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El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste este capítulo, aquí conocerán a la versión post apocaliptica de algunos de sus personajes favoritos.

“¿Dónde estás, Sasuke?” repetía Itachi, desquiciando a Shisui, que estaba acostumbrado a su obsesión con mantener a su hermanito a salvo. El mayor rodó los ojos mientras avanzaban, siguiendo el camino que creían que habían tomado los chicos. “Demonios, ¿Por qué diablos tenías que hacer algo como esto? Los exploradores te…”

“Ya cálmate, estarán bien” su primo trató de calmarlo. “Como dijo tu papá, deben haber ido al mar o algo así. Todos los chicos hablan en algún momento de ir allá, los libros dicen que es una vista impresionante.”

“Es peligroso, no nos hemos acercado al mar desde que empezó el brote” la comadreja contestó, maniobrando el timón. “Podrían perderse en el camino, ¿Quién sabe dónde diablos está ese lugar?” el otro levantó un viejo mapa, que tenía pinta de haber sido guardado con cuidado por mucho tiempo. “Eso ya no sirve”

“Claro que sí” explicó el alegre del dúo, señalando unas cruces dibujadas con un viejo marcador. “Mira, este es el lugar donde está Konoha y hemos estado yendo hacia el sureste, así que…” señaló el lugar más probable donde estaban. “Si continuamos por este camino dos días más o algo así, llegaremos a un viejo embarcadero o lo que queda de él. Desde ahí podemos recorrer la playa hasta encontrarlos.”

“¿Y si no lo hacemos?”

“Trata de ser positivo por una vez en tu vida, por favor” le pidió Shisui, doblando el mapa de nuevo con un aura depresiva. “Tenemos que pensar en lo mejor” suspiró “Aparte… Sasuke es listo. Tanto como tú. Sabrá arreglárselas.”

“Te equivocas, es más inteligente que yo” sonrió el adolescente, intentando mantener el curso fijo. Era difícil en un vehículo que jamás había conducido en su vida, pero se las arreglaba. “Tienes razón, no dejará que lo maten unos cadáveres putrefactos tras haber hecho todo esto, no antes de que lo rescate.”

“Si es que necesita rescate… o quiere uno” la risita del mayor no le gustó nada al menor. “Mira que conseguirse novio antes que su hermano mayor, jujuju. Ese Sasuke…”

“Cállate” siguió manejando. Pronto se hizo de noche y tuvieron que buscar un refugio. No era aconsejable seguir avanzando. Se acomodaron dentro del auto, uno en el asiento de adelante y otro en el de atrás. Itachi se la pasó observando la cadena de metal que su hermanito le regaló por uno de sus cumpleaños sin poder dormir. “Lo prometo, voy a encontrarte. Te llevaré de regreso a casa… y vas a prometer que nunca más vas a hacer algo como esto ni reparar un auto sin mi permiso.”

“Creo que el que reparó el auto fue Naruto” intervino un adormilado Shisui, que estuvo despierto todo el tiempo. “Al igual que todos los cachivaches que tenemos ahora.”

“Ya cierra la boca” se volteó, guardando su collar. Aunque tenía razón en algo, gracias a Naruto y sorpresivamente a Obito, las cosas habían mejorado mucho en casa. Los molinos recuperaron su importancia y fueron actualizados por el Uchiha en cuestión mientras que el Uzumaki se dedicaba a actualizar el sistema de alumbrado por orden de su padre y algún que otro cachivache. A Itachi le había gustado mucho el walkman que Sasuke que le regaló, una maravilla solamente posible porque Anko Mitarashi conservó las cosas de su bisabuela con mucho cuidado. Era un poco diferente al original, pero… “Los vamos a encontrar, ¿no es verdad?”

“Claro, somos los mejores” esto ayudó a tranquilizar el alma del preocupado hermano mayor, haciéndole cerrar los ojos. El resto del viaje fue más calmado, eventualmente encontrándose con unos cuantos de ellos. Los zombies se daban cuenta de su presencia y los rodeaban de vez en cuando, más las espadas se hacían cargo de ellos. Finalmente pudieron ver las ruinas del embarcadero, lo que era una suerte porque…

“Ya no se mueve” comentó Itachi con ganas de golpearse en la cara. Claro, era uno de los inconvenientes con los que se habían topado sus ancestros, la falta de combustible. Y para colmo se podían escuchar los gemidos de esas cosas acercándose. “Diablos…”

“Oye, fíjate en eso” el mayor se había alejado un poco buscando provisiones. No tenían implementos de pesca, otro fallo por lo precipitado de la búsqueda. La comadreja se aceró y vio un pequeño bote de remos atado a la orilla, sorpresivamente en buen estado. “Parece que la suerte está de nuestra parte hoy”

“O que hay alguien más por aquí” se subió, muy serio. Los sonidos se acercaban, así que rápidamente se subió, desatando el bote. Shisui fue detrás de él, remando con fuerza para alejarse. Ya estaban a una distancia prudencial de la costa cuando finalmente los vieron. Eran demasiados para regresar. “Vamos a esas islas, serán más seguras que este pequeño bote para pensar en nuestro siguiente movimiento.”

“¿Estás seguro? Con esto podríamos…”

“Shisui, si están vivos se habrán escondido, no podremos encontrarlos con esa cantidad de zombies ahí afuera” dijo apretando los dientes. “Lo mejor que podemos hacer es esperar a que la multitud se disperse. Lo entiendes, ¿verdad?”

“Sí” asintió su primo, regresando a remar. Estaba haciendo algo de calor y no quería quedarse a merced del sol en medio del agua. Los dos finalmente llegaron a las costas, bañados en sudor por el esfuerzo. Parecía que nadie habitaba ahí, por lo que los dos caminaron más adentro. Entonces se toparon con la primera sorpresa. Una malla de metal marcaba el límite entre la playa y un sitio verde. “¿Es una huerta?”

“Lo es” el sentimiento de no estar solo de la comadreja se incrementó. La valla era sujetada por unos grandes árboles frutales, obviamente plantados a propósito. Retrocedió. “Y está demasiado bien cuidada para ser salvaje.”

“Tienes razón” puso una mano en su katana. Avanzaron alrededor de la cerca, buscando una manera de entrar para revisar dentro. Llevaban una hora bordeándola en silencio cuando los Uchiha escucharon un sonido que no encajaba, esquivando justo a tiempo a un gran hombre con lo que parecía una espada enorme. Ambos echaron mano a las espadas.

“¿Lo esquivaron?” levantó su colosal arma. “Tal parece que los zombies de hoy en día también evolucionan, ¿eh?” puso las dos manos en el mango. “No importa, igual aplastaré sus cráneos”

“¿Estás tonto?” preguntó Shisui enojado.

“¿También hablan?” los miró como si fueran un experimento científico. “Creí que los muertos no contaban cuentos… ni hablaban.”

“¡Quizás es que no estamos muertos, idiota!” el usualmente calmado Itachi explotó, amenazándolo con su espada. La cara del extraño pasó de confusa a pasmada. “Esto es lo último que necesitaba, a un tonto entorpeciendo mi búsqueda…”

“¿No… no son muertos?” el mayor negó. “¿De verdad?” otra negativa. “En ese caso, ¿Por qué no lo dijeron antes?” se guardó la espada en la espalda. “Tendrían que estar en el… alto, si no están muertos ¿Cómo diantres es que no los conozco? Me sé los rostros de todos los que están vivos y a ustedes no los he visto antes.”

“Acabamos de cruzar ese pedazo de agua salada, por supuesto que no nos conoces” esto dejó pasmado al isleño. Se fijó en el que estaba más lejos, que envainó suspirando. “Diablos, para hacer hablar así a Itachi tienes que ser uno de los idiotas más grandes del mundo.”

“De… de verdad” levantó la vista de repente. Observando unas campanas que había en los árboles. “Demonios, otra vez vinieron demasiados con la corriente” de repente tomó la mano de la comadreja, que estaba más cerca de él y lo arrastró. Shisui se quedó congelado un instante antes de seguir al loco que al parecer tomó como rehén a su primo. El hombre los llevó a una playa donde un grupo de personas con distintos estilos de espadas peleando con la versión remojada de los muertos vivientes, que se arrastraban hacia la cerca. Desde lo alto algunas personas lanzaban flechas a sus cabezas. “¡Por ahí!”

“¿Eh?” el Uchiha menor no sabía cómo reaccionar, empujado súbitamente hacia una escalera mientras el extraño corría hacia los otros que peleaban.

“¡Kisame! ¡¿Dónde diablos estabas?!” uno de los espadachines con la cara vendada le preguntó, clavando una enorme hoja de metal en la cabeza de un zombie que se arrastraba a sus pies. “¡Están viniendo más de lo normal!”

“¡Lo siento, Zabuza-taicho! ¡Me encontré con un par de rezagados del lado equivocado de la reja!” explicó el tiburón, lanzándose contra el primero que encontró. Las olas trajeron más de esos cadáveres, tantos que incluso con lo lentos que eran rodeaban a los espadachines. “Demonios”

“¡Los que puedan detrás de la cerca!” ordenó el de las vendas.

“¿Los ayudamos?” preguntó Shisui, agarrado a la escalera. El pelinegro menor suspiró y desenvainó la espada. El mayor lo imitó y se dejó caer, preparándose para el ataque. Los dos corrieron hacia las personas en problemas. Itachi saltó, lanzando sus cuchillos alrededor antes de clavar su hoja en la primera cabeza podrida que encontró. “Novato”

“¿Qué…?” el Uchiha mayor sacó sus propias cuchillas y giró a alta velocidad, dando siempre en la nuca de alguna de las criaturas, atravesándosela.

“¡Así es como se hace!” cayó sobre una de las criaturas, con la espada ya desenvainada. Se clavó hasta la mitad en la cabeza del ser, que al instante quedó inerte.

“Presumido” no notó que por detrás se le acercaba uno, siendo salvado por Kisame. Al parecer los espadachines no estaban dispuestos a ser superados en su territorio. Y vaya que eran buenos, tanto como ellos. En minutos la costa quedó despejada.

“Vuelvan dentro, está cambiando la marea” ordenó un cansado Zabuza. “Mañana tendremos que despejar la zona sur, el refresco se encargará de las demás islas” dedicó una dura mirada a los dos forasteros. “Todos pasamos por una revisión al entrar, les sugiero que no se resistan. Aunque nos hayan ayudado no podemos permitirnos que nadie infectado entre.”

“Muy bien” los pelinegros guardaron sus armas y entraron en el recinto. Dentro estaban muchas personas que los veían asombrados. “Me siento incómodo. ¿Qué sucede?”

“Es que… nunca antes hemos tenido visitantes antes… creíamos que todo el país estaba muerto y que sólo estás islas… bueno… las hemos cuidado mucho por eso” el cara de pez se enrojeció un poco. “Supongo que deben estar cansados de huir tanto” comenzaron a caminar, Itachi se sentía un poco desnudo sin sus armas, pero tenían que dejarlas en custodia de uno de los guardias. Lo entendían, todavía no tenían la confianza de los lugareños. “Les… mostraremos donde pueden descansar.”

“Y podremos hablar ahí” añadió Zabuza, apartando las vendas de su boca. “Espero que los refrescos estén listos para despejar las otras áreas infestadas” se puso la espada a la espalda, estirando los brazos una vez estuvo asegurada. “¿A quién le toca reemplazarme? ¿A ese idiota de Juzo o al mocoso?” hizo una cuenta con las manos “¡Mangetsu! ¡¿Dónde diablos está tu hermano?!”

“Le toca mañana, Biwa-sempai es el reemplazo de hoy” respondió el peliblanco, manteniendo la voz baja. “Hizo el turno de ayer en la tarde, así que hoy se queda en casa”

“Se parece a los turnos en la muralla que tenemos en Konoha” le susurró Shisui a su primo, que asintió. Esperaba que no los escucharan, podían no ser tan amigables como inicialmente pensaban. “¿A dónde crees que nos lleven?”

“Supongo que a su versión de la escuela”

“¿Qué están murmurando por ahí?” Kisame preguntó, muy interesado. Entre todos era el más animado por encontrar personas vivas del otro lado del océano. “¿Pueden decirme cómo es ahí afuera? ¿Hay muchos…?”

“¡Hoshigaki, céntrate!” una mujer le dio un golpe a la cabeza desde atrás. Era pelirroja y esbelta, con una gran sonrisa. Él se cubrió la zona del golpe, fulminándola con la mirada.

“¡Auch, Ringo!” se quejó. Ella se acercó más a él, susurrándole algo al oído que hizo que se pusiera rojo. Se puso a gritar para refutar lo que sea que le hubiese dicho, causándole aún más diversión. Desaceleraron un poco, obviamente por la pared a la que se acercaban. “Prepárense para asombrarse”

“¿Por qué?” la comadreja se cruzó de brazos. Aparentemente consideraba que nada podía sorprenderlo a estas alturas, no más que el auto nuevo en el que su hermanito se fugó con su novio… ¡a quienes todavía no encontraba!

“Porque están a punto de ver algo genial” subió por una escalera colgando del costado. Aclaró su garganta cuando llegó a la cima del grueso muro. “Caballeros” extendió las manos. “¡Bienvenidos a Kirigakure!”

“Kiri… gakure” justo ahí, en medio de esas islas, estaba otra aldea. Sus calles estaban pobladas de gente viva, cosa que no habían visto en ninguna otra parte. Intercambiaban productos, sacaban agua del pozo… incluso podía oler la comida que se preparaba en los fogones de los hogares a su alrededor para el almuerzo. Shisui estaba igual de sorprendido. Sin querer habían logrado lo que nadie más en Konoha.

-En otra parte-

“¿Qué se supone que es esto?” preguntó Naruto, aceptando la cantimplora que su novio le ofrecía. En lugar de tomar el camino directo a la playa más cercana que todos esperaban que tomaran, dieron un largo rodeo, dirigiéndose al campo. Idea de Sasuke, por cierto.

“Un campamento de avanzada de los exploradores” el Uchiha revisó las alacenas, encontrando algunas reservas de galletas y agua guardadas. “Suelen usarlas durante los viajes en verano, es mucho más sencillo guardar los caballos de refresco y almacenar la comida imperecedera a mitad de camino que en Konoha. El resto del tiempo está abandonado” cerró los muebles tras saquearlos. “Pensé que sería ideal para descansar por la noche y preparar nuestro siguiente movimiento” se sentó al costado del rubio. “Tiene incluso uno de los carruajes grandes donde podemos meter el auto.”

“Tendríamos que haber traído caballos para que funcionara, dattebayo” siguió el Uzumaki, cogiendo uno de los recipientes de galletas.

“Ya lo tengo cubierto” el pelinegro le restó importancia. “Itachi me contó que hace poco hubo un ataque sorpresa del que tuvieron que escapar a toda prisa. Muchos caballos se escaparon en ese momento, todavía deben andar por aquí. Mañana saldremos a buscarlos” cerró los ojos y se recostó contra su hombro. “Ahora duerme conmigo”

“¿Dormir?” alzó la ceja el ojiazul. Su compañero ya estaba prácticamente en el mundo de los sueños, respirando suavemente contra su brazo. “Es muy temprano para irse a dormir, ¿no crees?”

“Duerme conmigo” fueron las últimas palabras que Sasuke dijo antes de caer en un profundo sueño, roncando levemente. Naruto sonrió, cargando a su novio en brazos y depositándolo en uno de los camastros de la habitación. Luego se recostó a su costado, dándose cuenta finalmente de lo cansado que estaba.

“No tienes remedio, dattebayo” lo besó antes de cerrar los ojos. A la mañana siguiente el Uchiha seguía adormilado, además de un poco mareado, pero igual demostró su destreza a la hora de capturar a los caballos. Debían ser de los escapados, porque se adaptaron rápido a los arneses. A mediodía el carruaje metálico estuvo listo para partir. “¿Por dónde quieres continuar? ¿Directo a la playa?”

“Pues… ahora que nuestro secreto está fuera no querría toparme con Itachi tan pronto” sacó uno de los mapas que había tomado prestado de la biblioteca para este caso. “Mira, hay mil maneras de ver el mar. Si seguimos avanzando por aquí” señaló la dirección. “Tardaremos como dos semanas en alcanzar nuestro destino. Quizás sea un viaje demasiado…”

“Será fantástico” espoleó a los animales, moviendo la pesada carcasa de metal. El pelinegro se preparó por si surgían problemas, más no vieron a ninguno en el primer medio día de marcha. La noche, en cambio, fue un caso diferente. “Esas cosas están aquí, dattebayo.”

“Ignóralas” contestó su amigo, acurrucándose para dormir. “En la mañana muchos de ellos habrán seguido de largo, no te preocupes.” Bostezó “¿Qué crees que encontremos en nuestro destino?” preguntó soñador. “Escuché que el mar es una gran extensión de agua salada donde viven animales rarísimos.”

“Yo que podías recoger caracolas a las orillas, ttebayo… y conchas” movió la cabeza con aire confundido. “Quisiera saber qué diablos son las conchas” entonces se le ocurrió algo más. “Lo que sí me gustaría encontrar son metales. Alguna zona donde se puedan sacar de la tierra, como las minas que mencionaba Hashirama en su diario.” Bajó la cabeza. “Los metales de las construcciones antiguas ya están arruinados, no hallaremos más en ellas.”

“Lo horrible es que tienes razón”

“Sí…” siguió avanzando a paso lento. Un poco más allá se encontraron con una vieja estructura medio enterrada que les recordaba al escenario que Shin Shimura construyó con la ayuda de su hermano Sai para dar un concierto. El chico cantaba muy bonito antes de perder la voz por un tumor en la garganta. “¿Recuerdas el…?”

“¿Último concierto de Shin? Sí, lo hago” Sasuke volteó la cabeza. “Fue la última vez que vimos al idiota de Sai actuando normal, luego siempre tuvo esa sonrisa falsa pegada a la cara. No se le iba ni aunque un zombie le estuviera escupiendo en la cara.”

“Sí…” Naruto decidió en ese momento cambiar de tema, ya que la conversación estaba tornándose deprimente. Observó el mapa una vez más, decidiendo hacer un giro por un atajo. “Nagato ha ido cientos de veces al campo, pero jamás me había contado de las ruinas de un teatro”

“Itachi tampoco” Sasuke sacó un cuadernillo, dibujando el paisaje mientras pasaban. “Estamos en territorio desconocido, aún para los exploradores de Konoha, que llevan un siglo y medio cartografiando las zonas a nuestro alrededor… nunca vinieron por aquí, la ruta usual es directo al campo y de regreso a casa.” Espoleó a los caballos. “Tenemos que hacer algo, dejar alguna señal…”

“Lo tengo cubierto, ttebayo” sonrió el rubio. “Te lo mostraré en la noche” prometió. Al oscurecer se metieron en la parte de atrás, donde el Uzumaki sacó una jaula cubierta de tela. Dentro habían palomas mensajeras. “Las metí cuando no estabas mirando el último día” estiró la mano. “Dame los dibujos”

“¿Qué harás?”

“Enviárselas a mi papá, así a lo mejor no envían personas a buscarnos” el Uchiha pensaba que era demasiado optimista, pero igualmente lo dejó enviar la paloma, que voló en dirección a Konoha…

-En la aldea-

“Es un tonto… Itachi debería haberlos encontrado para…”

“¡Minato-sama!” Nagato corrió a su encuentro, sosteniendo un papel en las manos. “Esto acaba de llegar con una paloma mensajera” le mostró el dibujo, dándole la vuelta para mostrar las firmas del otro lado de la hoja. “No estaba cansada, deben estar a dos días de camino a caballo.”

“Con ese armatoste de metal no podemos confiarnos” el Hokage se movió hacia la escuela. Los autos habían sido trasladados a ese lugar para ser estudiados por las personas más inteligentes del asentamiento… que aún no sabían cómo el idiota de su hijo se las había arreglado para construirlos. “Tenemos que averiguar lo que…”

“¡LO LOGRÉ!” el grito sacudió la aldea, seguida por el peculiar sonido de un motor al encender. Minato corrió hacia la fuente del sonido… vaya, eso era inesperado.

Notas finales:

Woow, Itachi se encontró con el pescado. Bonito, no? ¿Qué parejas desean que estén en Kiri? Review!!!!


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