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El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste el capítulo, a mí me gustó bastante. Adivinen quién va a salir ahora aquí.

“Con cuidado, el agua puede estar infestada” comentó Suigetsu, mientras Kisame ayudaba a Itachi a subir al barco. “La otra vez tuve que quitar un fiambre de mi generador, felizmente su cabeza estaba lo suficientemente bien posicionada como para atravesarla con facilidad o no sé lo que habría hecho” arrancó el motor. “¡Ajá! ¡Listo!” Mangetsu por atrás echó unas redes de arrastre y salieron al océano. “Esto nos ha hecho la vida mucho más sencilla.”

“Sólo fíjense” el Hozuki mayor coincidió. Unos minutos más tarde, con la ayuda de todos, levantó las redes. Estaban llenas de cuerpos que se retorcían, gruñendo. Todos sacaron sus espadas. “Hemos ido limpiando la playa poco a poco, pero por nuestras responsabilidades tuvimos que parar. Y el nivel ha vuelto a subir.”

“¿Ustedes dos han hecho esto?” preguntó Shisui con una sonrisa en el rostro. “Vaya, son los Naruto y Sasuke de Kirigakure. Felicitaciones.”

“¿Naruto y Sasuke? ¿Acaso ellos han sido los que han conseguido arrancar sus coches?” los peliblancos parecían interesados. “Me encantarían conocerlos, en verdad. Seguro que entre los cuatro podríamos echar a andar hasta un avión.”

“¡No!” Mangetsu e Itachi gritaron al mismo tiempo, ganándose las carcajadas de los demás y comentarios acerca de hermanos sobreprotectores. Finalmente se acercaron poco a poco a la costa, donde hileras de cadáveres entraban en el agua, sumergiéndose en las olas. Todos observaron con aprehensión las hileras de cosas podridas que se unían a sus pares en el océano.

“Esto nunca va a acabar si seguimos así” comentó Suigetsu, apagando el motor. Y era verdad, si esa ingente cantidad de muertos seguían cayendo al agua habría algún momento en el que sobrepasarían incluso las defensas naturales y humanas de las islas. Eso sería… “Tenemos que unirnos con Konoha… para evitar que nos borren del mapa a todos.”

“Shirohebi-sensei me dijo algo parecido” confesó la comadreja. Su primo lo miró como si no le entendiera. “En el funeral de Jiraiya-sama pude hablar con él. Orochimaru… Orochimaru me dijo que no tuviera muchas esperanzas en que esto acabara de manera natural. Que me armara y luchara… si realmente quería vivir. Y que mi hermanito viviera” apretó los puños. “Hay que luchar… ¿Quién está a cargo de las islas?”

“Mei-sama… la Mizukage” contestó Ringo. “Kisame puede llevarte a verla si quieres, pero… ¿Por qué la buscarías?”

“Porque necesitamos los unos de los otros para limpiar este mundo antes de que nos coman en nuestras guaridas como los gatos a las ratas” el Uchiha menor fue hasta el puesto del capitán. “¿Tienes algo que nos pueda ayudar a recuperar nuestro auto?”

“¿Está cerca de aquí?” Suigetsu preguntó, volteando el barco una vez lo volvió a encender. Era un simple punto en un mar de zombies, pero lo podían ver. Shisui lo señaló. “Bueno… supongo que tendremos un buen rato tratando de recuperarlo. ¿Qué piensan hacer primero? ¿Ir a ver a Mei o coger el coche?”

“Supongo que tendré que nadar hasta la orilla” el pelinegro empezó a quitarse las armas, quedándose sólo con su espada. Se acercó a la borda, observando el agua. De vez en cuando uno de esos monstruos se asomaba a la superficie, haciéndolo retroceder un poco. Su primo se acercó también para apartarlo, esperando que no lo hiciera. “Espero que esa cosa arranque, porque…”

“Espera, no con esto” el Hozuki menor salió de su puesto. “Hay otro bote que podríamos utilizar, pero primero… tienes que hablar con Mei-sama. Es una excelente Mizukage, sin duda escuchará tu propuesta. Sólo la superan el viejo Gengetsu y Yagura-sama.”

“¿Quiénes?” los otros se miraron. Parecía que no era algo muy conocido.

“Nuestros anteriores Mizukages” Zabuza ayudó a levantar la red por última vez, atravesando una tras otra la cabeza de los zombies. “Vayan a verla, ella entenderá. Sobre todo con la cantidad que hemos sacado ahora” observó con aprehensión el amasijo de cadáveres en la cubierta. “Tenemos que regresar.”

“¡Esperen!”

“Tranquilo, vamos a volver” comentó el peliblanco mayor, poniendo una mano en su hombro. “Tengo algo que va a hacernos posible el recuperar su auto” movió el timón de regreso a la isla y atracó. La cubierta estaba casi llena de cuerpos. “Han sido demasiados, muchos más que el día anterior. Debemos informar.”

“Muy bien” se volteó hacia los recién llegado. “Vengan con nosotros” los guiaron a través de la aldea hasta una casa enorme en el centro de la isla. Era de cemento, a diferencia de las demás… y estaba parchada. “Kiri es un conjunto de islas, un archipiélago. En tiempos del brote todas las islas eran propiedad de uno de esos ricachones de los que ya no existen. Nuestros ancestros, en cambio… eran sólo un grupo de pobres pescadores. Ellos tomaron los barcos, los único que tenían y vinieron aquí para salvarse. Pescadores, hijos suyos, un grupo de estudiantes y tres doctores… o al menos eso era lo que me contaron.”

“¿Contaron?” los otros espadachines asintieron. Entonces lo entendieron. “Ya veo, en esta isla no hay muchos materiales para fabricar papel, ni para hacer tablillas. Tienen que guardarlas para algo importante. Y la historia… se puede transmitir oralmente.”

“Ojalá fuera tan fácil como dices” llegaron hasta una puerta igual de parchada que la fachada de la casa. “Nuestros ancestros se refugiaron en esta casa, que antes tenía vallas y otros implementos de seguridad. Supongo que es… nuestra versión de la secundaria.”

“La vieja escuela era un poco más grande” comentó Itachi, avanzando con ellos cuando la puerta se abrió. Dentro estaba una mujer muy hermosa, con un largo cabello castaño claro y un vestido azul. Su sonrisa era condescendiente… pero al mismo tiempo había algo detrás de ella. Poder. Esa mujer sin duda era capaz de matar a cualquiera que amenazara su aldea. Era peligrosa, tanto como Namikaze Minato.

“Lamento la demora, es que yo… ¡ahhhhh! ¡Ustedes deben ser los recién llegados!” ella se levantó para darles la mano, derrochando amabilidad. “Soy la líder de Kirigakure, Mei Terumi. Me han contado que vienen de Konoha”

“Así es” la comadreja se sentó en la silla frente a ella, buscando entre sus pertenencias. “Como líder, supongo que querrá hacernos unas preguntas”

“Precisamente” ella se sentó, encantada de hablar con alguien tan perspicaz. “En primer lugar creo que hubo un malentendido entre los nuestros. La leyenda popular era que Konoha era una base militar, pero al parecer es todo menos eso… aunque tiene agentes entrenados” abrió los ojos, escaneándolos a los dos. “Y recursos. Sólo así podrían haber llegado hasta aquí” juntó las manos. “¿Los enviaron a una misión en particular?”

“Una personal, más bien” el Uchiha menor comenzó a hablar. “Antes que nada” Rebuscó un momento entre sus cosas, sacando un montón de papeles en blanco y un set de escritura. Shisui no sabía que Itachi se los hubiera traído. “Una ofrenda de paz.”

“Muy amable” ella los recibió, poniéndolos sobre su escritorio. “Esto no será… papel, ¿verdad? Sí, he escuchado sobre él. Yagura-sama solía contarme sobre él, incluso me mostraba los libros que teníamos… lo hacía por todos” señaló una estantería. “Eso es lo que queda del papel en Kiri” los volvió a mirar. “Es la primera vez que veo uno en blanco.”

“Será una ocasión memorable”

“Sí, en efecto” ella lo dejó. “Volviendo a la misión… estoy interesada. ¿Qué podría haberles hecho venir hasta nuestras costas? ¿Acaso… buscan recursos?”

“Ya lo he dicho, es una misión personal” el de pelo largo se cruzó de brazos. “Konoha ya tiene un área de la saca recursos y ustedes no tienen lo que nos falta, el metal. Aunque si están interesados en hacer un intercambio, somos todo oídos” levantó la vista para encarar a Terumi. “Teníamos que encontrar a dos fugitivos.”

“¿Dos… fugitivos?” esto se iba haciendo cada vez más interesante. “¿De qué se les acusa? ¿Por qué escaparon? ¿Son tan peligrosos como para que los cacen?”

“Al contrario, los buscamos porque son muy importantes para nosotros” aclaró el Uchiha. “Ellos son mi hermanito menor y el hijo del líder de Konoha, nuestro Hokage” esto sorprendió a la mujer. “Además hasta donde sabemos son los únicos que han conseguido reparar coches de hace más de cien años y ponerlos en funcionamiento. Ya ve lo valiosos que son… aunque creo que hemos errado nuestro camino. No estaban en sus costas.”

“Ya veo. Así que esperaban encontrarlos aquí” ella pareció relajarse, estirando los brazos. “Las cosas son difíciles, cualquier rastrojo de la vieja tecnología que podamos recuperar es muy importante… y quizás esos dos niños no pensaron bien al escapar.” Volvió a colocarse en su sitio, recta. “¿Desean que los ayudemos a recuperar su coche para partir? Como señal de buena fe.”

“Sí…”

“Tampoco se opondrán a que envíe a un par de los míos con ustedes para hacer un acuerdo comercial, ¿verdad?” Mei Terumi sin duda era astuta. Quería asegurarse de que no estaban mintiendo en sus afirmaciones. “Parecen haber hecho buenas migas con Suigetsu Hozuki y Kisame Hoshigaki” se dirigió hacia los mencionados. “¿Estarían interesados en ir, chicos?”

“Pues… pues sí” el tiburón se rascó la parte de atrás de la cabeza, incómodo. Había algo que no le gustaba acerca de eso. “También pueden quedarse en mi casa, por la noche hace demasiado frío para ponerse a trabajar.”

“Muchas gracias por su colaboración, espero que la relaciones entre nuestras aldeas sean prosperas y beneficiosas para ambos” la Mizukage los despidió. Al quedarse sola volvió a coger el set de escritura, poniendo los papeles sobre el escritorio. A diferencia de lo que cualquier pensara, en Kiri todos aprendían a leer y escribir según el sistema de Gengetsu Hozuki. Pero no lo hacían con regularidad. Ahora… tomó el pincel y lo sumergió en la tinta, revolviendo antes de empezar a escribir. Era hora de poner el papel las memorias de Kirigakure, antes de que se pierdan para siempre.

“Mei es una persona muy amable” comentó Itachi, sentándose alrededor de la burda mesa donde su anfitrión ponía unos platos con pescado. “Mañana tendremos que recuperar su coche, espero que Suigetsu en verdad tenga algo que nos permita llegar a él sin ser mordidos.”

“Yo pediría más bien que las relaciones entre Konoha y Kiri fueran buenas ahora que saben ambos de su existencia” comieron tranquilamente, tratando de no pensar en el día siguiente. Pero la comadreja no podía ignorarlo, su hogar podía estar en peligro por su esplendoroso error de dirigirse al mar. Para olvidar sus inseguridades, sacó de su mochila un cuaderno gastado.

“¿Qué tienes ahí?” el Hoshigaki notó lo que tenía, acercándose. A él también le esquivaba el sueño, sin poder creer que iba a abandonar las islas por primera vez en su vida. “¿Acaso tú estás escribiendo algo?”

“No, le perteneció a uno de mis ancestros. Su nombre era Kagami Uchiha… aunque ustedes lo conocían como Mirror. Según lo que escuché sus cuentos se hicieron populares entre los niños cuando Liliya los reprodujo en la radio.” Sonrió. “Él dejó algunas cosas importantes en este diario.”

“Si, los recuerdo” observó la tapa gastada, conservada sólo por los esfuerzos inhumanos de incontables generaciones que transcribieron las memorias de Kagami y guardaron los originales para la posteridad. “¿Son los originales? De los cuentos, quiero decir.”

“¿No me has escuchado? Es un diario” lo abrió. “¿Aún quieres escucharlo?”

“Pues sí, mucho” la comadreja lo abrió. Esa noche le leería a su nuevo amigo, para romper el hielo entre ellos. Lo necesitarían cuando estuvieran solos allá afuera en el reino de los muertos, camino a la siguiente morada de los vivos.

-En otra parte-

“¿Tenemos que esperar?” preguntó Nagato escondiéndose en la parte de atrás de la carroza de metal junto con los caballos. El pobre pelirrojo se moría de los nervios por no poder encontrar a su primito antes de la llegada de la oscuridad, donde los muertos rondaban como almas en pena. Le daban nauseas.

“¿Pein?” Konan abrió los ojos, dejando a Shizune sola en su rincón caliente. “¿Por qué no te duermes? Vas a necesitar toda esa energía cuando llegue el sol” le puso una mano en el hombro. “Sé que estás muy preocupado por Naruto, pero debes…”

“Sí, estoy preocupado por él” se sacudió, causando que la preocupación dentro de la chica creciera. Se quedaron en silencio por un momento antes de que él suspiraba derrotado. “Es que… ¿Cómo demonios pude no darme cuenta?” se reprochó a sí mismo. “Naruto es la persona más sincera del mundo, no podría mentir ni pagado… y aún así no pude ver que estaba planeando algo tan peligroso.”

“No podías saberlo, él no quería que lo hicieras” la peliazul trató de ofrecerle su ayuda. Él siguió taciturno. “Mira, no va a ayudarle a ninguno que te quedes toda la noche aquí gruñendo y te duermas sobre el volante mañana. Cierra los ojos de una vez.”

“Qué directa” bromeó él, un poco más dispuesto a descansar. Mientras soñaba empezó a volar con las palomas, volar muy por encima de sus cabezas. Y vio entonces… una isla muy grande, rodeada de otras. Y una aún más grande esperando...

“R-corporation” una voz le susurró. Reconocía ese nombre, pero no podía recordar dónde lo había leído… esperen, ¿leído? Sí, estaba seguro que había leído esas palabras. También vio esas imágenes en alguna parte, en un viejo libro… ¿viejo libro? Viejo y descolorido, tan antiguo que las páginas se habían vuelto tan amarillas que casi no se veían las imágenes. “R-corporation”

“¿Qué quiere decir eso?” dijo sin poder recordarlo totalmente. Además se sentía asustado por alguna razón, queriendo voltear para encarar a quien fuera que le estaba hablando, sin poder moverse.

“Dile que busque a R-corporation… busquen el inicio… el amanecer los ayudará… reúne el amanecer… y busquen el inicio… búscalo… búscalo...” Nagato se levantó bañado en sudor frío, mordiendo su labio para evitar gritar. Konan se acercó preocupada, pero él la detuvo con una mano. El amanecer, ¿Qué demonios significaba eso? Cada vez parecía que su búsqueda se apartaba de más de Naruto y se acercaba a otra cosa.

“Estoy bien” aseguró, tomando las riendas. Los caballos fueron puestos en su sitio y partieron, cuidándose de los muertos. Llegaron al teatro y lo pasaron. El Uzumaki se bajó para observar el camino, sin encontrar rastros de que alguien hubiera pasado por ahí. Finalmente decidió seguir hacia el poniente, arreando los caballos. Siguieron durante días hasta que…

“Tenemos que regresar” Shizune les avisó tras haber revisado las provisiones. “Sólo tenemos la comida necesaria para la travesía de vuelta, hay que volver.”

“Sí… la próxima vez voy a… ¿ehhhh?” el pelirrojo se quedó de piedra al observar una nube de polvo viniendo desde una dirección. “¡Creo que son personas! ¡Deben ser ellos!”

“Nagato, tenemos que…”

“¡Tienen que ser ellos!” el capitán salió disparado hacia el lugar, donde encontró a un grupo de personas peleando contra una horda de zombies, todos bajo las órdenes de un hombretón irascible que al parecer no sabía cuando darse por vencido. Tenía una herida que parecía grave en el brazo y uno de sus hombres se arrastraba por el piso con la pierna herida. Ambos sangraban… mucho. “Demonios, no son ellos”

“¡Qué importa! ¡Tenemos que ayudarlos!” Konan le arrebató las riendas, yendo al galope al encuentro de los extraños. Arrolló a una gran cantidad de muertos, forzando a sus compañeros a sujetarse. Paró justamente en frente de los luchadores, que los miraron asombrados. “¡Suban rápido! ¡Hay que irnos!”

“¡No necesitamos ayuda, lo tenía todo bajo control!” el más grande les increpó, agitando los brazos. Sus compañeros, en cambio, aprovecharon ese momento para poner al herido a salvo y subir ellos mismos. “¡¿Qué se supone que hacen?! ¡Vuelvan aquí, traidores!”

“¡Raikage-sama, por favor! ¡Incluso usted ha llegado a su límite con esa herida! ¡debe curarse antes de volver a la batalla! ¡Hágalo por Bee-san!” el rostro del grandote tembló, más se metió dentro, cerrando la puerta con un duro golpe. Se sentó contra la pared con los brazos cruzados como un niño haciendo una rabieta silenciosa.

“Disculpen” Shizune apareció en ese momento, con su maletín de primeros auxilios. “Soy doctora, puedo curar esas heridas siempre y cuando no sean mordidas” levantó las manos ante las miradas de desconfianza de los otros. “No… no voy a hacerles nada malo, yo…”

“Permítanle hacer su trabajo” el herido los hizo relajarse, haciéndola relajarse. Ella desinfectó la herida con medicinas que Tsunade-sama le hizo, alegrándose de que el hombre no hubiera sido mordido. Finalmente cosió las heridas, cerrándolas finalmente. Los extranjeros admiraron la finura de su trabajo. Se volteó hacia el líder el grupo, evidentemente por su aire de autoridad, deteniéndose como para pedir permiso.

“Ya que, cúrame” él levantó el brazo. Konan se presentó en ese momento, trayendo consigo un poco de agua. Los hombres la aceptaron, sedientos. “Gracias”

“Sí, claro” ella se sentó, observándolos con detenimiento. A diferencia de las gentes de Konoha, casi todos ellos tenían la piel oscura y el cabello claro, junto con marcas semejantes en los brazos. “Oigan, no queremos hacer nada malo, sólo estábamos de paso” trató de tranquilizarlos. “Soy Konan, el pelirrojo es Nagato, la señorita amable que los curó es Shizune y el de allá es Asuma” los presentó. “¿Tienen nombres?”

“Bueno…” el rubio parecía nervioso. “Soy Shee, él es Darui, el descuidado de la pierna es Atsui y nuestro jefe es A… digo, es el Raikage-sama” se rascó la cabeza. “No se supone que debía haber salido, pero insistió cuando Samui se puso enferma y… perdón”

“En… encantada de conocerlos” les ofreció una mano, que Shee tomó dudoso. “Les he tratado las heridas, pero si continuamos moviéndonos será más difícil que se curen en su totalidad. Además podrían abrirse los puntos” ella se revolvió, tratando de evitar al hombretón, que estaba sumamente irritado. “¿Ti… tienen algún…?”

“Bueno, nosotros…”

“No hay remedio” el Raikage levantó los brazos. Se daba a entender que no le gustaba nada la situación, pero la aceptaba, casi como un castigo que se merecía por haber dejado que esas cosas acorralaran a sus hombres. Estos sólo hacían su trabajo al protegerlo, era su culpa el que hubieran sido acabado rodeados. “¡Justo lo que necesitaba! ¡Primero me rodean esos fiambres y luego tengo que llevar a extraños a Kumogakure!”

“¿Kumo… Kumogakure?”

 “Sí, Kumogakure” sonrió. “Prepárense, tontos, para ver el mejor refugio que el hombre ha podido hacer. ¡Ni la misma legendaria Konoha podría superar a nuestro refugio! ¡Ja! ¡Ya me gustaría ver sus caras cuando vean cómo los hemos superado! ¡Y si con eso no basta, Takigakure sin duda los dejaría sin habla!”

“Eso lo veremos” comentó Nagato para sí, volteando un poco los caballos. Takigakure, Kumogakure… ¿Qué demonios estaba pasando? De repente nuevas villas estaban apareciendo casi de la nada. Y lo más raro, todos sabían de Konoha y Konoha no sabía de ellos. Sin duda tendrían que investigar más sobre esto.

 

Notas finales:

Creo que Nagato se desvió un poquito, ¿no lo creen? Jajaja, buscaban a Naruto y terminaron encontrando al Raikage... sólo esperemos que no quiera matarlos. El siguiente capitulo va a ser un pedazo del diario de Kagami, ¿Qué quieren que salga? Review!! 


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