de Shaka.
 
-¿me estas oyendo? - fue la voz del Príncipe que se acercó a el con enojo, al parecer estaba hablando desde hace algunos minutos.
 
-....Si...
 
-lo que hiciste tiene como mínimo el castigo que la horca... o quizá cortarte las manos sería mejor - dijo de forma bromista y sonriendo con cierta malicia - pero considerare bajar tu pena si me dices por que me robaste - los ojos azules de Milo se clavaron en los de Afrodita casi escudriñandolo como si quisiera ver a través de el.
 
-necesitaba ayudar a mi familia... el... el me necesita - dijo con la voz temblorosa, los ojos de Milo aun seguían mirándolo fijamente, tenían un color cielo claro, casi parecían un par de gemas, de alguna forma le recordó a Camus, a su cabello celeste siempre cubierto por algo de escarcha de la nieve constante de ese lugar, aunque casi podía jurar ver el cielo de una gran y hermosa pradera a travez de los ojos de ese muchacho.
 
-bien... entonces, no te matare - dijo sonriendo levemente - llevenselo con... shaina - Afrodita no comprendía que sucedía, y temía que fueran a llevarlo a una sala de torturas, pero ni siquiera pudo quejarse cuando ya era arrastrado afuera de aquel lugar.
 
Lo llevaron con la mujer llamada Shaina, quien gritó con enojo al hacerla despertar a tan altas horas de la noche.
 
-... el joven Milo mandó a este Omega... - dijo el soldado algo atemorizado por aquella feroz mujer, cuya fuerza y destreza era bien conocida.
 
-¿que?... ¿Milo? ¿están seguros? - pregunto algo confundida y miró a Afrodita de pies a cabeza, tomó su rostro para revisarlo - supongo que puedo hacer algo... esta sucio... de que callejón sacaron a este? Bien, yo me encargó, largo, fuera de aquí bestias estúpidas - dijo mientras metía a Afrodita a la habitación, la mujer era hermosa, tenía el cabello verde al igual que sus ojos, llevo a Afrodita hacia un baño donde lo empujó a la tina y comenzó a llenarla de Agua.
 
-oiga! Espere ¿que esta pasando? - pregunto intentando sentarse aun con las cadenas sujetando sus muñecas.
 
-¿eres novato en esto? - pregunto tomando una pequeña fuente con agua y la vacio por completo sobre el Omega - bueno, si te vez novato, he visto chicos más jóvenes que tu en esto.
 
-¿que es esto? Y quiteme las manos de encima! -
 
-deja de moverte o no acabare, tengo que limpiarte bien, estas mugriento - las manos de la mujer recorrían el cabello de Afrodita para lavarlo dejando un aroma delicioso y aclarando más ese cabello opaco por la tierra que ahora lucía de un color cielo como sus ojos
 
-señora, que esta pasando? No entiendo! - dijo alzando la voz para que lo escuchará, la mujer dejo lo que hacia un segundo y luego prosiguió con tranquilidad.
 
-... No estas aquí para trabajar ¿verdad? - pregunto con algo de inquietud, sus ojos se dirigieron a Afrodita con preocupación, el menor se veía confundido.
 
-No... yo... intente robar algo... - dijo bajando la cabeza.
 
-¿estas loco?... podrías perder las manos, ¿que robaste?
 
-algunas joyas del Príncipe... el salón de la corona y la bóveda de riquezas del Rey están bien vigilados, necesitaba algo fácil... - susurro en voz baja -... tenía que ayudar a un amigo... - dijo esta vez con una voz que comenzaba a quebrarse - ¿qué va a suceder conmigo? - miró de forma interrogante a la mujer quien sonrió de forma algo triste.
 
-te quedarás aquí... si no te cortaron las manos o te ahorcaron lo pagarás con trabajo de por vida... y si eres un Omega... quizás te requieran para otra clase de servicios - Shaina tomó una esponja para limpiar el cuerpo de Afrodita, quien parecía intentar procesar la información que recibía - es la primera vez que Milo decide usar esa ventaja... creo que le gustaste - soltó una leve risa intentando calmar el ambiente tenso de ese momento.
 
-... yo tengo que salir - intento ponerse de pie, pero Shaina lo regresó a la tina de un jalón.
 
-no puedes salir... No te dejarán, si lo haces seras tomado de traidor, te buscarán y te asesinaran - advirtió con una gran seriedad, la vigilancia era bastante fuerte debido al temor de ser traicionados por alguien, nada entraba o salía de aquel castillo sin autorización de los monarcas, y ahora con la infiltración de Afrodita la seguridad subiria aun más. - si eres bueno con el señor Milo quiza te deje salir por un dia... procura no hacerlo enojar, es un buen chico... - dijo intentando calmar a Afrodita - al menos... al menos ahora vivirás en el Castillo, tendrás comida, agua y un buen lugar para descansar... es un buen cambio - intento animarlo y le sonrió levemente.
 
-tengo que volver con Shaka - susurro mirando con tristeza las burbujas y espuma que había en el agua.
 
 
 
[...............]
 
 
 
Kanon acompañaba a los líderes aliados a la salida pues su reunió habia terminado, dejando en conclusión que por supuesto no les vendría mal tener otro aliado, ahora la reunión quedó entre Saga y Aioros, quienes se suponía determinarian los términos de su nuevo acuerdo.
 
-no! Ya no quiero! Déjenme! - gritó el pequeño Lemuriano que había despertado de su trance - Aldebaran! Sueltame, no quiero volver, no quiero volver! No quiero! - su verdugo era un hombre enorme y musculoso, que se encargaba de que no huyera y lo mantenía en su pequeña y oscura habitación, ese lugar que comenzaba a volver loco a Mu, las voces de las personas de todo el Castillo se oían en su mente sólo tenía control cuando Saga lo controlaba a el, después de eso, era apenas era un adolecente que no sabía controlar sus poderes que le habían hecho despertar a la fuerza.
 
-Aldebaran ya llevatelo de aquí - fue la voz algo distorsionada de Kanon tras la máscara, y el hombre obedeció llevándose a Mu entre sus brazos de forma cuidadosa pero firme, su principal misión era protegerlo y no dejarlo salir de su habitación.
 
-señor hay un problema - murmuró un soldado acercándose a Kanon y le susurro algo al oído, el esposo de Izo habia vuelto a burlar la seguridad y había sido secuestrado por uno de los espías que tanto intentaban atrapar, de hecho justo en ese momento, uno de los subordinados de Izo traía al pequeño príncipe Shura en brazos quien venía llorando y se abrazó con fuerza a su padre.
 
-maldita sea, nunca pueden hacer nada bien? - habló en un gruñido y sintió como la mirada de Izo se dirigió hacia ellos con verdadera furia - bien, fue error nuestro, toma lo que necesites para ir en busca de tu afeminado esposo, es culpa tuya por no saber como controlarlo - dijo mientras intentaba restar la importancia al asunto, Izo se veía enojado y le dirigió una mirada de odio al sujeto escondido tras la máscara y subió rápidamente a su carruaje para intentar seguirle el rastro a Cardinale.
 
-lo sentimos mucho señor, no supimos en que momen... - la espada de Kanon se enterró en su garganta y la abrió hasta dejarlo desangrandose en el suelo.
 
-recuerden esto todos ustedes - dijo con aquella voz grave que forzaba para poder intimidar un poco, los soldados a su alrededor lo miraron atentamente - no aceptamos errores aquí!... ahora limpien este desastre si no quieren terminar como el - dicho esto tomó su espada y se dirigió al interior en busca de Saga, no quería dejarlo sólo, quizás alguien lo atacaria y eso no podía permitirlo, encontró al hermano de Aioros sentado en el pasillo con un León a su lado a quien le daba trozos de carne mientras miraba hacia un punto fijo en la nada.
 
-no entres ahí - dijo el castaño en cuanto vio las inteciones del enmascarado de adentrarse al salón donde se llevaba a cabo la reunión privasa de Saga y Aioros - dijeron que nadie debe entrar... ni siquiera tu - el adolecente suspiro y siguió acariciando la melena suave de León mascota.
 
Kanon fruncio el ceño e intento ver por las pequeñas rendijas de la puerta, todo lo que incumbia a Saga era su problema, y debía saber que ocurría, apenas podían verse pequeñas partes de algo que dejó impactado al gemelo menor, Aioros se encontraba semidesnudo sujetandose del trono de Saga y ahogando gemidos al ser penetrado y embestido por su amante, ambos se movían de forma acompasada y casi al mismo tiempo siguiendo un determinado ritmo, Kanon retrocedió antes de poder ver más de aquella horrible escena, Aioria sonrió como si con sólo mirarlo pudiera decir: "te lo dije", se quedo parado enfrente de la puerta por unos minutos, como si intentará procesar y comprender lo que había visto, sentía un horrible nudo en la garganta que hacia que respirar se volviera doloroso, sentía como sus manos temblaban y parecían sudar ante la rabia impotencia y dolor que sentía, por suerte su marcará cubría su rostro para que Aioria no viera ninguna de sus tontas expresiones, en cuanto consiguió recuperarse un poco del impacto se fue de ahí sin decir ni una palabra más.
 
No entendía el por que le dolía tanto, se sentía de alguna forma traicionado, y en cuanto llegó a su habitación comenzó a tirar y romper todo a su paso, estaba furioso y dolido, tenía tantas ganas de llorar pero no podía permitírselo.
 
-maldito Aioros... - susurro en voz baja en cuanto sintió que se había cansado de tirar, patear y romper las cosas, sintió un horrible sentimiento que recorría su cuerpo, odiaba a aquel castaño, y sentía celos de el, se maldijo a si mismo por seguir sintiendo aquel amor fraternal que se había salido de su control, en cuanto se daba cuenta que comenzaba a ir a un ámbito más romántico y sexual se reprimia a si mismo, mataba y ahogaba aquel sentimiento pero este siempre regresaba, como en este momento en que deseaba con toda su fuerza ser quien estuviera en el lugar de Aioros, se sentía asqueado consigo mismo, se sentía un enfermo, sus manos nerviosas comenzaban a rascar su propia piel como si de esa forma pudiera quitar aquel sentimiento de remordimiento y repulsión que se tenía a si mismo.
 
 
[...........]
 
 
Albafica había tenido una revelación si se podía decir así, los árboles parlantes parecían tener curiosidad de el, ya que en sus excursiones al bosque encontró más de uno, las personas de la aldea los consideraban demonios pero para el sólo eran criaturas algo aterradoras al principio pero amables y curiosas, no eran muy peligrosos si no se les amenazaba, lo habia comprobado cuando Minos creyó que estaban atacando a Albafica y comenzó a mandar lanzas contra ellos logrando que los árboles (ahora bautizados como Treants) lo atacaran al considerarlo un peligro, eso hasta que Alba se interpuso y explicó todo a su esposo.
 
Había muchas cosas extrañas en esas criaturas, ya que después de sólo un día de escuchar hablar a Albafica, comenzaban a hablar de forma algo primitiva pero comprensible, lo mismo paso con Minos de quien absorbieron rápidamente su idioma, y aunque parecieran un total Ejército aveces en total sólo eran 5, al parecer ellos podían animar a los árboles comunes, como le enseñaban a Albafica en ese momento.
 
-pequeño árbol... caminar hacia Alba - dijo uno de los 5 principales al tocar a un pequeño árbol que apenas parecía estar creciendo, este comenzó comenzó temblar un poco y Luego reaccionó corriendo hacia Albafica.
 
-impresionante... - dijo mientras tocaba las hojas de aquel árbol, aunque su puso algo triste al verlo en comparación con los demás árboles parlantes... podía compararlo con un niño, era como si el mundo le recordará que no tendría a su bebé.
 
-triste... ¿por que triste? - pregunto la gruesa y fuerte voz del Treant.
 
-no es nada... sólo estoy pensando - dijo sonriendo nerviosamente, miró hacia el cielo intentando calcular la hora ya que parecía oscurecer - volveré mañana, ya debo volver con Minos - dejó el cuaderno de notas que estaba haciendo respecto a sus nuevos amigos, y cada aspecto de ellos que había descubierto en los últimos 3 meses ahí, incluso los había dibujado, era algo con que entretenerse al ser ignorado por toda la aldea de Minos, aunque claro eso le hacía sentirse extraño, no es muy normal que tus amigos serán 5 árboles parlantes.
 
La aldea estaba tranquila como siempre, y Minos lo esperaba con un gran pedazo de carne para cenar juntos, en parte sentia que tenía suerte, aunque aun tenia planeado ir por su padre y sus hermanos, Minos se negaba a ayudarlo en eso, así que se sentia atado de manos.
 
-esas cosas son peligrosas... No me gusta que te quedes tanto tiempo con ellos - expresó Minos en cuanto entraron a su cabaña.
 
-no lo son, son tranquilos - defendió en cuanto tomo el primer trozo de carne, podia sentir un olor extraño en esta - ¿de cuando es esta carne? - pregunto con un gesto de desagrado - parece que esta podrido - dijo mientras dejaba de lado la carne.
 
-me estas jodiendo? Lo caze hace menos de una hora - dijo frunciendo el ceño, al ver como Albafica rechazaba su comida.
 
-no quiero... esto... apesta - susurro cubriendose la nariz y la boca - no... puaj... - se quejó mientras retrocedía al sentir una extraña sensación de revoltijo en el estómago, como si fuera a vomitar.
 
-¿ahora te pusiste refinadito o que? - Minos siguió comiendo con tranquilidad mientras Albafica parecía retener las arcadas y no vomitar lo casi nada que había comido ese día.
 
-eres un idiota - se quejó mientras se sentaba cerca de la ventana para respirar aire fresco y no el repulsivo olor a asado que despedía la comida de Minos, no entendía el por que siempre devoraba aquella comida como si no hubiera un mañana.
 
-Tienes que comer algo, hermoso, o vas a enfermar - dijo mientras le alcanzaba un pedazo de carne que terminó con la resistencia de Albafica quien salió corriendo a vaciar su estómago afuera - nunca podemos estar en paz - se quejó suspirando pesadamente y salió para seguirlo, claro que habían llamado la atención de los demás, siempre vigilaban a su jefe y lo que este hacia.
 
-creo que se enfermó - su hermano Aiacos sonrio divertido acercandose para ver la cara de sufrimiento de su cuñado.
 
-seguro son esos demonios del bosque, le mandaron una maldicion o algo - continuo Radamantis acercándose aunque el si se veía algo preocupado.
 
-Estuvo como 3 meses con ellos no creo que pueda enfermarse ahora - decía Minos mientras sostenía el cabello largo y sedoso de Albafica para que no lo ensuciara.
 
-estoy bien... sólo... No se, me dio nauceas - se quejó limpiando la comisura de sus labios con algo de asco, tenía un mal sabor de boca, pero ahora si le había regresado el hambre - y no me miren todos ¿no tienen nada mejor que hacer? - pregunto con molestia, se sentía un fenómeno de circo con todos a su alrededor a ver que más hacia, era realmente incómodo.
 
-uno se preocupa y lo tratan mal, que carácter tienes rarito - Radamantis hizo un gesto de desagrado y se fue restandole importancia, Aiacos lo siguió con una sonrisa de satisfacción los demás se fueron alejando poco a poco, mantenían aun su distancia con Albafica por miedo a morir envenenados.
 
-esas bien ahora? - pregunto Minos mirandolo con preocupación.
 
-si... eso creo... Ya tengo hambre - acompañado con Minos regreso a su hogar para poder comer algo, ahora sentia que podía devorar un elefante... ni el mismo se entendía ahora.
 
 
 
Continuará.....
 

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