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TÚ NOMBRE por 691396

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Capítulo II

 

 

 

Cordura.

 

 

 

Siento sus besos en mi rostro, en mis labios, los suyos son siempre dulces, suaves, húmedos, de un rosa atrayente, sus manos, su piel…aunque tosca, aunque algo pálida es hermosa, sus dedos me acarician, me despojan de abrigo, no hay frio, solo el calor abrazador de nuestra próxima unión ¿Cuándo empezó? Ni yo lo sé, solo se dio, soy su cura, lo que le mantiene vivo, él me lo dijo, soy su todo, me gusta oírle recitar palabras de cariño, me gusta oírle decir mi nombre entre gemidos, me gusta la suavidad de sus movimientos, Naruto fue mi primera vez, él me enseñó a besar, a acariciar, donde tocar, ahora recuerdo –no es como si en verdad lo olvidara – fue un tiempo antes de que nos separaran que por fin concluyó el acto, Naruto había estado estimulándome, mis venas ardían y ese día no lo soporté más, me sentía extraño, pero más que eso, feliz, el interior de ese rubio era el cielo, estaba en mi regazo portando un colosal kimono, cuyo color no recuerdo, más lo hago con las partes de su piel que se mostraban ante mis caricias, el peso de su cuerpo, la fuerza de su agarre en mis hombros mientras subía y bajaba, sus ojos dilatados, oscuros, tragándome el alma, sus labios me robaban besos, suspiros, gemidos, se sintió maravilloso el liberarme en su interior, una y otra vez hasta desfallecer en sus brazos volviéndolo un ritual, tal como comenzaba terminaba, conmigo acurrucado en su pecho, tratando de que sus latidos me llevaran al sueño eterno.

 

 

El traje se perdió en las caricias al igual que el kimono, ahora el cuerpo del mayor era acariciado con presura, con cariño, besos eran repartidos sin mayor reparo, los labios, parpados, frente, mejillas, cuello, clavículas, pezones, estomago, vientre, hasta llegar al lugar deseado que ya despierto pedía a gritos ser estimulado, sus labios se encargaron de hacerlo, los gemidos del rubio se hicieron más fuertes, demostraban el placer; sintió su boca llenarse, sonrió tragándolo, apoderándose de nuevo de nuevo de aquellos labios, sus dedos se dirigieron al lugar que los reclamaba con ansia, Naruto le imploraba entre besos que ya estaba listo, que lo hiciera ya, ensanchó la sonrisa metiendo otro digito –he crecido –anunció viendo el claro sonrojo del otro al comprender las palabras –no quiero dañarte –la voz salió ronca. Naruto era el único que sacaba su lado suave, más por él fue que su vida se fue al carajo, era frustrante no poder verle más de una vez al año, pero ¿Por qué obedecía? Era simple, miedo, terror, pavor o cualquier otro sinónimo que se les ocurra, su padre enojado hacia que sus rodillas temblaran, él no era cobarde y el miedo era injustificado, pero los ojos de aquella noche se realzaban en sus pesadillas, sintió su cuello ser estrangulado, su cuerpo atravesado por una fuerza invisible; sabía que a pesar de ser su hijo no dudaría en matarle, entonces ¿Por qué hacía lo que hacía con Naruto? Simple, el amor le ganaba al miedo por ese único día, luego, los papeles se invertían y su sed trataba de ser calmada con otros cuerpos, otras caras, solo…otros, otros con los que trataba de reemplazar lo irremplazable.

 

 

Sus dedos estaban húmedos, su erección ya dolía y el mayor rogaba por tenerle dentro, no le dejaría esperar más, se adentró con fuerza, uñas se clavaron en sus omóplatos, un grandioso gemido resonó, eran dos que se volvieron uno, Naruto le miraba pícaro –has crecido bien –la afirmación le hizo volver más grande.

 

 

–Y aún me falta hacerlo –unió sus labios, las piernas de su alimento, de su comida y bebida le apretaban con fuerza entre ellas, incitándole a moverse, sus manos viajaban por toda esa piel, grabando por centésima vez los muslos, las nalgas, la suavidad de ese pecado, apretar tal delicia le hacía sumirse aún más en deseo, abriendo más los glúteos, hundiéndose más en ellas, enterrando su miembro con fiereza; lo comprendió a los doce, que al mayor le gustaba brusco, que le gustaba que se enterrase con brutalidad no disimulada, que mordiera su piel, que dejara sus marcas sobre las ya puestas; le enojaba pensar que su amor no era solo suyo, pero le veía como un trabajo –uno de Naruto –que nada tenía que ver con el amor que se prodigaban.

 

 

Los gemidos y los arañazos en sus hombros se hacían más fuertes conforme se movía, con embestidas certeras alcanzaba el cielo para los dos; el miembro del mayor volvía a endurecerse, los gemidos eran ahogados por otra boca, las sonrisas eran simples hasta que ambos explotaron, el menor disfrutaba de forma enorme el llenar la estrecha cavidad con su semilla ¡Bendita juventud! A los instantes estaba duro otra vez, lo que fue aprovechado hasta que el tiempo terminó, Naruto le cabalgaba con gusto, mientras él besaba, lamia y mordía los suculentos pezones, le abría las nalgas, le ayudaba a mover las anchas caderas hasta escuchar las puertas abrirse, no les importó, siguiendo hasta terminar, un susurro fue la despedida de su rubio antes de sacarse el miembro ya flácido de adentro, mostrando la abundante semilla salir para disfrute de ambos pares de ojos; el menor se levantó buscando ropa desperdigada y rasgada, miró a quien había entrado con una sonrisa que no era correspondida.

 

 

-otro traje arruinado –rio –lo siento padre, Naruto los destruye –no tuvo respuesta, ni movimiento alguno hasta salir de allí, al mundo real, donde la burbuja explotó hundiéndolo en el terror imperecedero ¿Por qué dijo eso? Le dieron nauseas, raudo, corrió a su habitación con el corazón desbocado cayó de rodillas en lo que consideraba terreno seguro, se sentía mareado sin motivo, temblaba; de sus bolsillos sacó una llave, una pequeña y dorada, una copia que libraría a su rubio del grillete, de las cadenas, la guardó en su caja fuerte, como hacía ya por tres años consecutivos, él había jurado libertad ¿Por qué no cumplía? ¿Por qué no usaba la llave? Porque estaba convencido que, si quitaba las cadenas, seria dejado, porque el mayor –creía que máximo por seis años –le abandonaría sin duda alguna, tal vez había pasado lo mismo con su padre, tal vez porque el rubio había enamorado a su padre y luego quería abandonarlo, era el por qué estaba encadenado, asió sus ropas con fuerza, él no sería como su padre, el no usaría al mayor como solo un desfogue, él amaba a Naruto y lo amaría en lo que le restara de vida y debía hacer que este hiciera lo mismo, por eso no lo liberaría, no aún, el no sería tan tonto como su padre, el no usaría cadenas, al menos no materiales.

 

 

Cerró la puerta al irse su hijo, mirando con mueca divertida el cómo Naruto se levantaba.

 

 

-Es como verme a mí mismo partirte el culo –llamó la atención del otro –ese niño y yo somos gotas de agua –se acercó a él, acariciando el rostro, las marcas –tanto en apariencia como en gustos –y le besó, los labios estaban hinchados, pero el beso se sintió frio –sonrió –aún después de tantos años Naruto se reusaba a corresponderle como era debido –estoy sintiéndome un poco celoso ¿Sabes? –el cuerpo contrario tembló –sabes cómo me pongo cuando estoy celoso ¿No deberías hacer algo para impedirlo? –y finalmente le miró, más no frio, si no con desdén.

 

 

-Sírvete tu mismo –dio permiso estirando sus brazos, al instante sintió como su cuerpo caía al piso, sus caderas alzadas e irrumpían en su interior, gimió como perra ante lo brusco ¡Le encantaba! La fuerza de Sasuke al adentrarse, al desgarrarle no era para nada comparada con la de Reiji, el otro era dulce, solo un poco brusco, se encontraba en lo normal, en cambio con el teme, tal vez porque le conocía de arriba a abajo, pero le hacía llegar al paraíso, sintió que algo más bajaba por sus muslos, sintió un tirón en su entrepierna, sabía que era, estaba acostumbrado a que aquel liquido carmesí saliera de su cuerpo, el tiempo no había permitido que se acostumbrara, seguía doliendo como la primera vez y seguía siendo estrecho, un deleite para quien le profanara y para él, que ya no asimilaba dolor, solo el más puro placer, escuchó el sonido de su cabeza ser golpeada contra el piso, alzó más las caderas, rogando como gata en celo, recibiendo con gusto el maltrato, sus nalgas ahora relucían un intenso rojo, su entrada estaba desgarrada y la saliva salía sin control al igual que sus gemidos, enterraba la uñas en el mármol, su cuerpo se convulsionaba ante los fuertes movimientos, su pene se recuperaba del orgasmo de hace unos segundos, ya venía el otro, tan rápido como en primero manchó el suelo con su semen, deseando sentir al otro llenándole -¡Más rápido! ¡Más fuerte! ¡Más dolor! –le fue concedido, sus suplicas escuchadas, gimió más fuerte al sentirle, la semilla que le llenaba, lo que le daría más para amar además del que venía en camino, la que le daba más niños a su disposición que le amaban, porque Naruto también estaba hambriento, de lo que su hijo, de lo que sus hijos, incluso Sasuke se incluía, codiciaban, algo tan simple y a la vez tan difícil de conseguir y en lo que se basará ésta historia, “Amor” sus caras, sus pecados, sus errores y su maldad.

Notas finales:

Jajajajaja ¡Lo que daría por ver sus caras ahora!

Ya Reiji comienza a mostrar sus colores ¿De qué color será su alma?


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