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TÚ NOMBRE por 691396

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Cap. III


 


Otro


 


 


Sentir el agua deslizándose por su piel siempre le tranquilizaba, acarició su vientre, sonriendo, sintiendo la tibieza de una vida diminuta, otro más venia, tal vez ya tenía cinco o seis meses y apenas se notaba, sintió los brazos de Sasuke rodearle, los dientes clavarse en su cuello, gimió esperando ser profanado con inculcada ansia, más no ocurrió, las caricias contrarias se volvieron suaves, los besos delicados llenaron su cuello y fueron bajando, el mayor se arrodilló frente a él, frente a lo que contenía a su futuro hijo, besando el vientre con suavidad mientras le miraba, mientras una sonrisa casi inexistente se formaba en los delgados labios, los susurros, los deseos se oían como una orden en el silencio, el deseo de una niña.


 


Una niña que Naruto no quería, a una niña no podía amarla como a sus varones, una niña no podía amarlo como a él le gustaba, pero no dijo nada, dejaría que Sasuke se ilusionara, era su placer nada secreto ver el rostro desilusionado de su captor al ver otro niño nacer.


 


-Estoy construyendo las habitaciones en otra ala, doce en total, luego la comunicaré con ésta, allí estará la habitación de mi hija –la voz era tan dulce que Naruto podía jurar que sintió a su páncreas saturarse, aún más al sentir los delicados besos, las dulces palabras al ser no nacido para escuchar una carcajada de burla, no le sorprendía, Sasuke cambiaba tan rápido de humor que era espeluznante, más lo era aún más el que se había acostumbrado -¿Cómo es posible que el mocoso no se diera cuenta mientras te poseía? ¿Está ciego? –La burla era notable.


 


-No lo insultes –su ceño se frunció, no dejaría que el idiota de su hermano degradara a su niño –probablemente pensó que era gordura o ¿Qué sé yo? Estaba concentrado en otras cosas –sonrió con cinismo mirando los ojos contrarios –ya sabes, como darme amor –se escuchó la carcajada de Sasuke ante lo escuchado, para jalar el cuerpo contrario y apoderarse con violencia de sus labios, de esa boca que decía desfachateces, siendo correspondido de inmediato, no le haría el amor, no se arriesgaría a lastimar a su futura hija, claro, si cuando le revisara se daba cuenta que era otro varón iba enviar el cuidado a la mierda, ya tenía quince mocosos con los que lidiar y no quería otro, quería una niña, una que se pareciera al rubio o en su defecto a su décimo hijo, pelirroja de azules ojos no estaba mal, quería mimarle, enseñarle, apartarla de Naruto y criarla solo, sería la luz de sus ojos, claro que si nacía como su clon no la repugnaría, sería el retrato de su abuela entonces, quería una niña para ser delicado y amoroso, una con la que no tuviera que compartir a su rubio, una que no pudiera darle el “amor” que el zarco arrebataba de sus retoños.


 


Naruto estaba mal, muy mal, entendía que era su culpa que estuviera tan trastornado, pero ahora parecían un verdadero matrimonio, incluso usaban argollas a juego, lo único malo es que tenía que compartir a su esposo con los engendros, solo así el rubio se mantenía –de forma relativa –tranquilo, más él pronto se encargaría, ya había enviado a siete a un internado –al menos Naruto así lo creía –en la mansión quedaban los menores de diez años, a los once –siempre a los once –su madre los desvirgaba como si se tratase de un ritual en el que era experto, miró la cadena dorada sonriendo.


 


-Te llevaré a un lugar –el rubio le miró emocionado levantando el tobillo donde el grillete le apresaba, eran contadas las ocasiones en que era liberado desde que se construyó esa prisión para él ¿Iría a visitar a sus niños? Su mirada se iluminó cual joya, Sasuke le besó recorriendo la pierna con su mano e ir bajando, en un instante la anilla cayó al agua, cayendo con él el pelinegro, el sonido de la cabeza golpeando el mármol resonó doloroso.


 


-Idiota –soltó con rabia, nunca aprendía que él, el “esclavo” siempre buscaría escapar, corrió fuera del baño vistiendo lo que se encontrara, no podía perder el tiempo; empujó la puerta una y otra vez extrañándose, ésta siempre abría cuando Sasuke o Reiji la abrían desde adentro, escuchó una carcajada, golpeó la puerta con furia, un berrinche para aliviar la desilusión que sentía, claro, Sasuke ya había aprendido.


 


Su collar era sujetado con fuerza, siempre que su “esposo” le sacaba debía aguantarlo, era humillante e incrementaba su ira, más todo fuera para ver a sus retoños o al menos creía que eso iba a hacer; toda esperanza de verlos murió cuando se encontró en una habitación desconocida –un examen –la desilusión era evidente, se dejó llevar, se acostó en la camilla, que sus piernas fueran abiertas y sujetadas, una camilla ginecológica, las odiaba.


 


Su kimono fue abierto, el gel untado en su vientre y el aparatito puesto, la mirada de Sasuke podría iluminar una cueva mientras miraba el monitor, extinguiéndose cuando lo encontró.


 


-Otro varón –un murmullo con tal desprecio que hizo que Naruto se pusiera a la defensiva, quería burlársele en la cara, más se calló al sentirse en peligro, debió sospechar cuando Sasuke le amarró las manos, le vio desabrocharse el cinturón –supongo que ya no importa –y se adentró con fuerza, el rubio gritó con ganas, hace apenas unos meses –dos para ser exactos- había estado con el mayor de sus hijos y después con Sasuke, esa noche el mayor se percató de su abultamiento y no volvió a tocarlo con el miedo de lastimar a su futura princesa, pero ahora le importaba un pepino.


 


Su interior se había puesto aún más estrecho, el dolor le hacía desvariar, tardó poco para que la saliva se deslizara por sus mejillas, que sus ojos se nublaran y pidiera más, estaba preocupado por el niño en su vientre, pero satisfacer su lujuria actual valía más que cualquier futuro desvirgue; su pene se irguió a los segundos de ser ultrajado, se movía de arriba abajo por las embestidas, su cuerpo gritaba ¡Sí, sí, sí! Con ganas, palabras que también eran gritadas por su boca traicionera; por la boca del hombre que pasaba de los treinta y tenía aspecto de quinceañero, quien había sido torturado, violado, quien había sobrevivido a un mundo cruel, a un hombre cruel y que ahora se había convertido en un monstruo cegado por su sed, cegado por la esperanza de amar y ser amado; veía a Sasuke morder sus muslos, pasear la lengua por los hilos de sangre mientras le miraba con deseo.


 


Sasuke nunca se cansaba de él, pero él ya estaba harto de Sasuke y el pelinegro lo sabía, no le importaba, por eso le dejaba amar a sus hijos, desenvolverse en sus caricias y jadeos.


 


El Uchiha mayor sabía que, aunque más de una década había pasado, Naruto, si tenía la más mínima oportunidad le mataría o escaparía, la que se presentara primero, mejor si eran las dos; los intentos hasta ahora sin frutos –más que algunos golpes y heridas un poco serias –hacían de sus vidas diarias un poco más emocionantes, entrar en la cama del rubio era como meterse en el lecho de una bestia –no solo en el sentido sexual –como pelear con un demonio que al menor descuido arrebatará tu alma –en el caso de Sasuke –su vida, porque el alma es posesión contraria desde hace ya tiempo, aunque no se dé por enterado.


 


Sasuke ama a Naruto, le adora como a un Dios y como a un Dios que no debe ser visto por nadie más, le tiene protegido, sus ojos no deben bendecir otra cosa que no sea él y –las excepciones –sus hijos, que, para su gracia, todos y cada uno de ellos eran su copia exacta, incluso su décimo y décimo quinto, que tenían cabello y ojos diferentes.


 


Reiji y él compartían más de lo que creía, sonrió asestando la embestida final, deleitándose con las manchas que el rubio dejaba en su propio cuerpo, tratando de regular su respiración, amaba a Naruto, a su hermanito, tal vez desde que le conoció o incluso antes, cuando deseaba que el vacío en su vida desapareciera, tal vez el menor poseía la mitad de su existencia, la pieza faltante que a su corazón le faltaba; le daba todo el amor que podía pero para éste no era suficiente, nunca lo seria, su hambre crecía con el tiempo, como las ganas de Sasuke de llenarlo.


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