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El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“Maldición” dije cuando Hatake me mostró el libro de cuentas. Nuestras existencias estaban en casi cero y eso que las habíamos estirado lo más posible. Me mordí el labio, la ayuda no llegaba. Incluso el desagradable tipo del autobús se había dado cuenta de que el desastre en las grandes ciudades debía ser mayor del que creía, porque nadie había venido por ellos.

“Y eso no es todo” suspiró el peliplateado, sentándose frente a él. “Los Hyuuga han estado usando bastante energía, al parecer en descargar e imprimir todo tipo de información… parece que se están preparando para un desastre.”

“Pues, al ritmo que vamos, pronto eso se hará realidad” miré mi espada. A pesar de que siempre la limpiaba parecía un poco dañada. “Dime que descargaron cómo reparar espadas japonesas.”

“No, pero Takumi Yazuna sí lo hizo” soltó un suspiro. “Ahora mismo está practicando forja y reparación. Y no sólo con espadas, sino con otros instrumentos. Parece que en el futuro se va a convertir en un gran artesano.”

“Lo que vamos a necesitar si las cosas siguen así” me froté la cabeza con desespero. “Primero lo primero, la comida. La energía todavía va a estar ahí, tenemos paneles solares suficientes como para surtirnos” señalé el cuadro que lo indicaba. “¿Estás seguro de que todas las alacenas de la escuela han sido vaciadas?”

“Todas, ni queda ni una migaja” respondió Yue, frotándose el estómago. “Ahora mismo las verduras del jardín de Inori-chan han permitido que comamos al menos ensalada, pero el invierno está a la vuelta de la esquina y nos ha advertido que no podremos confiar en ella para alimentar a toda la población. Es demasiado pequeña para eso, sobre todo si no se producen frutas. Aparte, ese no es el único problema grave que tenemos ahora.”

“¿Qué más?” pregunté, deprimido. Konoha recién había sido creada y ya teníamos serios problemas. Lo peor era que no le podía pedir concejo a nadie, porque literalmente estábamos solos.

“El invierno se acerca… y no tenemos ropa abrigada o calefacción. La ropa que recuperamos de los zombies es toda delgada. A este paso muchos enfermarán de gripe o aún peor”

“Maravilloso” agarré mi espada. “Si queremos seguir viviendo tendremos que conseguir todas esas cosas, ¿no?” Yue asintió. “Bien, que los guerreros se reúnan” por guerreros me refería a mis alumnos mayores. Todos se habían sumado a las clases que dábamos Madara y yo, era como si enseñáramos autodefensa. “Haremos una pequeña excursión.”

“¿Ex… excursión? ¡Espera!” fue detrás de mí. Comencé a llamar por los pasillos a los que deseaba que fueran conmigo. Inori tenía mucho trabajo y sus amigos la ayudaban. No podíamos descuidar su incipiente huerta. Era nuestra principal fuente de comida para emergencia. Además… ya era tiempo de que mis compañeros consiguieran armas de verdad. “¿Qué planea hacer?”

“¡Muy bien chicos!” dije cuando todos se reunieron a mi alrededor. “¡He decidido que algunos ya están listos para usar espadas reales! ¡Así que vamos a hacer una excursión al museo para conseguirlas! ¡Las siguientes personas que se aproximen!” (Naruto leyó la lista de nombres) “¡Y Yue Hatake!” mi contador dio un pequeño bote. “¡Eso es todo! ¡El resto regrese a sus actividades normales! Inori” la llamé especialmente a ella. “Necesitamos hablar”

“¿Qué pasa, Hashirama?” preguntó ella confusa.

“Cerca al museo” comencé, aunque era una mentira. Lo que pensaba hacer era… loco, pero quizás era nuestra única manera de pasar el invierno a salvo. “la otra vez creo haber visto una tienda que vende semillas” ella abrió los ojos. “Si te las consiguiera… ¿podrías ampliar la huerta?”

“Si usara los jardines del colegio quizás… es lo único que podría lograr con sólo eso” ella frunció los labios. “Nos daría más comida… pero no hasta dentro de unos meses. No nos salvará ahora.” La Yamanaka me miró. “¿Qué estás pensando hacer?”

“Expandir tu huerta… y conseguir cualquier cosa extra que podamos” me levanté. “Eso es todo, muchas gracias”

“Genial, tendré más trabajo”

“Pondré a otros a trabajar contigo por turnos, gracias” ella se fue y en seguida entraron los chicos que llamé. “Hola.”

“¿Es cierto eso? ¿Vas a darles espadas reales?” Madara no parecía satisfecho. En este tiempo su cabello había crecido, haciendo que muchas miradas se quedaran clavadas en él… lo que me causaba cierto malestar y un poco de rabia por alguna razón. “Todavía no están listo. Yue, los Hyuuga y el Ino-Shika-Cho puedo entenderlo, pero ¿los otros? no”

“No seas tan pesimista, están preparados. Aparte, esta vez tomaremos todas las armas, no podemos estar volviendo a cada momento” me levanté. “Este es el plan. No vamos a ir sólo al museo. Nuestras reservas de comida están muy cortas, la ropa también, así que… tenemos que ir a un lugar que sin duda será peligroso… el centro comercial”

“¡Has perdido la razón!” esta vez mi amigo golpeó el escritorio del director… bueno, mi escritorio ahora. “¡Ese lugar va a ser un hervidero de zombies! ¡No vamos a poder siquiera entrar ahí sin ser mordidos!”

“Tenemos que intentarlo”

“¿No podemos ir a una de las tiendas pequeñas por ahí?” propuso Yue. “Las oficinas también deben estar bien surtidas, al menos de bebidas.”

“Debemos conseguir suficiente para no estar saliendo a cada momento, el centro comercial es nuestra mejor oportunidad.” Miré a mi grupo, que estaba nervioso. “Escuchen, tomamos uno de los autos pequeños de los profesores y salimos. Será suficiente para todos nosotros si nos apretamos bien” seguí, sintiéndome un poco tonto. “Conseguimos las espadas, armas y cualquier cosa que nos sirva. Un grupo regresa, en este caso Sino y Kozumi” señalé al Aburame y a la Hoki.  “y el otro sigue hasta el centro comercial”

“Pero estaremos en…”

“Por eso vamos Madara y yo, somos los peleadores más experimentados. Aumentaremos las probabilidades de victoria” puse mi mano en frente de ellos. “Miren… es necesario que hagamos esto. Sin las provisiones de ese centro no sobreviviremos el invierno, sobre todo si tenemos que salir a cada momento” todos miraron el piso. “Todo estará bien”

“Eso espero” el Uchiha se alejó un poco de la mesa. “Tenemos que planearlo bien, esperar a que las palomas que capturamos dispersen a los que hay afuera… ¿Por qué no has hecho que vengan Izuna y Tobirama?”

“Son los únicos aparte de nosotros con un arma, alguien tiene que quedarse” una excusa barata y él lo sabía. Yo sólo quería mantenerlos lejos del peligro. Él estaba de acuerdo. “Ahora hay que empezar a preparar todo ¿Cuántas aves hemos atrapado?”

“Más que suficientes. Oh, y tengo estos” les enseñó unos carritos de juguete. “Eran del taller de robótica. Hacen sonidos, así que podemos usarlos para vaciar el museo. No son muchos, así que hay que usarlos sabiamente”

“Okay…” entonces nos preparamos. Tomamos las llaves de la camioneta y nos preparamos para salir en cuanto las aves dispersaran los anillos de muertos que se formaban durante la noche a su alrededor. Shusui Gekko iba al volante, siendo el que mejor conducía de todos. Pasó sin dificultad entre los muertos, que no pudieron voltear lo suficientemente rápido para pasar por el portón antes de que este fuera bloqueado de nuevo. “Ya estamos afuera… por primera vez en meses.”

“Creen que…” comenzó Kozumi, mirando por la ventana.

“Estamos de misión, Kozumi, no podemos distraernos” dijo Madara. Yo estaba a punto de acceder cuando recordé a lo que nos exponíamos si hacíamos algo como regresar a casa. Mi mente se centró en la misión. Llegamos al museo. Para nuestra sorpresa no habían muchos zombies dentro. Entramos y cerramos la puerta.

“Tráiganlas todas. Y recuerden, grupos de dos. No sabemos si salieron todos” nos dispersamos, reuniendo todo lo que se parecía remotamente a un arma. Además conseguimos ropa de los maniquíes y otros instrumentos. “No sé cómo podrán servirnos esos uniformes militares, Madara”

“Te lo aseguro, son muy calientes. Pueden ser mantas perfectas” lo cargamos todo en el auto, con los Hyuuga haciendo de centinelas. Estábamos muy nerviosos, así que terminamos más rápido de lo pensado. “Aquí nos separamos”

“Tengan cuidado” nos dijo ella antes de meterse al auto. Asentí y guie al resto del grupo a un autobús. Este aún tenía las llaves en el contacto. “¿Listos?” nos ajustamos el cinturón. “Madara, es tu turno de conducir” él tomó el volante. “Hay que intentar no vomitar, ¿sí?”

“Ni que condujera tan mal”

“Mal es poco decir” Hideyori comentó antes de abrazarse a su hermano. Salimos disparados por la pista hacia el centro comercial. Mientras lo hacíamos, observé el exterior. Había cambiado poco, sólo que estaba… más desolado. Las personas no estaban… llegamos a nuestro destino una hora más tarde y vinos ventanas rotas por todas partes. Muertos también. Sin decir una palabra, soltamos los carritos que nos quedaban. Ahora podíamos entrar. Dimos una vuelta y entramos por un garaje abierto.

“Cierren” lo hicieron. Admiré el interior, un gran camión nos esperaba ahí. Estaba a medio cargar y tenía las llaves en la visera. “Muy bien, Hideyoshi y Hideyori se quedan aquí, protegiendo nuestro medio de escape” los gemelos asintieron. “El resto, vamos juntos por ahora. Luego nos separaremos”

“Entendido” nos fuimos. Dentro todavía quedaban algunos paseando por ahí como si nada pasara. Miré a mi amigo, que me devolvió el gesto. Pensé que no podía hacer ningún plan, pero luego señaló la tienda de juguetes. Los dos corrimos hacia ella y activamos un dinosaurio de juguete. El ruido atrajo a los monstruos. Escapamos en silencio, saliendo de la juguetería. Saltamos, cogiendo la puerta metálica y encerrándolos dentro. “Aún quedan algunos”

“Pues hay que cortarlos” me sugirió él, desenvainando. Terminamos con los pocos que quedaban e hice la señal para que los otros se reunieran con nosotros. “Bien, aquí está el plano de la tienda. En este corredor hay tiendas de ropa diversas. Hay que coger todas las cosas que podamos” me mordí un dedo. “Tenemos que…”

“¿Qué tal con unas de estas?” Madara otra vez nos salvó con su genialidad, trayendo carritos de compra y atándolos entre ellos con lo que encontrara. “Así podemos reunir lo que necesitamos sin hacer muchos viajes.”

“Bien pensado” le sonreí y él se sonrojó un poco. ¿Qué le pasaba? Pasamos de tienda en tienda, recolectando lo que sea que pareciera indispensable. Finalmente tuvimos todos los carritos llenos de ropa. Los llevamos con los Hyuuga, con los que cargamos el camión. “Ahora… la tienda de campamentos” así fuimos haciendo recorrido por recorrido, hasta llegar a la última parada… el supermercado. “De aquí sólo lo más indispensable. Cualquier cosa que esté en buen estado estará bien, nada de chucherías o algo así. Los enlatados son lo primordial.”

“Sí, señor” Madara extrañamente avanzó hacia una sección completamente diferente.

“¿Qué haces?”

“Colchones inflables” dijo entre dientes. “Y generadores portátiles y estufas eléctricas. Si seguimos durmiendo sobre el suelo pelado todas las noches o sobre las carpetas vamos a enfermarnos de verdad. Y no podemos permitírnoslo, moriríamos por simples resfriados o cogeríamos una pulmonía que correría como la peste…”

“Ya entendí, no tienes que ponerte así” vacié en un carrito todos los colchones inflables que podía y un par de infladores. Entonces llegamos a donde vendían la cinta adhesiva. “Para reparaciones de emergencia” señalé. Él asintió, poniendo un par de cosas más en los otros carritos que habíamos unido. Nos reunimos con los demás al llegar a la próxima vuelta. “¿Yamato onii?”

“También hay salsas instantáneas y leche en polvo” señaló Yue, vaciando todos los sobres en el carrito. “Será mejor que seamos precavidos, senpai, en la última transmisión que captamos no parecía que fueran a mejorar las cosas. Hay que conseguir un calentador de agua y leche de fórmula para el bebé de Namikaze-sensei”

“Bien, hay que traerla” de repente vi a Madara echando algunas cajas de galletas fáciles de hacer en el carrito. “¿Para qué eso?”

“Recompensas para todos, quienes trabajen más recibirán algo rico, ¿no te parece una buena manera de estimularlos a trabajar?”

“Muy inteligente” eché unas cajas más y pasamos al siguiente pasillo, donde encontramos más cosas, sobre todo de bebé. No sabíamos qué poner, así que echamos un poco de todo. Estábamos a punto de salir para dejar las cosas en el autobús cuando alguien me atacó por detrás. Lo bloqueé con la katana y entonces… vi un rostro familiar. “¿Tokka?”

“Hashi… nii-san” ella me respondió para luego tirar su palo y abrazarme. “¡Nii-san! ¡Sabía que no podían haber muerto todos!” lloró en mi hombro. “¿Cómo está el tío? ¿Y los demás? ¿Dónde se esconden?”

“Sólo… sólo estamos Tobirama y yo” le respondí con mucho pesar. “¿Qué haces aquí?”

“Las clases terminaron temprano en mi escuela, así que me vine al centro comercial” anunció ella, limpiándose las lágrimas de los ojos. “No sé qué pasó, esas cosas entraron de repente y nos vimos obligados a escondernos… no lo sé.” Se acordó de algo. “Tengo que avisarles a los demás” golpeó la tubería. “¿Tienen cómo sacarnos de aquí?”

“Tenemos un camión en la parte de atrás asegurado”

“Bien, al menos podremos salir de aquí” volvió a golpear tubo. “Mito-chan también está aquí, ¿sabes?” De alguna parte en el centro comercial comenzaron a salir personas, portando armas artesanales. “Hey, chicos, hay que irnos. Ellos pueden sacarnos de aquí.”

“Dijiste que alguien había venido a sacarnos” dijo un hombre de mediana edad, aún sosteniendo su escoba como si fuéramos a atacarlo. “¡Pensamos que lo decías en serio! ¡Que el ejército había venido a sacarnos! ¡No unos niños disfrazados!”

“Oye, son mi primo y sus compañeros, tienen una escuela asegurada…”

“¡Ja! ¡Como si unos niños pudieran hacer algo como eso!” se burló el hombre, volteándose hacia la gente. “Fue una falsa alarma, amigos. Lo mejor que podemos hacer en este momento es escondernos hasta que las fuerzas especiales vengan a rescatarnos. Todos vuelvan al refugio.”

“Como quieran” al menos no habían visto el carro de provisiones que acabábamos de sacar. “Mito-chan, vamos”

“Sí” mi prima pelirroja salió de en medio, con su uniforme de colegio. Una chica desconocida, definitivamente mayor que nosotros, la seguía, rodeada de cachorros de muchas razas. “Espérennos”

“Me voy, viejo, y me llevo a los perros conmigo” se despidió su acompañante, ganándose un gruñido de para qué los querían. “Me llamo Tsugumi Inuzuka, gusto en conocerlos” nos sonrió. “Solía trabajar aquí, en la tienda de mascotas. Cuando esto comenzó, mis compañeros escaparon, pero logré poner a salvo a los perros y ellos me salvaron de los zombies. Son mis mejores amigos desde entonces, me siguen a todas partes.”

“En serio destrozaron a muchos zombies por Tsugumi-chan… oh, esperen” cogieron un carrito abandonado por ahí y entraron rápidamente. Salieron con varios contenedores de comida para perros. “Ya podemos irnos”

“No queda un lugar” señalé un carrito vacío. “Ustedes adelántense y vayan cargando todo en el camión. Madara, Yue, vengan conmigo. Tokka-chan” le entregué una espada. Era de esas que parecen bastones, con la hoja completamente escondida. Desde el museo había sentido la necesidad de llevarla conmigo, ahora sabía por qué. “La sacamos del museo, te quedas a cargo de cualquier peligro, ¿entendido?”

“Sí, nii-san”

“Mito-chan, luego te conseguiré una” le prometí con una sonrisa “Vamos” corrimos y llegamos a una tienda de jardinería. Había un solitario zombie dentro… teníamos que apresurarnos. Lo maté y fui directo a las semillas. “Tomen todo, necesitamos ampliar los huertos.”

“Sí” terminamos de desvalijarla justo a tiempo, ya se podían escuchar los ruidos de los zombies cerca de la entrada principal. Corrimos lo más rápido que pudimos, llegando justo a tiempo para evadir a la horda.

“¿Qué les tomó tanto tiempo?” preguntó Hideyoshi, terminando de cargar todo en el camión. Nos metimos todos, algunos en la parte de atrás con los perros. Y entonces nos vimos con un problema. El control de la puerta estaba afuera.

“Dame ese perro de la encimera… ¡pronto!” el Hyuuga lo hizo y Madara, que se sentaba en la ventana, la bajó un momento. Tiró con todas sus fuerzas el juguete y este impactó en el botón. La puerta comenzó a abrirse. No tuve tiempo de darle las gracias, porque los muertos comenzaron a entrar por adelante y atrás. “¡Sácanos de aquí!”

“¡No me grites!” Hideyoshi arrancó, con lo que nuestro vehículo salió disparado por la calle. Tras unas cuantas vueltas peligrosas, conseguimos ponernos en rumbo a la escuela. “Con esas tres que has traído y los perros tendremos que empezar a poblar el segundo piso.”

“No se opondrán a compartir cuarto” le respondí, sabiendo que quedaba sólo un salón vacío arriba. “Cuando estemos completamente seguros de que nuestra barrera es infranqueable podremos empezar a poblar el segundo piso permanentemente.”

“Tendríamos que traer rejas y ladrillos.”

“No abuses” suspiré de cansado. Casi estaba anocheciendo, nos habíamos tardado más de lo que esperábamos. “Ya viste lo difícil que fue salir de ahí. Ir a buscar esos materiales sin preparación ni…”

“Tarde o temprano tendremos que hacer una mejor muralla” me respondió muy seriamente. Lo sabía muy bien, pero… por ahora debíamos esperar a que pasara el invierno y rezar porque nos alcanzara con nuestras rusticas preparaciones. Ojalá soportáramos. “Bueno, supongo que por ahora estamos bien. Sobreviviremos el invierno.”

“¿Seguro?”

“Sí, sólo tendremos que cuidarnos bien” 

Notas finales:

¿Qué pasará ahora? ¿Sobrevivirán el invierno? Review!!!


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