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El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Hola!!!! Exámenes y una gripe horrible me mantenían ocupada, pero ya estoy bien. ¿Quién estaba esperando una actualización? 

“¡¿Cómo se te ocurrió decirle?!” mi airado novio me seguía tan de cerca que prácticamente sentía su candente respiración en mi cuello. Esto me hacía pensar en una completamente diferente situación, pero no podía mencionarla… o voltearme para que viera la tienda en mis pantalones que había causado esa imagen. “Esa ratita habladora de…”

“Hey, no tienes que hablar así de ella” me paré en frente de la enfermería. Yue debía estar ahí, junto con el pequeño recién nacido. Tenía que ver a mi contador. “Hola, ¿qué tal ha ido todo? Oí que tenemos un nuevo miembro.”

“Sí, míralo” me mostró al niño, muy orgulloso. “Se llamará Yuki Hatake… y espero realmente que sea hijo único, aunque procrear más nunca está de más” miró la ventana. “Sobre todo en momentos como este” sentí decaer mis ánimos, recordando el estado en el que había encontrado a mi hermano y a mi madre. “¿Qué tal va la zona hotelera?”

“Exactamente igual a la última vez que la vimos, llena de esas cosas” me crucé de brazos. “Necesitaremos días enteros para despejarla lo suficiente como para poder sacar algo de ahí, pero como ya hemos saqueado el distrito comercial…” miré los catres que habíamos dispuesto para los heridos. “Supongo que después del invierno tendremos que encargarnos de eso aparte de la expansión.”

“Expansión, eso sí que será difícil” acarició a su hijito. “Tendríamos que crear estructuras duraderas para lograrlo. Sé que Tobirama ha estado estudiando libros de arquitectura para conseguirlo, pero la escuela…”

“Seguiremos viviendo aquí, sólo que vamos a despejar de ellos un espacio hasta el parque para que haya más espacio para cultivar” el bebé despertó en ese momento, llorando por comida. “Oh, lo lamento, Yuki-kun” le sonreí al infante, que movía sus manitas. “Seguiremos más tarde, cuando te hayas recuperado más. Después de todo tenemos el invierno entero para conversar de esto.”

“Sí” yo y Madara salimos del lugar, dejándolo en las manos de Shirohebi-sensei. Llegamos a mi oficina, donde siguió gritándome por haberle dicho algo a Inori cuando recién habíamos dejado en claro nuestros sentimientos.

“¡Ni siquiera hemos tenido una cita todavía! ¡¿Realmente crees que es un buen momento para que todos estén charlando sobre nosotros?!” alcé una ceja. Normalmente cuando alguien decía cita en nuestra pequeña comunidad era sentarse a la sombra de un gran árbol de cerezos que estaba en el patio y charlar por horas en privado… no la mejor manera de pasar el rato. “Lo de antes no fue una cita”

“¿Cómo que no fue una cita? Prácticamente cumple todos los requisitos” tomé uno de los documentos. “Si quieres cuando termine con esto sobre la repartición de comida podremos ir un rato al cerezo. O aún mejor, a la azotea” ahí era donde yo cultivaba mis plantas medicinales especiales. “no debe haber nadie ahí.”

“¿No querrás…?”

“Oye, si tú dices no, es no. Respeto tu decisión” él me miró con una cara extraña. “¿Qué? ¿No piensas que seré capaz de contenerme? Te lo aseguro, soy mejor haciéndolo de lo que crees. Aún no te he saltado encima, ¿no?”

“Saltarme encima… atrévete y te aseguro que tendrán que remover quirúrgicamente mi zapato de tu trasero” agitó su cabello negro y salió del cuarto. Me dediqué a mis cosas por unas horas, disfrutando del aire frío de la tarde. Demonios, ya se sentía al invierno a la vuelta de la esquina. Me fijé en los almacenes donde guardábamos los alimentos… estaban llenos de lo que podíamos producir. “Supongo que podremos ampliar la producción de trigo cuando consigamos el parque.”

“Me encanta la idea” Tobirama apareció, portando su katana. “Aunque probablemente tardaremos meses en conseguir un muro lo suficientemente grueso como para impedir el paso de los cadáveres.”

“Meses, ¿eh?” vi los planos que mi hermano había hecho del muro de contención, el primero alrededor de Konoha, construido después de la aparición de los cadáveres andantes. “¿Incluso utilizando los materiales de las construcciones alrededor de nosotros?”

“Sí, por desgracia. Y eso sin contar con la cantidad de zombies que hay allá afuera” negó con la cabeza. Señalando la ventana. Desde mi oficina se veía el exterior, plagado de muertos vivientes. No era el mejor espectáculo del mundo. “Tardaremos un buen tiempo, no terminaremos a tiempo para la cosecha para el próximo invierno”

“Qué mal” comenté, recostándome sobre el escritorio. Todavía me quedaban pilas de trabajo por hacer. Por casualidad mis ojos cayeron en el registro civil de mi pequeña escuela, abandonada a su suerte por el resto del mundo… si es que quedaba algo. Humm, no habíamos visto a nadie o nada de lo que conocíamos desde que salvamos a un grupo el mes pasado. “¿Cuánto ha crecido nuestro pueblo este año?”

“Eso depende” mi otouto se miró las uñas. “¿Hablas de todos los grupos que hemos aceptado desde nuestra creación, por alguna razón compuestos más que nada por niños extraviados y adultos jóvenes? ¿O de los muchos niños que han nacido por la incontrolable libido de algunos de nuestros chicos?”

“Ambos”

“Ocho nuevos chicos y doce niños en sólo este año… y causaron muchos reajustes de las raciones de alimentación” anunció. “Un poco más y no tendremos con qué alimentarlos”

“¿Defunciones?”

“Gracias a nuestros planes de batalla se han producido un mínimo de casualidades fatales” me enorgullecía de eso. No quería que mis hombres cayeran en batalla, así que me preparaba muy bien. “Por cierto, el Hyuuga menor está esperando otra vez” se frotó la nuca. “Odio cuando se embarazan tan cerca del invierno, cuando la comida más escasea”

“Ya pensaremos en algo” seguí revisando las hojas. “Parece que Namikaze-sensei está de buen humor este día, va a hacer su postre especial de cerezas con miel” había una pequeña colmena en un árbol de la que sacábamos miel, así que eso al menos sí conseguíamos. “Tendremos un festín esta noche”

“¿Me estás escuchando o sólo pensando con tu estómago? Ampliarnos es cada vez más imperativo, no volveremos a sobrevivir si nos quedamos sólo con lo que tenemos”

“Hummm, tienes razón” me dejé caer sobre el escritorio de nuevo. “Habrá que levantar un cerco provisional alrededor de nuestra aldea para hacerlo más fácil. Creo que con algunos autos y autobuses podremos mantenerlos a raya mientras construimos la definitiva… aunque tendremos que hacerlo en el invierno para terminarlo a tiempo.”

“Supongo que podría ser peor” Tobirama envolvió su chalina nueva alrededor de su cuello, un regalo de la última vez que visité el ahora desolado centro comercial. “¿Vas a terminar con tu trabajo pronto?”

“Sí, y voy a llevar a Madara a la azotea”

“¿A la azotea? ¿Tienen una cita?” me preguntó mi hermanito, que no se veía sorprendido. “Sé que ahora son novios y todo eso, pero creo que se están apresurando. No querrás convertirte en padre a los dieciséis años como todos los tontos de allá afuera, ¿no? Porque eso sería una catast…”

“No buscamos privacidad para eso, él todavía no se siente listo para dar el… gran paso” mi cara se puso colorada como un tomate. No era la clase de tema que uno toca con su hermano pequeño, más considerando que yo había tenido que criarlo en una situación como esta… tuve que darle la charla yo mismo con un libro de educación sexual en la mano. Basta con decir que no fue la mejor de sus actuaciones.

“Aún mejor” se volteó para irse. Lo miró marcharse mientras completaba mi trabajo revisando los informes de todos. Decía la verdad, la natalidad estaba muy elevada por estos tiempos. Y pronto los que estaban en primaria cuando todo esto comenzó.

“Suficiente” me dije a mí mismo, cerrando la página, comencé a caminar hacia donde sabía que estaría Madara, ayudando a deshacerse del cerco de zombies con ayuda de sus halcones amaestrados. “Hola”

“Hola” me contestó, con un halcón en el brazo, picoteando un pedazo de carne que sin duda había cogido en su viaje. “Tenemos un plan para ampliar el cerco en medio del invierno. Tus mascotas podrían ayudarnos” él abrió la boca para hablar, pero puse un dedo antes de que lo hiciera. “No he venido precisamente a hablar de eso. ¿Ya has terminado con la dispersión? No debe quedar muchos alrededor.”

“Dentro de poco, sólo espero a que los de ese lado estén un poco más lejos” señaló a la turba caminante. “Y… ¿Qué pasó? ¿Setsuna, Hikaku o Izuna causaron algún problema?”

“No” Setsuna y Hikaku eran primos de Madara. Había sido una sorpresa que se encontraran un año después del brote, sobre todo porque antes no se llevaban muy bien… aunque después de pasar el trago amargo y hablarlo, los había cuidado tan bien como a Izuna. “Son buenos chicos, tú los has criado.”

“Exactamente, tienen que dejarme bien” se asomó por la orilla. “Ahí están, ayudando a guardar las últimas existencias de trigo” señaló. “Tendríamos que vivir de algo más que harina y verduras.”

“Y conejo”

“Y conejo” se puso una mano en la cintura. “¿Por qué me vienes a visitar ahora? No creo que tenga nada que ver con trabajo.”

“Recordé que te debo una cita”

“Para eso tendríamos que salir, ¿no lo crees?”

“Pues tendrá que ser a la azotea, porque afuera no podemos ir tan pronto” lo tomé de la mano y lo llevé a la azotea. No se resistió. Es más, me miraba de una forma extraña.

“Podías simplemente pedirme que vayamos al cerezo”

“No quería quitarle la magia” le respondí sonriendo. El techo nuevo que habíamos colocado para proteger a las plantas medicinales del clima estaba funcionando muy bien. Debía reconocérselo a mi hermano, era un increíble ingeniero. “¿Te gusta?” le enseñé tanques que habíamos instalado ahí después de la última misión. “¿Los recuerdas?”

“Los encontramos en ese almacén, ¿no te acuerdas?” lo tomé de las manos. “Todavía puedo recordar lo hermoso que te veías cuando matabas a esos monstruos, las gotas de sangre en el aire volando a tu alrededor…”

“¿Ese es un halago?” se ruborizó un poco, haciéndolo ver adorable. Luego se soltó para ver a los armatostes de metal. “Debo admitirlo, por muy mal que me caiga tu hermano, es buen arquitecto. Sin duda podremos almacenar mucha agua para las plantas durante el invierno. Ya me estaba cansando de tener que romper alcantarillas.”

“En realidad, somos afortunados de que todavía funcionen y canalicen el agua hacia nosotros. Si no, no creo que esto haya durado mucho” señalé el parque cercano, donde las plantas crecían salvajes. “Y espero que también funcionen ahí, porque es nuestro futuro… a menos que consigamos romper el asfalto para conseguir tierras de cultivo.”

“Hummm, en algunas partes se está rompiendo, no debe de tardar mucho” señaló. “Pero hagámoslo con cuidado, ¿Sí?” me pidió. “Expandirnos puede causar casualidades. Hay muchas casas alrededor con jardines que podemos usar para cultivar.”

“Cariño, no alcanzará. Necesitamos ese parque… y tal vez otras que conseguiremos cuando podamos romper el asfalto”

“Lo sé” nos sentamos juntos. “trabajo… es un tema muy deprimente del que hablar en una primera cita” ambos nos reímos, era muy cierto. “A ver, otra cosa… ¿te gustan mis halcones? Entrenarlos no es sencillo, pero son aves muy inteligentes y sumamente útiles.”

“Me encantan tus halcones” señalé a las aves, que tenían ratones nuevos que comer, cortesía de nuestras trampas en el granero. “Tengo curiosidad ¿Cómo aprendiste cetrería? Lo de los ninjas solamente es increíble, pero controlar halcones que antes eran salvajes… creo que sólo tú e Izuna lo conseguirían.”

“Bueno, los Hyuuga tienen toda su información robada de internet, los Senju las estructuras y la administración y nosotros nuestros halcones… y las artes ninjas” mis dedos tocaron los suyos. “Esas aves son geniales.”

“¿Sí? ¿Quién te enseñó?”

“Mi mamá” observó a sus adorados pájaros. “Ella… solía trabajar en una empresa que adiestraba halcones para hacer control de plagas y seguridad en aeropuertos”

“¿Seguridad?”

“¿Tienes una idea de cuantos accidentes eran causados al año por pájaros en las turbinas? Los aeropuertos pagaban mucho dinero por halcones que espantaran a todas las aves de sus áreas y mi mamá era la mejor… suerte que falleciera antes de que todo esto empezara” su mirada se puso triste. “La extraño, pero… al menos se libró de esto.”

“En cierto modo, yo también me siento mal por los niños” lo solté y me asomé por la orilla. El pequeño de Namikaze-sensei corría por todas partes, perseguido por su madre. La maestra estaba feliz de cuidar de todos los chicos como una madre, incluso los pocos adultos que quedaban en la comunidad. “No tuvieron todo lo que nosotros tuvimos” algo me vino a la mente y me reí. “Aunque pensándolo bien, está mejor así.”

“Tienes razón, antes ningún niño se hubiera quedado tranquilo sin un nintendo o un celular” me devolvió el gesto. “Ahhhh, hoy estoy cansado. ¿Es cierto que van a hacer postre de cerezas con miel?”

“Te encanta, ¿verdad?”

“Prefiero el inarisushi, pero no tenemos con qué prepararlo, así que está bien” a decir verdad, yo también extrañaba la sopa de hongos mixta. “Vamos, hay que hacer algo más. Una cita no es una cita si no la disfrutamos.”

“Conforme” bajamos y jugamos en el ex campo de deporte, ahora dividido en cementerio para los caídos y campo de cultivo, trepando algunos de los árboles frutales, correteándonos el uno al otro… hasta que nos tumbamos de cansados, felices el uno al lado del otro. “Sabes, es una maravilla que los pocos adultos que llegaran se sometieran tan fácilmente a nuestro gobierno. Casi un milagro.”

“Fue su única manera de sobrevivir. Si nos hubiéramos encontrado con militares no hubiera sido tan fácil, pero civiles… están dispuestos a cualquier cosa con tal de sobrevivir, incluso inclinar la cabeza ante un montón de adolescentes con más capacidad para luchar que cualquiera fuera de estos muros”

“¿Te he dicho lo mucho que amo tu inteligencia?” el aire empezó a soplar por todas partes. Teníamos que abrigarnos. “Hay que entrar, la comida ya casi debe estar lista.”

“Sí, debí haber ayudado…”

“Haces suficiente con lo de los halcones y creo que no te necesitan en el comedor” le eché un vistazo a las casas a nuestro alrededor de nuevo. “¿Crees que podríamos usar unas de esas como establo? Tendrán acequias ahora limpias y otras cosas… ¿Qué les parecería ir a caballo por ahí?”

“¿Caballos? Vacas y pollos entendería, pero ¿caballos?”

“Se nos está acabando el combustible y hemos saqueado todas las gasolineras cercanas, además los coches están poniéndose demasiado viejos para simplemente parchar los agujeros en sus partes… creo que los caballos son el futuro.”

“Si lo pones así” de repente vimos algo que en años no habíamos visto, dos helicópteros medianos atravesando el cielo. Parecían maltrechos, apenas lo suficientemente aptos para mantenerse en el aire. “¡¿Ves eso?!”

“Sí” entonces los vimos descender cada vez más. “Demonios, planean aterrizar en el techo del centro comercial” mordí mis labios, recordando el horrible final del grupo que vivía ahí a manos de una manada de zombies. “Ese sitio está infestado, tenemos que sacarlos de ahí cuanto antes.”

“¿Por qué? No sabemos quienes son”

“Pueden traer noticias del mundo exterior y ¿no crees que eso ayudaría?” aunque también podría hacer aún peor la situación. Corrimos escaleras abajo y nos encontramos con los guerreros, ya listos para recibir órdenes. “Wooow, nuestra eficiencia ha aumentado mucho, ya podemos llamarnos ejército.”

“Muy bien, es una misión de rescate en el centro comercial” anuncié, colocándome mi propia armadura. Sé que están pasadas de moda, pero son de lo más útiles. “Es posible que traigamos nuevos ciudadanos, así que estén preparados” señalé a Namikaze-sensei, que se encargaba de todo lo domestico en mi ausencia, sobre todo cuando se refería a recibir a nuevos integrantes. “No se dejen coger, esa es la única orden. ¡Adelante!”

“¡Sí!” fuimos en los coches, conduciendo a toda prisa. El revuelo causado por los helicópteros había atraído la atención de casi todos los zombies en la ciudad, que gemías y avanzaban lentamente. Entramos en el centro con muchos problemas, cortando a través de los muertos. En más de una ocasión nuestras armaduras nos salvaron la vida.

“¡Váyanse! ¡No vengan!” alguien gritaba en la azotea.

“Cúbranse los oídos” señaló Madara, soltando al halcón que había venido con él. El pájaro despegó con un juguete en las garras. Cuando estuvo afuera este sonó a todo volumen, atrayendo la atención de esas cosas y haciéndolos salir. “Suzaku estará seguro, ahora vamos a meter a quien sea que esté ahí en el autobús”

“Sí” me dirigí a la puerta. “¿Hay alguien ahí?”

“¡Gracias a Dios!!” una voz masculina me respondió. “¿Son de las fuerzas armadas? ¿De qué batallón…?” entonces la puerta se abrió lo suficiente como para que él nos viera. “Dios, son niños. ¿Acaso hemos destruido su refugio?”

“¿Quiere hablar de eso ahora o cuando estemos a salvo?” le propuse, tendiéndole la mano. “A propósito, hace mucho tiempo que no somos niños, llevamos años resistiendo en este lugar” vi lo que había detrás de él cuando salió. Era otro chico vestido de aviador, de nuestra edad, y unos cuantos niños pequeños, abrazados. “Mejor nos vamos”

“Tienen razón” el piloto mayor obedeció, corriendo con nosotros. Los pequeños lo siguieron, igual que el adolescente. Los muertos ya estaban empezando a entrar de nuevo cuando logramos meternos todos en los coches y di orden de retroceder. “Sientense bien, niños, y abrochen sus cinturones.”

“Misión cumplida” suspiré contento.

“Sí, aunque esto nos traerá problemas. Lo sabes ¿no?” Madara me miró con esa expresión analítica que a muchos les asustaba. “Son diez personas más, así no podremos alimentar a todos durante el invierno, ni racionalizando de nuevo todo.”

“Se me ocurre algo” le dije, soplando mis manos. “¿Te sientes con ganas de una expedición más?” le pregunté. “Sólo los mejores guerreros… a donde antes de producía la comida” ahora parecía entender. “Iremos al campo”

Notas finales:

¿Qué les pareció? Review!!!


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