Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

[Reviews - 321]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

 

Al fin es jueves, y como cada jueves aquí está la continuación de la historia, y quizás lo que muchos de ustedes estaban esperando...El encuentro entre el apuesto captor y su bello cautivo. Disfrútenlo, creo que es el capítulo más largo que he escrito.

 

Gracias por los comentarios que me hicieron llegar. Espero sigan animándose las demás a dar sus puntos de vista a la historia.

CAPITULO DOCE

 

 

 

A Rowen se le había cortado el aliento casi totalmente. Cerró los ojos, atemorizado. Fulkhurst había dicho ojo por ojo. Ello significaba que lo forzaría, como Rowen lo había forzado a él. Y no sería más agradable para el doncel que lo que había sido antes; es decir, el resultado justo y lógico dadas las circunstancias. Pero ¿por qué elegía este modo de castigarlo si lo odiaba tanto, si en realidad no deseaba tocarlo? Por supuesto, para el señor de Fulkhurst la venganza era lo que más importancia tenía. Rowen ya comprendía ese rasgo de la naturaleza de ese hombre. Pero verse obligado a quitarse las ropas para él era…

 

--Si tengo que ayudarte...

 

Otra amenaza, sin que Rowen supiera muy bien qué sentido tenía ahora, pero sí sabía que no deseaba descubrirlo.

 

--No, yo me haré cargo- dijo el menor en un murmullo monótono.

 

Rowen se volvió para desatar su túnica bordada, pero después de dar unos pocos pasos William se puso detrás de él, y su mano le aferró dolorosamente el hombro mientras lo obligaba a volverse en redondo. Aunque él no sabía qué había hecho mal, lo cierto era que la cólera de ese hombre de nuevo se había avivado. Pero Fulkhurst no le dio mucho tiempo para preguntarse cuál era la causa de su irritación.

 

--Sabes que necesito verte cuando te desnudas para avivar mi apetito. Por eso antes de desvestirte para mí, tienes que provocarme primero. Doncel, quien te aconsejó, te aconsejó bien. Pero tienes que recordar una cosa. Si no puedo lograr lo que me propongo por falta de estímulo en lo que tú me ofreces, tú mismo serás el culpable. Pero no te daré otra oportunidad, si eso es lo que buscas, pues lo que yo no pueda hacer se lo encomendaré a otro…no, a otros diez más. Dudo de que te disguste tanto como puede disgustarme a mí mismo.

 

Rowen vio la mirada de Fulkhurst mientras éste retrocedía un paso, y pidió a Dios que le permitiese saber si él hablaba realmente en serio, o si se trataba nada más que de una amenaza vacía. Parecía tener crueldad suficiente para hacerlo. Parecía sentir bastante irritación para hacerlo. Pero ese hombre deseaba cobrarse ojo por ojo, y ver que otros lo violaban no sería lo mismo…¿O sÍ?

 

Rowen dejó caer la túnica al suelo y llevó rápidamente las manos a los cordeles que aseguraban los costados de la prenda. No podía correr riesgos con ese hombre irritado, sobre todo en vista de las terribles consecuencias que lo amenazaban. Pero trató de evocar el consejo de Ágata y no atinó a recordar una sola cosa. La recámara estaba demasiado iluminada por la luz del día, Rowen mismo tenía la piel demasiado cálida a causa de la vergüenza, y sus dedos eran demasiados torpes. Sabía que en ese momento no era en lo absoluto atractivo para avivar el lívido de ningún hombre.

 

La sangre de William ya estaba hirviendo por él. El temor de Rowen lo excitaba, y eso era todo. Todo lo contrario a ese tentador sonrojo en las mejillas que lo hacía ver aún más deseable ante sus ojos. Ni su comportamiento virginal. Ciertamente, no el cuerpo pequeño pero exquisitamente curvado que él recordaba, y que ahora se le revelaría de nuevo. William comprendió dolorido que no podía continuar observándolo sin hacer absolutamente nada, pues si lo hacía no lograría ejecutar todo lo que se había propuesto por hacerle.

 

Con una maldición silenciosa, él pasó del otro lado de la cama y recogió la cadena. Su intención era obligar a Rowen a que pasara la cadena debajo de la cama y que éste mismo dispusiera el cuerpo tal como él se lo ordenaba; pero ahora decidió pasar él mismo la cadena, para divertirse un poco. Sólo que eso no le llevó mucho tiempo, en todo caso no tanto como el que Rowen necesitó para desnudarse.

 

La bata roja de Rowen ahora estaba sobre el piso, la camisa de mangas largas encima. Pero todavía tenía puesta una delgada túnica de hilo, aunque los dedos del joven aferraron el ruedo, y se disponía a pasarlo sobre su propia cabeza, fue cuando Rowen se percató de lo que el otro estaba haciendo.

 

--Por favor, no- rogó el menor, pasando la mirada de la cadena que Fulkhurst todavía sostenía con una mano hacía sus ojos fríos- No me opondré, lo juro.

 

William ni siquiera vaciló en su respuesta implacable.

 

--Será lo mismo, exactamente lo mismo.

 

Rowen miró fijamente las cadenas que su captor había asegurado a los postes de cada extremo del lecho, y que estaban dispuestas de tal modo que él no podría cerrar las piernas.

 

--Esto no es lo mismo- dijo indignado.

 

--Hay que tener en cuenta las diferencias en el sexo del cuerpo encadenado. Yo no necesitaba mantener abiertas las piernas. Tú, sí.

 

Rowen cerró los ojos ante la vívida imagen mental que las palabras de ese hombre evocaban. Ojo por ojo. Y el doncel no podía impedirlo. Ni siquiera podía rogar compasión, pues ese hombre nada sabía de tales sentimientos. Él estaba fríamente decidido a hacerle eso, y sería exactamente como Rowen lo había hecho.

 

--Te demoras demasiado, doncel- advirtió en voz baja- No fuerces todavía más mi paciencia.

 

Rowen se pasó la camisola sobre la cabeza, y se instaló rápidamente en el centro de la cama, lo que fuere para terminar de una vez con toda esa pesadilla, de manera que ese enfermizo miedo se disipara. Se acostó antes de que él se lo ordenase, pero tenía el cuerpo rígido como una tabla. Mantuvo cerrados los ojos, con fuerza, pero aun así podía escucharlo, y el sonido de los pasos le indicó que él se había acercado a los pies de la cama.

 

--Abre las piernas- ordenó, y el doncel gimió interiormente, pero no se atrevió a desafiarlo de nueva cuenta- Más- agregó él, y ahora también obedeció.

 

Pero aun así lanzó una exclamación cuando los dedos del hombre se cerraron sobre su tobillo para inmovilizarlo hasta que el hierro frío del grillete se cerrara sobre éste. El círculo de hierro no se ajustó tanto como había sucedido con William, y el peso de la cadena gravitó sobre el arco y el talón. El otro pie muy pronto corrió con la misma suerte, pero William lanzó una maldición cuando la cadena no se extendió lo suficiente sobre la cabecera de la cama y no llegó a las muñecas de su prisionero. Las cadenas se las habían cortado de acuerdo con la estatura del propio Fulkhurst, que era mucho, muchísimo más grande que Rowen.

 

--Parece que habrá que tener en cuenta otros aspectos.

 

En su tono se manifestaba claramente el desagrado. En Rowen alentó la esperanza de que ahora él renunciaría por completo a las cadenas. Rowen hubiera debido comprender que no existía tal posibilidad; en efecto, Fulkhurst se retiró y regresó poco después con dos tiras de lienzo que ató a las muñecas de Rowen, y después a los grilletes de hierro. Ojo por ojo, de modo que Rowen tuvo que escuchar el crujido de la cadena cada vez que él mismo se movía, como William lo había escuchado en su momento; tenía que sentir el peso que tiraba de sus miembros como ese hombre lo había sentido.

 

El doncel probó las ataduras, y sintió un pánico abrumador. Dios mío, ¿así se había sentido Fulkhurst? ¿Tan impotente, tan temeroso? No, ese hombre no había sentido temor, sólo una furia intensa. Rowen deseaba experimentar un sentimiento más intenso, que lo apoyase en toda esa experiencia desagradable, pero la cólera por lo que ese hombre podía hacerle era lo que menos le interesaba en ese momento. De modo que la situación no era exactamente la misma. Rowen mismo no se retorcería ni lucharía para evitar el contacto con William, no intentaría abrumarlo con su mirada ni arrojarlo del lecho. Sólo podía abrigar la esperanza de que esas diferencias no le importasen más de la cuenta, y por lo tanto no lo irritaran todavía más.

 

Rowen abrió los ojos sorprendido cuando William puso la mordaza entre los labios. Había olvidado ese detalle, pero él no. William no quería escuchar sus ruegos, del mismo modo que él no había deseado escuchar los del hombre, aunque las razones en cada caso no eran las mismas. Fulkhurst no sentía culpa, como Rowen había sentido. Estaba obteniendo su venganza. El doncel sólo había intentado salvar la vida de su madre.

 

En los ojos de Fulkhurst se veía la satisfacción que sentía al verlo impotente. Rowen deseaba no haberlo visto, o que ese hombre se hubiese quitado las ropas antes de que le aplicara la mordaza. Pero la prueba de que William estaba pronto de hacerlo, representó para Rowen escaso alivio. Por lo tanto, comprobó ahora que sólo tenía que sufrir la violación del señor de Fulkhurst, y no la que proviniese de muchos otros que lo tomaran mientras él miraba satisfecho tan denigrante hecho. Y Rowen ya sabía lo que William sentiría al penetrarlo. El doncel podía soportarlo….era necesario que lo soportase.

 

--¿Me pregunto si aquí te comportaras como un virgen, como lo fuiste allá?

 

Los dedos de William apretaron las sonrosadas tetillas de Rowen para dar a entender que hablaba muy en serio; las dos manos, y sus ojos se posaron también en el cuerpo del joven, para ver lo que él mismo hacía. Rowen miró fijamente la cara de Fulkhurst, para juzgar el momento en que él terminase de jugar con su persona. Y eso era todo lo que ese hombre estaba haciendo. No tenía necesidad de acariciarlo e inducirlo a consumar el acto como Rowen había encontrado la forma de hacerlo con él. William ya estaba en condiciones físicas. Y era innecesario que al doncel le pasara lo mismo. Además, Rowen sentía a lo sumo el calor en las yemas de los dedos del hombre, y experimentaba un sentimiento momentáneo de sorpresa cuando el contacto era suave…demasiado suave. Pero estaba demasiado atemorizado para sentir algo más que eso.

 

William jugó largo rato con los pezones de Rowen, rozando las suaves aureolas, para luego pellizcar y tironear sucesivamente las tetillas de nueva cuenta. Pero cuando Fulkhurst terminó frunciendo el entrecejo, Rowen sintió que podía morirse de miedo. El menor no sabía que fruncía el ceño porque él no había conseguido que a Rowen se le endurecieran los pezones en respuesta a sus caricias; ni siquiera un poco, ni siquiera una sola maldita vez. Con ese fruncimiento aterrorizándolo todavía más, William deslizó una mano ente las piernas del doncel, y le introdujo un dedo en su húmeda entrada. 

 

Rowen gimió ante el intenso desagrado que sintió ante aquella intromisión.

 

--¿De modo que no quieres pasar la vergüenza que a mí me infligiste? Creo que no lo lograrás, doncel.

 

Otra amenaza, pero ahora Rowen estaba demasiado aturdido, y no podía pedir a ese hombre que se explicase. El joven no tenía idea de lo que tanto le desagradaba a Fulkhurst, o de la vergüenza que él deseaba infligirle. Rowen habría hecho cualquier cosa que él le exigiera, sólo para apartar de su cara ese gesto intimidante. Pero no había nada que el doncel pudiera hacer, encadenado como estaba a la cama.

 

Rowen comenzó a temblar, no tanto como cuando había creído que estaba a un paso de la muerte, pero lo suficiente como para que William lo advirtiese y lo hiriera.

 

--Cierra los ojos, maldita sea- le ordenó- Está bien que me temas, pero no permitiré que reacciones cada vez que frunzo el ceño, por lo menos ahora. No te haré más que lo que tú me hiciste, y tú ya conoces cómo es, de modo que abandona tus temores. Te lo ordeno.

 

Estaba loco si creía que podía hacer tal cosa, por mucho que intentara tranquilizarlo. De todos modos estaba loco, pues de acuerdo con sus propias palabras deseaba que su prisionero le temiese, pero no ahora. ¿Qué importaba cuándo, por Dios? Pero William lo había ordenado. Dios santo, ¿cómo podía acatar esa orden?

 

Rowen cerró los ojos. En ese sentido tenía razón, él reaccionaba frente a la insatisfacción claramente marcada en el rostro de ese hombre. Ni siquiera el temor por ser incapaz de prever lo que él le haría enseguida fue tan desagradable como ver esa expresión en el rostro irritado de su captor. Y lo que él hizo después fue, como lo había dicho antes, lo mismo que Rowen le había hecho. Comenzó a acariciarlo, y no sólo en los pezones, sino por todo el cuerpo en general.

 

El doncel ya no intentó determinar por qué Fulkhurst lo tocaba si para su propósito eso ya no era necesario. Sus manos tenían un efecto calmante, y Rowen aceptó de buena gana el contacto como un medio de apaciguarlo. Quién sabe por qué, Rowen comenzó a aflojarse. Comenzó a sentir otras cosas, fuera del miedo: la textura de las manos masculinas, callosas pero suaves; la respiración cálida siempre que el hombre se inclinaba; la carne de gallina cuando él lo tocaba en zonas demasiado sensibles al tacto.

 

Rowen estaba tan relajado cuando la boca de William le rosó uno de los pezones, que sintió apenas un momento de alarma que no duró. El calor lo envolvió, y un brusco escozor le endureció el pezón de pronto y envió una sensación extraña a la boca de su estómago, lo llenó de un regocijo indescriptible. Esa sensación no le pareció para nada incómoda. Le recordaba las cosas que no eran desagradables y que había sentido en ocasiones cuando él mismo lo había acariciado. ¿También Fulkhurst sentía eso en aquel momento? ¿Lo sentía ahora?

 

Las caricias de William fueron un poco más duras ahora que él había obtenido de su prisionero la respuesta deseada. Eso tampoco desagradó a Rowen. De hecho, de un modo inconsciente, el doncel se arqueaba al contacto con la mano de su captor, las caricias infringidas sobre los pezones, sobre el vientre, como si de pronto anhelase todo eso. Pero cuando la mano volvió a su entrepierna, Rowen se tensó otra vez. Sólo que esta vez Fulkhurst no intentó introducirle los dedos. Simplemente continuó allí sus caricias, ahora suavemente; y cuando se dirigió a su pequeño y flácido miembro, lo empezó a acariciar con indulgencia, en efecto estaba tocando algo oculto en esa región, y así provocaba la sensación más lánguida y deliciosa. Rowen se aflojó más, olvidó por qué estaba allí, olvidó quién lo hacía. Las sensaciones eran exquisitas, y recorrían ese lugar secreto, y se entremezclaban placenteramente.

 

El doncel ni siquiera tuvo conciencia de que William empezaba a cubrirlo con su fornido cuerpo, pero cuando sintió el órgano grueso deslizándose lenta pero fácilmente en su húmeda entrada, abrió los ojos sorprendido- y vio la mirada del hombre sobre él, tan impregnada de triunfo masculino que Rowen se estremeció- Estaba inclinándose sobre su pequeño cuerpo con los brazos completamente extendidos, de modo que el único lugar en que lo tocaba era donde estaba ocupándolo. Rowen no volvió la mirada hacia los cuerpos unidos. No podía apartar sus ojos de los ojos del hombre.

 

--Sí, ahora sabes lo que se siente cuando uno no puede controlar al cuerpo invasor- dijo él, casi ronroneando de satisfacción- Me obligaste a desear esto, a pesar de mi enojo, y por eso yo te obligaré a desearlo, a pesar de tu miedo- Rowen movió frenéticamente la cabeza, pero William se limitó a reír y lo penetró aún más profundamente- Sí, niégalo si quieres, pero la prueba es la facilidad con la que entré, y la humedad que ahora me envuelve, sin ni siquiera haberte preparado como se debe. Eso es lo que yo quería, doncel, obligarte a aceptar, como tú me obligaste. Y la vergüenza de tu incapacidad para negarte a lo que yo quiero será cada vez que me apodere de ti.

 

El placer que William sentía al obtener su venganza era para Rowen un espectáculo tan insoportable como su misma cólera. Rowen cerró de nuevo los ojos, pero eso fue un error. Al cerrar los ojos sintió mejor la plenitud del cuerpo de Fulkhurst en la profundidad de su entrada, y eso no era una experiencia nueva, excepto que antes él nunca había estado “preparado” para ese hombre. La diferencia era indescriptible, como la del día y la noche. Cada movimiento lento de penetración determinaba que el doncel ansiara el siguiente, más duro, más profundo, más de todo. Hasta su propio miembro se encontraba completamente erecto ya, frotándose tan deliciosamente sobre el duro vientre de su fornido captor, que inconscientemente deseo que no parase de moverse nunca. Hasta que finalmente Rowen gritó a pesar de la mordaza que cubría sus labios, cuando todo el placer estalló y lo transportó más allá de cualquier límite que él mismo no podía haber imaginado que existiera, en una eyaculación precoz tan sublime e indescriptible que pareciera que estuviera volando sobre nubes de algodón. Se había corrido por primera vez…¡Dios!!! ¡Había experimentado su primer orgasmo!!!

 

Quedó inerte y saciado, y un rato después, cuando pudo volver a pensar, se sintió tan avergonzado como su captor había querido que lo estuviese. Era inconcebible que lo complaciera esa tortura, que sintiera placer en manos de su enemigo jurado, un hombre que lo despreciaba absolutamente. Y ahora, Rowen supo con exactitud lo que Fulkhurst había sentido, todo lo que había sentido en ese momento de su violación, y lo odió porque se lo había demostrado en carne propia.

 

***

 

Ese primer día en la recámara del señor continuó interminablemente para Rowen, pese al hecho de que De Chaville lo dejó en el momento mismo en que concluyó con su violación, exactamente como Rowen siempre había hecho con él. Por supuesto, Rowen debía continuar encadenado al lecho. Ojo por ojo. Y si William se atenía exactamente al propósito de repetir lo que había soportado a manos del doncel, ese día no volvería a forzarlo. Ciertamente, Rowen se sorprendió porque De Chaville no había esperado hasta que llegase la noche para violarlo, pues ése era el momento en que Alexander lo había llevado a la presencia del prisionero la primera vez.

 

Esa primera vez…Rowen había sufrido un dolor terrible al entregarle su virginidad, un dolor que había empeorado a causa de su ignorancia. Pero para ser justos, William había provocado su propio sufrimiento cada vez que había luchado contra Rowen, sólo que esta vez él….hoy no había sufrido en lo absoluto. Y Rowen no había obtenido ningún placer al recibirlo, y en cambio el señor de Fulkhurst había obtenido su placer como hombre en cada ocasión. Pero para violarlo aquí, en su propia recámara, era inevitable que De Chaville gozara, y eso no era justo. En realidad, a Rowen le irritaba intensamente que William pudiera vengarse y además sentir placer al mismo tiempo.

 

Ojo por ojo. Si ese hombre había dicho la verdad, Rowen podía esperar que lo tendrían encadenado a ese lecho durante tres noches, y que lo soltarían en la tercera mañana. También podía prever que ese hombre lo violaría tres veces la segunda noche, y dos la tercera. William podía actuar sin necesidad de que Rowen lo incitara con sus caricias esta vez. Si De Chaville no atinaba a reaccionar por sí mismo….Rowen rehusaba pensar lo que éste podía ser capaz de hacerle.

 

Pasaron las horas y no oyó ruidos que lo perturbasen. Sin advertir lo que había sucedido, Rowen había perdido la sensibilidad en los brazos. Lo advirtió cuando intentó estirarlos, y entonces la sensibilidad retornó con una sensación de profundo desagrado. Después, periódicamente irguió con cuidado los brazos y no quiso pensar en lo que sentiría después de haber dormido mucho tiempo.

 

Pero el sueño tardó demasiado en llegar. La elegante habitación se ensombreció con la llegada de la noche, pero Rowen no cerró los ojos. Sintió necesidad de aliviar su cuerpo, pero trató de combatir  eso hasta que la necesidad pasara y comenzara a temer la posibilidad de tener que avergonzarse a causa de un accidente en la cama si alguien….¡Oh, Dios mío! pensó, a ese hombre nunca le habían aflojado las cadenas para permitirle atender sus propias necesidades. Ágata se había ocupado de él, y cuando Rowen pensó en ello, sintió que la piel le ardía a causa de la mortificación que sentía ya de por sí; y  el mismo Rowen aún no se había visto enfrenado a la misma situación. Pero Fulkhurst lo había sufrido, y era otra humillación a la que el doncel ni siquiera había prestado mucha atención. Sin embargo, si hubiese pensado en eso en aquel momento, ¿qué podría haber hecho para impedirlo? Alexander no había querido que nadie, salvo Rowen y Ágata, estuviesen al tanto de la presencia del prisionero en la fortaleza, de modo que habría podido enviar a un criado para facilitarle las cosas si así lo hubiese querido él.

 

Fue casi como si Fulkhurst hubiera podido leerle el pensamiento, incluso a través de las espesas paredes de piedra, pues el señor del castillo regresó, y trajo consigo una criada con una bandeja provista con alimentos. William se acercó violentamente a los pies de la cama. La mujer se detuvo bruscamente cuando vio a Rowen, y sus ojos oscuros expresaron un sorprendido horror. William ni siquiera había cubierto a Rowen cuando se retiró, y en cambio el ojiazul siempre había extendido un lienzo sobre el fornido rubio antes de abandonarlo.

 

--Edith, deja eso allí y ve a buscar lo que se necesite- dijo William a la mujer.

 

Edith no vaciló y se alejó con mucha prisa. Su señor no le prestó atención, porque estaba observando a su prisionero. Pero éste no lo miraba, hasta que él pasó un dedo sobre el costado del pie de Rowen, como para llamar su atención. Y el doncel lo miró, pero con todo el odio que el propio William lo obligaba a sentir.

 

--Ah, ¿qué significa esto? ¿Ahora exhibes algo más que un corazón tierno?- Fulkhurst sonrió, pero sin verdadero humor, sólo como un indicio más del triunfo que ahora continuaba sintiendo- Mira, tu antipatía no me desagrada. Más bien, le doy la bienvenida.

 

Rowen cerró los ojos, de modo que Fulkhurst no pudiese ver el odio que tanto le agradaba ver en él, una pequeña represalia de parte de Rowen para con su opresor. Pero William no le permitió ni siquiera eso.

 

--Mírame- ordenó con dureza, y cuando el menor obedeció de inmediato, agregó- Eso está mejor….Muchísimo mejor. Doncel, siempre que estés en mi presencia, me mirarás, a menos que te ordene todo lo contrario.

 

Otra amenaza. Era muy bueno para amenazar, aunque sin enumerar las consecuencias. Esta vez Rowen demostró lo que opinaba al respecto con otra mirada de odio. ¿Por qué no, si a ese hombre tanto le agradaba?

 

Pero Fulkhurst se había embarcado en un nuevo tema, el que había determinado que fuese de nueva cuenta a la habitación.

 

--Parece que tendré que aceptar otras cosas a causa de tu sexo. Tú ordenaste a una mujer que me atendiese. Yo te enviaría a un hombre, de eso puedes estar seguro, pero no tengo un hombre en quien pueda confiar que atienda tus necesidades sin ocuparse al mismo tiempo de las suyas propias, pues al ver tu desnudez sin duda alguna provocaría sus instintos salvajes de tomarte a la fuerza. De modo que Edith se ocupará de ti, pues está acostumbrada a cuidar de los heridos y los enfermos, y sin llevar y traer chismes malintencionados, pues perdió la lengua hace mucho tiempo, cuando otro hombre se apoderó durante un tiempo de Fulkhurst.

 

La expresión de su carcelero adoptó la máscara cruel que Rowen ya le había visto antes, la cara del hombre capaz de cometer la peor de las atrocidades. Como Rowen no había hecho nada para provocar esa actitud, debió suponer que respondía a la mención del castigo de Fulkhurst en manos de otros hombres. ¿Y Rowen había pensado que sólo él y Alexander provocaban su enemistad?

 

Pero la expresión sombría no duró por mucho tiempo; retornó a esa sonrisa que no era una auténtica sonrisa.

 

--Pero comprobé que no me sentiré satisfecho si no sufres las mismas humillaciones que me infligiste. De modo que soportarás mi presencia mientras Edith atiende a tus necesidades, y como ya te lo advertí, mantendrás los ojos en mí. No intentarás ignorarme o cerrar los ojos para olvidar mi existencia. ¿Comprendes?

 

Rowen estaba demasiado abrumado para siquiera asentir, pero hubiera proferido insultos contra ese hombre de haber podido. Y ahora conoció otra de las humillaciones que William había soportado….la frustración de verse impedido de responder, con maldiciones o de cualquier otro modo.

 

Edith regresó muy pronto, y comenzó a cumplir sus nuevas obligaciones sin necesidad de que le dijesen nada. Rowen, consciente de la amenaza de William, mantuvo los ojos fijos en él mientras William se apoyaba en el respaldo de la cama. Pero no lo veía. Concentraba en cambio la atención en Edith, y en la breve ojeada que le había echado un rato antes. Trató de imaginarlo. A pesar de los cabellos grises, la mujer en realidad no era anciana, quizá tendría alrededor de cuarenta años. Tenía la nariz ligeramente ganchuda, pero por lo demás sus rasgos eran agradables a la vista, y su piel era suave y sin arrugas. Y las manos tiernas eran rápidas y eficientes, lo que agradó profundamente a Rowen.

 

Lo peor finalmente terminó, pero ese abuso a su intimidad cuando Edith terminó de limpiar aquella zona, había sido el peor atropello de todos. Por lo menos con la violación Rowen estaba desnudo, y su sentido de la justicia le decía que merecía estar así. Pero esto no. No con la presencia de la criada allí, y observando la humillación que tuvo que atravesar por culpa de su amo. Con su lógica perversa, William se las había arreglado de modo que Rowen tuviese que soportar a dos personas como testigos, en cambio, a él lo había mirado una sola.

 

Rowen intentó recordar que ese hombre había sufrido lo mismo, había experimentado los mismos sentimientos, y que por eso ahora había decidido forzarlo a estar con él. Pero tales conclusiones no cambiaron en nada la situación. Rowen merecía eso. Y apenas le quitaron la mordaza, se le aclaró la visión que había tratado de mantener confusa, y entonces le dijo lo que pensaba de él, y al demonio con las consecuencias.

 

--¡Eres el hombre más cruel y despreciable que existe sobre la tierra, mil veces peor que Alexander!!!

 

La respuesta del hombre fue decir a la criada:

 

--No me interesa escucharlo, Edith, de modo que mantenle la boca llena de comida, con el fin de que solamente pueda masticar.

                                          

--Eres un cana….

 

Rowen casi se ahogó con el alimento, porque le metieron en la boca una cucharada bastante grande. Y antes de que hubiese terminado de masticarla, otra ocupó su lugar. Edith- ¿acaso había pensado que podía agradecerle algo a esa mujer sin voz?- obedecía al pie de la letra a su amo. Y antes de que Rowen pudiese decir otra palabra, le aplicaron en la boca una nueva mordaza.

 

Después, la criada fue despedida rápidamente. William abandonó los pies de la cama para acercase al costado e inclinarse sobre ésta. Tenía la cara casi atractiva otra vez, con su expresión absolutamente neutra.

 

--Doncel estúpido- dijo con voz neutra- Fue un truco astuto, enturbiar tu visión. Pero si me hubieras obedecido, hubieses visto que yo presto únicamente mi presencia, no mi atención. Ahora te mereces un castigo por tu espíritu caprichoso. ¿Olvidas cuál será?

 

¿Su atención? No, más que eso, pues la mano del hombre se acercó a la intimidad de Rowen, y sus dedos se introdujeron dolorosamente en el calor seco de las paredes del menor, y allí se quedaron. Su falta de reacción no provocó un gesto esta vez, pues ahora William recordaba que antes Rowen había cedido, y eso le garantizaba que lo mismo que el propio caballero, el doncel no podía resistir mucho.

 

Lentamente, con confianza absoluta, Fulkhurst comenzó a desatar los cordones de sus calzas con una mano libre, mientras la otra permanecía fuertemente hundida entre las piernas de Rowen. Y obedeciendo a una orden, el menor tuvo que observar cómo lo hacía.

 

--Intenta resistirte, ladronzuelo- ordenó él con voz suave- Lucha como lo hice yo, y aprende que al cuerpo nada le importa del odio, la cólera y la vergüenza. No es más que una simple vasija, con instintos simples pero intensos, y uno de los más fundamentales es el antiguo instinto que lleva a la de procrear- El sexo del hombre estaba suelto bajo su túnica, y por el bulto que presionaba sobre el lienzo oscuro, Rowen comprendió que ya había alcanzado todo su tamaño. Ese conocimiento se manifestó en las entrañas de éste, al humedecer los dedos del hombre, y Rowen gimió, pues ahora sabía lo que esa humedad significaba, si bien la risa triunfante de su aprehensor así lo ratificó.

 

William no lo tocó en otros lugares, sólo lo montó inmediatamente, para deslizarse con absoluta facilidad en el interior del cuerpo del doncel. Éste era un castigo, no parte de su venganza, no parte de su inclinación a cobrarse ojo por ojo, pues se suponía que ese hombre no lo forzaría otra vez hasta la mañana siguiente. Al cuerpo de Rowen eso no le importó. Su cuerpo estaba suministrándole los medios necesarios para evitar el dolor, recibiendo de buena gana los medios útiles para provocar, pese al hecho de que Rowen ya había satisfecho ese instinto fundamental. Pero también su cuerpo estaba dando la bienvenida a otra cosa, y aunque él esta vez luchó, se negó con toda su voluntad, gritó enfurecido contra eso, de todos modos había placer en los profundos impulsos que lo conmovían y que él mismo no podía negar. Y Dios lo ayudase, pues Willian estaba observándolo cuando ese placer culminó y explotó en una pulsante irradiación exorbitante; y la rendición total del doncel al dominio del macho ahora se manifestaba claramente, y el hombre podía saborearla. Pero Rowen ahora también lo observaba, por primera vez, cuando el mismo placer se manifestó en William, las líneas crueles de su cara se desvanecieron durante un instante, y reveló de nuevo al hombre auténticamente apuesto que existía bajo la máscara del odio.

 

Rowen no deseaba ver eso, cerró los ojos para borrar la imagen, y no le importó si por esa razón él lo mataba. Lo único que ese hombre hizo fue derrumbarse sobre el cuerpo agitado de Rowen, su frente sobre la almohada, la mejilla contra la sien del joven, y la respiración trabajosa resonando en los oídos de éste. Y tampoco se separó de él con la misma rapidez que antes.

 

Cuando lo hizo, su respiración había recuperado la normalidad, y la máscara de nuevo ocupaba su lugar. William se apresuró a arreglarse la ropa, pero una vez hecho eso, lo miró fijamente, dejando que sus ojos recorrieran toda la longitud del cuerpo menudo y esbelto, antes de volver a la cara todavía sonrojada de Rowen; y sus dedos recorrieron la suave superficie del brazo levantado del muchacho.

 

--Quizás en el futuro obedezcas más prontamente mis órdenes o quizá no- Y entonces sus labios crueles esbozaron una mueca despectiva- Reconocerás que nunca cedí tan fácilmente como tú, doncel. Me pregunto cómo reaccionarás al pensar en las veces que volveré a ti durante los próximos días. Y no esperaré hasta la noche, pues no deseo perder sueño, como te sucedió a ti. ¿Acaso temes, ladronzuelo, o se trata de que mi venganza ya no te parece tan desagradable?

 

Rowen le hubiese escupido a la cara, sino hubiese estado amordazado. Sus ojos se humedecieron y Fulkhurst se echó a reír.

 

--Excelente. No me agradaría pensar que esperas ansioso mis visitas cuando yo detestaba tanto las tuyas, cuando lo único en que pensaba era en la posibilidad de cerrar las manos sobre ese cuello tan suave y arrancar el último suspiro de tu pequeño cuerpo.

 

Que ahora él llevase la mano a esa zona y apretase con fuerza no provocó alarma en Rowen. Sabía que ese hombre vengativo jamás se conformaría con nada tan rápido y definitivo como la muerte de su ahora prisionero, cuando se trataba de un hombre tan cruel e implacable como él. Pero William advirtió que Rowen no le temía, y su mano descendió para tocarle un pezón en lugar del cuello.

 

--Crees que me conoces, ¿eh?- escupió sus palabras, ahora sin duda experimentando un sentimiento de desagrado ante el menor- Piénsalo mejor, doncel, pues nunca me conocerás tan bien que puedas adivinar de qué soy capaz, nunca sabrás qué demonios anidan en mi cuerpo y mi mente, y me convierten en lo que soy. Es mejor que reces pidiendo que yo considere satisfactoria mi venganza, pues si no es así, bien puedes desear la mismísima muerte.

 

 

CONTINUARÁ….

Notas finales:

OMG!!!!

Nuestro Rowen tuvo su primer orgasmo!!!!!...Y no sólo uno, sino dos veces!!!!!

Bueno, es comprensible teniendo a tremendo semental que se lo demostrase. Cualquiera, ¿no?

Espero que el capítulo les haya gustado mucho. William se las cobró ojo por ojo. Y se las cobró bastante bien. Hasta hizo correrse a su bello prisionero por primera y segunda vez. Que pasará ahora??? Como muy bien William lo dijo, tomará a Rowen los tres días que éste lo hizo con él. Mmmmm muchas cosas pasarán en el siguiente episodio. Nos vemos el jueves y les agradecería que me den sus opiniones acerca de este capítulo. Miren que fue uno bastante larguito ¿eh? Tengan unos bonitos días y besos y abrazos para todos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).