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El Emperador y el pirata por reydelosPK2

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Notas del capitulo:

-¡Papi!- Ikol corrió a sus brazos… y este le abrazo.

Jajajaja. No sé porque pero me lo imagine…. XD

Ok, ahora lo serio.

Después de ti

 

Todos miraron a Salo sin reconocerlo. Simplemente era ver otra persona que de las cenizas reconstruyo su cuerpo.

-¿Qué es esto?-Pregunto Thor atónito.

Ikol solo miro fijamente

-¡¿Qué significa esto Padre?!-Le llamo con tono exigente, no lo entendía. Su padre no estaba muerto, pero tampoco estaba en el averno, debido a su ausencia el averno fue tomado por los humanos y los demonios muertos. Ridículo verlo viviendo como humanos, luchando con los humanos… Era inconcebible.

El dios de la muerte alzo la mirada en dirección en dirección de esa voz. Miro al chico de cabellera negra y ojos verdes y expresión confusa, una mezcla de desesperación, de rabia y de confusión. Le reconoció, fue el último que creo, el dador de vida. Le acusaba de algo, quien era Ikol para acusarle de algo, mas sus ojos miraron el cielo, su piel sintió el clima y miro a todos esos humanos paralizados rebosantes de vida y otros tirados en el suelo heridos o muertos. Alzo sus manos y se percató que antes d retomar su verdadera forma su cuerpo mismo tenía otra, esta olía a humanos, a vida y mortalidad. Recuerdos de su otra existencia acudieron a su memoria y frunció el ceño. Había vivido como un humano, hecho cosas que solo los humanos hacen: enamorarse, tener sexo… ambicionar cosas, mentir, pedir piedad por su vida… en fin: cosas vergonzosas.

-…- abrió su boca para decir algo, pero simplemente guardo silencio y comenzó a caminar encajando las piezas, es verdad que el pidió ser sacado dl averno por Thor, pero jamas imagino que su hermano cambio le borrara la memoria y resurgiera como humano común al reino de Gaya. Acaso era una especie de castigo de parte de Cambio por atreverse a salir de su reino. Alzo la mirada de seguro su hermano estaba por allí, claro que no se perdería estos momentos de ridiculez históricos… verle rebajarse al nivel humano, el quien es el dios del averno, el quien jamas cruzo camino con ser vivo y llamaba incrédula a Gaya y su manía por meterse en problemas tratando de controlar a los humanos.  Se dejó caer sobre el aire y de la anda un cumulo de piedras se elevaban formando una especie de trono para sostenerlo. Mientras el dios seguía sin poder creer todo lo que había pasado.

-¡Nos crearon para matar a los humanos, ¿qué significa esto? ¿Por qué estas con ellos?… ¿por qué luchas con ellos?-Exclamaba Ikol exasperado. Mientras Fenrir se levantaba y miraba fijamente a su madre y veía a ese ser. Era claro que se hallaba en otro nivel, el siendo un demonio supo que no era rival para ese hombre, miro a su madre y supo que tampoco su madre lo era.

Thor y Dante desde sus sitios al igual que todos miraban sin poder creerlo. Ese ser que se suponía era salo expandía de su presencia una energía abrumadora, una que los mantenía congelados. ¡Peligro! gritaba cada célula de su ser, la esencia de muerte lo rodeaba y con ella el miedo de morir.

-No confundas Ikol- Repuso el dios de la muerte mirando al último demonio que creo, el dador de vida. Vergüenza si… se suponía que el solo tocaría la perfección, cosas tontas como el amor, el dolor el deseo no son cosas dignas de un dios, aunque disfrutaba ver a gaya hundida en sus complejos y ambiciones, se burlaba y buscaba divertirse a sus expensas pero quien salió divirtiéndose con él fue su hermano Cambio. Ir a verle le fue muy tentador, pero acaso eso no era un impulso humano, se sintió abrumado, contagiado de esas imperfecciones pues de ser el de antes solo se iría y tomaría esto como una simple broma que olvidarían, más en su interior emociones gritaban mil acciones y la mayoría de estas eran impulsos estúpidos: matarlos a todos. Destruir el mundo de su hermana- fue un error de cálculos- se excusó, sin saber porque se dignaba a dar explicación a su propia creación.

-Y mi madre… ¿Dónde está Gaya? ¿Por qué nos ha abandonado, esta era su empresa?-Exigió Ikol rompiéndose por completo. La soledad, el odio, el rencor, la culpa eran tantas que vivir era una carga. Se sentía un simple títere, pero siempre fue así, entonces porque ahora dolía tanto… quizás porque rompió las reglas y perdían el juego.

Cristal que seguía paralizado mirando el trono de piedra donde se sentaba ese hombre que resurgió de lo que era Salo. Diferente, su pelo, su piel… su esencia… disímil. Sintió el terror de notar que ese no era Salo. Más no pudo contenerse y rompiendo el límite de sus miedos, solo se levantó y camino tambaleante para ponerse de frente a él y mirarlo fijamente a la cara

El dios del averno abrió los ojos sorprendido de ver a un humano moverse ante su presencia, ante su poder. La mayoría se paralizaba o buscaba escapar y este se dio el valor de caminar y ponerse en frente y hablarle. Su rostro aun aniñado pues tenía 18 años se mostraba sucio por el combate, se veía cansado, presentaba manchas de sangre cubriendo su vestimenta, más su mirada de ojos plomos que aparejaba a su cabellera blanca era firmes y determinadas aunque su voz temblara en cada palabra.

-Salo… Salo- le llamaba esperando que al nombrarlo el rey de nieve saliera con alguna peculiaridad como la noche que de la nada dejo de ser viejo y se volvió joven… que cambiara de forma nuevamente, que le mirara y llamara: Muchacho o Cristal. El nombre que Salo le dio… y es que alguna vez se llamó de diferente forma, no lo recordaba. Su vida pasada se había perdido y consideraba su vida desde el momento que salo se impuso en su vida, para odiarlo, para culparlo y al final para darse cuenta que lo amaba.

-¿Salo?-Replico el dios del averno mirando al chico albino. Un extraño sentimiento rozo su corazón y entonces supo que ese ser no podía existir. Que ese ser ocupaba un espacio grande en esos sentimientos confusos que aun persistían más lentamente eran ahogados y lanzados al olvido.

Entrecerró sus ojos antes de cerrarlos y expulsar parte de su poder lanzando al joven tan lejos de su alcance.

-Los dioses, no son como los humanos. No amamos, no odiamos, no sentimos nada por un ser especifico. Nuestra labor es mantener el equilibrio y el equilibrio- fruncía el ceño. Estaba fastidiando algo allí dentro, algo que le rasgaba cual filo y dañaba. Algo, ese mismo algo que no le dejo despertar. Aquel retazo de su alma contaminada con las venalidades del mundo humano. Contaminado de emociones innecesarias.

-Salo…-Volvió a llamarle con dificultad, cual susurro Cristal que fue lanzado varios metros lejos del dios del averno, mas seguía vivo y seguía determinado a no dejarle salirse con la suya, Salo no tenía derecho de abandonarlo. Muchos huesos se rompieron, así lo supuso Cristal pues al respirar sentía que todo le dolía, y cuando quiso ponerse de piel poyándose en un brazo esta cual si fuera de goma se dobló.  Pero aun así, sintió que debía llamarlo, que no podía perderlo.

- ¡Padre!-volvió a llamarle Ikol- ¿Dónde esta madre?

El dios del averno giro a ver al demonio. Ralamente comenzaba a fastidiarse con ambos. Uno gritándole y haciendo notar su descuido, el otro llamándole y haciéndole ver que hasta un dios era capaz de confundirse. Él no era así, no era como Gaia.

-Regresa a tu verdadera forma- repuso extendiendo su otra mano en dirección de Ikol. Suficiente de este juego. Suficiente de todo. Era hora de acabar esta parodia. Eran dioses y parecían unos idiotas.

Thor y Dante miraron idiotizados como Ikol dejaba de ser de carne y hueso y se volvía un cumulo de roca de metal negro. Quisieron decir algo, tratar de moverse, mas sus piernas estaban paralizadas por el miedo, sus voces mudas… cual ratas acorraladas simplemente quedaron quietas. Mientras en el cuello del dios se formaba un collar y en su mano una extraña aura de color verde se formaba y era depositada en le pendiente del collar. Era el alma de Ikol, la esencia cedida por Gaya.

El dios del averno giro mirando Marflow y a Fenrir, eran los hijos del dador de vida y humanos, su estructura era diferente a la de Ikol que era un demonio puro creado en por sus manos, los demás eran híbridos no estaban hechos de metal negro, eran hechos de carne y hueso y la esencia del dador de vida, la cual les permitía cambiar de forma y tener extraordinarias habilidades.

-yo no reino sobre los vivos…- se dijo bajando su mano, su labor no era asesinar a los humanos o los errores creados por una de sus creaciones.

Dio media vuelta y cual briza de aire desaparecía del campo de batalla en dirección de su reino: el averno.

-¡Salo!!!-Le grito al verle desaparecer desgarrando más sus heridas.

-Ikol…- Repuso Dante dando pasos torpes en dirección de la estatua de Ikol.

Thor aun paralizado, termino despertando y caminado en dirección de Ikol mirando como Dante caia sobre el suelo al ver que este era de piedra. Tanto luchar para que… todo lo que hizo ¿para qué?… nunca más lo volvería a ver, ahora mismo la estatua que era Ikol estaba tan fría como el hielo, tan carente de vida, de brillo… de amor u odio. Solo era un simple objeto que quizá adornaría ese sitio que sería recordado como la última batalla de los demonios y humanos.

Thor se acercó a la estatua y paso por delante de Dante que parecía ya no importarle nada.

-¡Despierta!- Ordeno Thor a la estatua tomándola de una mano tratando de apretar esa fina muñeca hasta romperla y obligarlo por el dolor a delatar su actuación y nuevamente le insultara o amenazara, más no pudo romper esa muñeca de piedra, la estatua no se movió ni un milímetro… seguía allí de pie con esa expresión confunda, con una mano libre empuñada y al otra sujetando su extraño báculo de metal negro.

-Ikol… Esto no es graciosos, no creas que después de todo lo que hiciste té saldrás con la tuya y…

-¡Deja de ser tan patético!-Reprendía Marflow con odio, apenas la joven se arrastraba por el suelo. Tan dañada y turbadora, así lucia. Arrastrándose cual gusano en dirección de sus padres. Mientras Fenrir igualmente dañando volvía a su forma humana y cojeaba en dirección de sus padres.

Todos miraban sin saber que mas hacer. ¿Aún seguían en guerra?. Quizás, pero después de ver a ese Salo volverse ese ser, el miedo los contagiaba de cobardía, de deseos de irse y olvidar que existen cosas peores que los demonios, que de ser su regalada gana podrían matarlos. Era aterrador darse cuenta que los humanos son tan insignificantes y que después de la muerte te espera otro reino donde los demonios gobiernan y atormentan por la eternidad.

Hasta el ateo se volvía creyente.

-Padre…-llamaba Fenrir a Dante y este le miraba. Era lo único, ese muchacho, era lo único que le quedaba de Loki… de quien fue, de quien lo amo de quien murió… se levantó y le abrazo

-Vamos a casa hijo mío…- repuso comprendiendo que no era hora de lamentarse, Ikol no era Loki, esta guerra ya no era su guerra, su hijo… su hijo era lo único que le quedaba y debía protegerlo y educarlo para no ser una amenaza a los humanos y así viviera como al demonio de fuego.

Marflow miro a la gran bestia de su hermano cual niño pequeño y obediente seguir a su padre, no le extraño, pese a que su hermano tenía la forma de una adulto de 20 años no dejaba de ser un niño dependiente de sus padres, aun necesitaba ser guiado y cuidado por ellos, era parte de su naturaleza humana. Vio a los demás soldados marcharse a sus respectivos ejércitos con sus respectivos heridos, oyó las trompetas de retirada. Agruparse y tomar lista para evaluar las perdidas y luego comenzar a marcharse. Vio a Judas parado cual alma en pena al lado de Brian, esperando que despertara y le dijera que era una broma. Vio como lentamente los generales de Zafiro se agrupaban alrededor del cuerpo rindiendo el último tributo a su rey levantando sus espadas elevar sus espadas sobre su pecho y recitar el juramente de obediencia al cadáver y después prenderle fuego. Quiso ir, quiso estar con ellos y rendir tributo, pero no quería, no podía, no tenía el valor del ver el cuerpo de Brian. La muerte era aterradora, saber que los humanos eran así de frágiles siempre la aterro, por eso solo ella peleaba al frente delas batallas, pues regresaría a la vida. Nunca creyó que vería morir de tal forma a quien consideraba parte de su familia. , miro a  Yuuki llorar la muerte de quien consideraba como un hermano mayor. Vio cual fuegos artificiarles ser lanzadas diversas palomas que volaban con un globo de aire caliente elevarse en dirección del cielo para de la nada el globo reventar y con este las palomas formando fuegos artificiales de tantos colores. Tantos… por más de media hora los miro y aprecian jamas acabar… recordando cada vivencia… simplemente los recuerdos de Brian gritaban su ausencia a Marflow y Judas como una cruel realidad.

De la nada alguien se paraba frente de ella y ella reconocía a Yuuki con una paloma de papel en mano.

-Esta era para ti…- susurro –no tiene un globo de aire calientes, me lo dio Brian, me pido que te lo diera cuando la guerra acabara, tú lo entenderías… eso dijo aunque solo es una paloma de papel. Marflow la tomo en sus manos mientras Yuuki trataba sus heridas y Saqra llegaba donde ellos con soldados y una camilla

-Es hora de volver a casa- repuso el consejero a su reina y al príncipe.

-A casa…- susurro Marflow sintiendo esa palabra tan lejana y tan añorada- si… quiero regresar a casa…- admitió dejándose levantar por un soldado y ser depositada sobre la camilla. Sus ojos verdes miraron por última vez a su padre. Este seguía frente de la estatua, seguía hablándole, esperando un milagro de esos que su madre solía realizar, aunque parecía que todo estaba en su contra, solía sacar una última carta bajo la manga, pero esta vez era diferente. Salo, no mejor dicho el dios del averno no era algo que su madre pudiera enfrentar y ganar.

Cristal miraba el cielo con la mirada perdida, los juegos artificiales terminaban. Al final. Al final salo lo había abandonado a la nada… había desaparecido de su alcance. Tan lejos, en un lugar que jama podría llegar, no a menos que estuviera muerto. Se levantó y rio tontamente. Era verdad… solo muerto podría volver a alcanzarlo… sus ojos secos se volvieron a humedecer… Ese no era Salo, ese ser… al final Salo jamas existió, solo fue una ilusión.

-Puedes venir con nosotros- escucho al voz de alguien giro su cabeza y miro a Dante, mas este no fue quien le hablo. Era Fenrir. Era extraño ver al hibrido hablarle, se suponía que era un salvaje que jamas se mezclaba con humano alguno.

Fenrir hizo la mirada a un lado como avergonzado por sus propias palabras o quizás arrepentido de rebajarse a hablar a un insignificante humano, pero era claro que siempre estuvo pendiente de ese descendiente de demonios. Jamas olvido que él le salvo la vida y dejo libre.

-Yo…- Crista se levantó mirándoles- no puedo, debo buscar información sobre ese ser… sobre el averno… yo…

-en celeste contamos con una enorme biblioteca. Nieve ya no existe, los demás reinos podrían albergarte... es decisión tuya- dijo Dante. Cristal les miro alejarse y sin saber porque los siguió.

“Sabes que… Muchas cosas han cambiado después de ti…”

Judas miraba su oficina repleta de documentos que firmar, de decretos que estudiar y analizar para aprobarlos o corregirlos, de facturas a pagar por las bajas de la guerra… típico trabajo de reyes.

“Es como un espejo roto, aun puedo verme pero las líneas no encajan… estoy roto… incompleto”

Tomo una hoja y comenzó a escribir pero no pudo completar ni la primera estrofa… simplemente no podía razonar. Resumir las bajas en la batalla, resumir el desempeño de sus soldados, sus generales… valorar si el escuezo valió al pena… No hallaba las palabras para aquellas preguntas. Su mano comenzó a temblar, él no era bueno con informes y cosas técnicas, por lo general copiaba de los informes de Brian y ahora…

Alzo la mirada y vio a su consejero mirarle fríamente con esa expresión amenazante de no moverse de esa oficina ni dejarle moverse a no ser que acabe sus deberes reales.

-¿Quién gobierna Zafiro ahora?-Pregunto a su consejero y este bajo al cabeza. Tenía prohibido hablar de este asunto, así lo decidieron en una reunión extraordinaria tanto los generales y el consejo. Brian no tubo hijo, no tuvo novia o familiar para darle a este el puesto temporal de reina hasta que el arma de Brian eligiera un nuevo dueño. El reino de Zafiro comenzaba a tambalear, pues los soldados no mostraban aprobación para ninguno de los que se propalaban reyes y en sus intenciones se veían sus deseos frívolos de hacerse con la riqueza del reino. Zafiro de todos los reinos de Asgar era el más rico y poderoso en maquinaria y metalurgia, contaba con las minas más ricas de oro y diamantes de los 13 reinos que componían Asgar. Golpes de estado, rumores, cierre de fronteras para evitar la venta y contrabando de metales preciosos… rápido como el fuego el reino de Zafiro se hundía en una crisis de valores, perdida de lealtades… se postraba en un caos total.

Una carta fue enviada a Pompeya y Fuego suplicando a alguno de los reyes hacerse cargo de Zafiro de forma temporal, mas Marflow seguía en cama recuperándose de sus heridas y Saqra nunca el notifico. Judas… decidieron que él no era capaz de reinar ambos reino y posiblemente conspirarían para a asesinarlo. Los  consejero de Pompeya como los generales tampoco le informaron de la situación. Cada reino velaba de forma egoísta sus tierras y fronteras, perdieron mucho en esa batalla y no tenían ganas de meterse en conflictos ajenos.

Iguala que Zafiro los reinos que perdieron a sus reyes y no tenían herederos se derrumbaban en similares problemas… una crisis total. Llamaron a por Thor que aún seguía siendo el emperador más este jamas respondió. Seguía metido en la gran biblioteca de trueno buscando alguna forma de llegar al averno. Algún modo de recuperar a Ikol.

-Señor…- Llamo uno de sus consejeros tratando de hacerle entrar en razón, más el rubio le miro molesto y arrojo un libro para que se largara y dejara en paz.

-Solo él puede reestablecer la armonía…- replicaba Thor enceguecido por poder recuperar al demonios dador de vida, y con él a su lado gobernar todos los reinos, nadie se le opondría. Tenerle a su lado y vivir como una familia, la familia que siempre debieron ser… y

Araño las hojas de un libro… recordó a su hijo y su muerte… ni siquiera ese consuelo tenia. Simplemente Ikol con su presencia le dio tanto y con su ausencia le quito todo.  Giro para ver la estatua del demonio dador de vida en medio de la biblioteca.

Irónico. Le tenía a su lado, pero era igual a perderlo.

Una estatua de metal negro, el mismo del que fueron hechas las espadas. Siendo un rey sabio hubiera usado el cuerpo de Ikol para crear nueva armas, pero no. No dejaría que nadie la rompiera. No hasta estar seguro de que no existía forma alguna de regresarlo a la vida.

-Dante miraba a su hijo volverse loco con los libros, no entendía nada y no mostraba interés por aprender a Leer. Vio a los maestros de su hijo huir aterrados para salvar sus vidas cuando su hijo perdía la paciencia y mandaba a volar mesa y sillas.

Cristal suspiraba derrotado tomando los libros del suelo y nuevamente sentándose a suplantar al maestro que de seguro nunca más regresaría a esa posada. Al verlo Fenrir hacia un sobre esfuerzo por mantener la calma y volver a intentar comprender lo que Cristal le explicaba.

Era verdad que dante ya no era el rey, ahora la reina era Iris, pero eso no le quitaba su hogar, esas posada la compañía de su madre, ver a su hijo y cristal. Sin saberlo ver a ambos estudiar traía tantos recuerdos de esos años en los cuales Loki le instruía. Suspiro el reino se recuperaba, debía trabajar para mantener a su familia. Debía ser un buen padre… Loki le dio tanto que no tenía derecho a rendirse.

En el averno El dios retornaba a su trono y las almas al verlo comenzaban a correr espantadas, pues solo con el alzar de su mano los restos de piedras negras que componían a los demonios nuevamente se unían y resurgían tomando sus armas y persiguiendo a los humanos, una breve guerra dio inicio, una en al que las almas de los condenados perdieron y nuevamente pasaron a ser atormentados por los demonios.

Brian miraba manteniendo un bajo perfil al dios del averno desde su celda. Ese ser al verlo derrotado bajo los pies de un demonio paso por su lado y le miró fijamente por segundos.

-Brian. Si no aprendes a ser egoísta jamas ganaras ninguna guerra muchacho…- repuso el dios del averno marchado a su trono.

Era extraño, pero ese dios le recordaba a salo.

Negó con la cabeza y miro el vacío su celda metálica colgaba de una cueva cuya entrada dejaba ver el trono del dios, el suelo no existía, solo la oscuridad, según oyó de otras almas en pena, quien cayera en ese abismo simplemente dejaría de existir, es decir era la muerte definitiva, no habría opciones de llegar al cielo y reencarnar.

La muerte ahora que la conocía no era el objetivo de Brian, su meta era la reencarnación para volver a la tierra, saber cómo estaba su reino, hallar a Marflow y Judas. Rio con la idea de llegar cual joven bien parecido y pillar aun judas viejo y decrepito y una Marflow en plena belleza de juventud. Quizá eso de morirse y revivir no era tan mala idea… se casaría con Marflow cuidarían a judas de viejo, Yuuki ya tendría su propia familia, podría seguir gobernando su reino pues seguro estaba que su arma lo volvería a elegir. En fin… su mente no abandonaba sus ambiciones ni a su familia.


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