Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

[Reviews - 76]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola... Naruto el suertudo encontrará una manera de escubillirse de la golpiza. Adivinen cual...

Bueno, espero que lo disfruten.

(“Espera… ya, Sasuke” le pidió Naruto, todo golpeado. “¿Qué te parece si leemos un poco para que te calmes?”

“¡Voy a matarte! ¡Al diablo con leer!”

“Realmente quieres que tus padres comiencen a indagar sobre lo que estabas haciendo aquí conmigo” esto detuvo al Uchiha en seco. “Tranquilo, no les voy a decir nada, pero será mejor que estudiemos para despistarlos un poco”

“Hummm, de acuerdo” sacó su libro de la mochila, abriéndolo en una página. “Leí por mi propia cuenta, así que empieza por aquí y no me hagas esperar”)

“Ya no sé lo que debo hacer” dije mientras arreglaba el cuello de mi abrigo, remendado muchas veces. Miré mi calendario artesanal… otra cruz que señalaba un invierno más en esa escuela rodeada de zombies. Habían pasado años desde que había estallado esta maldita pandemia y todavía no acababa, sólo… seguía. Como todas las mañanas, mis ganas de maldecir se hicieron casi irresistibles. Sólo atiné a parar porque romper cosas y soltar el estrés no haría ningún bien.

“¿Ya has terminado de quejarte?” Tobirama me miró. Él había crecido, mucho. Cuando lo miraba me daba pena que tuviera que pasar sus años dorados encerrado en este lugar con otros sobrevivientes, tan pegados los unos a los otros que ni siquiera teníamos privacidad. “Te espera el otro explorador para empezar de una buena vez” gruñí. “Oye, a mí tampoco me gustaba la idea de ir con él o con su hermano la última vez a revisar el distrito industrial, pero no me ando quejando.”

“Tú no tienes que llegar hasta la zona hotelera a su lado” respondí, poniéndome mi espada en el cinto. Eran las primeras semanas de invierno, lo que señalaba la última expedición del año, porque después hacía demasiado frío para continuar. Pero también significaba que teníamos pocos días para volver… ahora que las expediciones se alargaban tanto.

“Sólo tienen que chequear si hay algo útil ahí y escapar, nada más. No tienen que recolectar suministros hasta que pase el invierno”

“Díselo a los alimentos que apenas nos alcanzan” mis quejas iban en aumento. De todas maneras, salí del cuarto y me encontré con Madara, que esperaba para salir. Como siempre, olvidé respirar cuando vi su grandiosa figura en la puerta, imaginándome cómo sería pasar mis manos por esa increíble cabellera negra… y luego recordé por qué nuestra relación se estaba deteriorando. “Vamos de una buena vez”

“Como órdenes” me respondió con esa voz que me causaba punzadas en el corazón. La misma con la que me había rechazado hace un año, cuando por fin, tras mucho pelear conmigo mismo y superar la negación de ser gay, tuve las agallas suficientes para decirle lo que sentía por él. “Habrá que tomar la ruta sur. Una de nuestras palomas pasará por ahí y se llevará a los enemigos a la playa”

“Hump” me metí en el auto, cruzando los brazos. Él miró durante unos segundos, pero luego puso los ojos al frente y avanzó. Últimamente la teníamos más difícil, sin nada que nos ayudara entre los restos de nuestra civilización… excepto los coches. Eso si encontrábamos combustible suficiente para ellos. Por eso empezamos a criar caballos, aunque fueran una carga para la producción de alimentos.

“Creo que debemos parar por aquí, según el mapa hay una gasolinera cerca que no hemos revisado” anunció Madara, pero no le hice caso… hasta que vi el indicador de la gasolina. Voltee y fue al lugar. Cargué el tanque y los reservorios de combustible que llevábamos en la parte de atrás por si acaso, metiéndome de nuevo.

“Estás muy callado”

“¿Esperabas algo más?”

“No, la verdad que no” pasamos el resto del viaje en silencio. Las palabras de mi hermano se volvieron realidad, el distrito hotelero estaba lleno de ellos. Necesitaríamos semanas de dispersiones para sacarlos y no había manera de que pudiéramos estar seguros de que no regresarían para mordernos. “¿Cuántos debe haber?”

“Demasiados, hay que regresar”

“Tranquilo, no es como si no hubiéramos enfrentado cantidades similares antes” Madara se bajó en ese momento, corriendo con la espada en mano como si no fuera nada. Mis ojos se pusieron como platos cuando lo vi peleando con todo un batallón él mismo. Seguían saliendo de todas partes. Él era tan invisible como siempre, usando sus tácticas ninjas, pero… esta vez no saldría de aquí con vida si no lo ayudaban.

“Maldito maniaco suicida” me bajé y fui hasta él, golpeando a cada uno de ellos, que caían al suelo. Lo agarré antes de que uno pudiera morderlo, atravesándole la cabeza y tomándolo de la mano para correr. Entramos a un hotel grande a toda velocidad, escalando hasta el piso diez, donde entramos en una habitación. Era bastante grande, pero se encontraba desierta y con suficientes cosas para atrancar las puertas antes de que la horda nos alcanzara. “¡Ayúdame!”

“¡Estoy ocupado!” tiró algo por la ventana que empezó a resonar fuertemente. Los muertos en nuestra puerta se fueron, siguiendo el sonido. Una vez pasó el peligro, mi compañero rompió en carcajadas, tomándose un brazo y dejándose caer al piso. “Por poco… aunque el subidón valió la pena”

“Cuida más tu vida, no me gustaría ser el que le diga a Izuna que moriste por una estupidez” me senté a su costado. Traté de no pensar en lo cerca que lo tenía para que mi corazón no sufriera.

“Y yo que pensé que te encantaría verme muerto”

“Claro que no, eres valioso para la comunidad… y para mí también” dije a regañadientes. Entonces sentí el peso de su cabeza sobre mi hombro. “¿Qué haces?”

“Tu olor… me encanta” murmuró. “Como todo de ti”

“¿Y por eso me rechazaste?”

“Bueno, mi reacción sí que fue exagerada… pero es que me pillaste en mal momento” se rio un poco. “Es irónico, siempre he dicho que era el más maduro de los dos, pero tú descifraste tus sentimientos primero”

“Espera, quieres decir que…” de repente todo había cambiado. ¿Acaso…?

“Sí, yo… todavía estaba peleando conmigo mismo por… mi atracción por los hombres” se sonrojó. “Debí haberlo sabido antes, siempre me ponía muy nervioso y caliente cerca de ti… desde que nos conocimos. Lo malo es que… no podía aceptarlo. Peleaba con todas mis fuerzas contra ello… aunque ganaban siempre que te veía con alguna de esas chicas.”

“¿Qué? ¿yo? ¿Con qué chicas?” confundido, así es como me sentía. Era gay, muy gay. ¿Por qué coquetearía con chicas si ni siquiera me gustaban? Aunque… era bastante halagador pensar que le había causado celos.

“Sí, te vi hablando el otro día con esa zorra de Rina. ¡Y ni siquiera intentes negarlo!” me señaló con el dedo. “¡Además te tratas con tanta familiaridad con esa pelirroja resbalosa de Mito!”

“Porque es mi prima” se congeló en su sitio. “¿Nunca te lo dije? Mito es tan prima mía como Tokka, sólo que es por parte de madre. Tokka es la hija del hermano de mi papá y Mito la del hermano de mi mamá” su cara se sonrojó… qué lindo se veía avergonzado. “Así que no tienes que sentirte amenazado por ella.”

“Bu… bueno, eso explica lo de la pelirroja” desvió su mirada. “Pero no lo de la corredora esa…”

“Rina-chan va a tener un bebé, quería que le preparara algunas medicinas cuando entrara en trabajo de parto” la medicina naturista seguía siendo mi pasión, lo que resultó ser sumamente útil para conseguir nuevas medicinas. “Eso fue todo”

“Yo…” no me vio. Esto me hizo sonreír, y yo que pensaba que su rechazo iba a arruinar todo lo que había entre nosotros. “He quedado como un tonto, ¿no?”

“Un poco, pero tranquilo, no se lo diré a nadie” puse un brazo alrededor de sus hombros y, sorpresivamente, él no se apartó. “Así que… ¿me confesé en mal momento? ¿Sólo por eso me rechazaste la vez pasada?”

“Sí… y porque… bueno… nunca me ha gustado alguien antes” lo abracé. “Ahora que lo pienso bien, mis emociones eran un auténtico lío en ese momento y terminé desquitándome contigo. Lo siento mucho” apreté un poco más. “Cuando comenzaste a actuar todo frío conmigo comprendí que la había cagado. No podía soportarlo… me enfrenté a la horda por eso.”

“Pudiste hablar conmigo” aunque yo no estaba muy receptivo en esos momentos. Miré por la ventana. “Descansamos esta noche y luego nos vamos. En la mañana será más fácil alcanzar el auto.”

“Hummmm… ¿no será que quieres hacer cositas conmigo que podrían ser catalogadas como traviesas?”

“¿Quién? ¿Yo?” la verdad es que sí me apetecía. Como cualquier chico de dieciséis años, sentía ese impulso de sentir por primera vez eso, de hacerlo. Y tan sólo tenerlo tan cerca me hacía querer quitarle la ropa hacer buen uso de la primera cama que tenía a mano en años. “Si tú quieres…”

“Eso sí que no” se apartó un poco. “No tengo ganas de arruinarlo todavía… o hacerlo nada más empezar” me dedicó una sonrisa traviesa. “Sí quiero tener una relación contigo…”

“Entonces…”

“Pero vamos lento, ¿sí?” asentí. Sentía la urgencia de tocar un poco, como todo adolescente, más podría esperar. “Ven, sólo hay una cama. Vamos a dormir.”

“Pensé que íbamos lento”

“No te hagas ilusiones, sólo vamos a echarnos una siesta. Nada de toqueteos indebidos o cosas sexuales por el momento” se echó en la espaciosa cama doble tras espolvorearla un poco. “Intenta tocarme el trasero y será lo último que hagas.”

“¿Puedo abrazarte mientras duermes?”

“Siempre y cuando no intentes hacer nada más” puse mis brazos a su alrededor y dormimos. A la mañana siguiente estábamos los dos muy descansados, conmigo de mejor humor que en mucho tiempo. Tomé mi katana y me la puse en el cinturón. Él frunció el ceño. “Hay bastantes todavía y no quiero ni pensar en el corredor.”

“Podemos hacerlo” antes de que pudiera abrir la puerta lo cogí del brazo. Se volteó extrañado. “¿Qué pasa ahora?”

“Ayer tuve un sueño. En él era un chico normal, yendo a la preparatoria como cualquiera” le confesé. “Y me confesé en la azotea de la escuela, en un festival con fuegos artificiales, en lugar de en una secundaria derruida. Si te lo hubiera dicho mis sentimientos así… ¿hubieras dicho que sí?”

“Supongo que pasaría lo mismo que antes… pero me arrepentiría. Seguro que entonces hubiera sido demasiado tarde, habrías pasado página con tantos chicos lindo a nuestro alrededor para escoger.”

“Soy tenaz y cabezota, no me hubiera dado por vencido tan fácilmente” le aseguré. “Posiblemente te perseguiría hasta conseguirte”

“Por alguna razón, puedo verte haciéndolo” me sonrió con sed de sangre. “Vamos, el pasillo está desierto. Las malditas cosas tienen algunos problemas con las escaleras. Hay que hacerlos pedazos… amor”

“Como digas… cielo” salimos corriendo y bajamos por las escaleras. Los muertos estaban ahí, esperándonos en el lobby. La guadaña, el abanico de guerra y la katana resonaron al partir los cráneos de las personas que antes habían habitado el lugar… o estaban pasando un tiempo ahí por negocios o vacaciones. “¡Puedo ver el auto!”

“¡No hables!” claro, estaba atrayendo más muertos. “Tienes que ir y traerlo aquí”

“Ve tú eres más rápido y silencioso” lo miré durante un segundo, dándole ánimos. Nos tomamos de las manos antes de que él saliera disparado por nuestro auto. Durante unos segundos no pude ver más que rostros zombificados que aplastaba rápidamente con mi hoja. Entonces un coche apareció, plantándose frente a mí.

“¿Esperas una invitación, Senju?” me metí a toda prisa y con tal suerte que no me atraparon. Arrancamos con dirección a los suburbios, tratando de perder a la horda que nos seguía. Pasamos por delante de una casa familiar.

“Detente” él frenó, confuso… hasta que vio el cartel a la entrada de la casa. Asintió, habían pocos por ahí. Toqué la puerta como había hecho hace años, la última vez que vi mi hogar. Entré y encontré todo desordenado, con manchas de sangre. “Tranquilo, tranquilo. Ellos escaparon, ¿recuerdas? Se fueron a alguna de las instalaciones militares que…” unos gemidos me alertaron. Uno de ellos apareció, gateando por el piso. “I… ¿Itama?”

“Gahhhhhh” el monstruo que antes fue mi hermanito respondió, con la carne cayéndosele a pedazos por todo el rostro. Retrocedí del horror y entonces me cayó todo encima. Liliya tenía razón, no habían evacuado a nadie. Mi familia jamás habría dejado al bebé.

“¿Qué te han…?” agarré mi katana con las dos manos. Lo único… lo único que podía por él era ¡Clang! Lo atravesé. Dejó de moverse mientras yo me derrumbaba en el piso, llorando en silencio. Cuando me serené busqué por toda la casa, pero no pude encontrar a nadie más. Cogí una de las viejas maletas que tenía mi madre y comencé a rellenarla de cosas que podrían servirme, como ropa. Vi una foto familiar, la agarré más que nada por inercia. Ahora que lo pienso, las únicas fotos que hemos tomado en años han sido las del registro civil de la comunidad. Estaba a punto de salir cuando escuché un golpeteo contra la puerta, volteé y vi a mi madre. La reconocí por el collar que siempre llevaba al cuello, una herencia familia. “Hola”

“Gahahhhhh”

“Tranquila, yo… y Tobi estamos bien” le aseguré. “No tienes que preocuparnos por nosotros” el zombi siguió chasqueando la mandíbula. “Te extrañamos… y lo siento… siento no haber” lágrimas volvieron a caer por mis mejillas. “Siento no haber regresado antes a por ustedes. Yo creí que…” levanté mi espada, tenía que hacerlo antes de que perdiera la calma. “Adiós, mamá” le atravesé la cabeza y se desplomó. Recogí los dos cuerpos rápido y los enterré en tumbas superficiales en el jardín. Deposité flores como toque final, colocándome el collar de mi madre alrededor del cuello. “Adiós… Itama, mamá”

“¿Qué tal ha ido?” preguntó Madara cuando entré de nuevo en el coche, con la maleta en mano. No respondí. “Por eso es que no debemos volver a casa.”

“Tienes suerte… Izuna todavía está contigo”

“Y Tobirama contigo, por eso tienes que ser fuerte. Yo también estoy aquí contigo” me tomó de la mano. “Tú me lo dijiste hace años, ¿no? Serás parte de mi razón para vivir y yo parte de la tuya. Aparte… tenemos que mantener Konoha en pie. Ellos también nos necesitan.”

“Gracias por recordármelo en este momento” lo tomé de la mano, al menos la que estaba en la palanca de cambios. Poco antes del atardecer llegamos a casa, habiendo despistado completamente a la horda que nos perseguía. Unos cuantos halcones salieron del tejado cuando volvíamos, seguro obra de Izuna. Madara le había enseñado el arte de la cetrería hace poco y ambos se ocupaban del escuadrón de dispersión aéreo.

“Hola, se tardaron” Tobirama nos recibió, arco en mano. “¡Traen combustible!” se maravilló, sacando los tanques de la parte de atrás de nuestro coche. “Con esto podremos salir la próxima primavera, posiblemente hasta el campo. Podremos cargar camiones enteros de cosas…”

“Creo que tendremos suficiente con los animales que tenemos por ahora… al menos eso creo” miré a mi alrededor. La escuela había cambiado mucho en estos años. Las ventanas estaban cubiertas con algún material térmico que colgábamos en invierno para protegernos del frío, los jardines y canchas estaban cubiertas de cultivos, las canchas interiores estaban convertidas en almacenes de comida… demasiados cambios. “No tenemos suficiente alimento para mantenerlos.”

“¿No has considerado la proposición de los Hyuuga para expandirnos?” claro que lo había hecho, necesitábamos el espacio.

“Sí, de hecho ya estamos haciendo planes… aunque tardaremos un poco más de lo previsto. Los muertos están muy cerca” le entregué uno de los bidones de combustible para que cargaran los camiones. “Hay que resistir este invierno con lo que tenemos”

“Lo que quiere decir que con harina, pan y conejos que compartimos con los perros”

“Sé un poco más agradecido, al menos tenemos carne” estaba a punto de decirme algo cuando notó el collar en mi cuello. Iba a preguntarme, pero negué con la cabeza. “Los enterré en el jardín, ahora están en paz” bajó la cabeza, como asintiendo. “Hay que… hay que organizar el combustible y… traigo más ropa también. Seguro que los niños necesitan un cambio.”

“Están bien con lo que tienen” Inori se acercó con su pequeño hijo, Inoki Yamanaka, colgando de su espalda. Las mujeres ahora acostumbraban llevar así a sus hijos para tener manos libres para defenderse. Y los hombres también. “Ah, Shirohebi-sensei atendió el parto de Yue-san. Tanto él como el bebé están bien”

“Qué maravilla” suspiré aliviado. Poco después de que los mayores comenzaran a tener sus aventuritas por ahí, nos dimos cuenta de que muchas cosas habían cambiado. No sólo en los muertos, sino también nosotros. Sucedió como dos años tras habernos encerrado. Yuhi-sensei comenzó a sentirse mal y, aunque lo atendimos, no pudo sobrevivir. Su esposa… o al menos a nuestros ojos… y su hijo pequeño no tuvieron esperanza. Ella ya había perdido un marido allá afuera antes de que la rescataramos y se quedó con él en la noche. Entonces él se levantó e intentó atacarla, pero Shirohebi-sensei le clavó algo en la cabeza. Supimos al instante que todos estábamos infectados y que, al morir, con o sin mordedura, todos nos convertiríamos. Y poco después nos dimos cuenta de una cosa más: los chicos ahora podían concebir.

“Es muy lindo” me señaló, sonriendo. Luego se puso seria. “Me encantaría que el padre fuese lo suficientemente responsable como para aparecer.”

“Eso no lo decidimos nosotros. Si Yue considera que puede hacerlo sólo…” ella, por ejemplo, estaba casada, pero conservaba su apellido y también su bebé. “¿Pasó algo más en nuestra ausencia?”

“¿Y mientras ustedes estaban ahí afuera?” me sonrió de una manera muy extraña. Me daba mala espina. “La tensión entre ustedes desapareció como por arte de magia. ¿Acaso Madara-chan finalmente aceptó estar contigo?” me puse rojo. “¡Sí lo hizo! ¡Todo el mundo escuche! ¡Madara-chan y Hashi-kun están juntos!”

“Espera…”  oh, Dios, Madara iba a matarme.

Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Qué le va a hacer Madara a Hashi tras esto? O mejor, ¿qué le hará Hashi a él pronto? Review!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).