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El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“Voy a vomitar” Konan dijo cuando vio los muelles llenos de esperpentos atraídos por el sonido del mar. Habían pasado unos buenos meses desde que pasearon por el país explotando las pocas estructuras que aún se mantenían en pie y desde entonces la cantidad de zombienamies se redujo en gran medida, al igual que su tamaño. “¿De verdad tenemos que sacar esas cosas del agua?”

“No, lo que tenemos que hacer es echar abajo el muelle sobre ellos y obstaculizar su camino al mar” señaló Nagato, mirando desde el barco en que estaba la cantidad de zombies que intentaban atrapar las olas. La operación de la costa se había visto pospuesta en muchas ocasiones, pero al fin tenían luz verde para realizarla. Akatsuki había tenido una explosión de nuevos miembros desde el éxito de sus primeras misiones, empezando con algunos más de los espadachines de la niebla, como Raiga y Juzo, pasando por personas de mucha experiencia como Pakura de Sunagakure. En otras palabras, se habían hecho mucho más fuertes.

“¿Y cómo se supone que vamos a hacer eso, oh gran líder?” preguntó Hidan, bromista. El Uzumaki refunfuñó, levantándose del lugar.

“La verdad es que no estoy muy seguro” respondió él, internamente deseando que le hubiera tocado la tarea de instalar antenas en el territorio asegurado… o cuasi asegurado del centro. Todavía recordaba el aspecto de las vías que despejaron y lo inseguras que aún eran, a pesar de haber derrumbado al menos tres edificios por semana encima de miles de zombies. Bueno, al menos ahí no tendría que tratar con tantas de esas cosas.

“No estaba bromeando cuando les dije que se veían atraídos por el sonido de las olas” comentó Zabuza, que por el momento estaba al mando del barco en el que navegaban. “Desde que los Hozuki pusieron a funcionar ese barco pesquero hemos intentado limpiar el océano, pero siguen llegando.”

“Y seguirán haciéndolo a menos que consigamos bloquearlos… o limpiemos todo el maldito lugar” el pelirrojo bajó los binoculares. “Supongo que podemos comenzar por tirar el puerto” señaló la caseta destartalada que quedaba del terminal. “Derrumbar las casas las convertirá en una barrera.”

“Y podemos hacer uso de esto” Sasori sacó de su bolsa las armas que trajo de Suna. “Así, aunque lleguen a entrar, estarán completamente inanimados.”

“Ese no es el problema real” comentó aburridamente Pakura, mirándose las uñas. Escaneó los alrededores con ojos entrenados. “Lo que tienes que hacer no es solamente bloquear la entrada, sino que tienes que tapar la fuga completamente… lo que por desgracia es imposible por el momento… y quizás para siempre.”

“Ya lo sé, la misión sólo se trata de establecer un puerto seguro”

“Eso es sencillo, tú y yo tendremos que hacer de carnada” ella simplemente siguió. El Uzumaki suspiró, la heroína de la arena siempre estaba haciendo planes que resultaban arriesgado en el mejor de los casos, suicidas en el peor. “El rojito aquí y su amiguito tendrán que poner las cargas en los pilares sin bajar del techo… haciendo un trabajo digno de cirqueros, creo yo” esbozó una sonrisa siniestra. “Y todo mientras nos las arreglamos para no morir.”

“Siempre tienes que hacerlo difícil” el ahora líder del refugio de la lluvia, donde estaba la base central de Akatsuki, se puso una mano en la cadera. “Podríamos usar las aves que traemos en el otro barco para…”

“Ni te creas que eso funcionará. Están demasiado atrapados en el ruido de las olas. A este punto, lo único que los convencería de apartarse de su foco de atención es otro impulso básico… la alimentación” señaló ella, apuntando su mano en dirección de la manada que se metía en el agua. “Tranquilo, mientras los mantenemos distraídos, ellos se encargarán de las filas de atrás.”

“Eso no es lo que me preocupa” apretó los dientes el chico para luego suspirar. “Bueno, si tenemos que tentarlos con la comida que más les gusta… supongo que sabrás hacer que no nos cojan, ¿no?”

“Si sigues mi padre, intrépido líder, tal vez lo logres” él le devolvió su extraña sonrisa. Desde que lo habían nombrado jefe del refugio de la lluvia, que se había convertido en una suerte de cruce de caminos, pasaba más tiempo en el escritorio decidiendo las misiones de cada equipo que en el campo, pero este caso era especial. Tenían que limpiar el borde marítimo para hacer un nuevo puerto. “Aunque si quieres mi franca opinión, dudo que se pueda construir algo en este lugar”

“Yo tampoco…” contestó él. no importaba, era un trabajo a largo plazo. Lo único que se les pedía en ese momento era bloquearles el acceso en ese punto de la costa. “vamos, hay que cautivar a una horda de muertos.”

“Eso mismo, un” Deidara asintió, trepando con habilidad en compañía de Sasori. Ambos artistas estaban cargados de bombas. El pelirrojo cogió uno de los ganchos que Mangetsu había instalado en el mástil en caso de emergencia y trataron de engancharlos en una de las estructuras de metal en mejor condición.

“Rápido…”

“Vamos lo más rápido que podemos” contestó el Akasuna, finalmente embonando. Pakura y Nagato se apresuraron al bote de remos que tenían atado a un costado, bajando con cuidado. La chica remó entre las aguas infestadas de zombies, cogiendo las dos pistolas con la inscripción Shakuton que tan famosa la habían hecho.

“Hay que destrozar muertos” apuntó al primero que tuvo en frente y disparó. La bala se destrozó en contacto con el zombie, matándolo con unas cuantas esquirlas e hiriendo efectivamente a unos cuantos otros. El sonido que hizo, el olor de la carne putrefacta… quizás los atrajo, porque se dio otro frenético acto de canibalismo desesperado. “¡Ahí está la apertura que esperaba! ¡Corre!”

“¡Estás loca, ¿lo sabes?!” tan pronto como estuvieron en tierra salieron corriendo por el espacio que dejó la horda, esquivando a los muertos con tanta suerte que casi parecía su ancestro Hashirama Senju. Pronto se encontró en la parte de atrás con su compañera, una manada de zombies detrás de ellos y refuerzos en el barco detrás de una oleada de enemigos. No precisamente las mejores condiciones. Por el rabillo del ojo pudo ver a sus artistas pasando por el cable que habían tendido como ardillas.

“Avanza rápido, mocoso” Sasori susurró, tratando de no atraer la atención de los pocos muertos que quedaban tendidos en el suelo.

“Hago lo mejor que puedo” le respondió el otro en voz baja, finalmente llegando a la viga a punto de caer. El soldado sacó de su cadera la pistola que llevaba consigo, disparando contra los que estaban debajo de ellos. “Necesito ayuda aquí adentro”

“¿Qué…? Oh” habían muchos dentro del terminar y no precisamente partidos como los del exterior. Con una maldición contó sus balas en la mente. No iban a alcanzarle. “Esto es lo que vamos a hacer. Tú te mantienes en silencio absoluto, como un ratón. Yo les disparo a los que tengas cerca.” él otro negó con la cabeza, algo asustado. “no te preocupes por nada, yo te cubro.”

“¿De verdad, un?” el pelirrojo asintió, sacando su AK 47. El rubio avanzó por las vigas del techo, tratando de no pisar nada que estuviera a punto de caerse, nada fácil por lo debilitado de la estructura, y se colocó sobre uno de los pilares. Con cuidado pasó sigilosamente la carga por un agujero en el pilar. Uno de los muertos se acercó peligrosamente a él, pero un disparo certero lo hizo caer al suelo. Otro disparo, esta vez en el centro, captó la atención de los zombies.

“Estas cosas son estúpidas” Sasori movió los labios para que entendiera. “Canibalismo”

“Un” Deidara siguió colocando las cargas, teniendo cuidado de no llamar la atención. De vez en cuando uno se le acercaba, más era rápidamente despachado por su prometido. Pronto el trabajo estuvo listo y salieron para pasar al siguiente edificio. “No me importa a cuantos pueda atraer, quiero fuegos artificiales en nuestra boda.”

“Y yo sigo diciendo que ya has tenido suficientes con la de edificios que has volado” el pelirrojo volvió a coger el cable mientras estaban en el techo para fijarse si todavía estaba bien antes de saltar al siguiente techo y al siguiente después de ese. Tardaron algunas horas en terminar con su trabajo, pero finalmente las construcciones más cercanas a la playa estaban minadas. “Date prisa”

“Lo hago lo más rápido que puedo” su novio prendía a toda prisa las mechas de las bombas, retrocediendo en su recorrido hasta llegar al terminal. De ahí treparon de regreso al barco… o al menos a medio camino, porque entonces las bombas explotaron. Como en una liana, los dos se columpiaron por el aire sin control. Por un segundo temieron que fueran a caer al océano, pero consiguieron caer en la cubierta del barco.

“Por un momento creí que se estrellarían en el mástil” Zabuza les ofreció una mano mientras Haku se posicionaba en una de las sillas que estaba en la proa. A lo lejos se escuchaba el sonido de más barcos llegando tras haber avistado el desastre en los muelles que impedía el paso a los zombies… al menos de momento. Cogió una tela y descubrió un arma muy extraña. “¿Qué es eso?”

“Algo que Gaara tuvo la amabilidad de reparar y los Hozuki de instalar” el chico se puso en posición, apuntando a los cadáveres. Estos se apilaban de nuevo sobre las ruinas, tratando de llegar a la fuente de sonido a duras penas. “Creo que se llama ametralladora”

“Espero que Pakura y Nagato estén a cubierto” comentó Zabuza antes de que Haku comenzar a disparar. Estaban lo suficientemente cerca como para que acertara a los que estaban hundidos hasta la cadera en el agua, cosa que la marea baja permitía. Los cuerpos caían uno tras otro, mientras que el agua los revolcaba hasta el fondo del océano o de vuelta a la orilla. “¿te diviertes, angelito?”

“Más de lo que puedas pensar” contestó el joven, apretando el gatillo. Finalmente la cantidad de casquillos apilados dieron fe de las balas gastadas y se vio obligado a parar. “Humm, la potencia es buena, pero la puntería muy mala. Tendré que pedir otro tipo de arma de largo alcance.”

“Creo que ya has tenido suficiente por el momento” Deidara pateó uno de los remanentes de la munición para evitar que alguien se tropezara. “Ya debe ser hora de comenzar con la pesca.”

“La pesca, sí” los demás barcos bajaban sus redes y las recogían, que salían cubiertas de cadáveres en distinto estado de descomposición. “Limpiar todo el maldito océano nos va a llevar una eternidad.”

“Tiempo que no tenemos” Zabuza se frotó los ojos. “Y a menos que seamos capaces de construir con nuestros limitado recursos ese cerco alrededor de toda la isla que la Mizukage está tan empeñada en conseguir…”

“Choujuro ya está trabajando en eso” Haku se bajó de la silla, sacando sus cuchillos y admirando el filo. “Aunque si siguen bloqueando locaciones como estas nos harán un gran servicio” comentó sonriendo. “La cantidad de ellos que llegan a nuestras rejas se reducirá por un tiempo” aplaudió entusiasmado. “Perfecto para hacerles mantenimiento.”

“Si, escuché que habían exportado metal de Suna para construir nuevas rejas” el rubio palmeó su mentón. “Dicen que serán más seguras que las anteriores.”

“Sólo espera a verlas, son una preciosidad”

“Y hablando de seguridad, ¿no crees que deberíamos estarnos preocupando por la de alguien? O más bien dos personas” Sasori observó por la borda, tratando de ver por encima de la tropa de muertos que intentaban escalar la montaña de escombros. “¿Alguien puede ver a Nagato y Pakura por ahí?”

“No… pero dudo que sean lo suficientemente tontos como para permitir que los atrapen” comentó el espadachín, encogiéndose de hombros. “Además el chico programó la misión para este día por una razón, ¿no es así?”

“Espero que sí”

-En el otro lado-

“Recuérdame jamás volver a ir de misión contigo” Nagato estaba colgado de un árbol que apenas parecía sostener su peso, apenas fuera del alcance de las manos voraces de la muchedumbre que trataba de alcanzarlo. A su costado, Pakura hacía esfuerzos por mantenerse en la copa de su propio salvador verde al mismo tiempo que mantenía a raya a sus admiradores.

“¿Qué? ¿no te has divertido?” ella sacó sus armas, dispuesta a atravesar la muchedumbre si era necesario. Maki la estaba esperando en casa y no iba a faltar a esa promesa. “Todavía queda una oportunidad… en cuanto nos hayamos recuperado.”

“O mejor esperas a la sorpresa que he preparado” el líder se aferró aún más fuertemente a su rama, intentando levantar un poco más las piernas. Sus ojos escaneaban el horizonte. Por un momento Pakura se preguntó si había perdido la razón, pero después de unas cuantas horas vio aparecer una serie de carrozas de metal, que inmediatamente se desplegaron, con tiradores en lo alto de estas. “No habrás creído que retrasé tanto la misión por nada, ¿verdad?”

“Debo admitirlo, chiquillo, me has impresionado” hizo fuerza para subir más y colocarse fuera de la línea de fuego. “Por cierto, ¿Qué día es hoy?”

“El día que se supone terminaban la antena de Anko. Los que acompañaron a los Hozuki a instalarla vendrían directamente a Kiri. Así que indiqué a Raiga que nos encontrara aquí para tener apoyo extra” los disparos de toda clase de proyectiles empezaron, distrayendo a los muertos de ellos. Pronto las primeras filas estaban completamente abajo, seguidas de las siguientes, cortesía de las tropas de a pie.

“Un excelente refuerzo” tenían vía libre, así que se bajaron y corrieron a las carrozas, escudados por los disparos. Una vez adentro, las carrozas comenzaron su lenta marcha hacia el puerto seguro. algunos de sus perseguidores se dieron por vencidos en ese momento, prefiriendo en banquete fácil de sus pares caídos. Otros parecían tener un paladar mucho más exquisito.

“Bien, siempre y cuando Deidara y Sasori hayan cumplido con su misión, reemplazar las rejas de Kiri será más seguro” suspiró Nagato, cayendo en un rincón. Su subordinado Raiga entró en ese momento con semblante serio. “Reporte, ¿algo que comentar sobre la misión?”

“Sólo que Juzo ya no está en condiciones de cumplir con su deber, señor” el espadachín respondió con rabia fría. “De hecho, ya no lo estará nunca más”

“¿Mordida?” él asintió. “¿Hace cuánto?”

“Serán unas cuantas horas, cuando nos detuvimos en un lago a abastecernos”

“¿Qué sucedió?”

“Que es un puto idiota, eso es lo que sucedió” gruñó el castaño, dándole un puñetazo a la pared que seguro había advertido a muchos de los muertos más persistentes. “Va y deja que lo muerda… ¡una puta cabeza cercenada!” estalló con rabia, finalmente haciendo. “¡Todo porque no me había dado cuenta de que estaba ahí, enterrada en el lodo!”

“Espera, ¿era a ti a quien iba a morder la cabeza?” preguntó el pelirrojo un poco confuso. Juzo le salvó la vida… ¿pero él lo maldecía? Vaya con cosas extrañas. “¿y cómo fue que…?”

“Se le metió en la cabeza que tenía que salvarme” siguió descargando su rabia contra la pared de metal. “Y cuando le pregunté por qué lo había hecho, maldita sea, respondió que era porque yo sí tenía personas a las cuales volver y él no. Que a él nadie lo extrañaría si moría en una puta misión.”

“Ya veo” puso una mano en su hombro, tratando de frenarle. Ya tenían problemas suficientes sin llamarlos, muchas gracias. “Shhhhh, él hizo su elección, ya no le demos más vueltas” siguió intentando calmarlo. Cuando finalmente lo consiguió, Raiga se desplomó en el suelo sin más, cansado como si hubiera pasado en medio de una horda al estilo de Hashirama. “Seguro que has estado muy ocupado estos días, ve y descansa.”

“Sí, quiero dormir” tan pronto como pudo moverse se colocó en posición horizontal, cerrando los ojos. Nagato se sentó cerca de él, limpiando la sangre de su katana. Entendía a Raiga, perder a un compañero de esa manera era horrible, sobre todo cuando la mordida lo consumía lentamente. No era cosa que cualquier hombre pudiera soportar. Sí, lo entendía… pero también entendía a Juzo. Raiga era padre soltero con dos hijos y Juzo no tenía familia. Si lo ponías en una balanza, aunque ninguna vida valiera más que la otra, si lo hacías muy rápido… esos niños acababan ganando. “Cuando regresemos… ¿vamos a pasar algunos días en casa antes de ir al refugio de la lluvia?”

“Claro, aunque será un paseo corto”

“Está bien” comentó el espadachín casi dormido, acunando sus armas en sus brazos. “Al volver quiero ver a Ranmaru y a Buntan. Aunque sea por un momento tengo que saber que lo sobrellevan todo bien…”

“Seguro, tómate el tiempo que sea necesario” lo dejó ahí. Señaló a su compañera que mantuviera un ojo fijo en él, para luego ir con el caído. Se encontró a Juzo inconsciente, respirando tenuemente. Sacó un cuchillo de su bolsa, despidiéndose suavemente de él. comprendía su sacrificio… claro que comprendía. Y porque comprendía debía hacer esto personalmente, como el oficial en jefe de la misión. Incluso Juzo lo comprendería. “Perdóname…” y clavó el cuchillo.

Esa tarde escuchó la programación de radio Anko por primera vez desde Kirigakure, con su alegre voz tratando de llevarles un poco de felicidad. Justo a media tarde, cuando todos estaban reunidos en la cantina, ella bajó el tono a uno más serio para leer la lista de pérdidas en batalla, incluyendo a Juzo Biwa. Nagato se quedó serio, oyendo el homenaje que les hacía a esas personas. Entendía por qué habían muerto, por qué había tenido que acabar con él, por qué había tenido que ser él, por qué… toda esta muerte. Lo comprendió bien.

Tal y cómo lo comprendió Naruto cuando tuvo que poner una bala en el cerebro de Sakura tras una misión en la que ella había sido tan tonta como para alejarse del grupo, presa del pánico, y fue atrapada por muchos de ellos. Regresó ese día a casa con el ánimo por los suelos, sin poder dirigirle la palabra a nadie. Sólo el pasar la tarde con su esposo e hijos, Neito e Itsuka, lo hizo mejorar.

También lo comprendió Sasuke, cuando debió eliminar a un compañero herido en batalla, y Kiba, cuando su primera novia, Tamaki, se infectó. Gaara, Temari, Shikamaru, Chouji… todos ellos también tuvieron que comprender a lo largo de los años la importancia del comandante y su carga al tener que ser el que eliminaba a los miembros caídos. Ya nadie dudaría… debían cumplir con su deber.

-años después-

“Es una pena que Naruto ya no se nos una, pero… tenemos esta belleza toda para nosotros” señaló Suigetsu a su hermano, conectando cables nuevos y terminando con el trabajo de ese día… más bien de todos esos años que estuvieron soportando en esa fría ballena de metal. “Ahora veamos si este bebé funciona”

“Mejor que lo haga, no querría decepcionar a todos” Mangetsu cruzó los brazos. Más de diez años habían pasado desde que iniciaron la reparación de ese armatoste y ahora, por primera vez, intentaban encenderlo. “Cuando tú digas”

“Luces, cámara y… ¡acción!” el ruido de los motores hizo eco, las manivelas se movieron y el barco comenzó a avanzar lentamente hacia el océano. “Está vivo… ¡Está vivo!”

“Está funcionando, idiota, eso es todo” el mayor casi le atiza un derechaso. “Envía un mensaje a la radio, todos deben saberlo. El Quest está listo para zarpar.”

Notas finales:

¿qué tal les pareció? el Quest está listo para marcharse y creo que saben quienes irán con él, ¿no es así? Bueno, este es el penultimo capitulo y espero que les haya gustado el fanfic. Pronto estaré publicando el ultimo. REview!!! 


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